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Terremoto político en Chile

Silvio Berlusconi se reencarna en Sebastián Piñera

Fuentes: Rebelión

La aspiración del multimillonario Sebastián Piñera Echenique de ser el próximo presidente de Chile puso en crisis a la candidatura de seis años del ex abanderado exclusivo de la extrema derecha -Joaquín Lavín-, a la vez que desafía la hegemonía del pinochetismo en la Alianza por Chile y siembra incertidumbre sobre el resultado final de […]

La aspiración del multimillonario Sebastián Piñera Echenique de ser el próximo presidente de Chile puso en crisis a la candidatura de seis años del ex abanderado exclusivo de la extrema derecha -Joaquín Lavín-, a la vez que desafía la hegemonía del pinochetismo en la Alianza por Chile y siembra incertidumbre sobre el resultado final de la próxima confrontación presidencial.

La imprevista irrupción de Piñera en la competencia presidencial producida este fin de semana provocó un verdadero terremoto en un apacible y burocrático panorama político. La predicción de una victoria de Michele Bachelet -de la coalición de gobierno- en las elecciones del 11 de diciembre se daba por segura, con una predecible ventaja sobre Soledad Alvear en las primarias internas previstas para el 31 de julio y una derrota fija de Lavín en la primera vuelta presidencial.

Una encuesta misteriosa de la Fundación Futuro, no conocida por la opinión pública, colocó de nuevo en escena a Piñera, en el selecto grupo que maneja la política, en un país donde las cúpulas partidarias se rigen por las encuestas telefónicas de las preferencias políticas de los ciudadanos que ven televisión, cuyos resultados siempre coinciden con la disposición real del voto. El partido de derecha liberal Renovación Nacional (RN), que ya había comprometido su apoyo a Lavín, ungió inesperadamente a Piñera como candidato propio, por decisión del 80% de los asistentes a un «consejo general» de 300 delegados de todo el país, aunque bastaban dos tercios (66,6%). Hoy Piñera dice que «en democracia hay que saber escuchar a la gente», incluida la gente de RN que quiso su candidatura.

La nueva situación descolocó a los barones de la extrema derecha, que parecen haberse quedado sin piso, colgados de una brocha. Ahora discuten que hará finalmente la Alianza por Chile, que agrupa a RN y a la pinochetista Unión Demócrata Independiente (UDI), que paradójicamente manejó la coalición con métodos autoritarios y hegemónico similares al estalinismo. El nuevo escenario electoral debe quedar definido el 11 de septiembre, aniversario número 32 del golpe militar y fecha tope para la inscripción de los candidatos. La disyuntiva hoy está entre una elección primaria en la derecha, para decidir por Lavín o Piñera, o una competencia a tres bandas en diciembre. Piñera prefirió eludir las primarias y medirse directamente con Lavín en la contienda del 11 de diciembre para fortalecerse hacia una segunda vuelta en enero 2006 e ingresar a La Moneda el 11 de marzo. RN le dijo claramente No a las primarias que desea Lavín. Tampoco se descarta que haya cuatro aspirantes, con dos candidatos por cada bloque, Alvear y Bachelet por el gobierno y Lavín más Piñera por la oposición.

Pequeña historia de un terremoto político

Según todas las encuestas, Lavín venía descendiendo muy por debajo del 47% que alcanzó en la segunda vuelta de la confrontación presidencial con Ricardo Lagos, en enero del 2000, mientras la socialista Bachelet subía sin cesar, en detrimento de la demócrata cristiana Soledad Alvear. Ahora hay un escenario completamente diferente. Con tres candidatos en diciembre, muchos demócrata cristianos que deberían votar por Bachelet se sentirían más identificados con Piñera, hijo de un funcionario público que trabajó para el gobierno de Eduardo Frei Montalva (1964-1970) que no oculta sus simpatías por la tienda inspirada originalmente en la olvidada encíclica «obrera» Rerum Novarum, de León XIII (1891), y las doctrinas de Jacques Maritain y Pierre Teihard de Chardin, que ahora nadie del partido cristiano recuerda ni conoce.

