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Una singular protesta en medio de xenofobia y explotación laboral

Si toma café que no sea «Starbucks»

Fuentes: Rebelión

«La desvalorización del mundo humano crece en razón directa de la valorización del mundo de las cosas» [1]  Este escrito tiene su epicentro en el parque de la 93, aquel emblemático lugar de la capital colombiana donde es difícil percibir aspectos de la cotidianidad oprobiosa del conjunto de la población; sin embargo, con realidades y […]

«La desvalorización del mundo humano crece en razón directa de la valorización del mundo de las cosas» [1]


 Este escrito tiene su epicentro en el parque de la 93, aquel emblemático lugar de la capital colombiana donde es difícil percibir aspectos de la cotidianidad oprobiosa del conjunto de la población; sin embargo, con realidades y conflictos que se manifiestan de formas diferentes, en esta zona nunca ha estallado una bomba ni escuchado tiroteos como en muchas partes del país; no obstante, las contradicciones están latentes.

Una tarde normal de sábado un grupo de jóvenes se aproximan al lugar, a eso de las 3 de la tarde llegan al igual que los jinetes del apocalipsis a condenar los destinos que ha traído occidente y su civilización a la humanidad. Las herramientas que tienen entre manos son algunos artículos propios del arte circense, unos vasos contramarcados con «esto es café colombiano», algo de tinto campesino y una pancarta en la que se puede leer «Starbucks, this is xenophobic». Se instalan al frente del popular negocio de café, y empiezan a repartir tinto y hablar con las personas, eso sí, con la pancarta para referenciar el punto principal de la protesta.

La singular protesta tuvo mucha acogida entre los transeúntes, incluso en un momento en el que las fuerzas del orden, esas que están hechas para no permitir que algo se salga del esquema, trataron de persuadir a los jóvenes frente a lo que estaban haciendo, una persona solidaria sirvió como defensa y abogo por los indignados y su acción. Al final los jóvenes lograron su cometido y muchas personas agradecieron la información y prometieron nunca más tomar un café en Starbucks.

«It´s not a cocaine»

En el mes de marzo, el expresidente Andrés Pastrana mostro su indignación en las diferentes redes sociales por la forma en que un Starbucks en Azerbaiyán promovía la venta de café colombiano, donde la aclaración «no es cocaína» acompañaba la cuña publicitaria, este hecho, lamentable hasta para las elites de nuestro país, no dio espera a diferentes gestiones en el campo de la diplomacia. [2]

Xenofobia y narcotráfico, el negocio por encima de la dignidad

El narcotráfico ha sido sin duda alguna una de las principales tragedias nacionales. Por un lado ha jugado un papel fundamental en los circuitos económicos de Colombia a nivel nacional, y en su relación con el mundo, por el otro, ha sido un factor generador de violencia en distintos niveles. Debido a esto, la relación entre el pueblo colombiano y el narcotráfico es compleja, pero bajo ninguna circunstancia es motivo de orgullo nacional.

Es más que evidente el fracaso de la lucha contra las drogas, tanto en el contexto global como en los diferentes experimentos llevados a cabo en el país, donde intervenciones extranjeras como el Plan Colombia entre otros acuerdos de cooperación internacional, producto de esto organizaciones internacionales e incluso las Naciones Unidas [3] han comenzado a replantear la lucha contra las drogas, llevando la discusión de la penalización y persecución a la legalización y salud pública.

Esta abismal derrota de las luchas antidrogas solo ha generado aspectos como el que aprovecho Starbucks para vender sus productos a partir de una campaña publicitaria donde declaraban de manera sarcástica que su café no era cocaína, generando la reproducción de este tipo de imaginarios sobre algunos países que no permiten ver la riqueza de las diferentes culturas y su idiosincrasia, sumándole que no permite ver la complejidad del tema más allá de los países productores.

Las campañas publicitarias que estigmatizan tanto a productores como a consumidores, ignorando los problemas de seguridad y salud pública a costas de vender sus productos, solo muestra que multinacionales como Starbucks pone el lucro por encima incluso de la dignidad de los pueblos y las personas, desconociendo por completo sus diferentes fenómenos y sus consecuencias. El lucro a toda costa y sin códigos éticos se ratifica como el Ethos de la sociedad de las multinacionales.

La tragedia neoliberal hecha café

Una gran victoria de las recetas neoliberales aplicadas en los diferentes países del mundo ha sido la de la flexibilización laboral y los cambios nefastos en los entornos del trabajo. Las grandes multinacionales (incluida Starbucks) han aprovechado esto en el marco de los procesos de apertura económica para adentrarse en los mercados y sacar mayor margen de ganancias pagando sueldos injustos con índices grandes de tercerización laboral donde la planta de trabajadores pertenece a otra empresa y esta simplemente los presta, desdibujando al verdadero patrón y perdiendo el control de las condiciones laborales.

La cadena norteamericana de cafeterías ha sido producto de investigaciones y condenas por lo que en algunos países es considerado «practicas anti-sindicales». En ultimas, la apertura de mercados en el contexto global ha traído como consecuencias la reducción de costos de producción y prácticas como el abuso laboral, la pauperización laboral solo pone en evidencia eso que el León de Tréveris ya denunciaba en el S. XIX, el carácter enajenado del trabajo frente a su creador, los trabajadores mientras más riquezas producen más pobres son, mientras multinacionales como Starbucks siguen llenando sus arcas.

El auge de grandes corporaciones que acumulan la tasa de ganancia ha impuesto a los países del tercer mundo sus propias reglas de juego, incluso por encima de los estados. En ultimas, la globalización neoliberal requiere de ordenamientos jurídicos que permitan redefinir el conjunto de los procesos laborales, desde las formas de contratación hasta la dinámica misma del trabajo, mientras la sociedad de consumo se encarga de que la gente haga filas largas por su malteada «frappuccino » sin ver todo lo que hay atrás del proceso productivo.

Hay que tener mucha valentía para enfrentarse incluso con pequeñas iniciativas a los monstruos corporativos que cada vez más con ayuda del mercado avanzan en posiciones en algunos países y regiones donde hace algunos años era inconcebible verlos, desde Colombia hasta Azerbaiyán. El tipo de acciones de protesta que se llevaron a cabo el sábado 16 de abril pueden contribuir a generar conciencia sobre una sociedad que impone el mercado sobre la vida, en últimas «derribaron el viejo cine y hoy es un Starbucks» [4].

Notas

[1] Marx, Karl, Manuscritos económicos y filosóficos.

[2] Fuente: http://www.semana.com/mundo/articulo/tienda-de-starbucks-relaciona-a-colombia-con-la-cocaina/465329

[3] Fuente: http://www.semana.com/nacion/articulo/guerra-antidrogas-onu-la-replantearia-a-instancias-de-colombia/469668

[4] Nega, Baile de máscaras.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.