Mauricio Salinas es abogado y Secretario Ejecutivo de la Corporación Ciudadanía y Justicia, una entidad que tiene una visión muy distinta a la de «Paz Ciudadana» sobre temas como el delito y la inseguridad de las personas. El énfasis lo coloca en las condiciones sociales y políticas emanadas desde el Estado. Sobre esto y el […]
Mauricio Salinas es abogado y Secretario Ejecutivo de la Corporación Ciudadanía y Justicia, una entidad que tiene una visión muy distinta a la de «Paz Ciudadana» sobre temas como el delito y la inseguridad de las personas. El énfasis lo coloca en las condiciones sociales y políticas emanadas desde el Estado. Sobre esto y el rol de los medios conversó con el equipo editor.
– ¿Que es la Corporación Ciudadanía y Justicia, esta entidad algo desconocida para el público, al revés de otros referentes en el tema como Paz Ciudadana?
Somos una institución compuesta por personas relacionadas con el tema desde el ámbito académico y decidimos crear una institución que nos permitiera participar en el debate público. Nuestro presidente fue el diputado Juan Bustos, ya fallecido, actualmente es Loreto Hoecker, José Bengoa es el vicepresidente y yo soy el secretario ejecutivo. La Corporación Ciudadanía y Justicia es una organización algo fracasada en el cometido de colocar otra voz en la discusión pública sobre la denominada Seguridad Ciudadana. Obviamente no lo hemos logrado.
Nos denominamos Corporación Ciudadanía y Justicia enfocándonos en la promoción de los derechos ciudadanos y la Seguridad Humana. No nos gusta lo que hay detrás del concepto de Seguridad Ciudadana.
– ¿Por qué ?
Porque implica que junto con desarrollar políticas de seguridad pública y de control de los delitos, el Estado tendría que preocuparse también por el miedo de la gente. El Estado puede tener políticas de seguridad frente a los delitos o las catástrofes naturales, con las cuales trate de moderar los riesgos y sus efectos en la población. Pero es muy complejo abordar el tema del miedo, que en este caso es temor al otro. Para la Seguridad Ciudadana el riesgo es el otro, incentivando un tipo de convivencia donde la tranquilidad de las personas depende finalmente de anular a ese otro que nos atemoriza. Y como eso no es posible se produce inseguridad, desvinculación social, etc.
La Seguridad Ciudadana como concepto tiene dos dimensiones. Una objetiva que es el número de ilícitos que se cometen y la otra el temor que tiene la gente a ser víctimas de algún delito, lo que se denomina inseguridad subjetiva. Sin embargo mientras en el país los delitos disminuyen el temor aumenta, porque son dos cosas distintas. Entre ambos no hay necesariamente una relación de causa-efecto, como se pretende demostrar.
¿Cuál es el tema de fondo que subyace a esta inclinación por resaltar el miedo?
El tema de fondo es el de siempre, es decir la disputa por el poder en la sociedad e imponer determinados comportamientos a los ciudadanos. Por eso el tema delincuencia no es posible abordarlo apolíticamente. El castigo al delito y el espectáculo asociado es una demostración de quien manda en nuestra sociedad.
No existen los delitos «naturales» sino definiciones sobre ellos establecidas por el poder político. Es éste quien determina lo que es bueno y malo y lo impone mediante la fuerza. Un ejemplo es lo que está ocurriendo en el conflicto en la Araucanía donde el Estado busca imponer su definición de delito, mientras que los mapuches tienen la suya y ven sus acciones como legítimas.
– Estas disquisiciones sobre el poder y el carácter del delito aparentemente le dicen poco a los ciudadanos, según los medios de comunicación. Pareciera que la gente se inclina cada día más por incrementar los castigos, mientras que posiciones diferentes no están presentes en el debate público …
Yo creo que hemos tenido algunos avances. Hace 10 años atrás nadie aceptaba que los medios de comunicación tenían responsabilidad en la promoción del miedo.
Por otra parte, estudios de opinión demuestran que existe una manipulación de la opinión pública presentándola como inclinada hacia el castigo. Una encuesta realizada por el Ministerio del Interior dice que los sectores de menores recursos consideran que existe delincuencia por falta de oportunidades, en cambio para los sectores más acomodados es porque hay «mano blanda». Luego es esta última visión la que se impone en los medios y determina la agenda pública.
Por lo anterior no se puede desligar el tema de lo político y de los conflictos, las diferencias e intereses que cruzan a la sociedad. Siempre ha habido crímenes, pero sólo en estos últimos años se comenzó a hablar de Seguridad Ciudadana y esto se relaciona con el orden social, político y cultural impuesto en el país el cual se quiere conservar temor mediante.
