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Sobre el carácter de clase del gobierno de Sebastián Piñera

Fuentes: MPT Comunicaciones

Sumario: Introducción Importancia del tema La organización social. Estado y representación política Por qué y para qué fue elegido Sebastián Piñera Determinación estructural de las clases sociales Clases sociales y fracciones de clase Extracción de clase del presidente, carácter clasista y composición social de su gobierno Estilo de gobierno bajo la presidencia de Sebastián Piñera […]

Sumario:

Introducción

Importancia del tema

La organización social. Estado y representación política

Por qué y para qué fue elegido Sebastián Piñera

Determinación estructural de las clases sociales

Clases sociales y fracciones de clase

Extracción de clase del presidente, carácter clasista y composición social de su gobierno

Estilo de gobierno bajo la presidencia de Sebastián Piñera

Privilegiar implica, también, separar

Sectores que representa el gobierno de Sebastián Piñera

¿Recomposición del Bloque en el Poder?

Consecuencias

Notas  

——–

INTRODUCCIÓN

¿Quién es Sebastián Piñera? ¿Qué representa él, como persona? ¿Qué representa su gobierno? ¿Cómo puede definírsele, tanto a él como a su administración?

Para el sujeto corriente, el gobierno que encabeza Sebastián Piñera es un ‘gobierno de derecha’ y, para los más versados, un ‘gobierno populista’. ‘Gobierno de gerentes’, ha expresado más de un medio de comunicación, al respecto.

Estas afirmaciones no son del todo inexactas, si con ellas se pretende identificar ciertos fenómenos sociales a través de nomotetias [1] . Pero las generalidades no bastan, sin embargo, para definir al gobierno de una nación porque no explican su carácter de clase. Por el contrario, crean una falsa dicotomía que distingue entre los buenos y los malos, los de arriba y los de abajo, los de derecha y los de izquierda, contribuyendo a aumentar la confusión. El establecimiento de un criterio de análisis basado en una suerte de maniqueísmo político, induce, ineluctablemente, a concluir que si el gobierno instalado por la Coalición Por el Cambio es ‘de derecha’, necesariamente ha de calificarse el que pudiera instalar la Concertación como ‘de izquierda’ lo que es, por una parte, irreal y, por otra, real. Es irreal porque no refleja el verdadero espectro social de una nación; y es real porque representa exactamente la ideología del modo de producción capitalista (MPK) que ofrece, apoyado en la teoría de juegos, como únicas opciones para el ciudadano, la existencia de dos bloques partidarios, alternativo el uno del otro, producto de la concentración y centralización del espectro político que, por ello, se adapta a las leyes del mercado. En esas condiciones, es ‘de derecha’ cualquier gobierno de la Alianza Por Chile y ‘de izquierda’ todos los de la Concertación. No hay lugar, en modo alguno, para otras fuerzas o coaliciones [2] .

No nos parece acertado ese razonamiento, pues ignora el carácter de clase de los movimientos sociales. Y el concepto mismo de ‘clase social’. Un hecho sintomático que viene a corroborar nuestras afirmaciones acerca de considerar errónea tal proposición es que, en el caso chileno, quienes se sintieron realizados con los sucesivos gobiernos de la Concertación no fueron, precisamente, los trabajadores, los pueblos originarios, ni aquellos que sufrieron graves atropellos a los derechos humanos; tampoco la gran mayoría silenciosa de la población. Por el contrario. Fue el presidente de la Confederación de la Producción y del Comercio durante el gobierno de Ricardo Lagos, Hernán Sommerville, quien lo hizo, al declarar a la prensa con regocijo:

» Mis empresarios aman a Lagos «.

Reiteramos: esa frase no fue pronunciada por trabajador alguno durante el gobierno del presidente Lagos. Ni bajo el de Patricio Aylwin, de Eduardo Frei o de Michelle Bachelet; tampoco salió de labios de los dirigentes de los pueblos originarios ni de las agrupaciones de derechos humanos. Los gobiernos de la Concertación no representaron jamás los verdaderos intereses de las clases dominadas; fueron tolerados por la población porque no existía otra opción que ella pudiera tomar. Esa circunstancia permite, en cierta medida, explicar el brusco fin que tuvo la era de dicho conglomerado político, y el comienzo de otra, con diferentes actores políticos.

Así, pues, definir el tipo de gobierno actual, determinar su naturaleza, su carácter de clase, constituye un imperativo para el analista, a la vez que una tarea no exenta de dificultades.

IMPORTANCIA DEL TEMA

Definir el carácter de un gobierno, sea éste democrático o de excepción, tiene importancia, sin lugar a dudas; en el último de los casos puede determinar, incluso, la forma de organización que han de adoptar los partidos políticos interesados en ponerle término, para alcanzar sus propósitos.

Tratándose de gobiernos democráticos, la determinación del carácter de clase de un gobierno puede definir el rumbo de las elecciones, pues no sólo facilita la univocidad del mensaje que ha de transmitirse al electorado para conseguir su apoyo o repudio, sino para definir la estrategia que ha de emplearse en tal caso. Y es que, en las elecciones, la mayoría de los electores no vota por cuestiones de principios, sino porque tiene fe en su candidato, y porque está convencida que su elección va a ayudar a superar el estado de postración en que se encuentra ese ente inmaterial que es el país, la nación, la Patria; pocas veces lo hace porque tiene la certeza que tal o cual gobierno va a resolver si no todos sus problemas, al menos los más urgentes. No actúa de modo diferente a como vota quien, dando su apoyo a la oposición, quiere castigar al gobernante que no dio satisfacción a sus aspiraciones, a través del ejercicio del ‘voto castigo’; ni el que vota atendiendo a la ‘pinta’ del candidato, o lo hace porque es ‘guapo’, ‘gente’, o tiene dinero, pues en la mente del elector ingenuo la persona rica, al poseerlo todo, es incapaz de robar. Todo ese gran ejército de votantes pocas veces se detiene a analizar el carácter de clase del gobierno que propicia o al que da su apoyo. La creencia o el sentimiento pueden más que la razón. El mensaje de la propaganda ha de llegar de manera convincente a ese elector que piensa con el corazón.

Determinar el carácter de clase de un gobierno es importante, sin embargo, por otras razones.

1) En primer lugar, tiene importancia, para los que han hecho posible ese Gobierno, es decir, para sus propios partidarios. Porque los gobiernos representan intereses de clase determinados, lo que implica la aplicación de políticas orientadas a beneficiar a uno o más sectores sociales específicos, situación que no siempre se encuentra al descubierto para la gran masa de votantes.

2) En segundo lugar, para quienes son sus opositores, pues éstos van a saber con certeza que ese gobernante jamás va a defender sus intereses, por más que lo asegure una y otra vez en sus discursos. Por lo mismo, podrán determinar quienes, además de sí mismos, saldrán perjudicados con la política del Gobierno; con ellos no les resultará difícil establecer alianzas, pactos o convenios para salir al paso de las iniciativas gubernamentales. Con esos mismos sectores, la oposición podrá establecer una alianza más amplia y de mayor significación como lo es la eventual candidatura de un representante de todos.

En ambos casos, la importancia de determinar el carácter de clase de un gobierno dice relación con la política de alianzas, ésta, a su vez, con la estrategia a elaborar y aplicar para llevar a buen término los cometidos.

Antonio Gramsci, no obstante, sostiene que las clases dominantes, a diferencia de las dominadas, entre otros rasgos, poseen absoluta conciencia de su condición de tales. La importancia de determinar el carácter de clase de un gobierno, a la luz de estas observaciones, sería bastante relativa para los sectores dominantes; no así para los dominados.

En efecto, las clases dominantes tienen conciencia de ser constructoras (y mantenedoras) del sistema de dominación. Saben que basta con la existencia de un gobierno dedicado a administrar el sistema para que éste funcione a la perfección. No se requiere que ese gobierno tenga conciencia de su propio rol; mucho menos que lo tengan sus estamentos inferiores. Y es que, en tanto no exista otro con posibilidades de reemplazarlo, todo sistema funciona, por decirlo así, en forma mecánica, como empujado por la inercia. Queremos decir con ello que no necesariamente los estamentos de un gobierno han de estar conscientes de las propias funciones que deberán cumplir en el ejercicio de sus cargos. Conciencia en el desempeño de funciones no es sinónimo de conciencia de clase. Las clases y fracciones de clase que ejercen la dominación no necesitan esforzarse mucho para lograr sus propósitos; sí deben hacerlo las clases dominadas, que están obligadas a ello: de otra manera no consiguen los cambios sociales en beneficio de ellas. Determinar el carácter de un gobierno, para quien forma parte del mismo es identificar los intereses de clase que ha de defender; y para el adversario político implica desnudar los rasgos del sujeto social contra el cual va a hacer oposición o, lo que es igual, determinar los intereses de clase contra los que ha de enfrentarse.

Esta determinación, sin embargo, no puede hacerse sin el auxilio de la teoría. Lo cual nos obliga a recordar, previamente, algunos conceptos.

LA ORGANIZACIÓN SOCIAL. ESTADO Y REPRESENTACIÓN POLÍTICA

Las sociedades modernas, es decir, aquellas en donde predomina ampliamente el modo de producción capitalista, se organizan bajo la forma de Estado puesto que también aquel es un modo de dominación. El Estado es el conjunto social, sin lugar a dudas, siempre y cuando la cohesión de sus súbditos sea hecha en forma coercitiva; la fuerza física es el elemento central en la construcción de un Estado. Por eso es posible afirmar que el Estado no es sino la organización social mediada por la fuerza.

El modo de producción capitalista es un modo de dominación, un modo en el que coexisten clases sociales, una de las cuales debería conducir en su totalidad al conjunto social. Pero sucede que, bajo el MPK el capital se fracciona en su proceso de rotación; reproduciendo ese fenómeno, también las clases se fraccionan. Y un estamento que se divide es incapaz de dirigir al conjunto social. Por eso, las clases y fracciones de clase dominantes se reorganizan bajo la forma de un bloque que ejerce la plenitud del poder. La estructura así construida se denomina ‘Bloque en el Poder’.

La calidad de ‘sistema capitalista’ que tiene la moderna sociedad le ha sido conferida por el ‘capital’, elemento que no podría generarse si no existiese la doble categoría de compradores y vendedores de fuerza o capacidad de trabajo. Pero esa categoría presupone la realización de un convenio que pone en igualdad de condiciones (formal, por cierto) a quienes participan en él, es decir, a los que compran y a los que venden determinada mercancía que es la fuerza o capacidad de trabajo. Un sistema económico basado en una presunta libertad para comprar y vender no puede sino constituirse, jurídicamente, en una no menos presunta igualdad social que permite a toda la comunidad elegir a quienes han de representarlos en los estamentos políticos de la nación. La participación de los diversos sectores sociales en la dirección del Estado se realiza en virtud de la organización de corrientes de opinión o partidos políticos que tienen como misión la representación de los diversos intereses de clase de los ciudadanos. Las elecciones periódicas, libres, secretas e informadas, para la generación de las autoridades; la existencia de partidos políticos en el carácter de corrientes de opinión, y la división tripartita de poderes (funciones) en instituciones independientes constituyen, pues, el basamento teórico de lo que hoy se conoce como democracia. Salvo que alguien desee elaborar otra definición al respecto.

El sistema democrático de gobierno, en consecuencia, no es sino la forma natural de funcionamiento que adopta el MPK. Cuando esa forma de funcionamiento es amenazada, la democracia se suspende y un régimen de excepción (o dictadura) la sustituye por el tiempo necesario que requiere la supresión de la amenaza.

El sistema democrático funciona con representantes -llamados ‘actores políticos’- que se desplazan por un espacio social cuyo nombre es, por lo mismo, ‘escena política’; el gobierno -parte, también, de esa ‘escena política’-representa la unidad política del Bloque en el Poder.

