Recomiendo:
0

Sindicato de millonarios, huelga de capitales

Fuentes: Rebelión

Es mil veces más fácil y más efectivo creer que los pueblos le deben la justicia social y el progreso material a un puñado de multimillonarios que creer que el calentamiento global y la desaparición de los insectos le deben algo a los humanos. Es mil veces más fácil y más efectivo organizar una huelga […]

Es mil veces más fácil y más efectivo creer que los pueblos le deben la justicia social y el progreso material a un puñado de multimillonarios que creer que el calentamiento global y la desaparición de los insectos le deben algo a los humanos.

Es mil veces más fácil y más efectivo organizar una huelga de capitales que una huelga de trabajadores. Es mil veces más fácil organizar un sindicato de millonarios para presionar, a su antojo, a los pueblos y a sus gobiernos, que un sindicato de maestros, de obreros, de empleados de un supermercado o de peones rurales. Cuando a un trabajador no le gusta su trabajo o su salario tiene la libertad de irse sin su trabajo y sin su salario a otra parte. Cuando a un inversor no le gusta el trabajo ajeno o los salarios ajenos, tiene la libertad de irse con su dinero a otra parte.

En los países donde es al revés, es porque la huelga de capitales ya ha ocurrido de una forma masiva y el país se encuentra quebrado o acosado por quienes gobiernan el sistema económico que nos gobierna a todos los demás.

En los países donde es al revés, las inundaciones son responsables de la lluvia y los trabajadores son responsables de la miseria y de las crisis sociales.

Ningún gobierno del mundo que promueva el interés general, la solidaridad social de programas de educación, de salud o de desarrollo equitativo puede tener alguna chance de continuidad y de crecimiento económico si antes no deja claro que reconoce la sacralidad de las transnacionales y sus escribas.

Ningún gobierno del mundo que promueva el interés general puede tener alguna chance de continuidad y de crecimiento económico si antes no se inclina ante aquellos inversores que juegan con miles de millones (de dólares y de personas) con la misma responsabilidad con la que beben whisky y le tocan el culo a una empleada de hotel.

Ningún gobierno que reconozca que todo el progreso social y económico del mundo presente no es el producto de un puñado de exitosos millonarios sino de siglos de luchas sociales y de miles de contribuciones de pensadores y de modestos genios de las ciencias y la tecnología, casi siempre asalariados, tiene posibilidades de continuidad.

Todos los gobiernos del mundo, sean de derecha o de izquierda, de arriba o de abajo, deben proteger, como perros rabiosos, la libertad absoluta de los capitales para aterrizar en sus países y para volar a sus paraísos seguros (safe havens) cuando se les plazca, que es siempre cuando a las sociedades se les ocurre realizar algún reclamo sobre su contribución a la riqueza. Es ahí cuando las sociedades quiebran y los pueblos entienden que con las limosnas vivían mejor.

Es decir, a los grandes capitales no solo se los debe adular, en la práctica y en los cuentos de hadas, sino que también se les debe garantizar el derecho privado a la extorción universal.

Está de más decir que este sistema, organizado y gobernado por un puñado de multimillonarios, padres fundadores y protectores de todo el progreso de cada país (desarrollado o subdesarrollado, exitoso o arruinado), padres sacrificados e incomprendidos protectores de la humanidad, de una humanidad irresponsable, no tiene un ápice de democrático.

Razón por la cual la Libertad y la Democracia son sus banderas, esas mismas que ondean como péndulos ante los ojos de los pueblos que luego irán a linchar a quienes no están de acuerdo con este estado de hipnosis colectiva.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.