El sábado 25 de marzo, en el marco de su » Segundo Foro Social», el Movimiento por el Agua y los Territorios (MAT) avanzó en la generación de un movimiento socioambiental al dotarse de una nueva orgánica que le permita cumplir con objetivos de articulación a nivel nacional. Sin embargo, estimamos que para poder hablar […]
El sábado 25 de marzo, en el marco de su » Segundo Foro Social», el Movimiento por el Agua y los Territorios (MAT) avanzó en la generación de un movimiento socioambiental al dotarse de una nueva orgánica que le permita cumplir con objetivos de articulación a nivel nacional. Sin embargo, estimamos que para poder hablar resueltamente de la existencia de un movimiento de alcance nacional, que reivindica al ecologismo como elemento crítico del modelo de desarrollo chileno, y que, por ende, dispute políticamente una transformación del mismo, hacen falta algunos pasos.
Proponemos los siguientes como eslabones necesarios, aunque no exclusivos, con la intención de aportar al debate
Hacia la constitución de un real Movimiento Social
Aún quedan bastantes organizaciones, colectividades y comunidades con disputas localizadas o de corto plazo que por diversas razones no han podido sumarse a los esfuerzos de unificación a escala nacional, lo que redunda en que una vez superada su conflictividad, se sumergen hasta desaparecer de la arena reivindicativa.
Entonces, una de las tareas es poder acercar tanto a los pequeños como los grandes esfuerzos de disputa contra el modelo extractivista, para la generación de un real Movimiento Social, que se nutra de las experiencias de lucha de diferentes territorios.
Lo anterior suena bien en las palabras, sin embargo, debemos ser capaces de ofrecer alguna razón que motive a sumarse a este promisorio pero inacabado proceso de unificación. Entendemos que, por el momento, podemos entregar dos: 1) una creciente red de solidaridades que se vea capacitada de apoyar a las comunidades o colectividades en conflicto, de forma tal que no se queden reducidas en sus fuerzas contra el empresariado rentista y el Estado, y 2) un horizonte de transformación institucional que impida efectivamente el establecimiento de nuevas zonas de sacrificio o despojo, que tienen al país sumido en invisibilizadas crisis humanitarias [1] .
Lo que proyectamos es la posibilidad de generar una estructura a nivel nacional similar a la Coordinadora Nacional de Trabajadores(as) NO+AFP (es necesario recabar experiencias y emular aquellas fructíferas), adecuada a la realidad de los distintos actores del mundo socioambiental. Cabe precisar, para las posturas más ansiosas, que del hecho de contar con una estructura orgánica adecuada no se sigue mecánicamente que el conflicto alcance un despliegue nacional. Muy por el contrario, el estallido social puede deberse a diversas contingencias, muchas de ellas imprevistas. Pero lo que no puede suceder es que una vez que exista una conflictividad nacional instalada, no exista una orgánica detrás que pueda sustentar sus requerimientos políticos. En eso, el ejemplo citado nos es de gran ayuda.
Instalar una perspectiva de largo plazo
Es cada vez más necesario superar el «coyunturalismo» al que nos tienen acostumbrados las disputas en el ámbito en discusión. La instalación de un megaproyecto energético en alguna localidad, muy a menudo tiene una respuesta que no se proyecta más allá de un marco temporal limitado o tampoco nos es posible prever cuáles conflictos están latentes en nuestro país, con potencialidad de desarrollarse prontamente. Esto siempre nos conduce a una actitud meramente reactiva, evitando cualquier posible perspectiva estratégica que aborde de manera más integral las ofensivas políticas de quienes reconocemos como enemigos.
Es por lo anterior que se vuelve imperioso el describir las tendencias del desenvolvimiento de posibles conflictos. En otras palabras, es necesario estudiar científicamente nuestra realidad nacional para avizorar dónde se están dando las principales contradicciones del modelo extractivista en marco de la forma actual y concreta que el capitalismo asume en Chile, y qué actores, potencialidades, escenarios, etc., encontramos en éste que permitan su superación. Es decir, elementos programáticos.
