Un grupo de ex presos políticos chilenos se transformarán este mes en actores y actrices para sanar las heridas dejadas por la dictadura (1973-1990). Darán vida a un ciclo teatral con piezas creadas en campos de concentración y en el exilio. «Yo pienso que la vida se hace más presente cuando estás frente a la […]
Un grupo de ex presos políticos chilenos se transformarán este mes en actores y actrices para sanar las heridas dejadas por la dictadura (1973-1990). Darán vida a un ciclo teatral con piezas creadas en campos de concentración y en el exilio.
«Yo pienso que la vida se hace más presente cuando estás frente a la muerte», reflexiona el reconocido actor y dramaturgo chileno Óscar Castro, director de esta muestra que tendrá lugar los días 16, 17, 23 y 24 de este mes.
El ciclo de Teatro de la Memoria Óscar Castro-Aleph París se realizará en la Corporación Parque Por La Paz Villa Grimaldi, uno de los ex centros de detención, tortura y muerte de la dictadura encabezada por el general Augusto Pinochet (1915-2006), convertido ahora en memorial de los derechos humanos.
Se trata de las piezas «Casimiro Peñafleta. Preso político», «Érase una vez un Rey», «El vuelo del cuervo» y «El exiliado Mateluna». Las dos primeras fueron escritas por Castro en los centros de detención de Ritoque y Puchuncaví y las dos últimas en su exilio en Francia.
En la inauguración del ciclo participará el grupo musical Inti Illimani histórico y la cantautora Isabel Parra, hija de la emblemática artista chilena Violeta Parra (1917-1967).
Tras el golpe de Estado perpetrado contra el gobierno democrático del socialista Salvador Allende (1970-1973), Castro, fundador del Teatro Aleph en la década del 60 en Chile, pasó dos años preso en cuatro campos de concentración del país.
En 1976 partió exiliado a Francia, donde se consolidó como dramaturgo y se radicó hasta hoy.
Hace unos meses, fue convocado por el ex preso político Pedro Alejandro Matta para llevar a cabo una «manifestación teatral» en Villa Grimaldi, recuerda el dramaturgo.
«Yo le dije que me interesaba, siempre y cuando fueran las piezas que realizamos en los campos de concentración, con los mismos actores presos. Yo me contacté con ellos y todos estuvieron de acuerdo en revivir esta experiencia», relató a IPS Castro.
«En esa época, teníamos entre 25 y 35 años y ahora entre 60 y 75 años. Por eso (al grupo) le puse Grimaldi Social Club», contó entre risas el dramaturgo, en alusión a Buena Vista Social Club, el grupo de legendarios músicos cubanos que reuniera el guitarrista estadounidense Ry Cooder.
«Para mí era importante hacer el ciclo en el lugar donde todos los que vamos a actuar sufrimos torturas y presenciamos desaparecimientos», recalcó.
La historia de Castro ilustra dramáticamente las violaciones a los derechos humanos que sufrieron miles de chilenos y algunos extranjeros durante los 17 años de dictadura. En ese periodo, más de 3.000 personas fueron asesinadas y detenidas-desaparecidas y otras 35.000 fueron torturadas.
Él y su hermana Marieta, apresados por hospedar a un miembro del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), fueron dejados en libertad al cabo de un tiempo.
Pero su madre y la pareja de Marieta no corrieron la misma suerte: fueron tomados prisioneros cuando visitaron a los hermanos Castro en el centro de Tres Álamos y hoy figuran en la lista de detenidos desaparecidos.
«Yo estuve detenida en la Villa Grimaldi y soy testigo del último momento en que se vio con vida a la madre de Óscar Castro, la Julieta Ramírez», contó a IPS Alejandra Holzapfel, una de las ex presas políticas que actuará en la muestra teatral.
Durante cuatro meses, Holzapfel pasó por Villa Grimaldi, la Venda Sexy, Cuatro Álamos y Tres Álamos. Tenía 19 años. Retornó del exilio en 1987.
«Para nosotros (el ciclo) ha sido un proceso de sanación, una forma de entrar a la Villa (Grimaldi) más tranquilos, de practicar un poco el humor, que fue algo que hicimos mucho cuando estuvimos presos y que nos ayudó a sobreponernos al horror que vivimos en esa época», comenta.