El sistema binominal chileno, inventado por la dictadura para fundar una «democracia protegida» ad eternum, probablemente fue pensado para establecer a futuro un sistema bipartidario como el de EE.UU., pero hasta ahora funciona con dos bloques de partidos que se reparten el «mercado electoral», la Alianza por Chile, de extrema derecha, y la Concertación de Partidos por la Democracia, de centro-derecha. La idea de la dictadura fue dejar a la izquierda fuera del juego, en un sistema que no otorga representación parlamentaria a las minorías y que la Alianza ni la Concertación se han interesado en modificar.

Hasta hoy RN ha sido el pariente pobre de la Alianza, muy resentida por la hegemonía autoritaria de la UDI. En la otra vereda está la Concertación de Partidos por la Democracia, integrada por cuatro socios, el social cristiano PDC (Partido Demócrata Cristiano), más el dúo que integran el PS y el PPD, partido «instrumental» Por la Democracia y sin ideología, levantado en 1989 para eludir la proscripción pinochetista de los partidos de izquierda, pero que se quedó para siempre sin ideología explícita. El Partido Radical (PR) completa el cuarteto de la Concertación de manera casi simbólica por su pequeño caudal electoral.

Un derechista «democrático y liberal»

A través de estos 15 años de «transición a la democracia», la extrema derecha levantó un discurso demagógico y populista «izquierdizante», de relativo éxito en una población política desideologizada por 17 años de dictadura más 15 de «transición», mientras la Concertación hizo exactamente lo contrario, haciendo suyo el modelo de sociedad heredado de los militares, solidificando una prosperidad que favorece a los grandes grupos económicos y al capital extranjero, todo esto bajo el sistema binominal de elecciones y la Constitución de 1980, elaborada también por la dictadura.

La Concertación saca cuentas alegres, alegando una «crisis en la derecha», pero se trata de una rebelión de RN que podría fortalecer e inyectar renovado entusiasmo a la decaída Alianza, extirpando para siempre de su cosmogonía a la repudiada figura de Augusto Pinochet, más por sus robos que por sus crímenes. Los derrotados son los barones que controlan a la UDI, a la que pertenece Joaquín Lavín, porque se trata claramente de una renovación en la derecha detrás de un exitoso líder de mil millones de dólares, dueño de un canal de televisión y con una trayectoria muy nítida en prosecución de un nuevo modelo de derecha política.

Piñera se vanagloria hoy de haber estado contra Pinochet en el plebiscito de 1989, votando por el NO, y de haber restado su apoyo a Colonia Dignidad, como lo hizo la UDI, por estimar que fue un antro donde además de cometerse abusos con niños se violaron los derechos humanos. Comprometido con los derechos humanos, la verdad es que Piñera no ofrece nada distinto al discurso continuista de Bachelet/Alvear, en un país machista todavía reacio a tener a una mujer dirigiendo los destinos del Estado. En los próximos meses pueden producirse notables reacomodos políticos.

Por otra parte, existe unanimidad en que el modelo consensual bipartidista está siendo superado por la realidad. Hace 15 años, cuando comenzó «la democracia», para la derecha era clave rescatar al régimen militar, pero hoy hasta el candidato UDI se desembaraza de ese lastre. En tanto para la Concertación, lo principal fue demostrar con creces su capacidad de gobernar ante un peligro militar que hoy no existe para nada. Los grandes problemas nacionales actuales más bien son ignorados en el debate político. Ya muchos hablan en la derecha de la «perversidad» del sistema binominal que hizo resucitar a Piñera, por lo menos para una elección primaria que Lavín quiere se produzca cuanto antes, «aquí y ahora», para que Piñera no tenga tiempo de recorrer el país dando a conocer su candidatura.

