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Slavoj Žižek debería poner los pies en el suelo

Fuentes: Socialist Worker

El pasado fin de semana se celebró en el Birkbeck Institute for the Humanities de Londres el simposio «Sobre la idea de comunismo», en el que participaron, entre otros, Alain Badiou, Toni Negri, Michael Hardt, Jacques Rancière y Gianni Vatimo. «El simposio», afirmaba el folleto, «no tratará sobre las cuestiones político-prácticas de cómo analizar los […]

El pasado fin de semana se celebró en el Birkbeck Institute for the Humanities de Londres el simposio «Sobre la idea de comunismo», en el que participaron, entre otros, Alain Badiou, Toni Negri, Michael Hardt, Jacques Rancière y Gianni Vatimo. «El simposio», afirmaba el folleto, «no tratará sobre las cuestiones político-prácticas de cómo analizar los últimos problemas económicos, políticos y militares: éste es un encuentro de filósofos que hablarán del comunismo como un concepto filosófico, defendiendo una tesis fuerte muy precisa: de Platón en adelante, el comunismo es la única idea política digna de un filósofo.» Toda una declaración de intenciones, la de la sedicente izquierda académica. En este artículo Alex Callinicos observa algunas de las contradicciones del encuentro.

Cerca de mil personas atenderán la conferencia de este fin de semana sobre «La idea del comunismo» en el centro de Londres.

En sí misma, esta conferencia no supone nada nuevo. En el centro de Londres se celebran con regularidad conferencias de izquierda. Las jornadas anuales sobre marxismo del Socialist Workers Party atraen a varios miles de participantes cada verano.

Hay dos cosas que diferencian a esta conferencia en particular. La primera es que no está organizada por un periódico ni por una organización política, sino por el Birkbeck College’s Institute for Humanities. En segundo lugar, la conferencia está atrayendo una atención inusual de los medios de comunicación. El Financial Times dedicó una página entera en su edición del pasado fin de semana a una entrevista con el director del Institute for the Humanities, Slajov Žižek, titulada «El marxista modesto.»

Presumiblemente ha sido Žižek, una de las figuras más encandiladoras de la izquierda intelectual, quien ha logrado atraer como conferenciantes a algunos de los filósofos continentales más conocidos, señaladamente a Alain Badiou, Toni Negri y Giorgio Agamben, junto a, entre otros, Terry Eagleton y Peter Hallward. El énfasis, empero, parece que estará en la filosofía: «De Platón en adelante, el comunismo es la única idea política digna de un filósofo», declara la publicidad de la conferencia.

Afortunadamente, Žižek es incapaz de ser cualquier cosa menos concreto. Sus escritos y discursos mezclan la alta filosofía con el comentario político, la crítica cinematográfica y chistes gruesos de diferente calibre.

En el clavo

A veces Žižek da en el clavo. Escribió una pieza soberbia, «Utiliza tus ilusiones», después de la victoria electoral de Obama. En ella insistió en que las multitudes que celebraban la victoria interpretaban correctamente este suceso como una verdadera ruptura histórica y que «la verdadera batalla comienza ahora, tras la victoria: la batalla por lo que esta victoria significará efectivamente.»

En buena parte de su entrevista con el Financial Times, Žižek hace otras tantas buenas observaciones. Afirma que «la crisis financiera ha matado al utopismo liberal que floreció tras el desplome de la Unión Soviética en 1991», pero también enfatiza la importancia de «la batalla ideológica sobre cómo interpretar la crisis financiera.»

Pero Žižek, ay, se torna sospechoso en cuanto al estalinismo se refiere. Cuando se le pregunta sobre la relación entre la idea de comunismo y lo que a veces se ha denominado «comunismo histórico», se dedica a marear la perdiz. Afortunadamente, no repite algunas de las cosas realmente estúpidas que ha dicho sobre esta cuestión en el pasado.

En The Parallax View (2006), por ejemplo, escribió: «Si queremos nombrar un acto que fue verdaderamente valiente, uno en el cual alguien verdaderamente ‘tuvo agallas’ de intentar lo imposible, pero que a la vez fue un acto horrible, fue la colectivización forzosa de Stalin en la Unión Soviética a finales de los veinte.»

Žižek no es un estalinista. Fue un disidente en su Eslovenia natal bajo la antigua dictadura del Partido Comunista. Pero parece creer que la única manera de demostrar que no es un liberal es negándose a renunciar a los crímenes que los defensores del capitalismo intentan cargar sobre las espaldas de los marxistas.

No es éste un acercamiento realmente mal entendido, sino que refleja su desconexión de la práctica política. La conferencia de Žižek es sobre la «idea de comunismo.» Pero si está tan preocupado como asegura que está por las desafiantes interpretaciones de la derecha sobre la crisis, deberá dar un paso fuera del Reino de las Ideas y comenzar a pensar en cómo la izquierda marxista puede conectar con las fuerzas sociales reales.

La indiferencia de los organizadores de la conferencia del Birkbeck hacia la práctica política se refleja en el escandaloso precio de 100 libras por entrada que están cobrando. Esto ayuda a los columnistas de derechas como John Lloyd a rechazar la conferencia caricaturizándola como una panda de profesores envejecidos que hacen propaganda de «una ilusión académica.»

Es una verdadera lástima. Quienes participan en la conferencia, tanto la audiencia como los conferenciantes, son gente seria que ha sido reunida por la preocupación compartida de desafiar al capitalismo. Pero quienes quieran hacer realmente eso no pueden escapar al problema que Marx planteó hace unos cuantos años: el de cómo unir teoría y práctica.

Alex Callinicos es miembro del Socialist Worker Party (SWP) británico, editor del semanario Socialist Worker (www.socialistworker.co.uk) y catedrático de Ciencias Políticas en la Universidad de York.

Traducción para www.sinpermiso.info: Àngel Ferrero