«Somos una organización de lucha, y en nuestras filas se estudia para aumentar, para afinar la capacidad de lucha del militante y de toda la organización; para comprender mejor cuáles son las posiciones del enemigo y la nuestra; para poder adecuar mejor al militante a nuestra acción de cada día.» – Antonio Gramsci. Actualmente el […]
«Somos una organización de lucha, y en nuestras filas se estudia para aumentar, para afinar la capacidad de lucha del militante y de toda la organización; para comprender mejor cuáles son las posiciones del enemigo y la nuestra; para poder adecuar mejor al militante a nuestra acción de cada día.»
– Antonio Gramsci.
Actualmente el pueblo Chileno enfrenta una dura crisis, el capitalismo depredador ha logrado no sólo saquear los recursos de la patria, sino que también ha generado una grave crisis de desorganización en el seno de la clase trabajadora y en la izquierda.
El pueblo a nivel transversal ha desaparecido de los espacios políticos y ya no confía en su propia fuerza, esto a su vez se ha profundizado por posiciones que con un moderado discurso, han buscado plasmar las inquietudes del pueblo en escuálidos programas parlamentarios y no así, en la creación de fuerza popular.
A través del siguiente texto buscaremos responder a cómo se explica esta situación a partir de las actuales dinámicas de la lucha de clases y a través de un contexto mundial e internacional. En función de eso plantearemos como debe responder no sólo nuestra organización política, sino también la izquierda revolucionaria y el pueblo.
I – KIÑE
LA ARREMETIDA DEL CAPITALISMO
Posterior a la caída de los proyectos socialistas más potentes a nivel mundial se produce uno de los tantos debacles para la izquierda. La incertidumbre golpea fuerte y profundamente a distintos sectores socialistas: por una parte, una tibia y acobardada izquierda que se apresura en la tesis de la «renovación política» y asegura una parte de la nueva torta del poder para si, y por otra parte, la izquierda más consecuente que salvo contadas excepciones, sufrirá derrota tras derrota y quedará desamparada y acorralada frente a la fuerza del imperio Yankee.
Desde entonces hasta la fecha, la situación se ha mantenido más menos en condiciones similares, por una parte ha asentado un bloque duro en el poder mundial, este grupo que gira en torno a la OCDE, está compuesto por Estados Unidos, la Unión Europea, Israel y a su cola una inmensa cantidad de países con importante poder regional quienes han logrado establecerse y consolidar el control geopolítico, militar, económico e inclusive social en las zonas que antes les eran lejanas y que configuraban lo que Guevara llamaba «el tercer mundo», hablamos de América Latina, África e importantes sectores de Asia.
Por otra parte y a una gran distancia se encuentra el segundo bloque, también capitalista e imperialista, el BRICS, compuesto por Rusia, China, India, Brasil y Sudáfrica, las cuales son Naciones con economías robustas pero aún emergentes, un alto PIB, gran Población y Territorio. Si bien hay coordinación en todos los ámbitos entre estas naciones, salvo alguno que otro acuerdo económico, tienen bastante poco peso a nivel político Latinoamericano.
Lo que si importa y realmente marca profundamente a la lucha de los pueblos latinoamericanos, es la presencia de Estados Unidos, imperio que ha ido estrechando lazos con los gobiernos locales y que se ha visto beneficiado de los continuos triunfos de la derecha latinoamericana, la que ha logrado pasar a la cabeza con la victoria de Macri en Argentina, PPK en Perú y el gobierno provisorio de Temer en Brasil. Esto sumado a la crítica y frágil situación que viven Venezuela y Colombia, ha permito a la burguesía ir controlando, dominando y poniendo a raya a las fuerzas populares. Dicha situación es lo que actualmente genera un complejo escenario para los Gobiernos progresistas tales como Bolivia y Ecuador, los que sumados a la aún valiente Cuba, se ven rodeados por el avance tal cual guerra de posiciones de EEUU.