Lo que nadie discute es que la Alianza por Chile está en crisis, pero esa misma percepción es aplicable a la Concertación, donde muchas voces señalaron antes que está obsoleta, comenzando por el jefe del PDC, Adolfo Zaldívar. En el horizonte siempre ha flotado una posible alianza de centro derecha RN/PDC, con una extrema derecha UDI y un regreso a los tres tercios de los tiempos de Salvador Allende. En tal disyuntiva, el PS no tendría más alternativa que regresar a la izquierda, pero bastante disminuido, después de tres lustros de promoción del modelo neoliberal.

Precisamente en estos días estalló una rebelión interna impulsada por sectores de izquierda del PS, ligados a la anterior directiva nacional, quienes reclaman que las nominaciones para las elecciones de diputados y senadores están siendo confeccionadas por un cogollo de 60 personas en vez de las 140 que deberían participar. La mejor soldadura para las dos coaliciones es precisamente el sistema binominal que impediría el desastre seguro de una elección parlamentaria a cuatro bandas. Pero los pactos políticos podrían inscribir las candidaturas legislativas en dos listas, con un criterio distinto a las presidenciales con cuatro aspirantes.

Ante la perspectiva de una derrota de Soledad Alvear en las primarias de julio, Piñera ya se muestra dispuesto a recibir la votación demócrata cristiana. Consultado por Nibaldo Musciatti, de Radio Bío Bío, dijo: «Yo he tenido muchas coincidencias con la democracia cristiana». Recordó que en 1989 estuvieron juntos por el NO.

¿Quién es Piñera?

Piñera, de 55 años, es un empresario y doctor en economía, de un perfil muy parecido al del italiano Silvio Berlusconi desde que el venezolano Gustavo Cisneros le vendió su canal de televisión ChileVisión. Su slogan hoy es «Vamos a terminar en la segunda vuelta o en La Moneda; vivan la diferencia y la libertad.

Entre sus numerosos bienes está la Fundación Futuro que también se dedica a hacer encuestas. Allí se elaboró la consulta «secreta» que hizo cambiar de opinión a su partido, que ya había designado a varios cuadros para trabajar con Lavin, como el ex presidente Andrés Allamand y el senador Alberto Espina, quienes hoy se ven obligados a renunciar. Piñera se rehúsa a hablar de esa encuesta argumentando «No quiero comentar encuestas que se hacen en forma privada». Alega que «en democracia los candidatos tienen derecho a plantear sus ideas, pero la gente es la que decide». Aboga por una «democracia que cree en la gente».

Piñera fue a Buenos Aires a negociar con el Presidente Néstor Kirchner la fusión de Lan-Chile con la empresa argentina Aero 2000, que a partir del 8 de junio comenzará a operar con el nombre de Lan-Argentina. Esto lo hizo en su condición de dueño del 29% de la línea aérea. «Fui como ciudadano absolutamente libre a bregar por una empresa que da empleo a 15 mil personas, con un director y un ejecutivo. Lan ahora está en Argentina. Un país no puede quedarse en sus fronteras», explicó.

Desde que Berlusconi está al frente del gobierno de Italia triplicó su patrimonio. En cierto modo, utilizó la jefatura del Estado en su propio beneficio. Piñera dice que abandonará todos sus negocios. «Voy a dejar totalmente de lado toda actividad empresarial, como es lógico. El país es una gran empresa», le dijo a Musciatti. Asegura que por encima de todo está el interés público y que el interés privado no es compatible con el bien común. «Lo tengo claro; con la regla de la transparencia», dijo. Asegura que cualquiera puede averiguar cuánto tiene y cómo funcionan sus negocios.

Asegura que sabe cómo enfrentar el desempleo y la mala educación, porque es economista y empresario de éxito. Pero al mismo tiempo sostiene que «Chile no es solamente un país de problemas», prometiendo una «campaña constructiva, positiva, con los ojos puestos en el cielo y los pies puestos en la tierra…» Asegura que Luis Felipe San Martín, ex presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECH) está encabezando el éxodo masivo de militantres UDI hacia RN. «Cientos de personas se incorporan a mi campaña», afirmó.

