Desde los asentamientos de Huelva, el jornalero Seydou Diop, miembro de la Asociación de Nuevos Ciudadanos por la Interculturalidad (ASNUCI) y portavoz de la campaña #RegularizacionYa, explica sus reivindicaciones y envía un mensaje al Gobierno para acabar con el racismo institucional.
Original de Senegal, Seydou Diop estudió en la Universidad Cheikh Anta Diop de Dakar. De familia pobre, decidió migrar a España en 2016 una vez que su hermano mayor, que ya había intentado previamente el trayecto con el objetivo de buscar un futuro mejor para su familia, se ofreció a financiar el de Seydou. Este joven de ahora 29 años tomó la ruta de Senegal hasta Libia para luego cruzar en patera hasta Italia: “Emprendí el camino con mucho sufrimiento y muchos de mis compañeros quedaron muertos en la mar y en el desierto. Vi mucha violencia”. Una vez llegó a Italia, estuvo en un centro de inmigrantes algunos meses, pero su objetivo era llegar a España: un amigo de la familia le había aconsejado ir a Jaén, donde trabajó unos meses como jornalero de manera irregular antes de trasladarse a Lepe (Huelva) por la campaña de la fruta roja.
Sus vivencias le han llevado a participar activamente en la Asociación de Nuevos Ciudadanos por la Interculturalidad (ASNUCI), un colectivo formado por 1.500 personas de más de 20 nacionalidades —la mayoría de África Occidental y del Magreb— que se encuentran fundamentalmente en Lepe, y donde él colabora enseñando español a migrantes recién llegados. También se enfoca en denunciar la situación que afronta el colectivo en los colegios y universidad de Huelva: “Es algo que me gusta muchísimo, me siento orgulloso de contar lo que pasa porque sé que hay mucho miedo a contar las cosas porque la Ley de Extranjería nos quita todos nuestros derechos”. Por esos mismos motivos también es ahora portavoz de la campaña #RegularizaciónYa.
¿Cómo fue tu llegada a los asentamientos de Huelva?
Llegué de noche, en el coche de un amigo, a un asentamiento de chabolas. Me dijeron: “Este es tu sitio”. Me quedé con la boca abierta. Vengo de Senegal y, siendo pobre, tenía una vida digna. No me atrevía a dormir en la noche. Estuve muy deprimido. No conocía a nadie. No teníamos luz, ni agua. No teníamos para hacer nuestras necesidades. Al tiempo escuché de la existencia de ASNUCI y me hice socio. En la asociación podía asearme, lavar mi ropa, cargar mi móvil, cooperar, estudiar español y, además, yo quería participar en las iniciativas y denunciar las situaciones que estábamos viviendo.
Debido a las duras condiciones de los asentamientos, migré a Albacete cuatro meses después para trabajar allí. También fue muy duro, estuve durmiendo en la calle, la Policía me cogió allí. Les dije que no era delincuente, que no tenía lugar para dormir, pero detuvieron y me pusieron una orden de expulsión. En ese momento solo quería regresar a mi país… Llamé a un amigo, español, que había conocido en ASNUCI y le dije que quería volver a Lepe, pero no al asentamiento. Me ayudó a encontrar casa en Lepe.
¿Cómo ha evolucionado la situación de los campos de Huelva?
La situación del trabajo es mucho peor en Huelva que en el resto del Estado Español. En la recogida de naranjas y mandarinas, de la que poco se habla, se cobra a destajo y no hay horario. Sales a las ocho de la mañana de tu casa o chabola y con mala suerte regresas a las ocho de la noche. Muchas veces, cuando llegamos al puesto de trabajo, dicen que no podemos empezar porque la fruta está mojada, y perdemos muchas horas esperando. A veces se empieza a cortar a las dos o tres de la tarde… y nadie te paga las horas que has perdido.
