Cuando acepté hacer parte de La Plena Caribe, acepté mostrar las noticias desde las profundidades sociales como muy pocas veces son presentadas. Acepté la responsabilidad que conlleva comunicar bajo la misma ética periodística de los medios masivos, bajo el mismo concepto de sensibilidad y bajo la misma seriedad. Visita a Conejo No se puede expresar […]
Cuando acepté hacer parte de La Plena Caribe, acepté mostrar las noticias desde las profundidades sociales como muy pocas veces son presentadas. Acepté la responsabilidad que conlleva comunicar bajo la misma ética periodística de los medios masivos, bajo el mismo concepto de sensibilidad y bajo la misma seriedad.
Visita a Conejo
No se puede expresar el temor cuando se llega a un pueblo a kilómetros de la tierra de uno y encontrarse con presencia militar ajena al gobierno. Y mucho menos, se puede expresar la alegría, al finalizar la jornada, por haber conocido una realidad que ya en breve será histórica y por haber tenido hasta un beso de despedida en la mejilla, con humanos, sólo humanos; con colombianos, sinceros, sencillos que decidieron levantar las armas para luchar por sus ideales. Y es que de eso, no vale la pena detenerse; mencionar los ideales, las realidades, los hechos pasados o los datos puede conocerse, pero el contexto y las intenciones no. Vale la pena detenerse a pensar en un pueblo de La Guajira donde hay frío por la mañana y se puede con alegría ver cultivos de yuca y maíz.
Si la historia y el tiempo juzgan el valor de los corazones, todo podría conocerse mayor a fondo.
- Inty Maleywa es una mujer joven, alta y atlética, siempre sonriente aunque con mucha calma y preocupación. Debe llevar años en las FARC porque, además de ser guerrillera, es una artista que ha expresado, bajo dibujos y en un largo libro como los papiros egipcios, la historia de los más de 50 años de conflicto armado e incursiones violentas en Colombia. Inty Maleywa significa en lengua nativa, Lucha por la vida, y es, lo que en este espacio de pedagogía para la paz, lo que a tantas personas compartió Inty, sin mayores pretensiones políticas o posturas militares.
Dentro del recorrido en la plaza de Conejo, pude ver caras de indígenas, blancos, negros y de todos los mestizos. Pude ver guajiros charlando con cartageneros, palenqueros con samarios, niños de aquí y de allá sin distinción jugando y corriendo, comunidades que tardaron más horas de viaje que las horas invertidas por los medios privados y por la gente en Twitter para opinar mal de este encuentro, para revolotear la paz de la que propios (gente de la tierra) y hacedores (FARC-EP) vinieron a posibilitar y potenciar. Allá en Conejo la esperanza la sentí como nunca antes, de lo que se hablaba era de reconstrucción, no de políticas de izquierda. Se hablaba de oportunidades para todos, de desarrollo agrario integral, de participación de todos en el pos acuerdo y en las garantías para la gente de los campos que muy de lejos está de La Habana y del alcance noticioso de los medios.
Para muchos pueblos las FARC-EP es su ejército. Para muchos eso no es pecado, ni está mal. Para las mujeres, como ésta de la foto, abordada por algunos para que llevara galletas y dulces, incluyendo mi Kitkat, a los demás combatientes; es una alternativa de lucha donde puede ser femenina y animalista. Para los que los conocimos de cerca aún resuena el prejuicio con el que llegué: sea como sea todos somos humanos, sólo humanos… hermanos, colombianos.
Conejo a medio día estaba más polvoriento por la brisa que por las declaraciones de RCN en sus medios de noticia, al finalizar la jornada. No entiendo la intención de llegar, sin registrarse en nuestra pequeña mesa nombrada Prensa para tener registro de los asistentes, y de una correr a buscar y hostigar respuestas para su parcializado origen.
No entiendo cómo puede un medio de tanto prestigio correr a mostrar hechos aislados de una jornada donde sí hubo armas por si acaso debían defenderse, porque este país no es el paraíso y con los hechos históricos contra la UP nada se puede esperar, y sí, aparecieron temas de participación política, pero la intención principal es que la gente sepa qué pasa en La Habana, que la gente sepa que se negocia también la posibilidad para la paz de tierra, educación, trabajo, vivienda y salud, que se dé un espacio sin necesidad de despeje, donde se hable con confianza de todo lo que está haciendo para terminar el conflicto.
Al final nos juzgará la conciencia por el valor de los actos. Es necesario tomar estos procesos como oportunidades, no como provocaciones. Ellos son hermanos, colombianos, humanos, solo humanos. Algunos allegados les fueron a saludar, ¿cómo tomarse tan apecho y tan guerrerista y dolido algo así? Nuestra naturaleza es el amor y bajo ese principio se debe construir la sociedad y la ética de los que comunicamos este proceso de paz.
Fuente original: http://prensarural.org/spip/spip.php?article18706