POR QUÉ Y PARA QUÉ FUE ELEGIDO SEBASTIÁN PIÑERA

A contrario de lo que muchos suponen, no fueron las cualidades del candidato ni, mucho menos, las de la coalición que lo apoyaba, factor determinante alguno de la victoria en las urnas de Sebastián Piñera Echeñique. Por el contrario, el abanderado de la Coalición Por el Cambio jamás destacó por poseer tales atributos; no era una persona interesante, no mostraba mayor capacidad que los demás candidatos ni poseía una atracción personal que le hiciera sobresalir; tampoco los dirigentes de los sectores que lo apoyaban. Es más: no contaba, siquiera, con las simpatías de sus propios partidarios, de gran parte del empresariado ni de los más vastos sectores sociales. Piñera no representaba, incluso, los intereses de quienes integraban su propia base social. Estos antecedentes fueron destacados por nosotros en un documento que entregáramos a la opinión pública en febrero de este año, en donde señalábamos lo siguiente:

» A nuestro entender, más que ganar por méritos propios o de su alianza, pareciera ser que Piñera ganó por la incapacidad de la Concertación de imponer su candidato. Desde este punto de vista, podríamos decir que si el candidato de la Coalición por el Cambio se impuso por sobre su adversario fue porque, en primer lugar, enfrentó a una organización desarticulada, conmocionada por disputas internas, dividida; en segundo lugar, porque esta coalición desorganizada, desunida, había buscado resolver sus contradicciones internas cometiendo tal cantidad de desaciertos que volcó en contra suya a la opinión pública, permitiendo su victoria. Digámoslo de otra manera: las acciones y/u omisiones de la Concertación hicieron que Piñera ganara. Es la única explicación posible a que una ‘coalición por el cambio’ se impusiese sobre su rival sin especificar a qué clase de ‘cambio se refería. Porque tal ‘cambio’ jamás fue definido en profundidad, cuando no fuese referido a los personajes que dominaron la escena política chilena desde 1990 en adelante « [3] .

Fuese lo que fuese, Piñera ganó. Y es, hoy, el presidente de Chile. Representa, en el desempeño de ese cargo, la unidad política del Bloque en el Poder y, a la vez, la unidad política del Estado-Nación.

Sin lugar a dudas, Piñera fue elegido para cumplir ese rol. Es la función que, por encontrarse establecida en forma implícita en el cargo recibido, le corresponde desempeñar a todo presidente. Pero aquello pudo haberlo hecho cualquiera, no solamente él, sino hasta, incluso, un presidente de la Concertación. No obstante, para eso no se realizan las elecciones; también éstas cumplen un rol. A ayudarnos en el empeño de resolver esas incógnitas se nos hace urgente recurrir a la teoría.

DETERMINACIÓN ESTRUCTURAL DE LAS CLASES SOCIALES

Las clases sociales pueden ser determinadas estructuralmente. De la misma manera, esa labor ayuda a determinar los intereses que los diversos sectores, enfrentados en la ‘práctica política’, van a defender. El proceso productivo colabora en tal sentido, pues explica que la primera división estructural separa a los individuos entre compradores y vendedores de fuerza o capacidad de trabajo; luego, en la rotación del capital, separa a los primeros entre industriales, banqueros y comerciantes.

No obstante, como vestigio de modos de producción antiguos persiste aún la clase de los latifundistas o terratenientes que, asimilada al MPK, bajo los sucesivos gobiernos de la Concertación, se fue recomponiendo hasta alcanzar un poder de proporciones. Con la incorporación de este estamento, tremendamente asimilado al modo de producción capitalista como se ha dicho, podemos concebir la siguiente primera estructura de clases para la sociedad chilena:

– la clase terrateniente o latifundista;

– la fracción burguesía industrial;

– la fracción burguesía bancaria; y

– la fracción burguesía comercial

Las clases y/o fracciones de clase pueden volver a dividirse estructuralmente, según el volumen de capital que hayan acumulado, en tres nuevos segmentos que son: grande, mediana y pequeña.

Poca importancia presenta dentro del Bloque en el Poder la defensa del interés de las clases mediana o pequeña en donde una de esas clases o fracciones de clase dominantes ha de imponerse. Así, pues, las luchas que se dan al interior de esa estructura por el entero control de la sociedad, crean un nuevo concepto que es el de hegemonía, es decir, el predominio de todo tipo que una clase o fracción de clase dominante ejerce sobre las otras dentro del Bloque en el Poder con la finalidad de conducir a todo el conjunto social. Esta hegemonía rara vez queda en manos de los medianos o pequeños empresarios que, constantemente, se deben subordinar al interés de los grandes.

No insistiremos al respecto. Nos remitimos, en esta parte, a la clasificación que hiciéramos en otro de nuestros trabajos [4] .

CLASES SOCIALES Y FRACCIONES DE CLASE

En la fase actual de la evolución del SKM, ejerce la dominación la fracción bancaria de la clase de los compradores de fuerza o capacidad de trabajo, en estrecha alianza con la fracción comercial; así ocurre en la generalidad de las naciones del orbe. Se puede decir, con propiedad, que quienes ejercen el control de la sociedad mundial son aquellos que se dedican al comercio del dinero y de las mercancías. La estrecha vinculación que existe entre los países y el sistema mundial hace que en escasas oportunidades pueda imponerse, regional o localmente, algún gobierno que no sea representativo de tales intereses. Así sucede, también, con Chile. El gobierno que se elige no funciona independientemente del sistema mundial. Podemos, por consiguiente, señalar que el gobierno de la Coalición Por el Cambio no es una excepción a la regla mencionada, de la misma manera que tampoco lo fueron los sucesivos gobiernos de la Concertación. A pesar de ser gobiernos diferentes.

En la clase de los compradores hay, pues, sectores que se dedican a la producción de plusvalor, y sectores que lo hacen sólo para comercializarlo o transferirlo a otros. En general, estos sectores están vinculados a otros modos que complementan el modo de producción, a saber, modo de distribución, modo de cambio y modo de consumo. Porque en los sectores que realizan tales modos, dentro de la nueva fase que recorre la evolución del sistema, se ha ido concentrando el control social y la acumulación capitalista.

Los diversos estamentos de una sociedad se encuentran representados, en la escena política de la nación, a través de partidos que pueden hacerlo tanto natural como espuriamente. Representan naturalmente a los sectores dominantes aquellas organizaciones políticas conducidas e integradas, preferentemente, por individuos que pertenecen a los estratos cuyos intereses están empeñados en defender; lo hacen espuriamente las organizaciones políticas cuyos dirigentes no pertenecen a la clase cuyos intereses defienden.