Esta arremetida se hace más visible mediante los cambios de gobierno en los países Latinoamericanos, pero lo que realmente sucede es que la burguesía ha logrado configurar avances sistemáticos en la disputa por el control político. Ha logrado socavar a potentes movimientos sociales, tener un control abrumador de los recursos, exterminar y eliminar a las guerrillas revolucionarias en resistencia, asentar constituciones capitalistas y validar una forma de dominación y control, que se manifiesta en el Chile post transición de la dictadura.
II – EPU
RESISTE EL PUEBLO TRABAJADOR
Chile ha sido uno de los países que ha experimento de manera más brutal y desarrollada la ofensiva del capitalismo a la cual antes nos referíamos. La dictadura militar logró en corto tiempo cazar y exterminar las organizaciones revolucionarias y a los mejores hijos e hijas de nuestra patria. Barrió con los cuadros políticos al mismo tiempo que generó mediante diversos métodos una dispersión no sólo en la izquierda, sino también en el seno de la clase. Los trabajadores y trabajadoras fueron despojados de sus herramientas de organización de base, tales como cordones territoriales o industriales, mientras que, las herramientas restantes se burocratizaron e institucionalizaron, tales como la CUT y los sindicatos en general. Es la «castración moral e intelectual del pueblo trabajador y las clases subalternas».
Se reforzó el Parlamento como la única figura capaz de hacer política en el país y mediante el puño de hierro de la concertación se privatizaron absolutamente todos y cada uno de los recursos naturales y se mercantilizaron los derechos universales, los que a su vez se concentraron cada vez en un menor número de manos. Llegamos a un punto en el cual la burguesía ya saqueó casi completamente la patria, abusando sistemáticamente y pauperizando a la clase en todos y cada uno de los sectores productivos y sociales populares; perdimos educación, vivienda, salud, etc. A cambio de la perdida de autonomía política y de nuestra dignidad se nos entrego en modo de recompensa una «Democracia Representativa» o una «Democracia Tutelada» como señaló Jaime Guzmán, la cual ha gobernado ajena y soberanamente.
Tan así es, que parte importante de las luchas emprendidas contra el capitalismo se han visto agotadas y socavadas no por la falta de animosidad del sector en lucha, sino más bien por la institucionalización de estas, por el encauzamiento en la legalidad burguesa del proceso político abierto por el pueblo. Es decir, desde la valiente lucha en las trincheras en la cual la clase tiene fuerza y control, tales como asambleas y jornadas de movilización, se entregó esta misma fuerza a las manos de la burguesía.
Estos elementos, sumado al profundo miedo a luchar que instaló la dictadura y la desconfianza en la política como forma de solucionar hasta los problemas más urgentes, permitieron a la burguesía abrazar al movimiento social, cooptarlo e incorporarlo dentro de los márgenes del renovado sistema capitalista. Es a partir de aquí que la burguesía disfruta de una moral desbordante, vigoroza,la que les permite enfrentar cada huelga y cada manifestación con total seguridad y por tanto disponer con absoluta firmeza de hasta las más increíbles y duras formas represivas.
A su vez, nuestro pueblo estuvo mucho tiempo con la moral por el piso, habiendo soportado humillaciones y transgresiones horribles, desde los casos de corrupción hasta la muerte de nuestros hermanos, como Marcos Cuadra, Juan Pablo Jimenez, Rodrigo Cisternas, Macarena Valdés y tantas otras. Esto sumado a la alienación y a la enajenación dejaron la consciencia de la clase en una abrumadora y nociva posición, donde esta no sólo se estancó, sino que se retrajo, se abrió así aún más el paso al machismo, la homofobia y el racismo que vemos incluso inmersos dentro de la izquierda revolucionaria.
