Septiembre viene con la voz de Salvador Allende para la libertad, con un soneto de Neruda para el corazón y con la canción de Víctor Jara para el alma. Es Septiembre de Chile. Casa Chile Alicante, septiembre de 2007 En septiembre se celebraron en Alicante (España) diversos actos sobre Chile que abordaron temas que tocaban […]
Septiembre viene con la voz de Salvador Allende para la libertad, con un soneto de Neruda para el corazón y con la canción de Víctor Jara para el alma. Es Septiembre de Chile.
Casa Chile Alicante, septiembre de 2007
En septiembre se celebraron en Alicante (España) diversos actos sobre Chile que abordaron temas que tocaban desde el socialismo truncado de Allende hasta la poesía de Neruda. Como colofón también pudimos disfrutar de la celebración patriótica chilena en la sede alicantina de Esquerra Unida. Todo ello fue organizado por Casa Chile Alicante, asociación de chilenas y chilenos que da voz a su cultura e historia pero, sobre todo, a su lucha. Es gracias a estas jornadas por las que fuimos testigos del relato de la historia de la caída de Salvador Allende de la mano de dos de sus protagonistas, mientras sentados en las sillas nos acompañaban otras historias que no conocimos pero que arropamos con nuestro apoyo y reconocimiento. Y es que la clase trabajadora española y chilena están condenadas a entenderse debido a que han sufrido procesos políticos paralelos. Así que escuchar a los compañeros contar su historia nos sirvió para acercarnos más y unirnos en un parecido presente con una lucha a cuestas que se remonta, en ambos casos, a la dictadura pero que sigue en la actualidad.
El 11 de septiembre de 1973 era el D-day de una operación fraguada y concebida en el seno de Estados Unidos. Y cuando digo seno me refiero explícitamente a eso, a la glándula de la que emana el nutriente básico del Imperialismo estadounidense: la Agencia Central de Inteligencia. La CIA lleva, desde 1947, siendo la agencia de la Oficina del presidente de los Estados Unidos. Sus «democráticas» funciones son las de informar al gobierno sobre las acciones extranjeras que afecten a los intereses del Estado. Sus cargos son nombrados directamente por el Presidente de los EEUU, facultándoles a tomar parte en operaciones económicas, políticas y paramilitares en otros países. Según el estudio de Patricia Verdugo, La Casa Blanca contra Salvador Allende, el proceso contra el socialista chileno comenzaba en 1959, en la CIA. Un año antes había estado apunto de salir elegido Allende, del cual poseían unas fotos junto a su compañero Fidel, el que le regalaría el fusil con el que supuestamente se suicidó Salvador Allende en La Moneda en 1973. El hecho de que un marxista pudiera llegar al poder a través de las urnas, llevó a la Casa Blanca a conspirar a través de lo que se conoce como «acciones encubiertas», las cuales, garantizan la impunidad de los autores intelectuales y materiales; además de crear confusión y división en los países en los que se llevan a cabo. Actuaciones que siguen siendo legítimas en la democracia estadounidense y que hicieron mella también en nuestra propia historia. Tal y como demuestra y argumenta Joan Garcés -ex compañero de Salvador Allende, miembro del Partido Socialista de Chile- en su libro Soberanos e intervenidos: estrategias globales, americanos y españoles, no nos hemos visto exentos de la injerencia estadounidense, sobretodo en lo que a nuestra «transición» se refiere, que aconteció algo diferente en las formas pero no en el fondo de la «transición» chilena. La única diferencia entre ambos procesos fue que Pinochet no murió, sino que siguió como comandante en jefe y después, como senador vitalicio. De la misma manera que en el Estado español, Manuel Fraga Iribarne, antiguo ministro de Información y Turismo durante el franquismo; vicepresidente del gobierno y ministro de Interior durante la transición, ocupa un cargo de senador en la actualidad.
