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Entevista al dramaturgo colombiano Santiago Álvarez

Soy Santiago, soy teatro, soy creación colectiva

Fuentes: Desde Abajo

A Mauro Vidales , voz poetica de nuestra américa

desdeabajo -da-. Maestro: ¿Cómo contempla el trayecto recorrido hasta hoy?

Santiago García -SG– . Estamos cumpliendo 45 años de haber consolidado la formación de nuestro teatro: La Candelaria. En 1966 fundamos la Casa de la Cultura que era una cosa bastante caótica, localizada en la carrera 13 con la calle 20. Pero aquí ya logramos tener un espacio, una sede y un grupo que era lo mas importante, un equipo de gente que trabajara con permanencia en la creación de obras nuestras. Porque hasta ese momento montábamos obras muy modernas, como las de Fernando Arrabal o Enrique Buenaventura, pero es en ese momento que se inicia el proceso de crear colectivamente nuestras propias obras. Y uno de los primeros grandes éxitos que tuvimos fue Nosotros, los comunes, una obra que hablaba de la revuelta de Los Comuneros.

da. ¿Qué vino después? SG. Después vino la creación de la Corporación Colombiana de Teatro, dirigida por Patricia Ariza, aquí al lado, y otros grupos que se nos unieron en torno al desarrollo de múltiples actividades de teatro. Así se desarrolló la construcción de un público, un público joven, universitario. En estos años se ha consolidado la creación de una red de grupos y el proceso sostenido de creación de una dramaturgia propia.

En ese momento también se crearon grupos hermanos, como el TEC en Cali, y otros en Bucaramanga, Medellín, Tunja, Barranquilla, así como en Ecuador, en Perú, en Brasil, grupos que nos apoyaban y daban la posibilidad de hacer giras. Estos grupos no solo nos traían público sino ideas, inventos que hacían. Nosotros los agarrábamos inmediatamente y comenzábamos a aplicarlos. Un proceso muy intenso, de creación y aprendizaje colectivo, que coincidió además con un momento de efervescencia del teatro en diversos lugares del mundo. De hecho Lina Moscovitz de Brasil nos acompañó en la creación de la Casa de la Cultura.

da. ¿A qué atribuye, Maestro, la hazaña de sostener un grupo durante tantos años, y al mismo tiempo aportar a nuestra comunidad obras que abordan nuestras circunstancias de vida? SG. A que se necesitaba. No impusimos nada. El público necesitaba ver teatro, estar en un teatro que le hablara de cosas que incluso él mismo no sabía que necesitaba escuchar o vivir. Cuando eso acontecía el espectador salía emocionado, entusiasmado, a compartir lo que había vivido, lo que le permitía comprender, comprenderse, liberarse. El público llegaba, y su comunicación boca a boca, acrecentó su afluencia, haciendo casi que innecesaria la prensa, pero las secciones culturales de la prensa nos apreciaron y nos acompañaron.

Era el momento no solo de recoger lo creado en otras latitudes sino de proponer lo nuestro. No bastaba traer el teatro de vanguardia de Europa, de Bertold Brecht, de América Latina, sino crear lo nuestro. Y esta creación no era el invento de un individuo sino el invento de un grupo la creación colectiva. Esta creación conjunta no solo era la del grupo, sino que se nutría de la red que surgió de los diversos grupos de teatro en diversos lugares del país y de América Latina, y de los diversos creadores en diversas artes como Obregón y otros artistas.

El arte en su esencia es colectivo. El arte no es de adanes. El arte brota de una familia, de un entorno, de un grupo.

Otra circunstancia que potenció la creación, aquí y en Europa, fue la guerra. Porque se vive al borde de la muerte. La condición limite. La necesidad de crear en lo nichos, en las cuevas, en las trincheras. La crisis potencia el instinto de sobrevivencia y acicata la capacidad de crear.

La importancia que tiene el teatro, es la importancia que tiene el arte, espacio de la creación, del invento. Ahí es donde se juega la capacidad de inventar de crear. Ahí se iguala a Dios, porque no repite.

Fuente: http://www.desdeabajo.info/

Enlace a la corporación colombiana de teatro: http://www.corporacioncolombianadeteatro.com/