El sector revolucionario, al cual adscribe nuestra joven organización, ha sido duramente golpeado durante el último tiempo, lo paradójico de esto, es que estos golpes no se producen desde otros sectores políticos ni sociales, de hecho se gestan a la interna de las organizaciones políticas; los casos de acoso y abuso sexual han estallado en el sector y han mostrado lo atrasados que estamos. El dogmatismo, la rigidez, la falta de discusión política, el caudillismo, el sectarismo y el egocentrismo han permitido que el machismo, el autoritarismo y tantos otros problemas que arrastra la clase trabajadora, se nutran y se desarrollen con mucha firmeza al interior de nuestras incipientes organizaciones. Es decir, a la izquierda revolucionaria le ha sobrado discurso, pero le ha faltado consciencia, ética, moral revolucionaria.
III – KÜLA
DESPIERTA EL PUEBLO TRABAJADOR
A pesar de esto y a pesar de que nuestra dignidad estuvo por el piso más de 40 años, creemos que hoy estamos iniciando un nuevo ciclo político, felizmente disfrutamos de una nueva animosidad y convicción de lucha en nuestro pueblo, la que si bien aún no se recupera ni se recompone totalmente, se empieza a gestar en la clase, la que se organiza y se desarrolla superando el atraso histórico.
Hoy el pueblo sin lugar a dudas comienza a levantar la cabeza, hay una chispa innegable en el seno del pueblo, chispa que ha prendido en los 2000 con la irrupción de la CAM y las huelgas forestales, que ha avanzado al 2006 con la revolución pingüina y que ha reavivado el 2011 con el movimiento estudiantil y con jornadas de protestas de no más afp del año 2016, chispa que habita en las nuevas generaciones, en las secundarias que se movilizan contra los casos de acoso y abuso en sus liceos, chispa que prende en las feministas que se agrupan en torno al ni una menos.
Esta chispa que es alimentada por las nuevas organizaciones revolucionarias que han seguido atentamente los aprendizajes del MIR, FPMR y MJL, logra atisbar la resistencia de nuestro pueblo y prender su moral, al mismo tiempo que dota de experiencias a la incipiente izquierda revolucionaria que emprende nuevas luchas y que comienza el proceso de rearme y rearticulación y con este, la disputa del poder político.
Comienzan a aparecer las organizaciones políticas de la clase a lo largo y ancho del territorio, se generan instancias de confluencia y discusión transversales en la clase e irrumpen movimientos sociales cada vez más avanzados, experiencias regionales tales como Aysén y Freirina en el 2012 y más tarde Chiloé en el 2016, al mismo tiempo que expresiones sectoriales como las de Pescadores y Portuarios en los últimos años, configuran una clase que cuestiona, cada vez más, las aristas del entramado modelo de dominación y que generan niveles importantes de lucha que ponen presión y acorralan en cierta medida a la clase dominante. Es a través de estos procesos de movilización ascendente que hemos visto en los últimos años, mediante los cuales el pueblo ha logrado desarrollarse y organizarse.
En los siguientes puntos y con los elementos antes nombrados, buscaremos responder a las siguientes preguntas: ¿Cómo obtenemos las consecuciones de nuestras demandas dentro del sistema capitalista?¿Cómo logramos transformar esa chispa en movilización?¿De que forma debe intervenir la izquierda revolucionaria Chilena?
IV – MELI
LA FUERZA SOCIAL REVOLUCIONARIA
La clase trabajadora actualmente tiene a su enemigo en frente, es sencillo de identificar pues este ha dispuesto ya sus fuerzas, las tiene ordenadas y alineadas y es más, las ocupa cotidianamente con el objetivo de amedrentar e inmovilizar a la clase. Estas fuerzas están constituidas fundamentalmente por: un parlamento burgués firme, gruesos ingresos económicos, control de los medios de producción y comunicación, de los recursos naturales y sociales, un robustecido y adoctrinado cuerpo militar y la gobernación y administración casi absoluta de la población chilena. En el Wallmapu en cambio se produce otra situación, donde el adoctrinamiento ideológico y político no ha logrado asentarse y con esto las instituciones son más débiles que en el resto del territorio nacional, pero se compensa con altos y permanentes niveles de represión.
