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Entrevista a Julián Conrado, cantor de las FARC detenido ilegalmente [Con VIDEO: 37 min]

«Soy un preso de Colombia en Venezuela. Pido libertad y asilo»

Fuentes: Aporrea / Transcrito por Rebelión

En los días más soleados de junio, la gente transitaba por la ciudad de Caracas con sus tareas, sueños y rituales a cuestas; desde algunos rincones de la ciudad se dejaban escuchar lamentos del vallenato, que le cantan al amor despechado o al amor que no se deja enamorar, pero en gran medida, ajenos al canto profundo y valiente del vallenato revolucionario, al canto del cantautor colombiano, Guillermo Torres Cueto, mejor conocido como «Julián Conrado», quien nos ofreció, en exclusiva para Aporrea, una entrevista desde su «Carraca», en la cual nos revela gran parte de su vida, desde sus inicios en su pueblo, Turbaco. Conrado, asemeja a un quijote costeño, por su gran estatura, delgadez y sentido de justicia. Él nos habla de las historias de su pueblo con nostalgia; sus palabras surgen entre la poesía y la palabra sencilla como nos confiesa: «Mi lenguaje es la yuca con pescao» y se apasiona cuando habla de Bolívar, Chávez y La Pola; de la vida, de las luchas, del amor revolucionario y de su apego a la paz, pero con justicia. Entre el canto y el relato, nos confiesa: «Yo no puedo ser feliz si mi pueblo está sufriendo» y «Yo soy un perseguido cantor de los pobres de la tierra», en cuanto a su situación, expresa que solo desea ser libre para andar y cantar, ahora, como dice Conrado, «sin tantos perendengues» y «más ná».

 
VIDEO: Entrevista realizada por el equipo de Aporrea el 2 de julio de 2013, en la prisión de Julián Conrado en Caracas.


Primero que nada, Julián, ¿cómo estás? ¿cómo te sientes?

Bueno, yo siempre respondo a esta pregunta con una respuesta que no es mía, sino de un gran revolucionario venezolano, que fue Clodosvaldo Russián. Clodosvaldo Russián en una oportunidad que lo capturaron, se escapó, lo volvieron a recapitular y entonces, como dicen aquí, le pegaron una «coñasera» que quedó prácticamente irreconocible. Pero cuando lo llevan a la cárcel, él narra en un libro que escribió, lo llevan a la cárcel de la isla del Burro y alguien, de todas maneras, lo reconoce y le dice: «Clodosvaldo, ¿y cómo estás tú?». Y responde: «Aquí. Coñaseado pero fino, mi hermano». Y yo creo que esa respuesta de Clodosvaldo, en ese momento en el que él va totalmente irreconocible por los golpes que le habían dado, esa respuesta de él condensa lo que es la moral de un revolucionario. En cualquier circunstancia, en cualquier condición, la moral revolucionaria. Por eso a mí cuando me preguntan que cómo estoy, de pronto por lo general se refieren a mis condiciones físicas.

Sí, y más allá de eso, aparte de tus condiciones físicas, que es muy importante, puesto que la salud es lo básico, como ser humano y como luchador.

Una de las cosas que me hace sentir «coñaseado pero fino» es precisamente la solidaridad. No solamente del pueblo venezolano. Yo he sentido la solidaridad de muchas personas en muchos países del mundo. Por ahí hay una lista enorme que me mostraron. Y precisamente una notica que hice ahora en agradecimiento a esa solidaridad con motivo de los dos años que tengo de estar en esta jaula de acero y cemento, mencionaba a algunos que recordaba así rápidamente: James Petras, Nestor Kohan, Vladimir Acosta, Luis Britto García, Teresa Forcades, que me vino a visitar aquí también, Anita Leocadia Prestes, del Brasil… Bueno, y por supuesto, las primeras y los primeros que me rodearon con esa amorosa solidaridad de la naturaleza propia del socialismo, del bolivarianismo, los cantores no se hicieron esperar. Aquí siempre he sentido el canto que me acompaña: el canto aliprimeriano, el canto de Víctor Jara, lo ha traído la familia de Alí Primera, Sol Musset, Sandino Primera, la Chiche Manaure, Alí Manaure, su hijo, Tamanaco de la Torre, cineasta, Centauro Sajera, Amaranta Pérez, el Trovador de Vargas, que me acaba de hacer una canción, por ahí está, se llama «Plegaria del Cantor», el trovador de Vargas. Es uno de los primeros que me vino a visitar. Pero él es muy apasionado con la causa mía, que un día lo escuché hablando por una emisora comunitaria, «Al son del 23», estaba hablando el trovador de Vargas. Entonces vino, y ya me mostró la canción, por ahí me mandó un disquito.

