Recomiendo:
0

Entrevista a Jaime Caycedo, secretario general del Partido Comunista

«Somos los herederos de los luchadores contra la dominación colonial»

Fuentes: Voz

Del 15 al 17 de abril, representantes de once países del América y Europa asumen la discusión sobre la huella dejada por 200 años de independencias en el continente durante el Coloquio Internacional «Postcolonialismo y Utopía de la Emancipación: Qué de común y qué de nuevo a 200 años de las independencias». El evento es […]

Del 15 al 17 de abril, representantes de once países del América y Europa asumen la discusión sobre la huella dejada por 200 años de independencias en el continente durante el Coloquio Internacional «Postcolonialismo y Utopía de la Emancipación: Qué de común y qué de nuevo a 200 años de las independencias». El evento es respaldado por la Fundación Gabriel Perí de Francia, la Alcaldía Mayor de Bogotá, la Universidad Nacional de Colombia, el Centro de Estudios e Investigaciones Sociales, CEIS, y la Fundación de las Artes Escamillas, Fundartescamillas.

Especialistas e investigadores de Argentina, Cuba, Francia, México, Bolivia, Ecuador, Brasil, Perú, Martinica, Haití, Colombia y Venezuela asumen, desde distintas disciplinas y ópticas, el análisis en perspectiva de lo que ha ocurrido en el continente en estos 200 años después de las declaraciones de independencia de las diversas naciones latinoamericanas.

Jaime Caycedo, antropólogo, concejal de Bogotá y coordinador del Observatorio Sociocultural de la Mundialización de la Universidad Nacional de Colombia, uno de los organismos convocantes, opina en esta entrevista para VOZ sobre el significado e impacto de la importante efemérides a efectuarse en el claustro de educación superior.

– ¿A 200 años de las exitosas batallas independentistas, qué lección puntual se desprende como enseñanza y ejemplo para los pueblos latinoamericanos?

– Debemos hablar de una herencia y de un patrimonio para la cultura política. Podríamos aventurar que se trata de la herencia de la rebeldía frente a la injusticia, frente a la desigualdad, frente a los privilegios, frente a la exclusión. La idea de que nada de eso es aceptable, ni entonces ni ahora bajo el capitalismo globalizado, representa un legado irrenunciable de los pueblos del continente. La noción de que esa rebeldía puede producir resultados, puede alcanzar metas que parecen inalcanzables, que los seres humanos y las sociedades no están sujetos irremediablemente al pasado, ni a la explotación inhumana, ni a la violación sistemática de los derechos fundamentales; que son posibles formas de sociedad liberadoras de esas cadenas, resume el gesto y la voluntad de lo que pudiéramos llamar emancipación.

– ¿Qué secuelas quedan de la herencia colonial? Algunos historiadores hablan de una segunda colonización…

– Somos herederos del anticolonialismo. Por lo menos de un anticolonialismo, el que permitió el florecimiento de repúblicas como semilleros de un capitalismo nacional, en el contexto de la economía mundo capitalista y de modalidades imperialistas y neocolonialistas. Pero hay cuando menos dos elementos que deben ser revisados. El postcolonialismo ha mostrado que el mundo periférico no logró, por el hecho de liberarse de los lazos coloniales, alcanzar mejores condiciones de igualdad y de satisfacción de expectativas. Los pueblos indígenas, los afrolatinoamericanos, la enorme población pobre del continente, sufren situaciones que empeoran su vida. En ellos se hace verdad aquella afirmación de Giovanni Arrighi, en el sentido de que el proletariado mundial no sólo no se ha extinguido sino que se ha expandido y ha cambiado de color de piel, de lenguas, de culturas, etc. Pero, además, la colonialidad, como lo ha denunciado y descrito Aníbal Quijano, hace parte, en buena medida, de nuestra consciencia social, en las formas del racismo, del machismo, de los prejuicios, etc. La propia ciencia social latinoamericana se muestra afectada por una especie de complejo de inferioridad frente al conocimiento del mundo desarrollado. La noción de identidad, de pensamiento propio, de proyectos alternativos con el sello de lo nuestro, se mira con desconfianza. El poder imperial ha querido enclaustrar en los límites del terrorismo las expresiones de resistencia y los ensayos de cambio en América Latina y el Caribe.

