Septiembre, es un mes cargado de esperanzas y grandes dolores. El 4 de Septiembre de 1970, Salvador Allende llegó al gobierno tras otros intentos fallidos de los frentes populares, que habían dejado trunca las aspiraciones de las grandes mayorías, sea con Pedro Aguirre Cerda, o con el engaño de González Videla. Allende, entregó a […]
Septiembre, es un mes cargado de esperanzas y grandes dolores. El 4 de Septiembre de 1970, Salvador Allende llegó al gobierno tras otros intentos fallidos de los frentes populares, que habían dejado trunca las aspiraciones de las grandes mayorías, sea con Pedro Aguirre Cerda, o con el engaño de González Videla.
Allende, entregó a la ciudadanía un programa de gobierno que representaba la necesidad de avanzar en la independencia de Chile, por lo tanto, las 40 medidas constituían los cambios básicos para transformar nuestro país en una patria soberana y digna. La nacionalización del Cobre era fundamental para impulsar las correcciones al modelo desarrollista, con el fin de llegar al socialismo como único modelo económico, en base a una económia solidaria democrática y equitativa. Para ello, era imprescindible controlar la banca y diseñar el plan de empleos a través de las fabricas bajo control obrero. Lo mismo sucedía en el campo, y fundos que pasaron a la Reforma Agraria.
El programa estaba bien, inclusive hoy es muy necesario como transitorio hacia un proyecto de una sociedad socialista, humana, ecológica y democrática. Socialista en su modo de producción; humana, porque el producto del trabajo va a hacer crecer y resguardar la sociedad entera; ecológica, porque debemos respetar a la naturaleza en general, cuidar la tierra, cuidar y no contaminar el agua, la biodiversidad, etc.; y democrática, por su vocación de servicio, basado en el poder del pueblo y sus organizaciones sociales, sindicales etc.
Esa es la patria que necesitan los Pueblos de Chile.
Aún hoy, los sectores golpistas, incluyendo a las Fuerzas Armadas y de Orden, persisten en justificar el cruento golpe de Estado; las distintas instancias fácticas siguen envenenando el espíritu de niños, hombres y mujeres, que escuchan desde hace 33 años que la culpa la tuvieron los marxistas, que hubo colas de abastecimiento, pero lo que no cuentan es cómo les funcionó de bien el plan subversivo que idearon con potencias extranjeras cuyo eje fundamental estuvo en los EEUU y su Departamento de Estado. En todo caso, la reacción anacrónica y rabiosa hizo lo que tenía que hacer: defender sus supuestos intereses y, de paso, resguardar los intereses foráneos. Lo que ellos llaman defender «la cultura occidental y cristiana». También, en la segunda guerra, los Nazis y los Fascistas expresaban las mismas consignas.
¿Cuáles fueron nuestras diferencias con la Unidad popular?
El MIR siempre tuvo presente la necesidad de un programa de gobierno que nos asegurara el poder y, el gran debate con la UP, fue la necesidad de construir el poder dual que permitiera la victoria del Pueblo, incorporando a la discusión el tema de la propiedad colectiva en todas sus formas.
También influimos en la necesidad de un nuevo programa de educación, que estuviera en relación a la necesidad de afirmar la soberanía de cada persona a través de los conocimientos, y que fuera profundamente latinoamericanista. Por eso impulsamos la rebaja del costo de las matrículas en las Universidades, así como establecer un parámetro de medición de conocimientos de la enseñanza media que permitiera el ingreso masivo a la Educación Superior. Criticamos las vacilaciones, y la poca confianza en la acumulación de fuerzas propias y el no avanzar con las masas; el que la UP se opusiera a la generación del poder popular; el que la U.P. buscara, permanentemente el entendimiento con la Democracia Cristiana y el Partido Nacional, ejes del golpismo; el ceder ante las presiones por falta de estrategia; el aceptar el gabinete con los militares y la ingobernabilidad producida en el bloque de la UP sobre quien tenía la razón. Al final el desenlace que tuvo esa coalición era inevitable, más se atacó hacia la izquierda que hacia la derecha; la falta de rigurosidad en la conducción de la económia, que no previó el boicot económico, sabiendo que muchos de los fundos reformados estaban en manos de la Democracia Cristiana, que la pequeña y mediana industria la cooptaron los golpistas, que la pequeña burguesía nunca fue ni será la garante de ningún proceso democratizador.
Aún después de 33 años, se sigue perpetuando el modelo económico instaurado por la dictadura militar, y restaurado por el bloque en el gobierno después de su profunda crisis de los años 80. El modelo de libre mercado, que se enmarca en el modelo de acumulación neoliberal, es esencialmente antihumano, no está hecho para que se garantice la estabilidad de nadie, está hecho y se ejecuta para concentrar en pocos grupos económicos multinacionales las riquezas del planeta. Estos, jamás permitirán que regresen los llamados Estados de bienestar que hicieran famosa a la socialdemocracia, ya que se apropiaron de todos los ahorros de los trabajadores en el mundo, y es falso que puedan haber fuerzas políticas que establezcan negociaciones y alianzas con los representantes de los grupos transnacionales para defender los intereses de las mayorías que sufren la súper explotación y sus salarios cada vez más miserables.
