En Noviembre de 2000 el Servicio de Publicaciones de Caja General de Ahorros de Canarias (Publicación, 250, Historia 35) editaba el libro titulado «Ernesto Lecuona: el genio y su música» de los autores José M. Castellano Gil y José Fernández Fernández, prologado al alimón por Eusebio Leal, el historiador oficial de La Habana y Jerónimo […]
En Noviembre de 2000 el Servicio de Publicaciones de Caja General de Ahorros de Canarias (Publicación, 250, Historia 35) editaba el libro titulado «Ernesto Lecuona: el genio y su música» de los autores José M. Castellano Gil y José Fernández Fernández, prologado al alimón por Eusebio Leal, el historiador oficial de La Habana y Jerónimo Saavedra, exministro de Cultura de España.
Sin embargo han transcurrido más de cuatros años y la entidad financiera, CajaCanarias, no ha comunicado a sus autores la edición del mismo, ni siquiera han abonado la cesión de los derechos de autor para la mencionada edición que consistía en la entrega de cincuenta ejemplares para cada uno. Y todo ello, a pesar que los autores comunicaron por medio de fax y burofax al Director de la Obra Social y Cultura de CajaCanarias el conocimiento de la existencia del libro y solicitaba sus derechos correspondientes. La Caja, sin embargo, ha hecho oído sordo a tal petición. Pero no tan sólo eso, ya que ni siquiera ha cumplido con los deberes mínimo de su presentación, divulgación y distribución del libro en cuestión.
El libro, que ha sido editado con un esmerado cuidado y con un presupuesto nada desdeñable que supera los siete millones de las antiguas pesetas -un libro de coleccionista, una edición numerada y limitada a mil ejemplares, cuyo número 0 está dedicado al Maestro Ernesto Lecuona, y debía depositarse en la Biblioteca Nacional José Martí (La Habana, Cuba) y con dos números 1, dedicados a los máximos dignatarios de Cuba y España- duerme en los carcelarios sótanos de una entidad financiera con una publicitada vocación social.
Un silencio éste que atenta duramente contra los principios democráticos más elementales, sólo roto por la existencia dos ejemplares: uno la Casa de la Cultura de Santa Cruz de Tenerife y otro en la Biblioteca Nacional de España por exigencias de Depósito Legal (TF. 1.792/2000) e ISBN (84-7985-107-4). En fin, un libro sin presentación, sin que sus autores conozcan oficialmente su existencia, guardado «bajo llave» e ignorándose que el costo de la edición de la obra es de orden social y debe rendir frutos a favor de la cultura, es vergonzoso que sucedan cosas así en pleno siglo XXI.
Pero, como todo, este caso tiene explicaciones. Todo redunda alrededor del aldeano concepto del uso del poder ejercido por la sin razón y gestionando el silencio ante los medios… La verdad es que algunos y también «otras» tienen las manos muy largas y muy sucias. Y ese poder, en espacios limitados, es ejercido brutalmente por quienes se creen con derecho a disponer de parcelas públicas en las que hacer su soberana voluntad.
Lo único que se sabe con total seguridad, y también de forma indirecta en torno al libro en cuestión, es lo emitido en un informe que CajaCanarias elaboró para que Dª Fidencia Iglesias González, mujer del Director General de CajaCanarias D. Álvaro Arvelo, pudiera aportar como prueba documental en un juicio que se seguía contra ella por Tutela de Derechos Fundamentales y acoso laboral (mobbing) en el Juzgado Num. 1 de Santa Cruz de Tenerife. Y en cuya sentencia dictada en 2003 se manifiesta lo siguiente: «En relación con la no distribución del libro «Ernesto Lecuona: el genio y su música», se ha tenido en cuenta que en el informe emitido por Caja Canarias al respecto (folio 227 de las actuaciones) se manifiesta que los motivos por los que no se distribuyó dicho libro, ya editado, son que sus autores no acreditaron que contaran con la autorización de los herederos o beneficiarios de los derechos de autor del músico para incluir en el libro reproducciones íntegras de partituras y letras de la obra musical de Ernesto Lecuona, y que no se había alcanzado un acuerdo con los autores respecto al número de ejemplares a reservar para ellos.
Sin perjuicio del poco fundamento del segundo motivo alegando, en cuanto al primero resulta cuanto menos extraño que una institución de la entidad de Caja Canarias proceda a editar una obra sin cerciorarse antes de reunir los requisitos legales necesarios para ello, lo que hace pensar, en virtud del principio de inversión de la carga de la prueba que rige en estas actuaciones, y atendiendo al vínculo matrimonial que une a la codemandada Dª Fidencia Iglesias con el Director General de Caja Canarias, entidad que debía publicar y distribuir el libro, que la negativa a su distribución no obedece a tales razones, sino que se trata de un acto mas del conjunto que conforman el acoso al que fue sometido el actor».
Hay una cosa clara y evidente: El Director General de CajaCanarias es el marido de Fidencia Iglesia, Consejera de Coalición Canaria en el Cabildo de Tenerife y Presidenta del Organismo Autónomo de Museos, demandada por José M. Castellano Gil por acoso laboral. Esa es la única explicación seria que al menos nosotros podemos dar. Pues, es inconcebible que una entidad financiera como CajaCanarias que ha editado un repertorio importante de libros a lo largo de su historia permita entrar, así como así, en imprenta un original si no es por su propia decisión y consentimiento, además de abonar los costes de edición del libro que superó los 7 millones de pesetas. Todo esto, para decir después, años más tarde, y en un Juzgado en una causa que se seguía contra la mujer del director general, de forma tan increíble como poco seria, como se recoge en el informe emitido por CajaCanarias, una tontería tan absurda, una justificación para tontos. ¡Increíble! Es muy probable que esa justificación pueda indicar la capacidad mental, ética y moral de los responsables de CajaCanarias en este asunto pero, sobre todo, habla de una forma de comportamiento muy propia de otras épocas.