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Sobre el Estado colombiano y el extractivismo progresista

Fuentes: Rebelión

Uno de los más serios problemas que, en el momento actual, afronta la Izquierda marxista y las organizaciones que se reclaman “revolucionarias”, es la carencia de una caracterización adecuada de la “forma Estado” que rige en Colombia.

 Una pesada herencia de la ideología escolástica dominante sobre las clases subordinadas y explotadas, ha sido precisamente esa; la de describir parcialmente el fenómeno o incluso velar mediante el lenguaje (las más de las veces muy pomposo) la esencia contradictoria del fenómeno coyuntural e histórico a definir.

Hay múltiples caracterizaciones y categorizaciones de la forma actual del Estado colombiano: Desde la tradicional caracterización del “Estado oligárquico, burgués terrateniente, lacayo del Imperialismo” formulada muy adecuadamente en el siglo pasado, pasando por el “Democracia Genocida” con el que se pretendió también definir el terrorismo de Estado (de claro fondo fascista) a comienzos de este siglo, o el de “neoliberalismo autoritario de un Estado fallido tomado por el narcotráfico ” (que los opinólogos socialdemócratas denominaron “Democracia Incompleta”).

Pero fue hasta el año 2009, cuando la potente Tesis de la sociología Vilma Liliana Franco, describiera con detalle y definiera la característica del bloque de Poder dominante como una alianza política hegemónica, multiclasista y de gran espectro, cuyo cemento ideológico es la doctrina imperialista  vigente de la “contrainsurgencia fascista ”  y, estableciera en firme el concepto grande, innovador, dinámico y sobre todo integrador, de los  conceptos de fascismo, contrainsurgencia e Imperialismo en una sola categoría más amplia e incluyente de Bloque de Poder Contrainsurgente (BPCi) dominante, cuando empezó a discutirse seriamente en algunos sectores ( desafortunadamente con escaso eco y hasta marginales) el asunto relacional del Estado hegemónico en Colombia.

Entonces vino la otra vuelta de la tuerca, y según la preponderancia política o mediática de alguno de las fuerzas participantes en aquel Bloque de Poder, empezó el rebanamiento y la reducción de la categoría propuesta por la socióloga Franco: Aparecieron definiciones cuasi-adecuadas como “Narco Estado” que ha hecho carrera internacional dada la estigmatización universal que tiene el narcotráfico. También leímos la referencia a Colombia con el término de “Estado Paramilitar”, o con la mixtura de “Estado- Narco-Paramilitar”, o la risible maraña de “Estado colombiano semi cuasi fascista.

 Incluso, yo mismo alcance a plantear el término no del todo oportuno de “Estado Fascista Contrainsurgente”. No me autocrítico sino reconozco las dificultades que describo en la asimilación adecuada de la categoría establecida por Vilma Liliana.

Un mal diagnóstico (aprendí como regla de oro en mis estudios de medicina) lleva a una inadecuada terapéutica, para no decir remedio. Y en eso estamos.

En fuerzas políticas que se reclaman marxistas y hasta revolucionarias que por no tener un adecuado concepto de la correlación de clases ( la  Hegemonía revestida de Coerción de Gramsci) que define a un Estado capitalista Moderno al que enfrentan, pues como el niño de la piñata, dan golpes al aire vacío.

 ¿Es nuestro único blanco, la corrupción y la descomposición ético moral generalizada que impuso el Narco como cultura política y ético moral?

¿Resolvemos el problema colonial de la dependencia a las exportaciones y que en la fase actual del imperialismo neoliberal global se llama “extractivismo minero-energético”, con más extractivismo pero ahora de izquierda y con otro nombre?

¿Se resolverá el problema de fondo o estructural de Colombia con el gatopardismo latinoamericano descrito por el excelente escritor brasileño Rubem Fonseca en su atractiva novela Agosto (1) donde en una muy buena mezcla de ficción, intriga e historia; según Darcy Ribeiro, el conocido antropólogo y ministro de educación del derrocado gobierno de Joao Gulart, Fonseca escribe en un muy bonito idioma, una versión de la muerte del populista Getulio Vargas en Agosto de 1954, pero favorable a “ seu amo   Galloti, o testa de ferro da Light a quem interessaba impedir que Getulio consumase a creación de Electrobrás”  y, que  su reemplazo en la presidencia de Brasil continuase indefinidamente un Vaguísimo sin Vargas bajo el famoso refrán y que Fonseca escribe así:

..” Meu filho. Os franceses que são um povo inteligente, inventaram esta máxima perfeita, que quanto mais velha, mais verdadeira: plus ça change, plus c’est la même chose (y que se puede traducir libremente como: “cuanto más cambian las cosas, más siguen siendo la misma cosa”). Página 270 edición en portugués citada.      

O….

¿Remediamos el asunto leve del Narco Paramilitarismo y de los criminales de guerra Estatales y el porrazo que nos da su Impunidad vigente, solo con una justicia de espectáculo, de linchamientos mediáticos (palabra afortunada que tiene su origen en míster Charles LYNCH, juez de Virginia EEUU, en el siglo XVIII), y con fallos de altas cortes que no van más allá del dictaminen y de los escritos del medio periodístico?

 Tal como ha quedado plenamente demostrado, con las recientes denuncias sobre el muy condecorado e impune General grande de la patria Leonardo Barrero Gordillo, quien según la denuncia de la Fiscalía de Colombia sería “un Padrino” del Narco (ver https://www.bluradio.com/nacion/el-general-r-leonardo-barrero-excomandante-de-las-ff-mm-seria-el-padrino-del-clan-del-golfo)    

Pero que en realidad, es uno de los puntales de la estrategia contrainsurgente del Estado de opinión del Uribato (santoiribista) operando impunemente en el  sur occidente colombiano donde tenía su sede militar y sus “vínculos especiales” con el partido Centro Democrático de Uribe Vélez y con la senadora Paloma Valencia, quien lo lanzó como candidato de su partido a la gobernación del Cauca (Ver https://www.lasillavacia.com/quien-es-quien/leonardo-barrero-gordillo)

Y cuyos logros contrainsurgentes, o “neutralizaciones eficientes de guerrilleros” por los que recibió tantas condecoraciones y zalemas, se debieron a la otra cara de la medalla narcotraficante, cuál es su estrecha unión con el Paramilitarismo, y a la puesta en práctica de la recomendación contenida en las mejores cartillas contrainsurgentes, para infiltrar masivamente con sus agentes a los grupos guerrilleros, propiciar la guerra interna entre ellos, no solo con el fin de dividir al enemigo sino para que se matasen entre sí, y,  que el conflicto social y armado se reciclase con los llamados Grupos Residuales adquiriendo nuevas modalidades (ver https://www.las2orillas.co/el-general-r-del-ejercito-que-termino-de-capo-en-el-clan-del-golfo/ ).

Denuncias todas estas que dejan ver o comprueban, cómo este pobre y ruin personaje oficial, no pasó de ser una ficha, un pobre “capo cascarero de provincia” a órdenes de ese Sí el verdadero PADRINO, aquel que apacienta,  unas veces con suave cayado y otras con el Zurriago, rebaños vacunos y caballares desde su extenso latifundio Sinuano, desde también donde dirige todo el gigantesco entramado político-militar nacional del Bloque de Poder Contrainsurgente, descrito y establecido por la socióloga Franco en 2009.

Y en eso estamos Sancho: Debatiéndonos apasionadamente con más calor que luz; cuál es el Estado que vamos (ya NO a derrocar) sino a enderezar como un jorobado o mejor a reformar “gato-pardunamente” (perdón por el barbarismo), para que todo cambie sin cambiar y siga el extractivismo colonial, cambiado por “la même chose” del extractivismo de izquierda progresista. ¡Ajúa que el conflicto armado o la guerra se ha reciclado, ya nadie chista por una a solución política y, el gatopardo corre velozmente disfrazado de liebre.   

NOTAS

(1) Fonseca Rubem. Agosto. Sextante Editora. Porto Portugal. 2° edición 2021 314 págs.

Fuente Imagen Internet Las dos orillas.co      

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.