El informe del PNUD de 1998 dice que el sentimiento más extendido en el país es el miedo, en primer lugar a la delincuencia. Pero inquiriendo un poco más se muestran otros componentes de este miedo, como el temor a la exclusión social, el miedo a quedar cesantes, a que la educación que reciben los hijos no les sirva, a enfermarse y no tener atención en salud, a envejecer y no tener previsión, etc. Al final, uno puede concluir que el principal miedo es el temor al sin sentido, al «todo da lo mismo» y a que no exista posibilidad de decidir sobre el orden que queremos. Se nos impuso uno que gira en torno a la competencia, donde «el otro» es mi posible atacante, mi competidor, mi contrincante y en tal ambiente la vida deja de tener sentido. Más aún cuando las opciones políticas que configuran el escenario y dan sentido a las vidas individuales han abdicado de su capacidad de crítica y de plantear otros horizontes posibles.
– Sobre el tema de los medios y su rol en la promoción del miedo, estos aducen que los crímenes que denuncian son reales y consideran increíble la tesis de una suerte de conspiración que los liga al mundo empresarial y político que lucra de ese miedo
Los medios reflejan lo que el poder adquisitivo determina como importante. La definición sobre lo que es o no es delincuencia es de carácter político, como también la estrategia para enfrentarla. En la actualidad se pone énfasis en la represión, en los artefactos, en las alarmas, cercos perimetrales y no en las relaciones sociales que la gatillan. Solo que ningún artefacto va a brindar plena seguridad, antes bien generan más inseguridad porque si usted tiene un cerco perimetral electrificado vivirá preocupado de si está activo el dispositivo.
Los medios de comunicación tienen una gran capacidad de transmitir propaganda subliminal y de manipulación emocional del público. El ministro del Interior puede informar cifras en mano que bajaron los homicidios a la mitad, pero un canal de TV emite una noticia sobre el asesinato de una niñita, dramatizando el hecho y entonces el anuncio del ministro pierde credibilidad para el público. Si durante el gobierno de Alessandri se producían, por dar una cifra, 10 homicidios al año y al término de su mandato bajaron a cinco, entonces solo cabía aplaudirlo, pero hoy día se enfatiza el tema del miedo al delito y a los delincuentes, si se incrementa o no, lo cual resulta inabordable.
Este comportamiento de los medios es sistémico no asunto de conspiraciones, aunque pudiera haberlas dado que en su mayoría son controlados por el poder económico. Pero en el Chile actual es muy difícil que un medio pueda salirse de la regla ya impuesta, dejando de enfatizar temas como la delincuencia o la farándula. Si lo hace pierde credibilidad porque no hace lo mismo que los demás medios, y con ello bajan los lectores o la audiencia con la subsiguiente pérdida de financiamiento proveniente del avisaje que en nuestro país controlan muy pocas manos
Vigilar y castigar
– En el ultimo tiempo hemos visto reportajes de TV que advierten sobre la proliferación de los ojos electrónicos que nos vigilan por doquier, cual es impacto que provocan en la población el vivir bajo observación?
Primero creo que la cantidad de cámaras todavía es relativamente pequeña y no hay mucha conciencia que ellas no sólo vigilan, sino también buscan imponer o cambiar los comportamientos de los ciudadanos. La idea es que la gente se comporte de una manera determinada al saber que está bajo observación, lo cual brinda a sus operadores una capacidad brutal de control social. La gente incluso vive contenta sabiéndose vigilada, solo que esta manera de vivir no resulta muy humana.
– Junto con la vigilancia también se ha venido acentuando el castigo, representado por carceles abarrotadas en especial de personas pobres….
Tanto las cámaras como las cárceles expresan una visión autoritaria sobre cómo mantener el orden social. Y como este orden no tiene suficiente legitimidad es necesario recurrir al castigo, aunque incrementarlo no conduzca al objetivo que se pretende y en el largo plazo resulte contraproducente. Chile hace pasar por las cárceles a una enorme cantidad de personas. Somos el país en Latinoamérica con la tasa más alta de encarcelamiento lo que no se condice con su tasa de criminalidad.
Por otra parte la delincuencia no se relaciona exclusivamente con la pobreza. Una mayoría de pobres no delinque. Lo que existe son delitos de pobres y delitos de ricos. Todos los sectores socioeconómicos tienen una criminalidad parecida, pero delinquen diferente. Un chico pobre que roba una gargantilla probablemente no lo haría si pudiese estafar con cheques sin fondo Los ricos no necesitan robar una gargantilla, pero realizan otras acciones e incluso, como tienen poder, pueden determinar que estas dejen de ser delito, como pasó respecto a la colusión de las farmacias que fue despenalizada lo que ha obligado a algunos legisladores a hacerse una autocrítica.
