“El ver tanta miseria, haría sangrar a un corazón de piedra” . F. Engels, La situación de la clase obrera en Inglaterra.
Aparece en el escenario colombiano un libro sobre la historia de los trabajadores de la caña de azúcar en los valles del Cauca y Risaralda. Se trata de un trabajo que está a la altura de las mejores investigaciones sobre los trabajadores en cualquier lugar y época, desde la Situación de la clase obrera en Inglaterra de Federico Engels, pasando por la obra de Charles Bergquist Los trabajadores en la historia latinoamericana, hasta la obra pionera en nuestro país Los inconformes: historia de la rebeldía de las masas en Colombia de Ignacio Torres G. Como éstas, la presente investigación (y otras ya publicadas de los autores, como Gente muy rebelde), está llamada a convertirse en un “clásico” del género, es decir, el tipo de obra que se convierte en un referente.
Ésta no es una investigación académica más, aunque se trate de una obra de gran rigor académico. No es el resultado de un esfuerzo personal con pretensiones profesionales, ni tampoco es un producto o entregable de algún proyecto de intervención tipo ONG. Es, simplemente, el resultado de una promesa que dos intelectuales le hicieran a los trabajadores cañeros, en medio del paro que sacudió al valle del Cauca en 2008: la promesa de documentar la historia de sus vidas y de sus luchas.
Se trata de una revisión del proceso histórico de la industria del azúcar desde sus orígenes coloniales hasta nuestros días. Pero no desde la perspectiva de los dominadores, llámense terratenientes, hacendados o capitanes de industria. Tampoco es una revisión tecnocrática en términos de productos, mercados o procesos tecnológicos. Es la historia entretejida de las distintas clases en pugna, de cómo se van transformando y transforman al país mediante la lucha, a lo largo de distintas formaciones sociales, modos de producción y etapas histórico políticas. Y está contada desde el punto de vista de los trabajadores quienes con sus luchas, avances y fracasos, han moldeado la historia regional y ayudado a configurar la Colombia de hoy.
Un trabajo de este tipo no podría realizarse en los estrechos marcos de la academia burguesa ni acudiendo a los conceptos de la historiografía oficial. Éstos reclaman una postura “apolítica”, una supuesta “neutralidad” del investigador. Pero en una sociedad dividida en clases y basada en la explotación del trabajo, lo científico es reconocer dichas realidades y documentarlas con hechos, con datos, con testimonios. Se llega así a la paradoja de que la investigación “objetiva” es la que es “política” y se es “neutro” cuando se toma partido. Solo así es posible ver el fondo y el subfondo de la sociedad, la cruel explotación y opresión de nuestro pueblo.
En Colombia, ya para 1972, se había precisado en un pequeño libro[1] los principios básicos de dicha metodología. En Causa popular, ciencia popular se argumentaba por una investigación al servicio del pueblo, una ciencia para la liberación y la transformación social, autónoma, con énfasis en lo regional y apoyada en los grupos sociales marginados. Como decía en su momento Orlando Fals Borda:
“Esto implica que el científico se involucre como agente dentro del proceso que estudia porque ha tomado una posición en favor de determinadas alternativas, aprendiendo así, no solo de la observación que hace, sino del trabajo mismo que ejecuta con los sujetos con quienes se identifica”. [2]
Todas estas condiciones las cumple a cabalidad la presente investigación. Se trata de una obra de gran franqueza política, que saca a la luz el carácter esencialmente explotador del sistema de producción dominante, la cruda realidad en los ingenios azucareros, al tiempo que reivindica el papel de los trabajadores como los verdaderos héroes, los hacedores de la historia, el sujeto social por excelencia.
Si
como dijera el viejo Marx, “la filosofía encuentra en el proletariado su arma
material”, le corresponde al proletariado “encontrar en la filosofía su arma
espiritual”, es decir, enarbolar la ciencia, la investigación y la filosofía
como un arma de lucha contra los explotadores, forjar su propia conciencia de
clase y sus propias formas de organización, independientes de los demás
estamentos burgueses, y pasar a confrontar las bases mismas de la dominación
neocolonial y del sistema capitalista de producción, en perspectiva de una
nación completamente nueva, libre y soberana. Esa es una tarea digna de
llamarse “histórica”.
[1] Causa popular, ciencia popular, Grupo La Rosca, 1972. Orlando Fals Borda, Víctor Daniel Bonilla, Gonzalo Castillo Cárdenas y Augusto Libreros Illidge.
[2] La investigación – acción en la costa Atlántica”, Ernesto Parra E, FUNCOP, Cali, 1983, página 57.