Yo me siento en ese sentido muy bien acompañado y en la nota que hice por ahí yo digo eso: la soledad del preso se me hace menos dura gracias a esa solidaridad. Yo le escribí una nota a un partido revolucionario venezolano que nunca se ha manifestado en cuanto a expresar su solidaridad.

¿Por qué crees tú que no se ha manifestado?

Yo no sé. Yo lo único que les solicito en esa notica, les pido, es solidaridad. Pero después les digo: Aunque eso no se debiera pedir entre revolucionarios.

¿Algunos funcionarios del Gobierno han venido a visitarte?

No. Los únicos que me han venido a visitar son los que me fueron a visitar allá el 31 de mayo cuando me capturaron. Yo he recibido la solidaridad del pueblo venezolano, y de los movimientos sociales, y artistas. Ese retrato es de un pintor que llego aquí.

¿Pero entonces no has recibido ninguna visita, ninguna llamada, ningún pronunciamiento?

Bueno, pronunciamientos el que hizo la Fiscal. La Fiscal se pronunció públicamente cuando le preguntó Ernesto Villegas en una entrevista que le hicieron hace meses, y dijo: «No, la extradición no es procedente». Y ella dio sus explicaciones de por qué no es procedente esa extradición.

Pero al mismo comandante Chávez una periodista también le pregunta por mi caso y él dijo: «no nos vamos a dejar descarrilar».. y todo eso que él dijo y añadió, refiriéndose a mi caso: «en Colombia el gobierno colombiano le dio asilo a Pedro Carmona Estanga: golpista, asesino… Nosotros no estuvimos de acuerdo, pero ¿cómo hacemos? Ese es un acto soberano de Colombia y tenemos que respetar.» Venezuela también, en uso de su soberanía, también lo puede hacer conmigo. Chávez lo dijo, públicamente se expresó.

¿Cuál es tu situación jurídica?

Jurídicamente yo no tengo delitos en Venezuela. Yo soy un perseguido político, sobreviviente de la Unión Patriótica.

¿Podríamos decir que eres un preso de Colombia en Venezuela?

En concreto, es eso. ¿Qué otro nombre se le va a buscar? Si después de sesenta y no sé cuántos días de estar, voy a decir agarrado, para no decir otra cosa. Cuando me llevan, lo que me dicen es: «No, él no tiene delitos aquí». A mí me tenían que presentar a las 48 horas ante un tribunal. A mí me llevan a los sesenta y pico días, a una hora avanzada, cuando ya iban a cerrar el juzgado, y como por obra y gracia del espíritu santo del pueblo, como un soldado de esos que se le apareció a Chávez, se me aparecieron dos abogados allá donde me llevaron.

¿Qué te dijeron?

Bueno, que yo no tengo delitos aquí.

¿Y por qué te metieron entonces preso?

Porque hay algo que yo vengo diciendo: si el Estado venezolano no está en condiciones de cumplir con los acuerdos internacionales, tratados internacionales, leyes internacionales con los que está comprometido, deben anunciarlo a nivel mundial. Eso es un disparate.

¿Qué pides tú?

Libertad y asilo. Yo ya solicité formalmente asilo, refugio en Venezuela, antes de que me llevaran ante un tribunal. Que procedan a darme el asilo político.

¿Qué harías tú cuando consigas la libertad, que estamos seguros de que va a ser pronto? ¿Qué harías acá?

Seguir luchando con mi canción. Ahora recuerdo algo que leí de Bolívar, porque el revolucionario creo que tiene esa respuesta siempre a flor de labios. Una vez iba Bolívar muy enfermo, yo creo que era su último viaje que iba a hacer para la quinta de San Pedro Alejandrino y también le preguntaron cuando iba así todo «enguarrulado» decimos nosotros: «Oye, y tú que vas a hacer?» Y él dijo: «Luchar». Si yo quiero vida es para luchar por la libertad y la felicidad de mi pueblo.

¿Tú eres optimista?

Totalmente optimista.

A mí me impresiona después de dos años que tienes de estar encerrado ese brillo que tienes en la mirada, ese optimismo.