Ahora, miremosnos a nosotros y nosotras, de nuestro lado, ¿que tenemos? ¿Con que fuerzas enfrentamos a la burguesía? ¿Cómo golpeamos al capitalismo?
El problema de la organización es sin lugar a dudas el mayor problema actual de la clase trabajadora en nuestro país. Para enfrentar al enemigo de clase necesitamos desarrollar las fuerzas de clase, es decir, lograr la articulación orgánica del movimiento de masas, al mismo tiempo que dinamizar la lucha de clases, es decir superar la atomización, la fragmentación, la dispersión y la desorientación, avanzando en los niveles de lucha y de compromiso y entrega de nuestro pueblo con la revolución.
Pero para esto, para configurar y consolidar nuestras fuerzas, necesariamente requerimos de unificar los sectores del pueblo más avanzados, lo cual se hará real a medida que sea una unidad organizada, un esfuerzo por construir un instrumento de articulación del movimiento de masas, de manera horizontal, democrática, inclusive alegal, solidaria, desde las bases y asentada en los territorios y las organizaciones naturales de la clase trabajadora.
Este instrumento de articulación deberá transitar por distintos procesos, en una primera instancia deberá servir para la discusión, el debate y el análisis de una izquierda anticapitalista dispersa, al mismo tiempo que avanzamos en los niveles de coordinación y articulación desde niveles básicos a medios y avanzados. Será con este instrumento que podrá la izquierda revolucionaria configurarse como una alternativa real y tangible para nuestro pueblo, con una táctica, con un programa.
Esta unidad de la clase y de sus sectores más avanzados, es mediante la práctica política, el trabajo político coordinado y conjunto, estableciendo no sólo coordinaciones más globales ni nacionales, sino también coordinaciones locales, territoriales y regionales que involucren a anillos cada vez más amplios, superando a los actuales sectores que ejercen y desarrollan la lucha de nuestro pueblo. Este rearme del tejido social, implica el surgimiento de la Fuerza Social Revolucionaria, es decir una fuerza de clase dinámica en la cual se asientan los elementos de conciencia y organización para la revolución.
Creemos que los elementos que nombrábamos; la articulación de las fuerzas de clase, el rearme del tejido social y la configuración de la fuerza social revolucionaria son trascendentales puesto que permiten y constituyen los primeros pasos de la construcción de los órganos de poder revolucionario, es decir, espacios de distinto orden y tipo en los cuales es el pueblo quien tiene el poder político.
Vemos necesario ir avanzando progresivamente en el desarrollo de estos espacios de poder revolucionario o poder dual, a medida que combatimos la tarea de ir revirtiendo la correlación de fuerzas en favor de los y las trabajadoras, acumulando fuerzas dispuestas a la confrontación contra el capitalismo. Esto no es espontáneo, será fruto de intensos procesos de lucha y aprendizajes de la clase, en los cuales esta irá adquiriendo experiencia y fogueandose contra el enemigo, volviéndose así cada vez más ágil, versátil y vivaz frente a los cada vez más altos niveles de represión.
V – KECHU
MOVILIZACIÓN RADICAL Y LUCHA DE MASAS
Planteamos ya un elemento, el problema de la organización de la clase. Ahora respondemos el resto de las preguntas. ¿Cómo esta organización se materializa en ganadas concretas para el pueblo? O de otra forma, ¿Cómo la organización se convierte en avances reales para la lucha política y no es simplemente en organizar por organizar?
Tal como mencionábamos anteriormente, el bloque en el poder cuenta con toda una cancha dispuesta a su favor, su parlamento, sus instituciones y sus leyes orquestan un modelo de dominación en el cual el pueblo no tiene cabida. Si bien el parlamento está supuestamente abierto a que las capas populares se vean representadas en este, mediante la elección de sus gobernantes, aquí empieza y termina todo el ejercicio de participación política del pueblo; en sentirse representado mediante un papel que se ingresa en las urnas una vez cada 4 años. Es decir, no hay experiencia para el pueblo, dinamismo, movimiento, es por el contrario: rigidez, cristalización y mecanismo de dominación.