Además, habitualmente las fincas están lejos, cuesta llegar al campo y el transporte tampoco lo sufraga nadie, de hecho a veces te hacen pagar 3 o 4 euros. Hay veces que, después de esperar varias horas, te dicen que finalmente no se va a trabajar porque los árboles siguen mojados, y entonces regresas a casa sin recibir ningún dinero. En la recogida de la famosa fruta roja, la jornada te la pagan más o menos desde 32 a 39 euros. Cada empresa paga lo que le da la gana, algunas lo hacen bien y otras muy mal. La que paga más son 40 euros y aun así son salarios miserables.
Aquí no hay derechos, no se respetan. La hora extra se pagan lo mismo que las de jornada y a veces te obligan a hacer horas extra. Por ejemplo, si el conductor o responsable del coche donde he ido a trabajar quiere echar horas extra y yo no, solo tengo dos opciones, o espero mirando a que terminen o me pongo a trabajar aunque esté muy cansado. Los fines de semana, sábados y domingos se pagan lo mismo. Y no es normal, deberían pagar más.
Normalmente buscamos el trabajo en los puntos donde salen las distintas cuadrillas de trabajadores. Te levantas temprano y vas pidiendo trabajo a cada encargado. Si necesitan gente, te dejan montarte y ese día vas a trabajar. Si no, después de varias horas regresas a casa y esperas a ver si mañana hay más suerte. Cuando los encargados necesitan muchos trabajadores vienen a los asentamientos; si no tienes permiso de residencia, a veces el encargado te pide que le traigas el papel de un amigo, otras veces trabajas sin contrato. Aunque el jefe te quiera hacer un contrato y hacer las cosas bien, sin el permiso de residencia no puede hacerlo, porque esta ley de extranjería absurda y racista no nos permite trabajar.
Así que algunos empresarios intentan hacerlo bien y otros muchos no. Hay empresarios que te cogen sin contrato, sin papel y se aprovechan para explotarte. Dicen que los españoles no quieren trabajar y no es eso, sí quieren, pero no quieren que los exploten. Aquí en Huelva hay mucha Empresa de Trabajo Temporal (ETT), ellos son lo peor, porque no respetan las condiciones laborales, pagan salarios miserables y hay mucha falta de respeto.
¿Cómo es la vida en los asentamientos?
Vivimos en los asentamientos porque no tenemos alternativa. No puedes alquilar casa. La mayoría de los jornaleros han venido para estar 4 o 5 meses de trabajo, y para alquilar una casa te piden vida laboral y contrato, y tienes que alquilarla todo el año. Si no tienes papeles, no puedes hacer un alquiler a tu nombre. Hay gente que lo consigue con papeles de otro amigo, y también otras personas que alquilan una cama en habitación compartida por 150 euros. Miles de trabajadores no encuentran ninguna solución y tienen que vivir en los asentamientos.
El único efecto llamada que hay en Huelva es el trabajo. Por eso los migrantes están en los municipios donde hay trabajo. Pero nos tratan como animales, no hay alojamiento para los temporeros en la mayoría de los campos o pueblos. A muchos empresarios solo le importamos cuando estamos trabajando, cuando terminamos la jornada no quieren saber nada de nosotros. Muchos nos usan como servilleta y luego nos tiran a la basura.
Los asentamientos se fabrican con madera, plástico y cartones, no hay luz, ni agua. Cuando llegamos de trabajar hay que coger el carro para buscar fuentes de agua, que pueden estar a dos o tres kilómetros de mi chabola. Luego calentar el agua, ducharme, cocinar, limpiar a mano la ropa. Después vas a ASNUCI o a un locutorio para cargar la batería de tu móvil e intentar saludar a tu familia y decirle que estas bien, pero cuando has terminado ya no te queda ningún tiempo ni fuerza para estudiar o intentar integrarte.