En busca de justicia
Similar es la lucha de las víctimas de ambas dictaduras que siguen en pleno siglo XXI buscando justicia. En el caso chileno, el documento de más de 460 páginas, conocido como Nosotros, los sobrevivientes acusamos, redactado por la coordinadora de antiguos presos y presas de Santiago (diciembre 2004) contiene nombre a nombre los listados de torturadores (Capítulo 1: Si en Chile hubo torturados… hubo torturadores) diferenciados según sus funciones dentro del complejo aparato represor: autores, colaboradores civiles, prensa colaboradora, poder judicial y abogados, médicos, mujeres DINA-CNI y ejecutores. Los 28.000 casos presentados corresponden sólo a una parte de supervivientes, ya que como en el caso español, muchas personas no han estado dispuestas a verbalizar su historia por miedo, dolor o desconfianza; además, de un grupo importante que murió sin poder hablar. A pesar de que parecía que los chilenos y chilenas iban a tener la posibilidad de enfrentarse judicialmente al asesino del socialismo chileno, éste consiguió librarse de la justicia, merced a un implacable trabajo de sus abogados que, paradójicamente, han sido contratados por el célebre matrimonio McCann, que se erige así como el paradigma de lo obsceno, al lanzar una campaña de búsqueda multimillonaria y transoceánica de su hija desaparecida contratando los servicios del abogado que logró librar a un genocida de su cita con la justicia. El 10 de diciembre de 2006 muere Augusto Pinochet sin haber sido juzgado y con un funeral militar en Chile. Michele Bachelet, la actual presidenta y miembro del Partido Socialista, es hija de un militar encarcelado por el dictador. Por ello, era reacia a rendir funeral de honor a Pinochet; sin embargo, no lo ha sido a cerrar La Alameda el 11 de septiembre y a desplegar a las fuerzas de seguridad del Estado contra las chilenas y chilenos que querían rendir recuerdo al Compañero Presidente Allende. Tampoco sufre por la encarcelación del pueblo mapuche en el ejercicio legítimo de reclamación de sus tierras. De la misma manera que, el actual presidente del partido homólogo español, no lucha por una ley de memoria histórica con el total de reivindicaciones que las víctimas, asociaciones de Derechos Humanos y la Comunidad Internacional le ha reclamado, aún siendo descendiente de republicanos. Al parecer, la sangre no es garantía de justicia ni de lucha heredada.
En memoria de Allende
Por ello, el recuerdo de Allende y de la Unidad Popular es la única garantía del futuro que predicaban. Con sus hechos se demuestra que el socialismo es posible y el marxismo no se ha superado. La unión de socialistas y comunistas en 1970 comportaba el deseo por la transformación social y la consecución de un Chile socialista a través de la profundización en las instituciones democráticas burguesas. En la historia de Chile se pasó, en 3 años, de la nacionalización de los principales sectores económicos y el avance en reformas laborales al denominado «milagro chileno» que, bajo la dictadura estadounidense/pinochetista pretendía acabar con la crisis económica, en parte debida al bloqueo que la CIA, antes del golpe, había aconsejado al gobierno estadounidense. Este «milagro» ha consistido en la privatización sistemática y la cesión de derechos del movimiento obrero al capital. El gobierno de Bachelet consiste en una continuidad de estos principios en los que se prioriza a favor de la burguesía y se margina a la clase trabajadora. Las «acciones encubiertas» y «destapadas» que acabaron con la vida del socialismo chileno al morir Allende, son las que por otra parte, le han proporcionado la gracia de la admiración internacional. ¿Qué habría pasado con su figura si no hubiera muerto en las circunstancias en las que lo hizo? ¿Pasaría por lo mismo que Hugo Chávez en la prensa y la opinión pública internacional? Actualmente, la misma progresía que se llena la boca hablando de la figura de Allende, es la que se lanza las manos a la cabeza al hablar de Venezuela. ¿Será que realmente no saben lo revolucionario del proceso chileno o que la manipulación de su recuerdo legitima este «nuevo socialismo» chileno y español, vacíos de contenido revolucionario? De las vivencias de la Unión y el Frente Popular hemos de aprender que sólo la unidad de organizaciones que representen los intereses de clase y contengan en sus medidas la voluntad de la transformación social pueden llevar a una verdadera vía al socialismo. Sólo con ello será posible que por fín, muy pronto, se abran las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor.