El sonado caso de los «falsos positivos», como eufemísticamente se viene llamando el asesinato de colombianos inermes para después presentarlos como guerrilleros dados de baja en combate, ha sido una vieja práctica de las fuerzas de seguridad del Estado resultado de la formación que han recibido los oficiales de las fuerzas armadas desde que los […]
El sonado caso de los «falsos positivos», como eufemísticamente se viene llamando el asesinato de colombianos inermes para después presentarlos como guerrilleros dados de baja en combate, ha sido una vieja práctica de las fuerzas de seguridad del Estado resultado de la formación que han recibido los oficiales de las fuerzas armadas desde que los Estados Unidos impusieron la Doctrina de Seguridad Nacional como la pauta a seguir para garantizar la hegemonía en «su patio trasero».
La «Seguridad Democrática» no es ningún cambio de doctrina. Es la misma. Con el cambió de nombre se ha acentuado su carácter, contenido y espíritu fascista y es de ahí que este tipo de prácticas, junto a la tortura, la desaparición, el desplazamiento, el macartismo, etc., se han multiplicado en estos últimos 6 años.
Este procedimiento, hay que reiterarlo, es doctrina en todas las divisiones, Brigadas y Batallones a lo largo y ancho de la geografía colombiana, y el hecho que en las cifras que están aflorando haya un número mayor de la jurisdicción de la Segunda División del Ejército, es porque, como lo dijo hace poco Rafael Pardo, «se metieron con la gente de Bogotá». Difícil todavía establecer cual División se lleva el record de asesinatos.
Hay más de un opinador planteando que esto es una «mancha negra» en la exitosa aplicación de la «Seguridad Democrática», todo lo contrario, están saliendo a luz los resultados concretos de esta política. El problema claro está, es que se dejaron pillar en un momento en que no les convenía y que muchos sectores se están sobreponiendo de más de 6 años de terror y se han decidido a denunciar.
En Norte de Santander y específicamente en el área Catatumbo son varios los casos que se han presentado, muchos de ellos están documentados. Como fue el asesinato el 20 de agosto de 2005 de ángel Arias, habitante del corregimiento San Juancito, municipio de Teorama, quien padecía de trastornos mentales, cuando los helicópteros militares ametrallaron el caserío y fue reportado como «guerrillero dado de baja en combate».
El 22 de julio de 2007 una patrulla del ejército colombiano se cruzo la frontera venezolana en la coordenada «N 09 12′ 23″, W 72 58′ 08», bajaron en canoa unos 500 metros por Río de Oro, asaltaron una casa en el lado venezolano donde se encontraban varios campesinos, capturaron dos, los trasladaron al lado colombiano y en la finca de Doña Ramona, a sangre fría los asesinaron presentándolos después ante la prensa como guerrilleros del 33 frente dados de baja en combate.
Algunos oficiales que se les ha despertado el sentimiento de vergüenza y les han recomendado a los campesinos que no anden solos «porque hay unos hp que los cogen y los matan y los hacen pasar como guerrilleros».
Mientras esta doctrina no cambie, abra guerrilla para rato.
Timoleón Jiménez es integrante del Secretariado de las FARC