Y se nos va el mes de diciembre y se acaba el año. Muchos acontecimientos han ocurrido en un mes como este. Sólo unos pocos ejemplos. En diciembre de 1976 la dictadura de Pinochet de las FFAA y de la derecha política, detuvo y luego asesinó a 11 dirigentes comunistas y 2 dirigentes del MIR. […]
Y se nos va el mes de diciembre y se acaba el año. Muchos acontecimientos han ocurrido en un mes como este. Sólo unos pocos ejemplos. En diciembre de 1976 la dictadura de Pinochet de las FFAA y de la derecha política, detuvo y luego asesinó a 11 dirigentes comunistas y 2 dirigentes del MIR. Es el llamado «caso de los 13» todavía en tramitación en tribunales y en donde hay numerosos procesados ; allí cayeron los camaradas Fernando Ortiz, Armando Portilla, Waldo Pizarro, Fernando Navarro, Lincoyán Berríos, Horacio Cepeda, Reinalda Pereira, Héctor Véliz, Luis Segundo Lazo, Edras Pinto, Tucapel Cruz y los compañeros del MIR Carlos Patricio Durán y Santiago Araya.
Fue en diciembre de 2007 que regresó a Chile el cuerpo sin vida de la compañera Cristina Carreño, asesinada en Argentina durante la Operación Cóndor en medio del emocionado recibimiento de miles y miles de sus compañeras y compañeros. En el mes de diciembre murió Pinochet sin que pudiéramos cumplir el objetivo de que muriera en la cárcel, su legítimo destino. Las presiones de la derecha y los militares y las debilidades, o más bien complicidades, de los gobiernos de la Concertación y de algunos jueces frustraron el empeño de los demócratas por condenar al máximo responsable de tanta sangre derramada, al ladronzuelo que en nombre de los grandes grupos económicos y de la Casa Blanca impuso el terror en Chile. Al menos murió cuando era un reo en libertad bajo fianza. Nunca nadie podrá invocar su inocencia.
En diciembre y a poco de morir el dictador fue que un hijo de campesinos que ofició de mozo, en la casa del jefe de la DINA primero y para la propia policía secreta después, se decidió a hablar. Gracias a su testimonio, la brigada de DDHH de la policía civil y los tribunales avanzaron en un mes más que en los años anteriores. Así fue como supimos del cuartel de la muerte, el de Simón Bolívar, en donde fueron asesinados todos los dirigentes del Partido Comunista, con Victor Díaz y Fernando Ortiz en primer lugar.
Pero nuestra historia reconoce otro diciembre trágico: el 21 de diciembre de 1907 pasadas las 3 de la tarde los soldados que dirigía el general Roberto Silva Renard masacró con ráfagas de ametralladoras a 3. 600 trabajadores, con sus mujeres e hijos. Eran obreros pampinos, un alto número de ellos peruanos y bolivianos y más de un europeo, en huelga por sus derechos y que estaban acuartelados en la casona de la Escuela Santa María allá en Iquique. El presidente de la república era Pedro Montt, ministro del Interior Rafael Sotomayor, intendente interino Julio Guzmán García, intendente titular Carlos Eastman y al mando de la tropa el general Silva Renard y el coronel Sinforoso Ledesma. Todos reaccionarios de tomo y lomo.
¿Porqué la masacre? Porque Pedro Montt no deseaba que se interrumpiera las labores para la poderosa empresa salitrera inglesa dueña del negocio. No fuera cosa que se enojara su majestad británica Eduardo VII. Después de todo para eso era que la derecha de la época había logrado en 1891 derrocar al gobierno patriótico del presidente Balmaceda que defendía el salitre para Chile. Tal y como la derecha logró derrocar en 1973 al presidente Allende que defendió el cobre para Chile.
Así ha sido siempre en este país, así ha sido siempre en el mundo. La derecha no respeta los derechos de nadie. La derecha juega a la democracia sólo si sus intereses están a buen recaudo, pero si el pueblo se despierta y lucha por lo que es suyo, entonces no hay ley que valga. A la luz de la historia ¿ aceptaremos que Piñera, y con él los pinochetistas, consigan triunfar en enero próximo? Lo democrático, lo patriótico, lo revolucionario, es hoy día jugársela con cuerpo y alma para impedir que gane la derecha, la misma vieja derechona rapaz y criminal de siempre.