En las chabolas se ensucia todo y hace mucho frío por la noche y mucho calor en el día. Ahora en Ramadán con tanto calor es fácil ver a la gente de las chabolas durmiendo en las plazas y parques, donde poder coger aire fresco, porque en la chabola cuesta respirar. Además, en los asentamientos los incendios son muy habituales, y cuando se producen lo pierdes todo, pero lo peor de todo es que se queman tus papeles y tienes que volver a empezar a buscar pruebas. Para nosotros los papeles son nuestra vida, nuestro futuro. Es una tortura para los que están en situación irregular. De hecho, para las personas que viven en los asentamientos, el empadronamiento es algo muy importante, un primer papel, y aunque ASNUCI ha conseguido algunos empadronamientos, los ayuntamientos ponen muchas dificultades para lograrlos.
¿Se han producido cambios en vuestro contexto desde el inicio de la pandemia?
Sinceramente,
con la emergencia, yo no veo que haya cambiado nada. Solo ha llegado
algo de comida y poco más, pero el Gobierno no ha hecho nada con los
asentamientos. El Ayuntamiento de Lepe ha puesto un camión cisterna que
gestionamos nosotros mismos para llevar agua a ocho de los
asentamientos del pueblo, pero esto no es una solución. Creo que no
deberían invertir los 2 millones que han destinado a los asentamientos
en agua y comida sino buscar soluciones reales para cambiar esto,
porque con ese dinero se pueden construir muchos albergues. Ahora mismo,
nos comeremos la comida y nos beberemos el agua y en unos meses el
dinero habrá acabado y todo seguirá igual.
¿Cómo se organizan los migrantes en los asentamientos?
La organización de las y los sin papeles es muy difícil, porque hay mucho miedo. ASNUCI está compuesta por inmigrantes que trabajan en las campañas de recogida en el campo y muchos están sin papeles. Queremos mejorar nuestra forma de vida pero es muy complicado porque los migrantes jornaleros viven en condiciones muy duras, y esto dificulta reclamar sus derechos. Por suerte, el trabajo que estamos haciendo poco a poco va logrando algunos resultados, y ahora estamos luchando para que la campaña #RegularizacionYa sea un antes y un después en la historia de la dignidad migrante, queremos empujar contra la Ley de Extranjería porque es profundamente racista y luchar para que haya alojamientos dignos para acabar así con las chabolas.
En ASNUCI tenemos un Centro de Día gestionado por los propios socios, con duchas, lavadoras, salas de estar, conexión de wifi y electricidad, donde la gente puede cargar sus móviles y hablar con sus familias, y contamos con la ayuda de un abogado voluntario que apoya en procesos de regularización y en otros problemas jurídicos, y de una trabajadora social que colabora en los empadronamientos, pruebas de arraigo… Hay también ocho profesores de español voluntarios para clases de diferentes niveles, yo soy uno de ellos, y tenemos más de 170 alumnos. También contamos con un equipo de fútbol, una tienda de segunda mano solidaria…
Uno de nuestros proyectos es construir el primer albergue para las y los trabajadores temporales de Huelva. Estamos pidiendo fondos porque no tenemos recursos para construirlo, pero una vez montado sería autosuficiente, queremos demostrar que solucionar la situación de los asentamientos es una cuestión de voluntad, y hasta ahora no hemos tenido ninguna autoridad que se haya esforzado realmente por mejorar nuestra situación. Si nuestra iniciativa funciona, es posible que los políticos y los empresarios luego nos copien y se creen alternativas habitacionales dignas.
Acabas de comentar que la campaña #RegularizaciónYa es importante para las y los jornaleros, ¿por qué?
Nos sumamos a #RegularizacionYa para que nos respeten los derechos, para trabajar dignamente y para formar parte de la sociedad. Es importante para los jornaleros porque sin la regularización no tenemos derechos. Cuando nos regularicemos podremos defender nuestros derechos con seguridad, denunciar en la Policía cuando nos engañen, tendremos oportunidades para tener un mejor salario, condiciones de trabajo o alojamientos. Podremos viajar y circular sin miedo, porque hay trabajo, lo que no hay es regularización.
A los españoles y migrantes regulares esto también les beneficia, porque cuando un español dice que un inmigrante le quita su trabajo, está diciendo que un inmigrante está dispuesto a asumir más explotación y por eso el jefe lo prefiere a él. Si tenemos nuestros papeles nos uniremos a los españoles para luchar juntos por nuestros derechos, pero ahora no tenemos otra alternativa.
¿Cómo han respondido hasta ahora los partidos políticos?
Algunos grupos parlamentarios como Bildu o ERC nos han apoyado. También Barcelona en Comú y Compromís, que ha sacado una Propuesta no de Ley por la regularización de todos los migrantes sin papeles y han presentado una moción al Congreso. Hace unos días nos reunimos con Podemos. Deberían de apoyarnos, porque es una cuestión de derechos humanos. Por otro lado, Podemos está en coalición con el gobierno del PSOE de Sánchez. En realidad, nuestra demanda es muy sencilla y tenemos puesta la esperanza en ellos porque se han ofrecido a apoyar nuestra campaña de #RegularizacionYa. Podemos dice que están de acuerdo con nosotros, que ningún ser humano es ilegal, que entienden nuestra lucha. En la reunión se han comprometido a muchísimas cosas. Han dicho que tendremos otra reunión. Veremos…
No sé, sinceramente, deberían de respetar los derechos humanos. No tenemos papeles y por tanto no podemos votar, hasta ahora ninguna fuerza política con poder ha hecho nada por nuestra situación, sólo algún gesto de caridad para limpiar sus conciencias… los ciudadanos más solidarios son los que piden a sus políticos que se cumplan los derechos humanos, por eso creemos que a base de visibilizar las injusticias sociales y de entrar en los medios empieza darles vergüenza, pero no lo suficiente, y ahora es la gran oportunidad del Gobierno para hacer frente a esto. Estamos haciendo un trabajo que ningún español quiere hacer: es el momento de la regularización de los sin papeles, porque nos necesitan, porque los necesitamos; no podemos ir sin ellos, ni ellos sin nosotros. Nos tienen que respetar como jornaleros.
Por eso nos dirigimos a Pedro Sánchez, presidente de un Gobierno que se llama progresista, para pedirle que respete los derechos humanos y sea valiente y coherente. Hay muchos estudios que analizan el racismo que hay en los ciudadanos, pero poco hablamos del racismo que hay en las instituciones y en las leyes. Si un vecino me insulta o me pega por mi origen puedo ir a la policía a denunciarlo, pero si las leyes de este país me quitan el derecho a trabajar y a residir en igualdad de condiciones simplemente porque he nacido en un país pobre y explotado no puedo hacer nada, es un acto racista, permitido y aceptado, y nos tenemos que aguantar sin hacer nada. No queremos más discursos de igualdad, lo que necesitamos son leyes que nos traten con igualdad. Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, os pedimos valentía y coherencia: si queréis acabar con el racismo tenéis que empezar cambiando las leyes racistas del país que estáis gobernando.
¿Crees que la sociedad es consciente de todo esto? ¿Qué piensas que debe saber?
Que no hemos venido a España porque sea algo chulo o bonito: hemos venido buscando un futuro mejor, una vida digna. No queremos estar lejos de nuestras familias, si estamos aquí no es nuestra culpa, es nuestro destino y lo estamos respetando y aceptando con valentía, y la población deberían dejar de vernos con una mirada racista porque no somos delincuentes, somo personas de carne y hueso buscando una vida mejor. Vivir como inmigrante es súper duro: abandonas lo que te gusta, tus parejas, tus padres, tus amigos; todo lo dejas atrás, afrontamos cosas muy difíciles en el camino y, al llegar a Europa, estamos solos, sin entender el idioma y en una situación irregular, sin tener derecho a trabajar ni a nada.. Deseo que nos vean como a sus hermanos. Yo digo que no saben lo que sufrimos, lo ignoran y por eso se comportan así. Por eso creo que si seguimos nuestra lucha y creamos conciencia, la gente cambiará sus ideas.