No es un optimismo sin base. Mi optimismo resulta de la profunda convicción que yo tengo de que el destino de la humanidad tiene que ser el la paz con justicia y amor. No hay otra forma de seguir existiendo en este planeta. Estamos destruyendo el planeta, y la humanidad ya, así como vamos, yo creo que nos queda muy poco tiempo. Es más, ya el concepto de lucha, los grandes pensadores lo han expresado, ya cambió: ya no se trata de liberar, de salvar a un pueblo. De lo que se trata es de salvar a la humanidad, de salvar al planeta.

¿Qué has aprendido en estos dos años de encierro, qué has hecho en estos dos años? Es difícil para cualquier ser humano estar en esta situación, encerrado y sin saber por qué está encerrado. ¿Qué has hecho tú y qué has aprendido de todo esto, como revolucionario, como artista?

Yo he aprendido muchísimas cosas, pero una de las cosas que digo es esta: la solidaridad internacional entre los pueblos no puede faltar. Una revolución no puede hacerle trampa a otra revolución. Eso no tiene nombre. ¿Cómo se habla de «la Gran Colombia», de Nuestra América? Según el pensamiento burgués, del dicho al hecho sí hay trecho; pero entre revolucionarios del dicho al hecho no puede haber ningún trecho: pensamiento y acción tienen que ir íntimamente unidos.

Es una contradicción. ¿Quién entiende eso? Salvador Allende, en una oportunidad que capturaron unos revolucionarios argentinos, creo que eran, y los llevaron a Chile. Salvador Allende no era presidente cuando eso, no me acuerdo qué cargo tenía, y dijo: «No podemos entregar revolucionarios». Y siendo presidente también lo decía. Una revolución no entrega revolucionarios. Eso lo sabe el común. ¿Quién no sabe eso? Es tan simple como el agua que mana de los ojos de agua de los nevados.

Y si somos bolivarianos…. Yo una vez le hice una notica al Presidente Chávez. Yo le decía: «Presidente Chávez: cuando Bolívar fue derrotado en Puerto Cabello, se fue para Colombia. Más todavía: uno de los pueblitos donde Bolívar se iba a asentar casi siempre, no sé, lo prefería seguramente porque era un pueblo que está a 300 metros sobre el nivel del mar y su clima es muy agradable y tiene unas aguas muy limpias, es mi pueblo deTurbaco. Y en mi pueblo de Turbaco Bolívar fue recibido de una manera…

¿Dónde está Turbaco?

Turbaco está al norte de Colombia a 300 metros sobre el nivel del mar, pegado a Cartagena de Indias.

¿Tú eres costeño?

Claro, totalmente. Nosotros fuimos los que inventamos el ñame con suero, más nada. Y la yuca con pescado.

En Cartagena cuando Bolívar sale derrotado de aquí de Puerto Cabello, Bolívar se va para Cartagena y allí hace el famoso Manifiesto de Cartagena. Pero donde a Bolívar le gustaba estar y montar su cuartel general era en mi pueblo de Turbaco.

¿Por qué?

Desde el punto de vista militar, en esa época sobre todo, el que estaba en la altura, dominaba. Y Turbaco está a 300 metros sobre el nivel del mar, desde mi pueblo se ve Cartagena. Es fresquísimo. Además de eso, es un pueblo que está allá arriba, sobre una piedra, porque los fundadores, que no fueron los conquistadores españoles, fueron mis antepasados, los indios Yurubacos, lo fundaron allá arriba por sus aguas.

¿Y ese es un nombre originario?

Yo me imagino cómo sería la pelea de las generaciones anteriores que habitaron ese pueblo para que la Iglesia católica, apostólica y romana no nos cambiara el nombre por el de algún santo, el de algún milagro… Y nos quedamos con nuestro nombre de Turbaco, no nos cortaron ese hilo histórico. ¿Tú sabes lo que significa que nosotros nos sigamos llamando Turbaco? En homenaje a los indios Yurbacos, que fueron los primeros en enfrentarse al Imperio español en combate armado, con las flechas que tenían nuestros antepasados para cazar. Cuenta la historia que en 1510 cuando llega Juan de la Cosa, Francisco Pizarro con sus perros, que eran alimentados con las carnes que le picaban de nuestros indígenas, los indios Yurbacos fueron los primeros que se levantaron en armas contra el imperio español y le dieron de baja precisamente al cartógrafo Juan de la Cosa.

