Como muchas personas saben, me inquietan los silencios y la invisibilidad, y esa es la base sobre la cual ha surgido la idea de hacer este dossier. Es un hecho ineludible el número ilimitado de mujeres cubanas que han contribuido a nuestra sociedad y cultura, así como a ramas específicas del saber y el quehacer; […]
Como muchas personas saben, me inquietan los silencios y la invisibilidad, y esa es la base sobre la cual ha surgido la idea de hacer este dossier. Es un hecho ineludible el número ilimitado de mujeres cubanas que han contribuido a nuestra sociedad y cultura, así como a ramas específicas del saber y el quehacer; sin embargo, siguen existiendo importantes exclusiones -o lo que llamo «figuras descolocadas»- relacionadas con la identidad racial, la política, la religión, la procedencia, etc.
Del mismo modo, considero que el proceso de homogeneización que se ha vivido en Cuba (por llamarle de algún modo) ha supuesto la tachadura de ciertos episodios y figuras de la historia nacional, con el objetivo, diría yo, de darle cierta continuidad y coherencia al relato oficial. Las evidencias son muchas.
De esta manera, una parte considerable de lo acontecido antes de 1959, y también después de esa fecha, no figura en nuestros libros de texto, ni es revisitado por nuestra prensa; como si con la Revolución hubiera nacido nuestra historia. Nosotros sabemos que desde mucho antes las cubanas ya estaban «dando caña» y «plantándose en dos» para luchar por sus derechos, por una parte, y por la otra, con el propósito de conquistar éxitos profesionales.
Muchas de estas historias y vidas quedan guardadas en archivos y bibliotecas universitarias, en centros de investigación y no llegan al pueblo, a esa enfermera cubana que se enfrenta cada día a una sala de cuidados intensivos, quien desconoce que la primera mujer latinoamericana en ejercer la Neurocirugía fue una mujer santiaguera, la Dra. Irene Zamalea Bell.
Este dossier nace, entonces, con la intención de traer de vuelta a algunas de esas «mujeres descolocadas», como una especie de acción de justicia. En el mismo pretendemos reunir un grupo de trabajos de corte descriptivo o biográfico, donde se expone la vida y obra de mujeres cubanas.
Tendríamos que decir, además, que no están ni mínimamente todas las que son; sin embargo, hay acercamientos a temas como la mujer en la fotografía, con un artículo de la investigadora Aldeide Delgado Puebla, «Fotógrafas en la República: Sección Femenina en el Club Fotográfico de Cuba», en el cual nos propone visitar las contribuciones de las profesionales del lente de esa época.
Por su parte, el historiador Maikel Colón Pichardo se detiene con prolijidad en la obra de Úrsula Coimbra de Valverde, una de las figuras ocultas del feminismo en Cuba. Generaciones posteriores de académicas, investigadoras y feministas desconocen su labor en la configuración de un feminismo cubano negro decimonónico.
Detalles de su vida y quehacer profesional nos lo trae el arquitecto cubano Carlos Ferrera, quien frecuentemente usa las redes sociales para adentrarnos en la vida y obra de figuras relevantes de la cultura nacional.
La investigadora Rosa Marquetti Torres, reconocida entre otras cosas por su blog Desmemoriados de la música cubana, nos pone frente a artistas cubanas que no por «desconocidas» dejaron de jugar un papel significativo en el panorama musical cubano. Marquetti parte de las primeras grabaciones realizadas por una mujer en Cuba: Rosalía Díaz de Herrera (Chalía Herrera), para el sello Bettini, en 1898. También coloca a compositoras como Coralia López y la excepción dentro del danzón cubano, género históricamente dominado por hombres.
A la artista de la plástica Ana Mendieta le fue dedicada en la Bienal de La Habana del 2015, una misa de cajón por parte de la también artista de las artes visuales Susana Pilar Delahante Matienzo, quien quedó impactada al ver su obra en Austria. Asimismo, Delahante Matienzo sembró en mí el bichito, la necesidad de traer a Mendieta a esta mesa sabrosa de mujeres rebeldes. Los apuntes biográficos de la historiadora y crítica de arte Guillermina Ramos Cruz nos devuelven lo fundamental de esta artista cubanoamericana, quien no aparece en los mapas fundamentales de reconocimiento que tienen lugar en la Isla.
Al final de este dossier, el investigador Adonis Sánchez Cervera nos acerca a las sacerdotisas fundadoras de la «Regla de Ocha» en Cuba, para demostrarnos que la Santería fue históricamente liderada por mujeres que ejercieron su poder durante la primera mitad del siglo XX, hasta que con la iniciación de hombres ellas perdieron el poder que habían acumulado y con ello cayó la línea matrilocal santera.
Ver en este dossier
Fotógrafas en la República: la sección femenina en el Club Fotográfico de Cuba
Figuras ocultas del feminismo en Cuba
Zelda Valdés: la cubana que vistió Hollywood
Mujeres relevantes en la música