Según el historiador y profesor de la Facultad Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile, Sergio Grez Toso, la alternativa conocida como «Huelga Electoral Constituyente» goza de buena salud. Pronostica alta abstención de los inscritos en el registro electoral en las elecciones del 17 de noviembre, porque la ciudadanía sabe que no se está […]
Según el historiador y profesor de la Facultad Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile, Sergio Grez Toso, la alternativa conocida como «Huelga Electoral Constituyente» goza de buena salud. Pronostica alta abstención de los inscritos en el registro electoral en las elecciones del 17 de noviembre, porque la ciudadanía sabe que no se está jugando nada decisivo. Las dos principales opciones (Bachelet y Matthei) representan modalidades ligeramente distintas de un mismo modelo económico y político. «Esta realidad se verá reflejada en una alta tasa de abstención, que va a ser muy superior a las últimas presidenciales, lo que vendría a ratificar una tendencia que se expresa crecientemente desde hace años», dice.
¿Dónde tiene más acogida la Huelga Electoral Constituyente?
«La asumen grupos muy variados, básicamente en los mismos sectores sociales y generacionales que antes de la instauración del voto voluntario y la inscripción automática se refugiaban en la abstención o voto nulo. Antes eran sancionados, hoy tienen la posibilidad de no votar, marcando su rechazo con la abstención activa. La Huelga Electoral Constituyente, la reedición de ‘Yo no presto el voto’, de la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios (Aces) y otras iniciativas similares, se basa en la constatación de que no es posible superar el actual sistema participando en elecciones y que en definitiva, votar significa legitimarlo, sin posibilidades reales, reitero, de cambiarlo. Llevamos casi un cuarto de siglo de experiencias electorales ‘alternativas’ sin ningún resultado tangible en ese sentido».
VARIEDAD DE CANDIDATOS
Pero ahora hay candidatos y candidatas presidenciales para todos los gustos…
«Es probable que la variada oferta haga vacilar a algunos abstencionistas. Pero creo que eso no alterará el hecho fundamental originado por la inscripción automática y el voto voluntario. El padrón electoral es de 13.500.000 personas y depurado, llega a unos 12.000.000 de inscritos. Es muy probable que menos del 60 por ciento vaya a votar.
Además del rechazo a los candidatos defensores del modelo, constatamos el triste espectáculo que han dado las candidaturas alternativas. Si uno compara los programas de Roxana Miranda, Marcel Claude o Alfredo Sfeir, se da cuenta de que son casi calcados. Lo único que explica esta dispersión son personalismos o intereses de ‘capilla’. Muchos electores tienen ganas de castigarlos a ellos también, por su falta de generosidad».
¿Cómo se puede llegar por esta vía a una Constituyente?
«La Asamblea Constituyente es inviable en el actual marco constitucional. Cuando le preguntan a Bachelet si impulsará una Constituyente, responde de manera evasiva que es partidaria de un cambio dentro de la institucionalidad. Lo que está diciendo en realidad es no a la Asamblea Constituyente. También aquellos candidatos de Izquierda que sostienen que, por un acto de mera voluntad presidencial, se puede convocar a una Constituyente. Están engañando o se autoengañan, porque llamar a una Asamblea Constituyente significa superar el marco institucional mediante una ruptura democrática. Para lograr esa ruptura, es necesario desarrollar un poder constituyente ciudadano y popular que hoy no existe.
Para llegar a una Asamblea Constituyente libre y soberana, hay que potenciar una fuerza constituyente desde las bases sociales, para hacer viable la ruptura democrática, entendida como la superación de la actual institucionalidad, mediante la combinación de la presión de los movimientos sociales en torno a sus demandas y la exigencia de la Constituyente, y la creciente deslegitimación del sistema político, a través de la huelga electoral».
Tarea nada fácil si se considera la debilidad de las organizaciones populares y ciudadanas.
