Tuvieron que pasar más de 72 horas para que Bachelet anunciará la composición de su nuevo gabinete de ministros, luego de un fuerte hermetismo y gran incertidumbre de algunos sectores políticos. La decisión fue comunicada cerca de las 9 de esta mañana y las reacciones no se dejaron esperar. En entrevista con elDesconcierto.cl , el […]
Tuvieron que pasar más de 72 horas para que Bachelet anunciará la composición de su nuevo gabinete de ministros, luego de un fuerte hermetismo y gran incertidumbre de algunos sectores políticos. La decisión fue comunicada cerca de las 9 de esta mañana y las reacciones no se dejaron esperar.
En entrevista con elDesconcierto.cl , el sociólogo y académico Alberto Mayol analizó el escenario político actual que enfrenta la Nueva Mayoría, el conducto que seguirán las reformas y qué significa esta reestructuración para las fuerzas sociales del país.
En análisis anteriores mencionaste dos posibles salidas para esta situación: una donde Bachelet se hacía del equipo político y reafirmaba su conducción, y otra donde se impusieran los partidos políticos que han criticado su gestión a la interna. Se fortaleció la posición de la DC, pero también se dio una señal a los partidos más cuadrados con la figura de Bachelet, particularmente el PC y el PPD. ¿Qué lectura haces de esta decisión?
Este es un triunfo rotundo y bastante claro de la Concertación sobre la Nueva Mayoría. Todos los nombres que representaban los proyectos de transformación de la Nueva Mayoría no sólo son sacados de cargos importantes, sino que son sacados derechamente del gobierno. Yo en el peor de los casos me imaginaba para efectos de la Nueva Mayoría un enroque de varios de esos ministros, me refiero básicamente a Peñailillo, Elizalde y Arenas, y lo que terminó ocurriendo fue que de hecho que no solo no se les enroca sino que se les saca por completo.
En cambio, por ejemplo, sobrevive Undurraga de la Democracia Cristiana que está sumamente impugnado no solamente con uno, sino dos casos de irregularidades. Además llega a conducir el gobierno que quiere hacer una reforma constitucional un tipo súper conservador como Ministro del Interior. La verdad es que es una transformación que revela que el proyecto de Bachelet, el proyecto de cambios estructurales prácticamente se encuentra terminado desde el punto de vista de los soportes políticos para ello.
Durante el último período se hicieron duras y reiteradas críticas a Peñailillo por su falta de capacidad política para cohesionar a la Nueva Mayoría, además de las investigaciones en curso. Con este cambio en la cartera ¿cómo proyectas el rol que jugará Interior con Jorge Burgos a la cabeza?
La diferencia es que el rol que puede cumplir Burgos está basado en el hecho de que los partidos en general van a estar bastante moderados y tranquilos. La DC por de pronto está bastante contenta, la derecha ni hablar, están rutilantes. Y lo que va a pasar es que el ala más a la izquierda de la Nueva Mayoría, que no es mucho decir por supuesto, se ve supuestamente recompensada con algunos ministerios, también en el equipo político, para mantener una especie de lógica del equilibro. Esto hace que Michelle Bachelet en la práctica haga como que no se impuso ninguno de los dos bloques, que parezca una especie de pequeño empate, cuando lo que hay detrás es un gran golpe contra las reformas.
Es cosa de mirar lo que pasa en Trabajo, que es bien interesante. Sacar a la ministra para no llevarla a ninguna parte muy relevante, o sea se le saca simplemente, y se le enroca un ministerio sin mucha importancia, es una señal de debilidad donde sencillamente se demuestra que la reforma laboral lo más probable es que sufra demoras y vacilaciones en los próximos días. Y por tanto lo que vemos es un escenario en el cual el gobierno entrega a su nuevo ministro del Interior todas las condiciones para amortiguar los grandes golpes internos del sistema político, pero sin diálogo alguno ni capacidad de conectarse con el proceso social que se está viviendo.