Un pueblo luchador…

Nosotros nos hemos levantado oyendo esas historias, porque eso se ha venido pasando de generación en generación, los mismos españoles escribieron sobre eso… A mí me criaron con esas historias de lo que fueron mis antepasados los indios Yurbacos. Luego, Simón Bolívar. Bueno, antes de Bolívar allá se hablaba mucho de la proeza de los comuneros.

Tú vienes con ese legado de las poblaciones originarias, de Bolívar y de los comuneros…

Mira, nosotros no tenemos ideas foráneas. Nosotros no necesitamos que Fidel Castro o Lenín nos vengan a decir: «¡Levántense y luchen!». Desde que los indígenas se dan cuenta de que estos señores del Imperio español no vienen en son de amistad, de solidaridad, sino en son de conquista y en son de robarnos nuestras riquezas, nuestros pueblos se levantan. De ahí es de donde vienen nuestras luchas.

520 años de luchas para liberarnos..

Más nada.

¿Y con qué sueñas tú? ¿Cuál es tu sueño?

Con la paz con justicia y amor. Yo siempre digo: la paz con justicia y amor, porque en Colombia el Gobierno también habla de paz, pero de la paz que ellos hablan allá es de la paz que impusieron con su metralla, por ejemplo, cuando ahogaron a sangre y fuego aquella huelga pacífica del 6 de diciembre de 1928 con los obreros de las bananeras. El Gobierno colombiano para complacer a los dueños de la compañía norteamericana, que era la dueña de la frutera esa donde se levantaron los obreros pacíficamente…

La United Fruit Company, de la que habla García Márquez…

Eso. García Márquez lo cuenta en «Cien años de soledad». Los muertos los colocaban en el ferrocarril, en el tren, como acomodaban los racimos de banano…

Gaitán. Eso fue en 1928, a Gaitán lo matan en 1948. Bueno, unos días antes de que lo mataran, Gaitán va a la zona bananera, y con sobrevivientes va a las fosas comunes de los que enterraron en tierra, porque a otros los echaron en volquetadas de muertos en el mar. Gaitán calcula que más o menos ahí hubo 32 mil muertos. Yo logré hablar con sobrevivientes de las bananeras estando joven. Ahí mataron no solamente a los huelguistas, sino que los huelguistas iban con su esposa, las esposas iban con los niñitos… Si uno se pone a pensar que la masacre fue en la plaza de Ciénaga ahí no caben 32 mil personas. Pero es que el 6 de diciembre abren fuego y matan, con las ametralladoras que están desde las terrazas, a los que están en la plaza. Pero luego ese ejército, borracho, sale de pueblo en pueblo y van masacrando a todo el que encuentran. Gaitán llega y llena un saco de huesos de niños con los cráneos perforados por las balas del ejército colombiano.

Gaitán dice en el Senado: «El Gobierno colombiano tiene la metralla homicida para el pueblo colombiano y una rodilla en tierra frente al oro norteamericano».

Eso es lo que hace que Gaitán después, el 9 de abril de 1948, también, otra «acción de paz del Gobierno», su «paz», la paz de los sepulcros. Esa acción de paz que realiza el Gobierno colombiano para complacer al Imperio norteamericano el 6 de diciembre de 1928, la realiza más adelante, cuando asesinan a Jorge Eliécer Gaitán, en 1948. Y no solamente muere Gaitán. Ahí se abre un período de violencia que no es que empieza ahí, sino que ahí se recrudece. Los historiadores hablan de 300 mil muertos, porque la oligarquía liberal-conservadora, entre ellos, liberales y conservadores de arriba no se hicieron ni un rasguño, pero a nuestro pueblo liberal y conservador, que ellos lo tenían dividido, si lo mataron. Que es donde nacen las guerrillas. No eran ni FARC ni ELN. Eran las guerrillas que organizaron los mismos liberales. Guadalupe Salcedo es un liberal. Marulanda era liberal. Y Guadalupe Salcedo cree en una amnistía que decreta Rojas Pinilla, un general que dio un golpe de estado, se toma el poder y decreta una amnistía, y se entrega Guadalupe Salcedo con miles y miles de llaneros. Yo nazco en 1954 bajo la dictadura militar de Rojas Pinilla, o sea, yo no he conocido un segundo de paz.

¿Tú eres un hombre de paz?