«El modelo neoliberal tiende a destruir el tejido social y a transformar a los ciudadanos en consumidores, pero esta situación viene cambiando de un tiempo a esta parte. Hoy tenemos movimientos sociales emergentes más allá del movimiento estudiantil. Los más importantes desde 2011 han sido las protestas regionales o locales de Magallanes, Aysén, Calama, Arica, Dichato, Freirina y Tocopilla. El movimiento mapuche, por su parte, se ha mantenido muy activo desde fines de la década de 1990. Han entrado también en actividad los pescadores artesanales contra la privatización del mar, los ecologistas contra el mega-proyecto de HidroAysén, las centrales termoeléctricas y en defensa del agua; además de los trabajadores del sector público, de la gran minería privada y estatal del cobre, y los portuarios, que han desarrollado huelgas y movilizaciones significativas. Cabe destacar que el paro portuario de abril de este año marcó una ruptura con el individualismo encarnizado que caracteriza este modelo de dominación. Esta huelga nacional se realizó principalmente en solidaridad con los portuarios de Mejillones, reponiendo así los elementos solidarios que caracterizaron al movimiento obrero hasta 1973.
Aunque hay amplios sectores que están sumidos en la apatía, inmovilismo, individualismo extremo y falta de conciencia solidaria, el mismo modelo empuja a sectores cada vez más numerosos a entrar en movimiento, porque sus intereses objetivos están en contradicción con un modelo que les hizo promesas y no las cumplió».
CAPITALISMO INVIABLE
A LARGO PLAZO
¿Es viable este modelo neoliberal en el largo plazo?
«El capitalismo no es viable en el largo plazo. Ya no solamente por la explotación inmisericorde de la mano de obra en países como el nuestro, sino además por el saqueo de los recursos naturales y por el atentado contra la naturaleza y los equilibrios ecológicos. En el caso de Chile, el carácter productivista y extractivista del modelo no tiene en cuenta más que el lucro, la ganancia fácil y la especulación financiera.
La Humanidad está confrontada a la posibilidad de desastres mayores, que ya se están anunciando a través del cambio climático. La encrucijada hoy es mucho más dramática que en el pasado, porque está en juego la supervivencia del conjunto de la especie en un plazo no demasiado lejano».
¿Cuál es la alternativa?
«Avanzar hacia un modelo distinto al capitalismo, porque el neoliberalismo no es más que una de las formas que adopta el capitalismo en un determinado momento de su evolución. La base de ese modelo alternativo la constituye la ciudadanía empoderada, sobre todo la ciudadanía popular, no sólo en Chile sino en el mundo. Hay innumerables sectores afectados por el sistema actual, que adquieren conciencia de la gravedad de los problemas, ya sea porque son víctimas de la explotación en sus formas clásicas, como porque sus modos de vida se ven seriamente lesionados. Estoy pensando, por ejemplo, en los pueblos originarios y en otras comunidades tradicionales, que han sido arrastradas por el vendaval capitalista a un modo de producción y un estilo de vida que entra en contradicción con sus intereses fundamentales.
Hay una base social en el mundo lo suficientemente amplia como para edificar modelos alternativos y habrá que recurrir a todas las escuelas y postulados críticos al capitalismo para encontrar elementos que nos sirvan para desarrollar un proyecto alternativo de sociedad».
¿Cuál sería el fundamento económico de un modelo de esas características?
«Es imprescindible reorientar las fuerzas productivas en un sentido distinto a este productivismo a ultranza, no teniendo como norte el lucro, la ganancia, ni la reproducción ampliada del capital, sino la satisfacción de las necesidades básicas de los seres humanos en perspectiva igualitaria. Descartando una producción para el lujo, la ostentación u otras necesidades no esenciales.
Hay muchas personas reflexionando sobre estos temas. Las Izquierdas que se reconocían en el marxismo, pensaban que la clave para el socialismo era el desarrollo sin límites de las fuerzas productivas. Hoy existe mucha más conciencia de que esa perspectiva es un boomerang , que se vuelve contra los seres humanos, porque la naturaleza tiene un límite hasta donde puede ser explotada o alterada».
UNA CONSTITUCION
DEMOCRATICA
¿Cuáles serían las bases de una Constitución democrática?