En Chile, la defensa del interés de todo el empresariado y, en especial, el interés del gran capital, se encuentra, doctrinariamente, en manos de las organizaciones Unión Demócrata Independiente UDI y Renovación Nacional RN; la defensa del interés del empresariado y, en especial, de los capitales medianos y pequeños, es realizada por varias organizaciones que son el Partido Demócrata Cristiano PDC, el Partido Radical Social Demócrata PRSD, Chile Primero y Partido Regionalista Independiente PRI. Sin embargo, en la práctica, también se han planteado como defensores de esos intereses los Partidos Socialista PS y Partido Por la Democracia PPD. En estricta doctrina, la defensa de los sectores asalariados debería estar a cargo de los Partidos Socialista PS, Por la Democracia PPD, Humanista PH y Comunista PC. Sin embargo, ello no siempre sucede. Y es que las clases sociales no constituyen categorías estables, rígidas, sino se realizan en la llamada ‘práctica política’; según sea la actitud que adopten frente a la defensa del interés del capital -y, particularmente, frente a la clase o fracción de clase dominante dentro del Bloque en el Poder- se presentarán en el carácter de clase reinante, mantenedora o apoyo [5] . A menudo, los sectores sindicales, cuando dependen económicamente de la ayuda que reciben del gobierno de turno, pierden su independencia, transformándose en los más fieles sostenedores del sistema; adquieren el carácter de clase apoyo, en su caso, como lo hizo permanentemente la Central Unitaria de Trabajadores CUT durante los gobiernos de la Concertación.

EXTRACCIÓN DE CLASE DEL PRESIDENTE, CARÁCTER CLASISTA Y COMPOSICIÓN SOCIAL DE SU GOBIERNO

Sebastián Piñera Echeñique proviene del sector que, comúnmente, se acostumbra a denominar ‘clase media alta’, forma usual, corriente, de definir a la burocracia estatal y particular, en donde se hermanan funcionarios de gobierno y factores de comercio o altos jefes de empresas o servicios, tanto públicos como privados. Todos ellos, si se les analiza estructuralmente, pertenecen al estrato de los vendedores de fuerza o capacidad de trabajo (embajadores, ministros, jefes de servicio, jefes de empresas privadas, en fin); no si se les enfrenta a la ‘práctica política’: en ésta subrogan al comprador de fuerza o capacidad de trabajo, se colocan en su lugar y realizan su interés, sea aquel el Estado o el empresario particular. Actúan en el carácter de clase reinante o mantenedora; se hacen, por vocación, ‘compradores’ de fuerza o capacidad de trabajo.

Procede, Piñera, de una típica familia democratacristiana, de ex servidores del Estado [6] ; él mismo es de defensor de tales ideas. No por algo intentó atraer a todos los sectores vinculados a esa colectividad que manifestaban su disconformidad con la línea de la Concertación y de su candidato Eduardo Frei Ruiz-Tagle.

Es hoy, sin embargo, por sus actos y riqueza, parte de la gran burguesía nacional fuertemente vinculada o ligada a la gran burguesía internacional; dentro de ella, pertenece a la gran burguesía bancaria (financiera) y a la comercial. Su fortuna se origina en disputas con los propios sectores del empresariado, especialmente con Ricardo Claro a quien, a través de discutibles maniobras, le ganó el negocio de las tarjetas de crédito. Piñera estuvo mezclado en operaciones un tanto oscuras -como la del Banco de Talca-, que le significaron enfrentarse con sus rivales ante los tribunales; participó en un escandaloso asunto de descrédito a la senadora Evelyn Matthei, y no ha tenido escrúpulo alguno en negar públicamente haber adquirido empresas a través del uso de información privilegiada (hubo escándalos en los casos de ENERSIS y LAN). Jamás ha vuelto a referirse al inexplicable rapto de su hijo a manos de sujetos (‘tíos’), presuntamente vinculados a la ex CNI, oficialmente vinculados al llamado ‘Piñeragate’, caso de espionaje telefónico que puso fin a sus aspiraciones presidenciales a principios de la década de los 90, aunque algunos analistas suponen cierta vinculación entre este hecho y el conflicto de intereses que tuvo con Ricardo Claro. Consultado, en 2009, sobre el particular por reporteros de ‘El Periodista’ acerca de la presunta participación de miembros de las Fuerzas Armadas en el hecho, no negó tales afirmaciones, sino se limitó a expresar:

» Es un tema de verdad que prefiero no hablar, porque produce mucha inquietud y angustia a mi familia » .

Se estima, además, que sus expresiones respecto de la senadora y el asunto de las tarjetas de crédito con Ricardo Claro hayan sido el detonante de su rompimiento con la Unión Demócrata Independiente, organización a la que pertenecían tanto la senadora Matthei como el empresario Ricardo Claro.

Piñera es, hoy, gran burguesía. Representa naturalmente a todo aquel sector en su persona y, por ende, a sí mismo.

La generalidad de los ministros y subsecretarios, jefes de empresas y de servicios e intendentes que componen su gobierno no son personas diferentes a él: provienen de las grandes empresas y consorcios financieros o comerciales; también quienes han quedado en los directorios de las empresas del Estado o en su dirección. No se trata de sujetos cualesquiera. Por el contrario: son individuos que se desempeñaban, antes de asumir sus nuevos cargos, en el carácter de gerentes, presidentes de empresas o consorcios empresariales, directores ejecutivos o dueños de las mismas. Tal circunstancia les hacía acreedores al privilegio de rentas bastante altas al momento de asumir sus respectivos cargos gubernamentales. Es muy probable que las remuneraciones fijadas para las nuevas funciones que hoy desempeñan, inferiores a las que gozaron durante el período al servicio de la empresa privada, sean elevadas, situación que llenará de gozo a cualquier gobierno que suceda al actual; puede, también, que ello no ocurra en forma abierta, sino de manera indirecta a través de aumentar el monto de las granjerías establecidas para ellos o de crearles otras nuevas. La procedencia de todos esos sujetos hará inevitable que, en el desempeño de sus cargos, muestren una actitud benevolente en cuanto a facilitar los negocios de los particulares con los organismos del Estado y a acelerar la privatización de algunos servicios, entre otros, centros asistenciales y hospitales, y sectores del transporte (principalmente, los ferrocarriles) que aún permanecen en manos del Estado. Queremos decir que la velocidad para la realización de este tipo de operaciones aumentará con respecto a la que existía bajo los mandatos anteriores. En cuanto a quién se adjudicarán esos servicios, está de más decir que no será a grupos de trabajadores ni a eventuales cooperativas. El robustecimiento de los sectores sociales que representan, es decir, la gran burguesía bancaria y comercial ligada al gran capital internacional, marchará en armonía con el robustecimiento del capital. Raras veces realizarán actos ilícitos en torno al empleo de fondos públicos para uso particular o personal; el gobierno de Sebastián Piñera está compuesto de grandes predadores, no de gatos de campo. Hay diferencias al respecto.