Totalmente. Mira, hoy le contaba algo a un compañero, precisamente por eso. Porque él me decía casi esa misma pregunta y yo le decía: Oye, es que yo cuando estaba muchachito, yo no iba a la procesión de la Virgen del Carmen, no porque yo no creyera en la Virgen del Carmen, sino porque yo le tenía miedo a los fuegos pirotécnicos. Yo le tengo fobia a las explosiones. Oye, pero hay una cosa que se llama DIGNIDAD. Y yo no puedo ver que estén matando a mi pueblo, así como lo están matando, y yo quedarme calladito, quietecito.

Después de la muerte de Gaitán, 300 mil muertos. Después, en 1984, se abre un proceso de paz en Colombia con el Gobierno de Belisario Betancur, que es donde nace la Unión Patriótica. Mira, las FARC se sienta a dialogar, con ese sueño de paz. Marulanda era un hombre de paz. Yo le vi los ojos a Marulanda así cerquita, porque yo le canté. Marulanda es un campesino. Yo le hice una canción:

«Un campesino bueno de machete y hacha y azadón».. Eso es Marulanda. «Aunque lo obligaron a escoger el camino de la guerra, él lleva una bandera de paz clavada en el corazón»… Marulanda es un hombre de paz. Mira, un guerrillero revolucionario que no sea un hombre o una mujer de paz, no es revolucionario. Nosotros somos los que encarnamos la paz, digan lo que digan.

Y morir por la paz….

Bueno, eso lo han dicho de tantas maneras: «morir por el pueblo es vivir»….

¿Qué recuerdas de Marulanda?

Mira, algunos no hablan de eso, pero Marulanda era un hombre de un gran humor. Marulanda no era propiamente un militar. Porque yo no sé si el que es verdaderamente militar, se le cuadricula tanto la vida… lo militar es: «Atención! Fir!» Y tú no puedes decir nada.. «A discreción!» «¡A la izquierda!» Y te cuadriculan la vida. No, Marulanda, y él lo dijo varias veces: «Yo soy un civil». Pero las circunstancias nos llevaron a esto. Nosotros no escogemos las formas de lucha. Si fuera por los revolucionarios, escogeríamos las más pacíficas. Porque ¿qué es lo que queremos nosotros? ¿Habrá otra forma distinta de que florezca la paz que no sea la igualdad social? ¿Qué es lo que hizo que se acabara la paz en la humanidad? ¿No fue la aparición de la propiedad privada, cuando unos hombres empezaron a matar a los otros hombres para mantener esas propiedades? No, nosotros, nuestro sueño, nuestra vida es por la paz. No se puede entender un revolucionario cuya esencia no sea la paz. Eso es lo que queremos nosotros. Pero yo siempre digo esto: no la paz de los sepulcros, no la paz del 6 de diciembre de 1928, donde mataron 32 mil colombianas, entre mujeres, niños, ancianos; no la paz del 9 de abril de 1948.

¿Y qué piensas del proceso de paz que se está dando en La Habana?

Ojalá eso se materialice. Es  difícil.

¿Y qué piensas tú de toda esa situación extraña que se acaba de dar cuando reciben a Henrique Capriles Radonski y eso entorpeció un poco la situación, y se advirtió que se iban a sacar a los negociadores por Venezuela, y ahora hay una renegociación.

Ojalá eso se recomponga. Nosotros todos sabemos que lo que hay aquí y lo que hay en Colombia son dos cosas totalmente distintas.

¿A pesar de tu situación?

Sí, a pesar de mi situación. Yo considero que aquí hay un proceso muy bueno en Venezuela. ¡Ah!, ¿que conmigo se ha cometido un error? Sí, es un error, y hay que rectificar. Pero este proceso hay que defenderlo.

¿Piensas que está en peligro el proceso, después de la muerte del camarada-presidente?

El Imperio y la oligarquía están arremetiendo con todo. Ellos saben lo que significaba Chávez. Pero bueno, precisamente, ahí es donde está lo que decimos los revolucionarios: los hombres y las mujeres no somos propiamente los imprescindibles en la lucha revolucionaria. Son las ideas, son los principios, encarnados en el pueblo. El pueblo seguirá pariendo líderes. ¿Cuántas veces no nos han eliminado a nosotros a los líderes?