Además de esto, está el hecho de que el entramado sistema burocrático burgués está tan avanzado, que imposibilita mejoras dentro del sistema mismo y es más, en la medida que el pueblo lograse obtener consecuciones de sus demandas a través de la vía parlamentaria, este mismo parlamento y sus instituciones se verán reforzadas, popularmente legitimadas y por tanto no se cumplirá uno de los objetivos más claros de la izquierda anticapitalista, que es acabar con el régimen de dominación burgués. Por otra parte, está el hecho de que los avances que puede lograr el pueblo mediante el parlamento tienen un techo, un límite, el cual encontró Salvador Allende y por lo cual fue asesinado; es decir, la burguesía puede entregar concesiones siempre y cuando estas mismas le sirvan para mantener el poder político; en caso de que este modelo peligrase, la burguesía no ha dudado jamás históricamente ni tampoco dudará en defenderse con todas sus armas y herramientas.
Estas premisas antes nombradas tienen una única excepción, existe la posibilidad de que el parlamento y las instituciones de dominación sirvan para la lucha revolucionaria, lo cual es en la medida que una apuesta al parlamento sea parte de un programa, una táctica y una estrategia revolucionaria para el poder, en la cual se conciba el parlamento no como la prioridad, ni siquiera en segundo nivel, sino simplemente como una forma, un método de plantear elementos. Aquí, ya sea en el proceso de elecciones o bien en la gobernación si se llega a obtener, podrá servir para la lucha revolucionaria si permite visibilizar las luchas del pueblo, pero no es revolucionaria en si.
Pero, incluso en este caso, el cual es extremo y no se condice de ninguna forma con la realidad Chilena actual, la que tiene como prioridades los elementos que mencionábamos en el punto anterior, es que debemos recordar las palabras de Miguel Enríquez:
«Ni por las elecciones los trabajadores conquistarán el poder, porque la burguesía no está dispuesta a acatar las mayorías parlamentarias. Ni toda la fuerza del pueblo se expresará en los resultados electorales. Sabemos que las elecciones nunca resuelven por si mismas los problemas de las clases, sólo los plantean«
Contrariamente a la lucha parlamentaria, creemos que la única forma de obtener ganadas profundas y no marginales, es poniendo en jaque al estado, logrando movilizar a franjas amplias del pueblo a través de distintas formas y herramientas, arrinconando al aparato de dominación y no dándole ninguna salida, salvo su subordinación frente a la fuerza social o popular.
Esto corresponde a lo que denominamos movilización radical de masas, táctica que consiste en la movilización de amplios sectores sociales, de carácter radical en el sentido en que cuestiona y golpea frontalmente, no sólo sobre elementos superficiales sino que hiere cada vez más en las abiertas y profusas heridas del capitalismo.
Este elemento táctico creemos que se sustenta a través de al menos 6 puntos:
1. Ir amarrando y configurando un programa del pueblo, es decir avanzar en la lucha reivindicativa y generando una decantación de sus elementos que permita que sean interiorizados por el seno de la clase trabajadora. Estos elementos son lo que constituirán un programa para las luchas del pueblo sobre el cual trabajaremos y avanzaremos a través de los instrumentos de articulación orgánica antes nombrados.
2. Avanzar en mayores niveles de intensidad de confrontación.
Con mucha audacia y creatividad debemos aumentar a niveles de mayor intensidad, compromiso y duración de los procesos de la lucha política, al mismo tiempo que acertamos golpes cada vez más profundos que desangren al sistema.
3. Ir dotando(nos) continua y permanentemente de experiencias y aprendizajes a la clase trabajadora y a sus fuerzas a través de la lucha directa
4. Ampliar los escenarios de lucha, llevando estas fuera de las instituciones y por fuera de los lugares y espacios en que actualmente se concentra la fuerza política de la burguesía. Debemos lograr movilizar a regiones y a potenciales movimientos sociales hasta ahora descolgados del movimiento de masas.