ESTILO DE GOBIERNO BAJO LA PRESIDENCIA DE SEBASTIÁN PIÑERA

A diferencia del gobierno anterior, que se apoyaba fuertemente en la representación política, es decir, en los partidos políticos integrantes de la alianza que hizo posible la victoria electoral, el de Sebastián Piñera está caracterizado por un fuerte sello o estilo personal, en donde esos partidos juegan un rol más bien secundario: quien decide, a escala nacional, es el presidente; quien lo hace a escala local, es el ministro, subsecretario o intendente, en su caso. El propio primer mandatario no solamente tiene la honestidad de reconocerlo, sino persevera en esa forma de actuar:

» A mí me gusta enfrentar los temas, encarar las cosas inesperadas, pero reconozco que tengo que hacer un equilibrio entre lo que es mi esencia, que no la voy a cambiar, con lo que es la solemnidad del cargo de Presidente « [7]

Esto no es una novedad: también el estilo de Ricardo Lagos fue de este carácter. Por lo demás, la constitución heredada del régimen militar así lo establece: el país ha de gobernarse como si se tratara de una empresa en donde el gerente es el presidente de turno. Lo que sucede es que este rasgo se destaca con mayor fidelidad hoy, bajo la nueva administración. Además, hay un hecho adicional al que nos referiremos más adelante: el gobierno de Sebastián Piñera no es el gobierno de la Coalición Por el Cambio.

La adopción del estilo personal, sin embargo, no está exenta de dificultades, pues la imagen de un mandatario puede verse seriamente deteriorada si comete desaciertos y nadie se los representa. El periódico ‘El Mercurio’ pudo constatarlo al consultar a otras personalidades sobre el particular.

«[…] la mayoría expresa sus presunciones de que el estilo autónomo de Piñera impide que acate todos los consejos de sus asesores […]» [8]

Y, en otra parte, al referirse a sus exabruptos:

«Los desaciertos ocurrían principalmente cuando se le da espacio de improvisación como cuando dio vida a Robinson Crusoe» [9]

La autonomía se transforma, a menudo, en fuente de conflictos cuando se ignora la trascendencia que un conglomerado social tiene en la generación de una autoridad. El gobierno de Sebastián Piñera no ha estado exento de este tipo de dificultades.

» La obsesión del Presidente por mostrar independencia de los partidos a la hora de designar a las autoridades de su administración está generando inquietud en el sector « [10] .

La administración Piñera presenta otro rasgo interesante que es el de gestión. En términos empresariales, cuando se habla de gestión se habla de realización, de ejecución. Esto no es casual. Durante toda la campaña electoral los sectores que apoyaban a Piñera intentaron desprestigiar a la Concertación acusándola de ‘falta de gestión’, es decir, no realizar las obras, de no terminarlas a su debido tiempo y de haber transformado al Estado en un inmenso bolsón de trabajo para ‘operadores políticos’.

Uno de los más entusiastas defensores de la gestión ha sido el ministro de Transportes Felipe Morandé quien, ya desde la tribuna que se le diera en el programa ‘Tolerancia Cero’, de ‘ChileVisión’ (empresa de televisión del propio presidente) no cesaba de repetir ese mensaje.

Gestión implica, no obstante, ejecutar las tareas empeñadas dentro de un plazo determinado. Cumplir con lo aseverado dentro del plazo. No implica hacerlo bien. Lo que interesa es realizar. Dejar establecido que se ha actuado oportunamente ante una circunstancia o un hecho. La entrega de las mediaguas a los damnificados por el terremoto y posterior tsunami se realizó dentro del plazo fijado para ello. De la misma manera sucedió con la puesta en funcionamiento de los colegios y universidades, luego de la catástrofe telúrica. Ambas tareas, si bien se cumplieron en los plazos estipulados, se realizaron con discutible eficiencia.

Gestión significa cumplimiento de las promesas electorales. Probablemente, esto se lleve a cabo. Pero no en la forma que el elector cree sucederá. Así, por la vía ejemplificativa, si bien es cierto que Sebastián Piñera prometió establecer el salario mínimo ético de 250 mil pesos, defendido por la jerarquía eclesiástica, en la práctica ello implica encarecer la mano de obra y transformar a Chile, para el inversionista extranjero, en un país no rentable; de hecho, tal promesa ha sido modificada: no se habla, así, de un ‘sueldo mínimo ético’, sino de una ‘renta familiar ética’ por el mismo monto, lo que ya no es igual. Algo similar sucede con la promesa de suprimir el impuesto del 7% de FONASA para los jubilados. Eliminar un impuesto de esa categoría, en las actuales circunstancias, implica liberar dinero que puede contribuir a aumentar la inflación y a debilitar el sistema de salud, de por sí bastante deteriorado. Entonces, para evitar la crítica opositora, es probable que el gobierno cumpla con las promesas, pero a largo plazo, en el tiempo futuro y por etapas, de tal manera de hacer realidad la divisa propia de la gestión: ‘un gobierno que cumple’.

Desde este punto de vista, se explica que ciertos medios de comunicación hayan empleado la expresión ‘gerencial’, en el carácter de metáfora, para identificar al gobierno de Sebastián Piñera, pues la administración de la nación presenta un fuerte rasgo empresarial, en tanto los altos cargos gubernamentales, en su inmensa mayoría, son desempeñados por sujetos pertenecientes al sector de las rentas más elevadas de la empresa privada (gerentes, presidentes de directorios y directores ejecutivos).

