Hace unos días, surgió una información que junto con constatar una realidad escondida adelantó un futuro doloroso debate. El Fiscal Nacional Económico, Enrique Vergara, dijo durante una actividad en México que la banca chilena está altamente concentrada. La sentencia, por lo demás bastante conocida en el país y compartida por no pocos economistas y expertos […]
Hace unos días, surgió una información que junto con constatar una realidad escondida adelantó un futuro doloroso debate. El Fiscal Nacional Económico, Enrique Vergara, dijo durante una actividad en México que la banca chilena está altamente concentrada. La sentencia, por lo demás bastante conocida en el país y compartida por no pocos economistas y expertos -tanto que incluso llevó hacia comienzos de 2000 al ex ministro de Hacienda, Nicolás Eyzaguirre, a referirse al sistema financiero como un oligopolio o con características oligopólicas-, generó una reacción insólita de Hernán Somerville, el actual presidente de la Asociación de Bancos y de la Confederación de la Producción y del Comercio. El empresario y banquero puso el grito en el cielo y le inquirió a Vergara «argumentos y fundamentos». Un furioso Somerville dijo: «Yo argumento con razones y con ideas, entonces quiero que me diga cuáles son y le voy a contestar. Si hay algo de que tenga que hacerme cargo, me haré cargo».
Antes de esperar los descargos de Vergara es posible recordar algunas cifras que maneja nuestro omnipresente sistema bancario. Del total de 26 instituciones financieras que operan en Chile, sólo cuatro bancos concentran el 66,2 por ciento del total de las colocaciones. Por volumen, el ranking bancario de los préstamos está encabezado por el Santander, con el 22,6 por ciento del total de las colocaciones, le sigue el Banco de Chile, con el 17,8 por ciento, el BancoEstado, con el 13,4 por ciento y el BCI, con el 12,4 por ciento. En otras palabras, el quince por ciento de los establecimientos concentra más del 66 por ciento del mercado.
Concentración del mercado, pero también concentración de las ganancias. Al observar los índices de rentabilidad (rentabilidad sobre capital y reservas) de agosto pasado, estos mismos bancos son también los líderes. El Banco de Chile tuvo una rentabilidad del 32 por ciento, el Santander del 31 por ciento, el BCI del 25 y BancoEstado del 12 por ciento.
El negocio bancario está en plena expansión. Los préstamos continúan creciendo y sosteniendo la actividad económica. A agosto pasado, según cifras de la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras, los créditos bancarios crecieron un 15,8 por ciento respecto a un año atrás, período que estuvo encabezado por los préstamos a las personas, los que aumentaron 18,6 por ciento. Y dentro de los créditos destinados a las personas, los de consumo son los que registran el mayor crecimiento, con un aumento del 22,5 por ciento. El negocio no se agota, sino que florece.
La concentración bancaria, que ha sido criticada incluso por reputados neoliberales, es un fenómeno especialmente negativo. Las distorsiones son perjudiciales en todos los mercados, sin embargo en el sector financiero tienen aspectos particularmente negativos. Podemos decir que la concentración del mercado es uno de los factores que inciden en la regresiva distribución de la riqueza. Al haber actores que abiertamente controlan un sector económico, éstos imponen las condiciones no sólo al resto de los competidores, llevándolos en no pocas ocasiones a la quiebra, sino a proveedores y consumidores. En el caso de la banca, por las características del negocio, los consumidores pasan a ser clientes cautivos de su institución. No es fácil cambiarse a otro banco. De este modo, el cliente estará prisionero respecto a comisiones y altas tasas de interés, sin contar los eventuales castigos y multas arbitrarias. Al tener una condición monopólica u oligopólica, el banco sólo hace esfuerzos en recortar gastos -con la política de fusiones, adquisiciones y despidos- porque el mercado ya está ganado. El resto es una transferencia neta de riqueza desde los actores económicos hacia la unidad oligopólica.
Es posible, pero tal vez no tan deseable, que las críticas de Vergara emerjan con más fuerza en el futuro. Durante los últimos dos años -y los últimos meses- hemos vivido un período de expansión de los créditos que en buena parte están hoy sosteniendo el nivel de consumo interno. Estamos en la fase alegre del ciclo, no obstante tarde o temprano el deudor tendrá que hacer frente a estas obligaciones. Si consideramos que no hay generación de nuevos empleos, lo que ha quedado constatado en las estadísticas oficiales, como tampoco un aumento salarial, todo indica que las cuentas serán alegres por poco tiempo más