Todos y cada uno de los gobiernos entreguistas de nuestra América, que han sido sometidos por los intereses de la política norteamericana, no sólo para aceptar políticas económicas y saqueos de riquezas naturales, sino al extremo del servilismo, han sido complacientes al consentir bases militares, con armamentos sofisticados para matar y equipos para espiar y […]
Todos y cada uno de los gobiernos entreguistas de nuestra América, que han sido sometidos por los intereses de la política norteamericana, no sólo para aceptar políticas económicas y saqueos de riquezas naturales, sino al extremo del servilismo, han sido complacientes al consentir bases militares, con armamentos sofisticados para matar y equipos para espiar y controlar la vida de todos quienes no comparten con sus dictados imperiales y ahora, aún mas, con los famosos «contratistas», como punta de lanza de sus tropelías para hacer el trabajo más sucio.
Desde Japón, pasando por Panamá y por todos los lugares del orbe donde tienen los EE.UU. repartido a su ejército invasor hasta Colombia, las denuncias por violaciones sexuales, abusos de diferentes naturaleza siguen siendo pan de cada día, sin que hasta hoy día se sepa o se conozca que ninguno de los infractores haya sido juzgado o sentenciado por sus delitos, ya que de acuerdo a sus «normas internacionales», estos invasores gozan de inmunidad e impunidad por ser norteamericanos, tamaña barbaridad de estas clases dominantes aceptar semejante humillación para sus pueblos.
Sobre el caso concreto de las 7 bases militares controladas por los gringos en Colombia, se ha dicho de todo. Está claro que son un peligro amenazador para todas las fuerzas progresistas de este continente, aunque sus responsables tratan de sostener que sólo son para reprimir el narcotráfico y el «terrorismo», cantaleta que ya no la cree ni un menor de edad.
Lo tramposo del justificativo del gobierno entreguista y paramilitar de Colombia es aducir que está «en su derecho soberano» de firmar o aceptar cualquier tipo de convenios internacionales, esta es media verdad, pero este tipo de convenios de sumisión y pérdida de la soberanía con el acantonamiento de tropas gringas en Colombia, nos afecta a todos los latinoamericanos, eso está denunciado y discutido en las diferentes reuniones de UNASUR , OEA, Grupo de Río y sobre todo el ALBA, como el principal grupo de países amenazados por no ser parte del sometimiento a las políticas imperiales.
Algunos ofrecimientos hechos por gobiernos «amigos» de los futuros agredidos para «mediar entre Colombia y Venezuela» sobre este inminente peligro para el progresismo latinoamericano, sobre la base timorata y conciliadora de que «habría que pedir garantías de no agresión», no deja de ser una actitud de incautos, pues cualquier garantía o declaración de parte de los EE.UU. o el gobierno de Uribe, sería sólo paños de agua tibia ante las aspiraciones de invasión a Venezuela y derrocar la revolución bolivariana como efecto dominó hacia Ecuador y Bolivia principalmente.
Es cierto que los norteamericanos ya estaban en Colombia, sólo que ahora la cosa va más en serio, es en grande y cada día se van asentando más y más, no se inmutan y se hacen los sordos ante los reclamos de gobiernos vecinos, organizaciones y pueblo en general, inclusive ya comienzan las provocaciones de parte del gobierno colombiano en contra de Venezuela buscando la respuesta de los agredidos.
No hay otra, la mejor forma para acabar con las bases militares en Colombia y en cualquier parte del continente, es derrocar a los gobiernos entreguistas de la mejor manera posible y de eso ya hay conciencia en los pueblos, sólo falta una arremetida franca y decidida de gobiernos, instituciones, partidos políticos, obreros, campesinos y pueblos en general, para apoyar la luchas del pueblo Colombiano en todas sus formas para que sean ellos con toda nuestra solidaridad, quienes principalmente acaben con el gobierno entreguista colombiano.
Una posición contundente de todos los latinoamericanos, es que no aceptamos bases militares gringas y queremos vivir en paz, con dignidad y soberanía plena en defensa del derecho de buscar el camino que los pueblos decidan hacia la liberación nacional y la unidad de esta patria grande.
Debemos hacer caso omiso a la famosa doctrina mentirosa de la no «intervención en asuntos internos», el caso de estas bases militares no es un problema interno de Colombia, nos concierne a toda la patria grande y así tenemos que tratarlo.
El pueblo colombiano que viene luchando por décadas por deshacerse de esa oligarquía vende patria, necesita de nuestra ayuda contundente, no podemos seguir reclamando al desierto por la justicia, los derechos humanos y la dignidad de ese pueblo hermano, se puede y se debe hacer prácticamente mucho más, los colombiano amantes de su país y su dignidad se lo merecen.
En momentos en que el Imperio se apresta para lanzar una ofensiva contra Yemen, las provocaciones inducidas por los norteamericanos al gobierno títere colombiano, pueden colmar el vaso y desatarse una guerra en contra de la revolución bolivariana. Sería declarar la guerra a todo el pueblo latinoamericano. Le respondemos lo que Martí dijo en otros tiempos a los norteamericanos ante una inminente invasión a Cuba: «Aquí no encontrarán mangos bajitos». Y como dijo Fidel «comenzará la guerra de los 100 años».
José Justiniano Lijerón es ex dirigente de la Central Obrera Boliviana (COB)