PRIVILEGIAR IMPLICA, TAMBIÉN, SEPARAR

El nuevo gobierno pareciera revelar variaciones en la composición del Bloque en el Poder con respecto de aquel que existía durante los anteriores gobiernos de la Concertación de Partidos Por la Democracia, pero no es así. La clase o fracción de clase dominante que ejerce la hegemonía al interior de ese Bloque sigue siendo la misma (gran burguesía bancaria aliada a la gran burguesía comercial). La única diferencia es que, bajo la nueva administración, se restringe en cierto aspecto la influencia de la burguesía bancaria nacional a favor de la internacional y disminuye la ingerencia que parecían tener ciertos sectores industriales. Esto es importante. Porque el gobierno de Sebastián Piñera, en virtud de ello, puede no ser considerado como ‘gobierno de la Coalición Por el Cambio’, sino uno de tipo personalista, autónomo, independiente, pues no representa el carácter de dicha alianza.

En efecto, la Unión Demócrata Independiente UDI y Renovación Nacional RN, si bien privilegian a la gran burguesía bancaria en alianza con la gran burguesía comercial como sectores hegemónicos dentro del Bloque en el Poder, representan naturalmente a TODO el empresariado, no a un sector del mismo, como lo hace el gobierno de Sebastián Piñera. Por su parte, tanto el Partido Regionalista Independiente PRI como Chile Primero se organizaron para representar a los sectores medios y pequeños del empresariado nacional que han sido, precisamente, los primeros en ser desplazados de la atención gubernamental. Mal podría decirse que el gobierno de Sebastián Piñera los representa.

Los sectores más lúcidos de la UDI, encabezados por Joaquín Lavín (a pesar de desempeñarse en el carácter de ministro de Educación) y Pablo Longueira, sin dejar de reconocer la importancia de la gran burguesía bancaria como fracción dominante al interior del Bloque en el Poder, siempre defendieron a la totalidad del empresariado y no solamente a un sector suyo. Por eso se autocalificaron de ‘aliancistas-bacheletistas’ y no de simplemente ‘aliancistas’. Reconocían, en el fondo, el manejo impecable que la Concertación hacía en cuanto a la protección del interés del empresariado en su conjunto. No de modo diferente se manifestaron, también, algunos sectores de Renovación Nacional, respecto de los sucesivos gobiernos de la Concertación.

En este sentido, no está de más recordar la actitud del gobierno en torno a la asignación de recursos fiscales para las grandes empresas distribuidoras con ocasión del terremoto. Justifica con creces que, en la práctica, se haya retirado el PRI de la Coalición, y que el 19 de mayo pasado expresara, molesta, Alejandra Sepúlveda, militante de esa colectividad y presidenta de la Cámara de Diputados:

» No tenemos pretensión ni interés de hacer alianzas con el gobierno «.

¿A qué se debe esa actitud si no a una evidente falta de representatividad? Fernando Flores, ex mapucista, ex ministro del Presidente Allende, senador, empresario, militante y organizador del partido Chile Primero, que apareciera públicamente apoyando al entonces candidato de la Coalición, a poco de instalado el gobierno, rechazó terminantemente toda posibilidad de participar o colaborar con aquel. No ha ocurrido de manera diferente con otros dirigentes empresariales. Hernán Sommerville, que se desempeñara como presidente de la CPC durante la era de Ricardo Lagos y, posteriormente, presidente de la Asociación de Bancos, declinó sorpresivamente ser designado embajador de Chile en China, en el curso del presente mes, lo que produjo honda repercusión dentro de los círculos empresariales y en el propio Gobierno.

SECTORES QUE REPRESENTA EL GOBIERNO DE SEBASTIÁN PIÑERA

Con Sebastián Piñera llega al gobierno de la Nación el sector más hambriento de plusvalor que existe dentro de la sociedad chilena, su segmento más voraz. Este conjunto social, cuyos intereses dominan al interior del Bloque en el Poder, odia el trabajo productivo. Jamás instalaría una industria por los problemas que le acarrea, entre otros: mantener existencia de materias primas, instalar galpones, maquinarias, bodegas, guardar productos elaborados, transportarlos, lidiar con obreros organizados en sindicatos, en fin; por el contrario, prefiere acumular cifras, guarismos, cantidades, y desplazarlas digitalmente, a cualquier lugar, por sobre la superficie del planeta. Este sector es el que se dedica al comercio del dinero; constituye lo que algunos, siguiendo las enseñanzas de Hilferding, denominaron -y denominan- ‘burguesía financiera’ y que, sin embargo, es la gran burguesía bancaria, simple guardiana y administradora de plusvalor acumulado. Esta fracción de clase no produce dicho plusvalor sino lo transfiere, ocupa o maneja en calidad de préstamo a interés; vive, por consiguiente, parasitariamente, del trabajo ajeno.

Pero, cuidado. No todo el sector de los usureros y comerciantes del dinero ingresa con el nuevo gobierno a privilegiar sus intereses dentro del Bloque en el Poder sino, preferentemente, el sector internacional y los sectores nacionales ligados a éste.

En dicho segmento social se puede encontrar a los creadores y propagadores del dinero cibernético (tarjetas de crédito), actividad a la que es aficionado el propio primer mandatario, como lo señaláramos en las páginas precedentes [11] , a través de las empresas Bancard Inversiones e Inversiones Bancorp [12] ; también en este grupo se encuentran las financieras, las casas de cambio, las instituciones aseguradoras y las bolsas de valores.

Hay, no obstante, algo más. Una de las características del MPK es que numerosas actividades que el ser humano realiza en su condición de tal como lo son esparcimiento, recreación, diversión o vinculación con los demás, se manifiestan en el carácter de actividades mercantiles. Algunas de ellas han llegado a convertirse en grandes empresas comerciales. Entre estas cabe señalar a los clubes deportivos, las empresas de comunicación, los consorcios hoteleros, las empresas de transporte marítimo, terrestre y aéreo, sea que se trate de personas o de cosas. Los intereses de todas ellas se encuentran ampliamente representadas por el gobierno de Sebastián Piñera, toda vez que es él mismo (o algunos de sus ministros) quien ejerce sobre ellas el derecho de propiedad, personalmente o por interpósita persona. Así, por ejemplo, sucede con el transporte aéreo de personas (LAN), la televisión (Chile Visión), el deporte del fútbol (Colo Colo), también entre otras. Los grandes consorcios hoteleros internacionales, algunos centros de estudios superiores (Universidades), las ISAPRES, los grandes almacenes y centros comerciales y, fundamentalmente, el sector de la construcción o, lo que se ha dado en denominar ‘industria de la construcción’ se encuentra fuertemente representado por el nuevo gobierno, donde el propio presidente tiene interés. No olvidemos que el primer mandatario era accionista del edificio ‘Geocentro’, de la calle Amunátegui, que resultó deteriorado con el terremoto. Por su lado, el intendente de Santiago, Fernando Echeverría era dueño de la empresa Echeverría Ingeniería, dueña de dos edificios en Concepción y uno en Santiago, que resultaron con severos daños estructurales luego del megasismo. También participa del negocio inmobiliario el intendente de Maule Rodrigo Galilea quien, a través de la empresa de su propiedad ‘Galilea S.A., construyó la Villa Galilea de Curicó, y cuyas casas se agrietaron durante el sismo provocando fuertes protestas [13] .

