A trece años de haberse realizado el primer Congreso Mundial de Páramos en el municipio de Paipa (Boyacá), muchos de los interrogantes y preocupaciones esbozadas en aquella oportunidad cobran total vigencia. La segunda edición del reciente foro denominado «Tejiendo Páramos» que tuvo lugar el pasado sábado en las instalaciones del Centro Memoria, con la presencia […]
A trece años de haberse realizado el primer Congreso Mundial de Páramos en el municipio de Paipa (Boyacá), muchos de los interrogantes y preocupaciones esbozadas en aquella oportunidad cobran total vigencia.
La segunda edición del reciente foro denominado «Tejiendo Páramos» que tuvo lugar el pasado sábado en las instalaciones del Centro Memoria, con la presencia de un puñado de organizaciones, colectivos y asociaciones bajo el auspicio de diversas ONGs y entidades públicas, revivió preocupaciones del pasado agudizadas en tiempo presente.
El encuentro se convirtió en el espacio perfecto para que todos aquellos actores que trabajan en pro de la conservación de estos ecosistemas montanos intertropicales construyeran, de manera conjunta, mecanismos para frenar la voracidad extractivista de los artífices del despojo (las multinacionales).
La labor protectora de este conglomerado social difuminado a lo largo y ancho de la nación ha sido, desde la arista que se observe, valerosa: el país alberga el 50% del área total de páramos que sobreviven en el planeta (1,9 hectáreas) y el 98% de las especies vegetales que existen en la actualidad en este tipo de hábitat. Un dato adicional: el 70% del agua que se consume en Colombia nace y se distribuye desde estas reservas naturales.
La pugna de la Red Tejiendo Páramos (http://bit.ly/1NDNlYO), eje articulador de este proceso en curso, en sí es de hondo calado y persigue objetivos concretos: frenar aquella sospechosa connivencia del Estado con las compañías minero-energéticas que intentan, a como de lugar, reconfigurar a la fuerza el mapa, la memoria y el territorio nacional amparadas bajo el credo de un inocuo crecimiento económico impulsado por una explotación desregulada, voraz y de regalías porcentualmente bajas, que a la vuelta de la esquina amenaza con extinguir lo más preciado de la nación: nuestros abundantes recursos naturales.
La feria de experiencias al aire libre repleta de carpas, souvenires, olores, sabores y conocimientos de cada agrupación, sirvió como antesala al corto pero significativo espacio de discusión.
Los guardianes de los bosques y valles alto andinos de Cruz Verde, Amoladero, Sueva, El Verjón, Pisba, Sumapaz, Guerrero, Chingaza y Guacheneque-Rabanal entre otros se hicieron presentes para oponerse férreamente a los 404 títulos mineros que en la actualidad siguen su curso operados en su mayoría por transnacionales en zonas de páramo protegidas (Agencia Nacional de Minería, 2015).
Las horas de deliberación y acercamiento, de fragor y lucha esbozada en cada intervención, dieron los frutos esperados para vislumbrar canales jurídicos y organizativos que se convertirán, seguramente, en el faro que guíe diversas acciones en las múltiples regiones donde la presencia de estas empresas amenaza con agotar los suelos, las cuencas hídricas, los frailejones, la flora y fauna.
La utilización de casos paradigmáticos en lo jurídico; la constitución de nodos temáticos; la obligación de actuar en bloque ante cualquier intento de desalojo o despojo; la necesidad de consolidar los grupos de estudio locales con respecto a los tópicos principales y la instrumentalización del arte como herramienta visible de resistencia en los procesos de movilización fueron algunos de los aportes más relevantes entre decenas de intervenciones realizadas por defensores de páramos procedentes mayoritariamente de los departamentos de Cundinamarca y Boyacá.
Las redes de indignación y esperanza, parafraseando uno de los axiomas del sociólogo y urbanista catalán Manuel Castells, se hicieron presentes en este colorido encuentro de saberes con una generosa cantidad de jóvenes, si se quiere mayoritaria, de diversa extracción geográfica y social.
El recambio generacional por la defensa del agua, la vida y el territorio, sin duda, está asegurado con este contingente de noveles activistas pletóricos de conocimientos. Sin duda se vislumbra en el corto plazo, con esta nueva camada, una nueva extensión de la lucha ambiental esta vez desde ámbitos versátiles como lo son el arte, la academia y la comunicación para contraponerse a la avasallante, excluyente y falaz tecnocracia criolla.
* Felipe Pineda Ruiz, publicista, activista social, colaborador de la Fundación Democracia Hoy. Miembro de la plataforma política Somos Ciudadanos.
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