«Si no hubiéramos tenido la capacidad de reírnos de nosotros mismos en los centros de detención estaríamos todos locos», sentencia.
«Estoy muy agradecida de Óscar, porque no me imaginé que nos iba a hacer tan bien. Antes, me costaba mucho ir a la Villa y cada vez que entraba se me paraban los pelos. En cambio ahora estamos ensayando casi todos los días, entramos pensando en otras cosas», remarca.
En algunos campos de prisioneros de la época, la Cruz Roja Internacional gestionó la realización de un día de actividades culturales a la semana, recuerda Castro. Esos días, las habitaciones o los comedores se transformaban en escenarios, añade.
«Casimiro Peñafleta. Preso político» es un monólogo que Castro escribió en el centro de Ritoque. La creó «para no volverse loco», un día en que se quedó solo en su habitación. Todos sus compañeros habían aparecido en la «lista de libertad». «Me preguntaba por qué no era yo el que salía, por qué los otros», cuenta.
«Érase una vez un Rey» es una obra donde actúan Hernán Plaza y Carlos Genovese, ambos ex presos políticos.
«Son tres vagabundos que, como no tienen dinero, inventan un juego que consiste en que una semana uno es rey y que a la semana siguiente le toca al otro, para tener a quién mandar. Pero, cuando pasa la semana, el rey de turno inventa que está en guerra y que no puede dejar el cargo y luego se hace declarar presidente. O sea, no abandona nunca el cargo», describe Castro.
La tercera obra, «El vuelo del cuervo» o «Por mi amor al teatro», creada en el exilio, cuenta la vida teatral de Castro, en tanto que «El exiliado Mateluna», también escrita en Francia, tiene entre su elenco a familiares de víctimas de la represión.
«Algunas son mujeres que estuvieron presas con mi hermana, otras tienen a sus maridos desaparecidos y también hay hijos de exiliados que hoy viven en Chile», detalla el dramaturgo.
Las obras serán grabadas y donadas al Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, que se inaugurará en noviembre, y al Parque Villa Grimaldi, como registro histórico de lo que fue la actividad teatral en los campos de detención de la dictadura de Pinochet.
Por otra parte, el ciclo de teatro se inaugurará justo en momentos en que la polémica de los llamados «detenidos aparecidos» sigue vigente en el país.
En diciembre pasado, el gobierno de la socialista Michelle Bachelet reconoció errores en la calificación de cuatro personas como detenidas desparecidas. Esto generó preocupación entre las organizaciones de derechos humanos y recriminaciones cruzadas de aprovechamiento político por parte de la coalición de centroizquierda en el gobierno desde 1990 y la oposición derechista. El 5 de este mes, la diputada Karla Rubilar, del opositor partido Renovación Nacional, informó al gobierno de otros tres casos de personas catalogadas como detenidas desaparecidas equivocadamente. Pero inmediatamente se comprobó que dos de ellas efectivamente correspondían a víctimas de la dictadura cuyos cuerpos no han sido encontrados. Esto provocó la indignación de los familiares de las víctimas y las críticas de dirigentes políticos de todos los sectores, más aún cuando Rubilar reconoció que tuvo contactos con un abogado que presta servicios a Manuel Contreras, el ex director del principal cuerpo represivo de la dictadura, la Dirección de Inteligencia Nacional (Dina), que actualmente se encuentra en prisión por múltiples condenas por violaciones a los derechos humanos. La diputada aseguró que actuó de buena fe y culpó del escándalo al gobierno, ya que éste hizo públicos los datos que ella entregó en forma reservada para su posterior investigación. Estas explicaciones no fueron suficientes para que Rubilar se mantuviera como presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados, ya que el 14 de este mes fue destituida de ese cargo por sus pares, por ocho votos contra cinco.
«Es tan bonito el reencuentro que estamos viviendo (a propósito del ciclo de teatro) que la polémica (de los falsos detenidos desparecidos) pasa a ser parte del cotidiano político del país, donde las dos partes quieren sacar partido de cualquier situación que surja al respecto», concluyó Castro.