¿RECOMPOSICIÓN DEL BLOQUE EN EL PODER?

No hay, entonces, recomposición alguna del Bloque en el Poder, sino intensificación en torno a la protección del interés de la fracción hegemónica del mismo, a saber, la gran burguesía bancaria aliada a la gran burguesía comercial. Existe, por consiguiente una leve disminución en la importancia que se asignara a la gran burguesía industrial, a la banca nacional y al latifundio, lo que genera descontento en esos sectores. Esto es tanto más notorio cuanto la propia prensa, que debería ser incondicional del mandatario, es la que promueve y propaga sus chascarros y dislates. No olvidemos que fue el periódico ‘Las Últimas Noticias’ quien dio a conocer el lapsus presidencial en donde confundió los vocablos ‘maremoto’ con ‘marepoto’ , dando pie a que, como se hizo con el presidente George Walter Bush, algunas personas comenzaran a organizar una página en Internet dedicada a los ‘piñerismos’ [14] .

Entonces, si nada ha sucedido en cuanto a la composición del Bloque en el Poder ¿por qué se reemplazó al gobierno de la Concertación por otro? ¿Qué hizo posible ese cambio, más allá de toda otra consideración teórica? La respuesta parecería estar en lo que se ha dado en denominar ‘autonomía relativa del Estado’. Tal vez. Sin embargo, pareciera ser más acertado buscar tal explicación en el principio de autorregulación de los organismos, principio que emplea con éxito la teoría del juego. De acuerdo con ésta, un sistema que acepte sólo dos grandes bloques políticos que estén disputándose, periódicamente, el gobierno de una nación, establece un equilibrio social que, además, implica ‘ahorro’, pues las autoridades no se desgastan en tratar con multitud de ‘títeres estratégicos’, sino con grandes coaliciones. Pero en el ejercicio del gobierno, esos bloques experimentan ciclos cuya vida puede prolongarse en tanto cumplan con eficiencia la función social que les fue asignada. Cada cierto tiempo, esa función social ha de medirse socialmente, el período eleccionario se hace presente y, entonces, los bloques se enfrentan en un juego suma cero en donde uno gana, lo que el otro pierde. Cuando el bloque gobernante no cumple con las expectativas de la sociedad, entendida ésta como expresión de las clases dominantes, se produce la ‘alternancia’, su ciclo se acaba para permitir el comienzo de otro: un nuevo bloque accede al mando de la nación, en tanto el bloque gobernante es desplazado. El equilibrio social se mantiene en una oscilación constante.

Un gobierno, entonces, no cambia, necesariamente, porque cambia la composición del Bloque en el Poder, sino porque el conjunto social estima necesario corregir determinadas prácticas. Porque el juego electoral está basado en la actitud del elector corriente, no el que estudia los comportamientos de clase. Las mayorías están compuestas de electores corrientes que ven acciones censurables en el comportamiento de los agentes políticos de acuerdo a la cultura impuesta por las clases dominantes. En el caso chileno, la DC se había transformado, precisamente, en el partido Radical de los años 50 que ella misma incitara a desplazar del gobierno por corrupto. Tales prácticas se estaban extendiendo peligrosamente a otros partidos de la coalición como el Socialista y el Por la Democracia.

La Concertación , así, no fue marginada del gobierno de la nación porque hubiere equivocado su misión de realizar el interés de la fracción hegemónica del Bloque en el Poder. Por el contrario, fue una labor que cumplió a las mil maravillas. La razón de su derrota estriba en que traicionó la confianza que esa fracción hegemónica había depositado en ella, dedicándose a realizar en beneficio propio toda clase de actos ilícitos bajo la excusa de ayudar a los sectores más desposeídos. Digámoslo de modo más directo: porque se dedicó a vaciar las arcas fiscales en beneficio de la dirigencia de los partidos que conformaban la alianza.

Bajo los sucesivos gobiernos de la Concertación, si bien es cierto la fracción de clase que dirigía hegemónicamente al conjunto de clases y fracciones de clase dominantes dentro del Bloque en el Poder era la gran burguesía bancaria tanto nacional como internacional, no es menos cierto que el trato hacia ambos segmentos era igualitario. Del mismo modo, la industria nacional -agropecuaria, extractiva (minera), papelera o forestal y de exportación de productos semi elaborados-, también participaba activamente en el Bloque en el Poder y gozaba de ciertos privilegios.

Bajo el gobierno de Sebastián Piñera, ese equilibrio se ha roto. La industria ya no tiene la consideración de los gobiernos anteriores cuando no sea la ‘industria de la construcción’, en tanto asumen la conducción hegemónica del Bloque en el Poder la gran burguesía bancaria internacional y el sector financiero nacional más estrechamente ligado a aquella. La especulación ha podido llegar, así, a su apogeo.

CONSECUENCIAS

Las afirmaciones precedentes pueden explicar, en gran medida, las disputas entre los partidos que conformaron la alianza denominada Coalición Por el Cambio o, lo que es igual, las contradicciones entre los sujetos políticos partícipes de esa coalición; explican, en consecuencia, las contradicciones al interior de esos mismos partidos.

Por otra, pueden explicar, también, las contradicciones que se dan al interior de la propia Concertación de Partidos Por la Democracia, que buscó representar a todo el espectro empresarial del país para arrancarle, como producto de ello y en beneficio de los sectores sociales más empobrecidos, mezquinas conquistas económicas.

