El hábito, tan en boga, de equiparar a Stalin con Lenin es vergonzoso. En términos de personalidad Stalin ni siquiera resiste la comparación con Mussolini o Hitler. Estos dos dirigentes victoriosos de la reacción italiana y alemana, a pesar de lo paupérrimo de su ideología fascista, han demostrado iniciativa, capacidad de despertar a las masas y abrir nuevos caminos. No podemos decir lo mismo de Stalin. Surgió del aparato, es inconcebible sin él. Sólo puede acercarse a las masas por intermedio del aparato… Stalin pudo elevarse por encima del partido cuando el deterioro de las condiciones sociales en la época de la NEP le permitió a la burocracia elevarse por encima de la sociedad.
León Trotsky. Los crímenes de Stalin (1937)
“¿En que categoría ponemos a la difunta, según usted, ciudadano?”
Kostia se encogió de hombres y preguntó con ira:
–¿Hay alguna categoría de crímenes colectivos?
Victor Serge. El Caso Tuláyev
A la memoria de Esteban Volkov Bronstein (Sieva) 1926–2023, quien supo preservar el legado revolucionario de su abuelo.
La creación del Estado de Israel un 14 de mayo de 1948 tuvo todo el apoyo político y militar de la URSS estalinista. A 77 años, casi ocho décadas de esta infamia histórica, se está cometiendo un genocidio de la población palestina en la Franja de Gaza. Desde cierta perspectiva histórica Stalin es uno de los responsables de uno de los mayores crímenes de lesa humanidad actuales. Más aún, la burocracia estalinista también es responsable del derrumbe de la URSS en diciembre de 1991. Trotsky, en su libro La Revolución traicionada (1936), pronosticó el colapso del terror totalitario soviético. Stalin tuvo muchos gánsteres por el mundo, uno de ellos fue Vittorio Vidali (alias Enea Sormenti, Comandante Carlos, etcétera), otro fue Pável Sudoplátov (estratega del asesinato de Trotsky y de crímenes durante la Guerra Civil Española), pero hoy día si tuviera uno a la mano podría ser, sin duda, Benjamín Netanyahu; aunque Netanyahu es un mercenario poderosísimo al servicio de Donald Trump. En lugar de la GPU sería el Mossad.
Israel es una creación política artificial e ilegítima de un nacionalismo extremo judeo–sionista sustentado en un colonialismo de limpieza étnica, colonialismo de asentamiento y tierra arrasada para la apropiación de tierras ajenas con hiperviolencia militar genocida supremacista racista–teocrático. A la fecha se estima, desde el 7 de octubre de 2023, una cantidad de cercana a 70 mil muertos, en su mayoría niños, mujeres y ancianos.
Al igual que la política sostenida por los nazis para su expansionismo territorial bajo la práctica de Lebensraum (espacio vital), los israelíes lo hacen usurpando tierras palestinas mientras expulsan a la población nativa a concentrarse en guetos, en un apartheid con bantustanes, territorios segregados para la población palestina y privarles de sus derechos políticos. Gaza, de hecho, es la cárcel al aire libre más grande del mundo. El 5 de mayo pasado el gabinete de seguridad israelí aprobó un plan para expandir las operaciones militares en Gaza, que incluye la «conquista» del territorio palestino y el desplazamiento de la población. Es una “conquista” muy fácil porque no se enfrentan a ningún ejército enemigo. La ciudad de Gaza está prácticamente destruida. Su población estimada en 2021 era de unos casi 650 mil habitantes, la ciudad más poblada de Palestina. Hoy está totalmente en ruinas como muchas ciudades europeas o japonesas durante la II Segunda Guerra Mundial.
Alrededor del 14 de mayo de 1948 se cometieron matanzas como la de Deir Yassin, aldea palestina cerca de Jerusalén. El 9 de abril de 1948, en vísperas de la guerra árabe-israelí de 1948-1949, la aldea fue destruida por fuerzas paramilitares sionistas sembrando el terror entre los asentamientos árabes–palestinos. Ese 14 de mayo es una fecha nefasta para la nación Palestina que los sionistas celebran como Día de la Independencia, aunque no hubo ninguna independencia porque nunca estuvieron sojuzgados por ninguna nación extranjera a menos que consideremos la retirada de las tropas británicas establecidas en Palestina por mandato de la Sociedad de la Naciones en 1922; el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda administraban estos territorios de facto –una especie de protectorado– desde 1917 con la caída del Imperio otomano que dominaba la región del Levante meridional. Antes de la primera Guerra Mundial, el último sultán de Constantinopla y del Imperio Otomano, Mehmed VI, abrió Palestina a la colonización sionista, pero fueron Inglaterra y Francia las que crearon en 1919–1920 Estados árabes de naturaleza feudalburguesa y con fronteras artificiales.