El problema de esta solución es que no es sustentable a nivel social. Es sustentable a nivel político porque es la típica negociación de toda la transición, pero con los últimos estertores de esa transición que no es capaz permitir, no digo la aprobación de la ciudadanía que es mucho pedir, sino simplemente la complacencia tácita de ella.
¿Cómo crees que se abordará la continuidad de las reformas en curso y las que vendrán, considerando un programa muy tensado a la interna, pero también un rechazo desde amplios sectores sociales de trabajadores y estudiantes que piden incidencia en las reformas?
El proceso de reformas está en una situación muy complicada. A tal punto que, fíjate lo que hizo Peñailillo. La salida de Peñailillo tuvo un acto de inteligencia final bastante interesante. Al ser entrevistado, se refiere a todo lo que se hizo en el año, señalando que finalmente con muchos problemas y todo se hicieron cosas importantes históricamente. Desde el punto de vista formal al menos tiene razón: cambio al binominal, reforma tributaria mucho más significativa que todas las otras que se hicieron durante la transición, una reforma educacional bastante más significativa de lo que se había hecho con anterioridad. Obviamente muchos esperábamos algo más pero, formalmente, tiene razón. Y después dice «los desafíos que vienen». Ahí deja bastante claro que los desafíos que vienen son importantes y que no están las condiciones. Lo dice positivamente diciendo que tiene toda la confianza de que se puedan llevar a cabo, pero evidentemente con un gobierno que está sin poder, con Bachelet que se rindió en la práctica porque esto esto es una rendición, con un triunfo de las partidos políticos cuando estos no llegan ni al 4% de aprobación, entonces la verdad es que la situación del gobierno para llevar a cabo las reformas es muy pobre y probablemente se haga lo que Peñailillo dice, que en sus manos ocurrieron cambios que nunca hubo antes.
Vimos también desde el Ejecutivo una estrategia comunicacional que iba en escalada durante los últimos días, con Bachelet tratando de reposicionarse para sacar adelante este proceso de la mejor forma posible. Sin embargo, y con todo lo que se levantó a nivel mediático para enfrentar este momento, el cambio de gabinete no es en definitiva una solución concreta y potente para resolver la crisis de legitimidad y credibilidad de la clase política. ¿Cuál será desde tu visión la estrategia a seguir en este minuto por parte del gobierno y los partidos?
La estrategia es hacer lo mismo que han hecho los gobiernos anteriores, que es entregar todos los proyectos importantes, fracasar en el proyecto y tratar de triunfar en la mera popularidad. Lo que se hizo fue un acto de maquillaje, no sustantivo, en toda esta parafernalia. La verdad es que lo que hace falta para el gobierno es muy simple, y es cosa de mirar lo que está haciendo Putin en Rusia para ver qué es lo importante en política, lo que se necesita cuando estás en dificultades es concentrar poder, demostrar fuerza, demostrar que se tiene capacidad para ir adelante en un escenario difícil, y eso es justamente todo lo que no demostró el gobierno y no demostró Bachelet en este proceso.
Bachelet en la práctica levantó bandera blanca, se rindió y está esperando el grueso de su sentido histórico para haber llegado a ser reelecta, y se queda con aspectos más de la lista de supermercados. Se queda con el hecho de ser la única mujer presidenta de Chile, con el hecho de ser elegida 2 veces, se queda con los récords, pero la historia no pasa por ella evidentemente desde un punto de vista sustantivo.
¿Qué lectura se puede hacer desde los movimientos sociales frente a este escenario?
Esto para los movimientos sociales es un retroceso, no obstante no ha habido ningún avance. Ahora si los movimientos sociales están esperando que las cosas pasen gracias a las decisiones de gobierno, mala estrategia. Aquí hay un triunfo de la DC enorme, un triunfo silencioso, tranquilo, calmado, que ellos procuraron desarrollar desde la época de la campaña, dilatando las soluciones, los proyectos, y hoy día Gütenberg Martínez se anota un punto enorme porque él dijo que la Nueva Mayoría era como un contrato de arriendo y nada más. Y está terminando por ser exactamente eso.