5. Profundizar y asentar la lucha por el socialismo, la lucha ideológica en el movimiento de masas, esto a través de ir instalando conceptos, siendo pedagógicos con nuestro pueblo.
6. Trabajando la conciencia de nuestro pueblo, combatiendo la enajenación y la alienación de forma cotidiana, logrando que nuestro pueblo avance y nazca lo que el Che llamaba «El hombre y la mujer nueva».
VI – KAYU
NO HAY FRONTERAS EN ESTA LUCHA A MUERTE
A modo de síntesis y de esfuerzo por esbozar líneas estratégicas para la lucha, las cuales claramente no estarán definidas por nuestro sector en una etapa tan incipiente del desarrollo de nuestras fuerzas, planteamos los siguientes elementos desde el guevarismo y que vienen a estar constituidos dentro del «Mensaje a los pueblos del mundo a través de la tricontinental» del Che.
En primer, todo carácter de la lucha a nivel estratégico debe estar sobre la base de que será mediante un conflicto prolongado, el cual permita que nuestras fuerzas no seas inmovilizadas o exterminadas al mismo tiempo que permite el desarrollo de estas, y vaya que lo necesitamos. Es decir, la lucha por el socialismo no se dará a través de un golpe potente sino que será un proceso de lucha ascendente, inicialmente mediante numerosas y pequeñas acciones, en las cuales el imperialismo irá sufriendo derrota tras derrota frente a una clase que se irá desarrollando y volviéndose cada vez más articulada y organizada.
En segundo lugar, este nivel de la lucha será internacional; es más, la revolución socialista únicamente podrá triunfar si logra desarrollar una lucha a nivel mundial, desatar la lucha a niveles continentales, en la cual el enemigo no pueda responder frente a los numerosos e incansables golpes. Los actores de esta lucha serán los explotados del mundo, aquellas regiones que constituyen el submundo o tercer mundo, es decir los países que poseen mayoritariamente economías serviles al mercado mundial, de dependencia, quienes son los dominados por los bloques internacionales y no los dominantes. Hablamos entonces de una lucha que se desate fundamentalmente en América Latina, Asia y África, los mancillados por el capitalismo, quienes Franz Fanon llamó «Los condenados de la tierra«. Dice el Che mediante el mensaje a través de la tricontinental:
«El campo fundamental de la explotación del imperialismo abarca los tres continentes atrasados, América, Asia y África. Cada país tiene características propias, pero los continentes, en su conjunto, también las presentan.»
Esta confrontación debe ir logrando: i) Desarrollar la cohesión de la clase, la conciencia y la solidaridad entre los pueblos y la lucha internacionalista. ii) Golpear la moral enemiga, darle miedo y terror hasta el punto en que su capacidad de respuesta se vea duramente minada. iii) Acertar golpes dolorosos para el capitalismo, el control de sus zonas de interés, el bloqueo de rutas comerciales, etc.
Citamos final y nuevamente al Che, el mayor cuadro político concebido en Nuestra América, síntesis de un proceso y momento histórico. Ejemplo de revolucionario y a partir del cual agarramos el nombre de Guevaristas, pero que en ninguna forma constituye el inicio ni el final del Guevarismo, corriente del marxismo que se gesta en Latinoamerica y que se nutre desde las primeras luchas indigenistas contra el capitalismo y la monarquía española, hasta las luchas actuales de nuestro pueblo contra la dominación.
«Hay que llevar la guerra hasta donde el enemigo la lleve: a su casa, a sus lugares de diversión; hacerla total. Hay que impedirle tener un minuto de tranquilidad, un minuto de sosiego fuera de sus cuarteles, y aún dentro de los mismos: atacarlo donde quiera que se encuentre; hacerlo sentir una fiera acosada por cada lugar que transite. Entonces su moral irá decayendo.»
¡Hay que hacer la revolución!
Unidad en la lucha: Camino de Victoria
Kilapan, Izquierda Guevarista de Chile