– La delincuencia y la violencia son fenómenos que cruzan las clases sociales, pero sin duda en los sectores más pobres se viven situaciones más complejas que entre los más pudientes,
Bajo el actual sistema eso es relativo. Mira, en un artículo sobre los llamados «cuicos flaites», publicado por una revista para gente de altos ingresos, se informa de la existencia de estos jóvenes pertenecientes a la elite ABC1, o sea el 8% de los más ricos en este país, que delinquen, se emborrachan o protagonizan situaciones de violencia en fiestas conspicuas, porque están solos, son ignorados y viven situaciones de degradación social parecidas a los que sufren los jóvenes de menores ingresos. La diferencia es que hacia ellos hay un trato diferente y se llega al extremo que la policía se preocupa incluso de ir a buscar a sus padres o a las nanas para entregarlos, lo que no ocurre en casos de muchachos de sectores pobres.
Al conocer estas situaciones muchos se preguntan por qué nos pasa esto si tenemos de todo, lo que revela que el sinsentido cruza a todos los sectores. No es un problema de plata mas o menos, sino de concepción de las personas y de las relaciones que se establecen con los otros en una sociedad donde el único sentido es competir con los otros y ganarles. Esta motivación está en la raíz del por qué delinque el «Cizarro» o los generales aceptaron coimas en el caso de los tanques Leopard. El primero roba y asalta para comprar juegos de video e invitar a sus amigos y los otros para tener piscinas temperadas o jacuzzis. Tanto los de abajo como los de arriba compiten para tener más que los otros y así desigualarse en una carrera que no termina nunca
De hecho hay estudios de que cuando más plata hay más drogas se consumen, por lo cual este tema no tiene que ver exclusivamente con la pobreza. La pasta base que consume un muchacho de la población o el ravotril que consume una señora de La Dehesa tiene el mismo objetivo: en ambos casos se consume para poder soportar la vida
– ¿Cuál sería el camino de salida a esta situación tan compleja? ¿Cómo abordar el tema de los medios de comunicación?
El problema no son los medios de comunicación, sino de la dirección política del país. Los medios no pueden hacer otra cosa, si los que disponen del poder económico y controlan el avisaje solicitan un público objetivo para la publicidad y los medios lo consiguen brindando contenidos que atrae a ese tipo de audiencia.
Lo que corresponde es promover una discusión política con sentido, que aborde las relaciones laborales, el derecho a la salud, el derecho a la vivienda, etc. en definitiva el el orden injusto que tenemos y no tanto el tema de la delincuencia.
La delincuencia y el miedo a ella cumple una funcion de tapón a las discusiones de este tipo que van más al fondo. Más que abordar este tema y el de los medios de comunicación, la clave es la construcción de actores políticos que tengan capacidad de propuestas y muestren salidas.
Bajo las actuales circunstancias el sistema posee una enorme capacidad de control sobre las personas, tanto emocional como socio-económica a través, por ejemplo, del consumo y el endeudamiento. La única manera de enfrentar esto es plantear un cambio.
Nosotros podemos decirle a la gente que el cuco no existe, pero la gente nos responderá que si existe porque lo vio en la televisión y mató a una niñita Pero cuando tu muestres ese crimen en el contexto de un cuestionamiento a la política educacional, a la política económica, social o cultural, ahí habrá un cambio y los medios no tendrán otra alternativa que dar cuenta de la existencia de posiciones distintas frente a estos hechos
En Brasil hay muchos más delitos que en Chile pero la gente vive más contenta porque ahí hay posiciones alternativas y contestación pública. En cambio aquí no. El punto es construir ese actor político que cuestione un orden que es presentado «natural» no siéndolo, dado que no es cuestionado socialmente por un proyecto alternativo.
La seguridad ciudadana defiende las nociones de delito vigentes, es decir el orden establecido. En los años 60 había un tercio de la población que pensaba que la propiedad privada era el pilar fundamental de la civilización cristiana occidental, otro tercio pensaba que era un robo y el tercio siguiente que si esta no tenía un fin social era ilegítima. Luego gracias a estas visiones distintas sobre el derecho a propiedad es que se implementó la Reforma Agraria y se les dijo a los propietarios que los campos ya no eran de su exclusiva propiedad y lo que era delito, es decir la usurpación de propiedad privada, dejó de serlo.
Lo que en cualquier país sería un adelanto, en Chile significó un retroceso
– A raíz de los ultimos delitos conocidos ha salido a la discusión nuevamente el tema de la Ley de Responsabilidad Penal Juvenil…
Yo creo que esa Ley en si misma es un adelanto porque antes de ella los muchachos eran inimputables pero el juez podía mantenerlos encerrados cuanto quisiera y no tenían derecho a abogado porque no estaban en juicio, no tenían derecho a nada. Pero en la actual realidad de nuestro país, lo que en una sociedad más democrática sería un avance, resultó un retroceso. Cuando se avanzaba en su discusión el ministro de Justicia aseguraba que estaban dadas todas las condiciones para implementarla eficazmente, desoyendo a los expertos que opinaban lo contrario. Al tiempo después se murieron 10 muchachos internados en un centro del Sename en Puerto Montt y el sigue en el cargo, lo que demuestra nuevamente como opera el poder. Los jóvenes muertos no tenían ninguno.