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Sospechosas sospechas antiterroristas

Fuentes: Rebelión

Leo en El País que en Alemania «Utilizar el término gentrificación, publicar artículos en revistas científicas o acceder a una biblioteca universitaria lo convierten a uno en sospechoso de terrorismo». La noticia dice lo siguiente: «Sociólogo y periodista, Andrej Holm es un reputado investigador de la Universidad de Humboldt en Berlín y especialista en el […]

Leo en El País que en Alemania «Utilizar el término gentrificación, publicar artículos en revistas científicas o acceder a una biblioteca universitaria lo convierten a uno en sospechoso de terrorismo». La noticia dice lo siguiente: «Sociólogo y periodista, Andrej Holm es un reputado investigador de la Universidad de Humboldt en Berlín y especialista en el concepto de gentrificación, que estudia el aburguesamiento de antiguos barrios obreros. De acuerdo al escrito de acusación, Holm y otros tres investigadores son sospechosos de complicidad intelectual. La fiscalía ha localizado frases y palabras en clave utilizadas a la par por la organización terrorista en sus panfletos y por los investigadores en sus artículos La prueba principal que defiende la fiscalía es la utilización del término «gentrificación» que emplean, al unísono, sociólogo y terroristas. La gentrificación estudia proyectos de renovación urbana, de revitalización de los barrios. El término fue usado por Holm, de 36 años, para compilar los resultados de su investigación sobre la restauración de areas residenciales de Berlín».

Casi al mismo tiempo leo en un boletín de noticias salvadoreño esta otra noticia: «La policía colombiana escuchó a principios de mayo que un gran negocio se estaba llevando acabo en una lujosa comunidad al sureste de Bogotá. Siguieron los pasos a dos sospechosos para encontrarse una casa topada con 32,000 cartuchos de munición y 29 cajas con armamento, y resultaron ser dos militares retirados del ejército colombiano. Y la policía aún no terminaba el inventario cuando otros dos sospechosos tocaron la puerta, fueron arrestados para darse cuenta de que eran soldados estadounidenses y que las armas estaban destinadas a un grupo paramilitar que el mismo Departamento de Estado ha considerado como una organización terrorista vinculada al tráfico de drogas». Y también esto: «La policía y la fiscalía salvadoreñas confirmaron ayer que están investigando 31 casos de homicidios ocurridos entre 2006 y 2007 en la región oriental y que podían haber sido cometidos «por encargo» por parte de grupos de exterminio. En algunos de los asesinatos podría haber participado el sargento de la Policía Nacional Civil Nelson Antonio Arriaza, ligado a un grupo de presuntos sicarios de la zona oriental. Arriaza fue procesado hace dos semanas, cuando se descubrió que junto a dos personas más había ejecutado a un hombre, supuestamente un pandillero extorsionista».

En otro lugar leo sobre los muertos en Irak que «Según las conclusiones del estudio de las Universidades Johns Hopkins en USA y al-Mustansiriya en Bagdad, 655.000 iraquíes habrían muerto como consecuencia directa de la invasión».

No me queda más remedio que pensar que el afán antiterrorista de los dirigentes policiales alemanes es encomiable pero está mal dirigido. Quizá sería más efectivo si empezaran por el Pentágono y la Casa Blanca donde reside el responsabale directo de miles y miles de muertes inocentes: George W. Bush.

* Juan Torres López es catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Málaga (España). Su web personal: www.juantorreslopez.com