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Stop al semáforo

Fuentes: Rebelión

El municipio vizcaíno de Zornotza (Bizkaia) lleva casi una década sin semáforos y el resultado, por lo que comentan, es de una drástica reducción de los accidentes de tráfico y de un notable ahorro de dinero. Harald Martenstein narra en el Zeit magazin que hay dos cosas que en Alemania siempre crecen: los semáforos y […]

El municipio vizcaíno de Zornotza (Bizkaia) lleva casi una década sin semáforos y el resultado, por lo que comentan, es de una drástica reducción de los accidentes de tráfico y de un notable ahorro de dinero.

Harald Martenstein narra en el Zeit magazin que hay dos cosas que en Alemania siempre crecen: los semáforos y las deudas del Estado.

El primer semáforo se colocó en Londres en 1868, obra del ingeniero J.P. Knight, alimentado por gas y que explotó al poco tiempo de la puesta en servicio. El semáforo eléctrico de tres colores se instaló por primera vez en Detroit en 1920, hace ya 90 años, en Berlín en 1924 y en 1929 en Madrid, entre las calles Barquillo y Alcalá, siendo el primero del estado español. Pero cuando de verdad comenzaron a proliferar y multiplicarse en el mundo por ciudades y pueblos fue luego de la Segunda Guerra Mundial. Y no han parado de crecer entre nosotros hasta que Zornotza dijo basta.

Se vislumbra una especie de cambio. Allí donde se han desmontado a modo de prueba se comprueba que disminuyen los accidentes. La gente aprende de nuevo a tener cuidado y a estar alerta. Ojo avizor se dice.

En Nuremberg, que hay 525 semáforos, por razones de coste se han desmontado seis desde que existen moradores. Ni se van a reponer ni a instalar nuevos. El «cuidado y mantenimiento de semáforos» en esta ciudad ha pasado de ser 1´4 millón de euros a 1´1.

Se ahorra energía y de nuevo se vuelve a colocar el semáforo en la cabeza. ¡Un trasto menos en las calles y más luz en el cerebro!


Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.