– Los Estados latinoamericanos, nacieron al calor de la revolución francesa, de la independencia de Estados Unidos y el ejemplo de Haití. ¿Fueron casos aislados o parte de un proceso continental? ¿Latinoamérica sigue sembrada de casos aislados o vive un proceso continentalizado?

– Este es uno de los temas en debate. El historiador Medófilo Medida ha resaltado el carácter continental tanto del proceso libertador como de sus conmemoraciones. Sin embargo, la tendencia general al evocar las celebraciones se vuelca a los sucesos locales, en cada país, incluso de cada región, de cada ciudad. Ese desperdigamiento traduce la presión de fuerzas centrífugas que contrastan con las nuevas tendencias planteadas por el ALBA, por UNASUR y, en general, por los avances en la búsqueda de la unidad e integración de América Latina y el Caribe. Estas nuevas tendencias muestran que los puntos de coincidencia del desarrollo común, en los campos energético, infraestructural, satelital, de comunicaciones y, en términos más puntuales, de políticas económicas y modelos de Estado, convergen en el rechazo al neoliberalismo y al sometimiento al imperialismo, a la vez que se apoyan en nuevas formas de la democracia con raíz popular. La llamada «excepción colombiana» en Suramérica no hace más que confirmar la regla. Sin embargo, dicho lo anterior, estamos lejos aún de una consciencia común y de un proyecto común.

– ¿Qué legado actual entregan a los pueblos latinoamericanos idearios como los planteados por Bolívar, Martí, San Martín y Artigas?

– Las luchas emancipatorias de la actualidad han recurrido a recuperar los héroes de ayer en su pensamiento esencialmente rebelde y modernizador. Por ejemplo, la mirada que tenemos hoy de Bolívar es mucho más compleja que la otro tiempo. Su herencia ha problematizado el simplismo de la imagen oficial. El estudio de su pensamiento ha ayudado a radicalizar las posiciones. Desde luego, Bolívar nada tuvo que ver con el socialismo. Pero la persistencia de su ejemplo alimenta la idea de ir a la raíz de los males. La crisis del capitalismo actual, en su forma imperialista y mundializada, empuja las rebeldías sociales en dirección a búsquedas más profundas de emancipación. La crisis ha echado por tierra el neoliberalismo y el TLC. Y ha dejado al descubierto las entrañas mismas del capitalismo como sistema económico, social y cultural. El Estado capitalista muestra todas sus contradicciones y su impotencia para resolverlas. Es lógico que la emancipación ahora se mida más en términos de anticapitalismo y que el socialismo vuelva a ponerse sobre la mesa del debate.

– ¿Qué puede hacerse para que este importante foro de reflexión histórica sobre 200 años de independencia anticolonial no pase de ser un simple ejercicio retórico más?

– En los últimos doscientos años hubo varias revoluciones sociales en el continente y otros tantos procesos avanzados. No sólo al comienzo de los movimientos de liberación anticolonialista. Hoy mismo existe una revolución socialista, diferente de los casos ruso y centro europeos. Cuba es una revolución con identidad propia, con identidad latinoamericana. En sus primeros 50 años, que se conmemoran actualmente, nos enseña mucho sobre las potencialidades que encierran las luchas populares, independientemente de sus formas. Las revoluciones mexicana de 1910 y boliviana de 1952 tuvieron frenos, límites y reversazos. Desde finales del siglo XX América Latina vive procesos nuevos, que están en franco desenvolvimiento. Pienso que en varios casos podrían desembocar en auténticas revoluciones, si los guía un ideario transformador y si las fuerzas motoras, con sus instrumentos políticos, logran atravesar unidos los complejos momentos de contradicción.

Nuestro Coloquio no es, por lo tanto, un ejercicio retórico ni sólo académico. Es mirar hacia adelante las tareas de la izquierda y de los revolucionarios. Si el régimen uribista pretende eternizarse a la luz de su propuesta de «Visión Colombia II Centenario», las fuerzas democráticas alternativas tenemos la obligación de pensar la sociedad y el Estado que el pueblo se merece, para conquistarlos mediante la unidad y la lucha, como ocurrió hace doscientos años.