David Ben-Gurión, primer ministro, el 14 de mayo, con el himno nacional sionista, el Hatikva, y bajo el retrato de Theodor Herzl, proclamó la “independencia de Israel”. Ben-Gurión estaba decidido a concretar lo que consideraba “el derecho natural del pueblo judío de ser dueño de su propio destino, con todas las otras naciones, en un Estado soberano propio”, como decía la declaración. Pero ser “dueño de su propio destino” implicaba ser dueño de tierras ajenas y la negación de Palestina como Nación. Una negación que significa su exterminio como pueblo.
No obstante que la URSS estalinista apoyó plenamente la creación del nuevo Estado, al poco tiempo el gobierno israelí se convirtió en un policía militar del imperialismo yanqui en el Medio Oriente. Desde finales de la década de los 40, Israel se convirtió en un proyecto colonial al servicio del imperialismo estadounidense. Israel es consecuencia directa de la II Guerra Mundial: por un lado el Holocausto (Auschwitz); el antisemitismo extremo como forma de exterminio por la violencia nazi: la solución final, el asesinato en masa de los judíos, el genocidio como justificación para dotar de una tierra segura a los judíos de Europa y de la URSS; por otro, lo más importante, como una forma de colonizar una región para los intereses imperialistas estadounidense, inglés y francés en tanto bastión político–militar; una región estratégica para el dominio de las grandes potencias capitalistas. Desde el inicio del siglo paso, el Medio oriente se convirtió en la región más conflictiva bélicamente del mundo, derivado de la presencia estadounidense. “Los EEUU tuvieron mucho éxito en la consolidación de la hegemonía sobre la región y su petróleo. Sin embargo, sólo pudieron lograrlo fomentando entre los estados y pueblos unos antagonismos que produjeron una serie de guerras…”. i
Esta zona geopolítica en disputa después de la II Guerra Mundial no pasó desapercibida para los intereses de la burocracia soviética, lo que le llevó a intervenir en favor de la conformación del Estado sionista.
Un 15 de mayo de 1948, después de la matanza de Deir Yassin, vendría la Nakba (catástrofe o desastre para los palestinos), como consecuencia inmediata de la fundación del Estado sionista. La Nakba es la expulsión y huida de 750 mil palestinos, el despoblamiento y destrucción de más 500 pueblos palestinos por la Fuerza de Defensa de Israel (FDI), conformadas el 26 de mayo de 1948, pero que ya venía atacando despiadamente con organizaciones terroristas como Haganá, Irgún y Lehi. Dicha fuerza militar más que operar como ejército defensivo es el principal instrumento de hiperviolencia del colonialismo sionista –un nacionalismo de ultraderecha expansivo, con rasgos fascistas– y del genocidio palestino. La Nakba también significa la negación del derecho palestino al retorno a sus tierras ancestrales –cuestión que apoyó la URSS en la ONU– y es el inicio de la limpieza étnica. Guardando las proporciones, la Shoa (Holocausto) y la Nakba tienen muchas semejanzas (genocidios); una de ellas es la política de exterminio de la población considerada como indeseable o enemiga. No se necesitan cámaras de gases ni hornos crematorios para asesinar a decenas de miles de niños, mujeres, ancianos, médicos, estudiantes, periodistas y poetas. Se necesitan tropas de ocupación, misiles, y un bloqueo criminal de alimentos y medicinas; la hambruna está diezmando a los gazatíes. Es un Estado de sitio permanente bajo formas terroristas con el pretexto de la amenaza de Hamas. El terrorismo del Estado israelí es parte orgánica del mayor terrorismo de Estado que históricamente representa los Estados Unidos.
¿Es posible ser prosionista y antisemita?
Si, es posible, Stalin lo personificó. Ciertamente es un oxímoron, una contradicción flagrante Esta antinomia es un aparente embrollo ideológico–político, pero la historia de los hechos verdaderos da luz sobre una serie de giros delirantes estalinistas inmersos en un proceso conflictivo que a la fecha tiene consecuencias terribles y dramáticos para uno de los protagonistas dolientes como es el pueblo palestino. Stalin era antisemita en lo general, pero, contradictoriamente, en lo particular estaba del lado del judaísmo sionista–terrorista.