Estimamos que son al menos dos las posibles vías de conflicto, tanto en el mediano como en el largo plazo. Primero, debido a la bullada licitación que el anterior ministro de energía, Máximo Pacheco Matte, logró efectuar, es posible prever que el gobierno se mantendrá implacable en la aprobación y mantención de proyectos en esta área. Es un eje estratégico de crecimiento ante la poco estabilizada situación del cobre, lo que podría mostrar las siguientes tendencias:
1) Aprobación, incluso vía decreto como ya se ha hecho [2] , de medidas de flexibilización de requisitos para la aprobación de proyectos energéticos.
2) Reformulación de la alianza entre el capital financiero y los sectores primarios, con especial énfasis en las nuevas inversiones energéticas tanto a nivel de crecimiento como de generación de empleos.
3) Permitir problematizar un proyecto a nivel general, con el fin de que se gaste la energía en ése, mientras los demás son aprobados sin mayores contratiempos. Ejemplo de esto fue lo ocurrido con HidroAysen, proyecto que se estancó y se visibilizó como un triunfo del movimiento social, pero todo a costa del despliegue sin contratiempos de la «Agenda Energética».
4) Campaña mediática intensiva respecto a la necesidad de ampliar nuestra matriz energética.
5) El punto anterior podría verse controvertido si se opta por la invisibilización de los nuevos proyectos, con el fin de que la sociedad civil no esté lo suficientemente preparada para enfrentarlos, y se reduzca el problema a una situación puramente local.
6) Despliegue territorial directo o a través de consultoras con el fin de contactar previamente a las comunidades y sus posibles líderes con la finalidad de cooptarlos.
7) A partir de lo anterior, selección de sectores y actores dentro del mundo popular con los cuales sí se podría negociar, a fin de generar una división interna.
8) Aumento de la dotación policial, en especial en aquellas localidades que pasarán a ser consideradas como «polos de desarrollo». Proceso que viene acompañado de la criminalización y represión a las organizaciones de oposición.
Segundo, al largo plazo estimamos que la mayor posibilidad de un conflicto socioambiental se deberá a la escasez hídrica que actualmente afecta a numerosas familias del país que día a día deben recibir el agua para sus necesidades en camiones aljibes. No dudamos que la situación crítica se pueda extender a todo el país, toda vez que la institucionalidad y situación económica que la han creado no se ha modificado en lo más mínimo (con esto nos referimos especialmente a las modificaciones al Código de Aguas). Es por esto que nuestro mayor despliegue político y técnico debe situarse en dar una respuesta clara y contundente a esta situación, en especial, si percibimos que puede ser un foco de conflictividad venidera.
Enraizar la perspectiva ecológica en el mundo social
Dado que lo que une a las diversas luchas que actualmente se han desenvuelto en nuestro país es un mismo modelo de desarrollo rentista, no puede ser ajena la posibilidad de instalar tanto reivindicativa como programáticamente la perspectiva ecológica en los demás movimientos, tales como NO + AFP, estudiantil o «Movimiento Salud para Todos».
Es necesario generar solidaridades entre los distintos movimientos, dar a conocer nuestra madurada concepción de los problemas que aquejan al país y cómo éstos nos afectan, desmitificar la mirada condescendiente que se tiene sobre los movimientos ecologistas y trabajar en la coordinación de trabajos en el futuro que permitan generar las confianzas dentro del campo popular.
Lo anterior exige, a su vez, modificar nuestra concepción del trabajo territorial que ha permeado en la izquierda durante los últimos años. Es decir, pasar desde una perspectiva de la mera retaguardia, de rincón moral desde donde se resiste, a un trabajo que busca generar convergencia y construcción de una fuerza social capaz de interpelar y proponer políticamente. Esto es que avance. Si el capitalismo organiza los territorios y la sociedad en formas que no se veían en las décadas pasadas, lo correcto es que las organizaciones se dispongan en función de dar respuesta a esas formas.
En atención a lo anterior, hacemos un llamado a la «5ta marcha y encuentro plurinacional por la defensa de las aguas y los territorios» a realizarse el día 22 de abril del presente año, en la cual no solo manifestaremos nuestro descontento, sino que daremos un paso más hacia la coordinación, solidaridad y unidad entre los diversos movimientos que se oponen a la destrucción de la naturaleza y de todos los seres vivos que habitamos en ella.
[1] https://www.df.cl/noticias/empresas/energia/gobierno-cambia-y-flexibiliza-norma-que-asegura-la-generacion-electrica/2016-08-01/210243.html
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