A nosotros nos mataron al cacique Yurbaco, y después… Oye, es que esa es la historia de nosotros. El primer diálogo con un grupo insurgente que hubo en Colombia así, en serio, fue con Beikos Biojó, un negro africano que se levantó y lo invitaron a dialogar. Fue a dialogar y lo ahorcaron en una de las plazas de Cartagena. Luego vinieron las conversaciones cuando se levanta José Antonio Galán, el comunero, en El Socorro, Charalá, y claro, el ejército que organizó Galán era prácticamente más grande que el que tenía el virreinato en la Nueva Granada. Y lo llamaron a dialogar y firmaron, cuenta la historia, sobre una Biblia así grandotota. Ahí firmaron el documento de las capitulaciones. Y apenas se desmovilizaron los guerrilleros, ¿qué pasó con Galán? Lo descuartizaron. Lo amarraron a cuatro caballos por las extremidades y la santisisísima Inquisición participó para descuartizar al comunero. Y pusieron una mano a la entrada del pueblo de Mobote, que se insurreccionó; otra mano a la entrada de Charalá, que se insurreccionó. Y así iban poniendo la cabeza por allá, el pie por allá, para escarmentar.

Fusilaron a Policarpa Salavarrieta, la que dijo: «¡Pueblo indolente! ¡Cuán distintos fueran si conocieran el precio de la libertad! Ved, que aunque mujer y joven, me sobra valor para enfrentar la muerte y mil muertes mas». La Pola. Una mujer jovencita.

Galán, La Pola, a miles de comuneros los mataron, y después vino la lucha por la Independencia liderada por Bolívar, por Sucre, de aquí de Venezuela. Y por los nuestros allá también, por Ricaurte, que dio su vida aquí en Venezuela. Yo a veces cobro…. bueno, no cobro, pero sí recuerdo: Vinimos aquí los colombianos a luchar por la libertad, por la independencia Ricaurte se inmoló en San Mateo. Pero también Atanasio Girardó se inmoló en Bárbula, que Bolívar le hizo un homenaje. Colombiano. Yo recuerdo eso también, pensando en mi situación.

Es que yo creo que todavía no se entiende el concepto de Colombia que tenía Bolívar… la Patria Grande.

Claro, los oligarcas sí se unen, porque los burros se buscan para rascarse. Ellos saben que familia que roba unida, permanece unida. El problema de nosotros, ya que toco ese tema… En Colombia, la revolución no ha triunfado no tanto por la fuerza ni de la oligarquía ni del mismo Imperio, digo yo. Nosotros, los revolucionarios, somos culpables. Por la división. Porque nosotros somos capaces de luchar contra el enemigo que está fuera, pero no somos capaces de luchar contra el enemigo que tenemos por dentro: ese burgués que tenemos por dentro, que es el egoísmo, que son hasta rencores entre nosotros.

Y si nosotros no somos capaces de acabar con la división, para utilizar una palabra también de Bolívar, que es la que nos está matando, la oligarquía y el Imperio seguirán dominando. Y tenemos que unirnos sobre bases  de ideales revolucionarios bolivarianos. Nosotros los tenemos. Oye, ¿qué fue lo que enseñó Bolívar? ¿Cuál es la esencia del pensamiento de Bolívar? ¿No arranca de la unidad? Bolívar iba perdiendo la pelea aquí, hasta que él se da cuenta de que es la unidad. En 1811 Bolívar, en un discurso en la Sociedad Patriótica, aquí en Caracas, dice: tenemos que unirnos, pero no para dormirnos en esa unidad, sino para luchar. Estoy parafraseando porque no me acuerdo textualmente, pero él si dice: «Eso que en esa época fue mengua, ahora es traición».

Eso tiene vigencia ahora. Esas discusiones que siempre nos han dividido, antes eran mengua, ahora es traición. Sobre todo por el impulso que ha recibido este proceso liberador en América Latina y que se revitaliza, como que otra vez agarra forma, claro, bajo el liderazgo de Chávez.

A mí me impresiona cuando Chávez fue a Colombia, en la costa colombiana el pueblo que salió a la calle…

Nosotros reconocemos a nuestros líderes. «El pueblo es sabio y paciente…»

Oye y vamos a decir una cosa, que no la hemos dicho todavía: oye, ese Alí Primera era grande… Esta revolución siempre la he visto así: bolivariana y aliprimeriana. Mira dónde está (señala póster en la pared) y esto que está aquí dice: «Canción de la esperanza», una canción que le hizo a Luis Mariano: «porque mi pueblo sea un pez reventador de atarrayas…» Nosotros no podemos estar tragando entero. Líder que no sirva, líder que hay que quitar. Pero sólo el pueblo salva al pueblo.

Fuente: http://www.aporrea.org/actualidad/n233999.html

Más información sobre el caso de Julián Conrado: http://www.julianconrado.info/