Nos encontramos de nuevo con una situación sin salida, entre los fuegos de dos derechas que compiten en quién hace mejor el trabajo que le han asignado en la nueva división internacional del trabajo, impuesta por los Estados Unidos; y un sector llamado de «izquierda neoliberal» que desde fuera de la Concertación, mediante negociaciones electorales, desorganiza a los pocos sectores sociales que pueden luchar, y oxigena el modelo reagrupando a sectores de luchadores en beneficio de la coalición gobernante. Se supone que Chile tiene una estabilidad macroeconómica que desde hace 16 años que se viene logrando, se supone que Chile esta al día con los pagos por concepto de la deuda externa, se supone que «Chile crece» con un ritmo de 4 a 5% promedio anual, se supone que el favorecido precio del cobre ha hecho que el estado tenga un superávit en el mercado de capitales; pero al contrario: no hay circulante, no hay trabajo, y las remuneraciones actuales no alcanzan a cubrir los costos de la vida de aquellos que tienen la suerte de trabajar.
Sin embargo, vemos a los personeros de gobierno preocupados de las candidaturas presidenciales de los países vecinos, vemos al gobierno haciendo el trabajo que le encargan los EEUU en la región.
Asistimos una vez más, a la mentirosa y fáctica actividad de los aparatos de seguridad que, según la Señora Bachelet, se adelantan a los acontecimientos de demandas sociales. Vemos como engañan cuando discursean sobre la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza, y se asegura a los grupos económicos que nada cambiará (en reiteradas ocasiones se ha tranquilizado al grupo Matte uno de los mayores dueños de escuelas subvencionadas del país). El gobierno, ha formado comisiones para muchas materias, pero aquellas que ya han entregado sus resultados, como la reforma previsional, sólo aseguran la perpetuidad de este sistema, sin el más mínimo apego a su esencia solidaria. Así, escuchamos como señores que se dicen los representantes del «socialismo», se visten de ropaje rojo y salen a improperar a los patrones llamándoles chupa sangre y explotadores, después de que durante 16 años han aprobado todas las leyes que favorecen al patronaje, y en los que no han permitido que los trabajadores construyan organizaciones sindicales para defenderse de la superexplotacion, gracias a lo cual hoy los grupos monopolicos se han adueñado totalmente del país.
Otra gran mentira a constatar: en una actividad del partido de la Señora Bachelet, esta última anuncia eufemísticamente, que puede llamar a un plebiscito no vinculante. Se refería a una consulta, sabiendo de ante mano que ni en su propio sector están de acuerdo con cambiar una ley (binominal), ley electoral que ha asegurado la mantencion dictatorial del Sistema.
Llamamos a los demócratas de verdad, a terminar con la Dictadura hoy civil ; a terminar con la condena a la mendicidad de todo un pueblo; a terminar con la ignorancia y con Sistemas Educacionales coercitivos, ya que todos nosotros contribuimos con nuestros impuestos a garantizar la educación; a terminar con la especulación y corrupción edilicia, que hace casas de cartón y de 10 metros cuadrados para los que ellos llaman, los pobres de Chile; a terminar con la condena de las grandes mayorias a la pobreza, pues es denigrar a los seres humanos y mantenerlos en la marginalidad; a terminar con los empleos mínimos (los fatídicos PEM), que condenan a la mendicidad a trabajadoras y trabajadores, que, así, sólo logran perpetuar la corrupción del sistema político imperante, y que permiten la mantención de Alcaldes y Concejales que nada hacen en favor de sus Comunas.
El MIR se compromete a luchar incansablemente, como lo hace desde 41 años, en conquistar para los pueblos de Chile la verdadera independencia, a trabajar por instalar en Chile movimientos políticos sociales que logren los cambios estructurales que necesitamos, en lo económico, en la Educación, la Salud, la vivienda, el trabajo y las Jubilaciones. Lucharemos por la nacionalizacion del cobre; por la derogación de la constitución del 80, impuesta en una consulta y maquillada por un parlamento no representativo; y, por el establecimiento de un Gobierno que represente los intereses de los pueblos de Chile, solidario, equitativo y verdaderamente democrático.
Sabemos que en esta larga lucha han caído muchos compañeros, entre ellos Miguel Enríquez, Luciano Cruz, Bautista Van Shouwen, Edgardo Enríquez, Dagoberto Pérez; grandes conductores de nuestro proyecto revolucionario. Vaya a todos nuestros héroes nuestro profundo afecto, respeto y reconocimiento, hasta hoy su Partido está en pie de lucha y seguirá con nuevas generaciones Hasta la Victoria Final.
Monica Quilodrán es Secretaria General del MIR de Chile