Y la izquierda ¿qué?

Entretanto, la izquierda se debate en la misma vieja pugna por la hegemonía para levantar una alternativa frente a la oligarquía de poder que en Chile manejan las cúpulas partidarias de la Concertación y de la Alianza. Por lo pronto, los partidos, agrupaciones y movimientos que conforman este bloque acordaron no convocar a una consulta popular abierta para elegir a su candidato presidencial.

«Hay que suponer que al candidato lo designará una «mesa» de dos patas», escribió el periodista Manuel Cabieses Donoso, en la revista Punto Final, en una clara alusión a los dos partidos mayoritarios del conglomerado de la izquierda, que parecen más empeñados en conservar la votación propia que les da derecho a la existencia legal como partidos, el partido Comunista (5,22% en 2001) y el partido Humanista (1,13%).

Una cincuentena de personalidades de izquierda convocó a una Asamblea Nacional por la Democracia y la soberanía Nacional que «el 28 de mayo culminará el proceso de elaboración del programa de gobierno de este nuevo movimiento y el nombre del candidato único a la Presidencia de la República». Para la visión crítica de Punto Final, esta asamblea «no significa cambio alguno en la estrategia de acumulación de fuerzas antineoliberales. Desde hace quince años esa «estrategia» cosecha fracaso tras fracaso, y éstos contribuyen a profundizar la crisis de la Izquierda chilena. En efecto, en vísperas de cada evento electoral, la llamada «Izquierda extraparlamentaria» levanta un referente «amplio» que sólo cambia de nombre pero no de contenido ni de actores», escribió Cabieses.

Para el periodista, «la tozudez del PC merece un premio a la tenacidad, pero esa línea de construcción de fuerza ha demostrado su inutilidad y ya es hora de someterla a la crítica. Las potenciales fuerzas del cambio social -carentes de una verdadera alternativa- no pueden seguir siendo arrastradas indefinidamente a la derrota y al desaliento». Cabieses se marginó de la Fuerza Social y Democrática desde que ésta aceptó no elegir al candidato en una consulta popular abierta.

En 15 años, la izquierda no ha sido capaz de articular un proceso de acumulación de las fuerzas sociales que critican el modelo de sociedad impuesto por los militares y administrado por los civiles, en un país donde «los cantos del consumismo y el individualismo encuentran adhesión mayoritaria en los ocho millones de chilenos que votan», de acuerdo a lo que escribió Cabieses. Existen dos millones y medio de ciudadanos que se niegan a inscribirse para votar, que sumados a los porcentajes de abstención, votos en blanco y electores de listas izquierdistas que no tienen mayor destino, superan con creces al 40% del electorado, según un estudio citado por el periodista Alejandro Guillier en el programa «Tolerancia Cero» de ChileVisión.

Entre los variados nombres que hasta ahora se manejan como «candidatos a la candidatura» (Tomás Mulián, Jorge Pávez, Tomás Hirsh, Nicolás García y unos cuantos más) surgió últimamente con bastante fuerza el de la respetada abogada de derechos humanos Carmen Hertz, viuda del periodista asesinado Carlos Berger, pero ella niega que sea candidata. «A mi modo de ver es la mejor candidatura», dijo el abogado de derechos humanos Eduardo Contreras, quien también es miembro del comité central del PC. El comentario se produjo al término de la presentación del «Mapa de la extrema riqueza 2005», el nuevo libro de Hugo Fazio, donde Hertz también habló sobre «Poder y corrupción», en referencia a los dineros de Pinochet en el Banco Riggs.

La presentación de este libro, que consistió en una actividad que interesa a una exigua minoría del Chile de hoy, coincidió en el tiempo -noche de viernes- con la nominación de RN del cuarto o quinto hombre más rico del país como su candidato presidencial.

*) Ernesto Carmona es periodista y escritor chileno.