Desde nuestro punto de vista es imposible explicar el proceso de construcción del Estado judeo-sionista a partir de mayo de 1948 sin la intervención decisiva del Estado soviético encabezado por Iósif Vissariónovich Dzhugashvili (Stalin).
El genocidio no inició el pasado 7 de octubre de 2023, se remonta a muchas décadas atrás, es el genocidio más largo de la historia moderna. El inicio de la historia de las atrocidades criminales cometidas por los sionistas–israelíes a los palestinos casi corre paralela a la del Holocausto del pueblo judío. Desde las primeras décadas del siglo pasado, las constantes migraciones de judíos europeos a Palestina llevan inherente la violencia colonialista, particularmente desde la década de los 30.
La cronología del Holocausto puede establecer las fechas del 1 de septiembre de 1939 al 2 septiembre de 1945. Es posible considerar que la persecución sistemática de los judíos perpetrada por el fascismo alemán inició desde 1933. El 1 de septiembre de 1939 es la fecha de la invasión de las tropas nazis a Polonia y, algo importante, el 28 de septiembre de ese año se establece la alianza entre los gobiernos alemán y soviético con la enmienda secreta al Pacto Molotov-Ribbentrop para la partición de Polonia. Los estalinistas siempre acusaron y acusan a Trotsky de actividades antisoviéticas, agente del imperialismo estadounidense y haber colaborado con el nazismo, una calumnia infame; pero lo cierto es que Stalin si fue aliado de muchas formas con Hitler y después con los Estados Unidos e Inglaterra. El ascenso de Hitler al poder en 1933 también se deriva de la consigna estalinista de que la socialdemocracia alemana es un socialfascimo –fue una tesis defendida por la Internacional Comunista (Komintern) entre 1928 y 1935 que sostenía que la socialdemocracia era equivalente al fascismo ya que ambos se oponían a la revolución comunista. El primer antisoviético liderando un proceso contrarrevolucionario fue, paradójicamente, el propio Stalin como sepulturero de la Revolución (Trotsky dixit).
El antisemitismo en la URSS estalinista
“Iván el Terrible les acusó de emponzoñar almas y les prohibió la entrada en la Santa Rusia. No tuvieron más suerte unos siglos más tarde. lósif Stalin no sólo cerró fronteras ante las oleadas de judíos que llamaban a la puerta de la URSS, sino que entregó a algunos de ellos –entre 1939 y 1941– a la Gestapo. Hoy, en Moscú, los neoestalinistas se manifiestan junto a los nostálgicos del zarismo; no se trata de una alianza contra natura: el estalinismo heredó, entre otras cosas, su antisemitismo del zar, no de la Revolución de Octubre”, afirma Pierre Broue. ii
El antisemitismo en la Rusia zarista era muy arraigado, quizá mucho más que en la Europa occidental. Este rechazo a los judíos durante el zarismo era de siglos atrás. Sujetos a confinamiento, leyes discriminatorias, y víctimas de pogromos (linchamientos masivos y destrucción de sus bienes). Con el triunfo de la Revolución de Octubre se liquidaron siglos de antisemitismo zarista. Fue prohibido legalmente por el gobierno soviético revolucionario, aunque persistía como herencia en muchos sectores populares con prejuicios y chovinismo étnico, incluido hasta en el seno del bolchevismo con los sectores más atrasados políticos y en conflictos personales como en la rivalidad entre Stalin y Trotsky.
El proceso revolucionario abolió leyes contra los judíos considerado como un pueblo al margen de la ley. Muchos dirigentes bolcheviques tenían orígenes judíos como el propio Lenin. Los terribles Procesos de Moscú (1936–1938) llevados a cabo por Stalin tuvieron como víctimas a numerosos judíos acusados falsamente de conspirar contra el gobierno soviético. Las purgas estalinistas, en realidad asesinatos, fusilamientos o encarcelados en el Gulag, también tuvieron víctimas de judíos bolcheviques revolucionarios. Hubo millones de asesinados; un genocidio. Pierre Broué analiza extraordinariamente esas atrocidades y la resistencia: Comunistas contra Stalin. Masacre de una generación. iii
Notas:
i Harman, Chris. La otra historia del mundo. Una historia de las clases populares desde la edad de Piedra al nuevo milenio. Ediciones Akal, Madrid, 2013.
ii https://elpais.com/diario/1992/11/05/cultura/720918004_850215.html
iii Broué, Pierre. Comunistas contra Stalin. Masacre de una generación. Sepha Edición. Málaga, 2008.
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