«Además de los derechos políticos, para edificar una democracia auténtica, la Constitución debe garantizar derechos sociales como la educación, la salud, la previsión social, la cultura, los derechos laborales y medioambientales. No puede existir una Constitución como la actual, cuyo leiv motiv sea la defensa del modelo neoliberal, reduciendo al Estado a un rol meramente subsidiario. La nueva institucionalidad debe garantizar que la soberanía popular esté por encima de todo. Que no haya poderes autónomos, como un Tribunal Constitucional que se sitúa por sobre la soberanía popular.
La Constitución debe establecer que todos los cuerpos representativos del Estado sean electos mediante sufragio universal y proporcional e introducir mecanismos de participación directa en el sistema representativo, como la iniciativa popular de ley y el plebiscito vinculante de origen popular, tal como existe en países como Suiza».
¿Cómo debe plantear el tema mapuche una nueva Constitución?
«Hay que romper con la ficción política, historiográfica e ideológica de que Chile es una ‘nación única e indivisible’. En el país conviven distintos pueblos y hay que comenzar por el reconocimiento de la pluralidad nacional, étnica y cultural que coexiste al interior de los límites de la República. Una Constitución efectivamente democrática debiera declarar que el Estado chileno es pluriétnico, plurinacional y pluricultural, con todas las consecuencias que ello conlleva. El pueblo mapuche, por ejemplo, no solamente exige tierras, necesita territorio, lo que tiene una connotación política distinta. Territorio implica instituciones especiales y autonomía política. Hasta ahora estos son temas tabú, que no podemos seguir eludiendo».
ROL DE LAS FF.AA.
¿Cómo evitar que las FF.AA. se consideren facultadas a intervenir cada vez que las decisiones de la soberanía popular no sean de su agrado?
«Las FF.AA. son del Estado de Chile y quienes pagamos impuestos somos los que las mantenemos. Ellas no pueden erigirse en un suprapoder. Hay que reeducarlas en el respeto a la legalidad y los derechos humanos. También hay que democratizarlas desde la base. El punto de partida es la fundación de escuelas matrices únicas por cada rama. Nada justifica la existencia separada de escuelas de oficiales y suboficiales. Solo el clasismo de la sociedad chilena separa desde el inicio de la carrera militar a jóvenes que van a llegar como máximo hasta el grado de suboficial mayor, de los que están destinados a llegar a los más altos escalafones de generales o almirantes.
Los gobiernos de la transición no han tenido la menor intención de avanzar en el proceso de democratización de las FF.AA. Lo único logrado luego del eclipse del ex dictador, ha sido que éstas no aparezcan de manera tan directa en el escenario político, aunque con señales contradictorias, porque, por ejemplo, el nombramiento del general (r) Cheyre como director del Servicio Electoral fue una bofetada a las aspiraciones de democratización del país».
¿Cómo lograr que los poderosos acaten una Constitución de esta naturaleza?
«Para fundar una institucionalidad política de verdad democrática, es necesario desarrollar un proceso que desemboque en una Asamblea Constituyente, reconociendo que hoy no existe una fuerza popular y ciudadana lo suficientemente poderosa para forzar a la autodenominada «clase política» a abrir un proceso constituyente democrático. Con la actual correlación de fuerzas, el duopolio que gobierna incluso nos podría imponer una seudo-Constituyente, que no haría más que legitimar el modelo actual.
La tarea es continuar desarrollando el proceso de ruptura democrática, iniciado a escala masiva por el movimiento estudiantil a partir de 2011, para que los ciudadanos y ciudadanas, desde sus intereses y motivaciones, relacionen sus demandas con la necesidad de una nueva Constitución, que debe emerger desde la sociedad como una exigencia prioritaria, para obligar a la elite política dominante a aceptar esta ruptura y convocar a una Asamblea Constituyente. El resto dependerá de la correlación de fuerzas. Sabemos que la política es dinámica y que solo la persistencia de las luchas sociales puede garantizar que los intereses de los sectores populares y de la mayoría ciudadana sean tomados en cuenta»
Publicado en «Punto Final», edición Nº 793, 8 de noviembre, 2013