Pero, tal vez, lo más importante de ellas es que contribuyen eficazmente a definir el carácter de clase del Gobierno; consecuentemente, desvela las bases sociales y políticas que le sirven de apoyo. Para quienes son sus opositores desnuda la fortaleza (o debilidad, en su caso) de la coalición que le sirve de sostén. Y, más, aún, ayuda a fijar la política de alianzas para los sectores opositores, a la que no nos referiremos en esta oportunidad por razones obvias. Los conceptos han sido ya entregados. Corresponde a los actores sociales su empleo para ese cometido, entre otros, partidos políticos, organizaciones de base, agrupaciones, instituciones, sindicatos. Como los testigos, en la fábula de Esopo, de una hazaña que puede o no realizarse, preferimos repetir, con Karl Marx:

«Hic Rhodus, hic salta» [15] .

Estocolmo, julio de 2010

NOTAS:



[1] Nomotetias, expresiones pertenecientes a las ciencias de la naturaleza, que buscan estudiar procesos causales e invariables. Las ciencias cuyo objeto es el estudio de los sucesos cambiantes, como la Economía, el Derecho o la Historia, son ciencias idiográficas. Nota de la edición del Blog Mapu en la Lucha.

[2] El parlamentario socialdemócrata italiano Norberto Bobbio escribió un libro que lleva por título ‘Derecha e izquierda’, destinado a defender el carácter de ‘categoría’ de tales palabras, aduciendo que poseen un peso conceptual de proporciones.

[3] Acuña Asenjo, Manuel: «¿Por qué ganó la Coalición Por el Cambio las elecciones presidenciales en 2010?», publicado en febrero de 2010.

http://www.continente.nu/artiklar/artikelpost.cfm?show=2645&sammaKategori=A

[4] Acuña Asenjo, Manuel: «La rebelión de los trabajadores forestales», Editorial Senda/Senda Fö rlag I Stockholm, Stockholm, 2009.

[5] Véase de Nicos Pulantzas su obra «Poder político y clases sociales en el Estado capitalista».

[6] En la Democracia Cristiana coexisten elementos de ideas bastante liberales como, asimismo, conservadoras. La familia del presidente no es una excepción: ha contado con religiosos, como el obispo Bernardino Piñera; ex servidores de la dictadura, como el ex ministro de Economía de Pinochet, José Piñera; personajes del mundo frívolo o del espectáculo como Miguel Pîñera, etc.

[7] Sepúlveda, Eduardo: «Reconozco que tengo que hacer un equilibrio»… ‘El Mercurio digital, 18 de julio de 2010.

[8] Muñoz, Guillermo: «Seis mandamientos para cuidar la imagen presidencial», ‘El Mercurio digital’, 11 de julio 2010.

[9] Muñoz, Guillermo: Id. (6).

[10] Arenas, Claudia: «La soterrada molestia que recorre a la derecha por nombramientos de Piñera», ‘El Mostrador’, 15 de marzo de 2010. http://www.elmostrador.cl/noticias/pais/2010/03/15/la-soterrada-molestia-que-recorre-a-la-derecha-por-nombramientos-de-pinera/

[11] Agencia EFE: «Piñera declara 10,5 millones dólares…», ‘El Mostrador’, 11 de abril de 2010.

http://www.elmostrador.cl/noticias/pais/2010/04/11/pinera-declara-105-millones-dolares-en-titulos-y-participacion-en-32-firmas/

[12] Radio Cooperativa: «Las 25 sociedades en que participa indirectamente Sebastián Piñera», información de 11 de abril de 2010, www.cooperativa.cl

[13] Skoknic, Francisca y Figueroa, Juan Pablo: «Los vínculos de Piñera con las empresas de los edificios dañados: los hombres del Presidente», www.ciperchile.cl, De acuerdo con este artículo, los vínculos se extienden a otras personas como Carlos Alberto Délano, José Cox, Ricardo Bachelet, entre otros.

[14] Con ocasión a su vista a la isla ‘Robinson Crusoe’, del archipiélago Juan Fernández, luego del tsunami que afectara a la población, confundió Piñera el nombre del marino inglés Alexander Selkirk con el del personaje de la novela de Daniel Defoe dándole vida a este último. En la inauguración de la Feria del Libro, rindió homenaje a los escritores fallecidos, incluyendo el de Nicanor Parra, que goza aún de buena salud. En el discurso del 21 de mayo pasado, manifestó su voluntad de hacer crecer a Chile de la misma manera que Checoslovaquia, país que no existe desde principios de la década de los 90; al mismo tiempo, y refiriéndose al éxito económico chileno, manifestó la conveniencia de consultar a los chilenos sobre el particular quienes’más que protagonistas, hemos sido testigos’. De visita en España para participar en la Cumbre Latinoamericana, manifestó haber recomendado al primer ministro español José Rodríguez Zapatero seguir ‘ la receta de «hacer dieta y ejercicio» porque tiene el problema del «sobrepeso»‘. Sus últimos desaciertos fueron con motivo del Campeonato Mundial de Fútbol, donde no sólo se dirigió a despedir a la selección chilena y trató de ‘loco’ a su entrenador, sino declaró estar contento por los triunfos de Chile sobre «Honduras y Grecia», países con los cuales jamás había de enfrentarse. El entrenador chileno estaba furioso, no sólo por el trato del presidente hacia su persona, sino porque había solicitado al Colo Colo, en ese entonces intervenido por Gabriel Ruíz-Tagle, incluir para la selección chilena algunos de sus jugadores, recibiendo una negativa del interventor. Ruíz-Tagle fue nominado Subsecretario de Deportes por Piñera.

[15] Carlos Marx utilizó varias veces esta expresión, refiriéndose a la actualización de las palabras de Esopo en unas de sus fábulas. «Contaba éste que ante un auditorio de ciudadanos, un fanfarrón presumía de que cuando estaba en Rodas había hecho proezas atléticas sin cuento; sobre todo en el salto. Uno de los oyentes, harto de tanta verborrea le increpó: Aquí está Rodas, salta aquí. La enseñanza está clara, en vez de hablar, hazlo ahora; te toca demostrar en la práctica lo que blasonas en discursos y peroratas» (Citado en Blog de Julio Anguita,

http://larepublica.es/firmas/blogs/index.php/julioanguita/2009/02/28/hic-rhodus-hic-salta). Nota de la edición del Blog Mapu en la Lucha.