Lo que dijo el jefe criminal pero no oyeron los oidores
Los medios amoldaron a sus audiencias para consumir la propaganda del bloque de poder de élites, disfrazada de información incuestionable. De los micrófonos, imágenes, memes y twuits salen ráfagas de contenidos dirigidos a despertar odios, atraídos con emociones que expresan ira y convocan a la polarización efectiva, atada a la sensación de perdida, de vacío, que las redes replican para hacer percibir al bloque de élites de forma positiva y salvadora y al gobierno popular de manera negativa, como el enemigo a combatir. Un hecho sirve para mostrarlo mejor: El fiscal y la procuradora oyeron a Mancuso, líder que las élites abrazaron, aplaudieron de pie y veneraron cuando dijo que ellos controlaban el 30% del congreso, más alcaldías, gobernaciones, universidades, sistema de salud y parte de la economía. El antiguo jefe, reiteró que hubo sistematicidad en la barbarie padecida, que afecto la democracia, la convivencia y los derechos y la vida integra de todos. El país entero y la comunidad internacional se horrorizaron y pidieron justicia inmediata. El fiscal general y la procuradora, también escucharon como todos, los nombres de determinadores de delitos de lesa humanidad, que fueron perfectamente planeados, pensados, orientados con sevicia y crueldad hasta alcanzar millones de víctimas, algunas ahí presentes reclamando verdad y justicia, por las miles de masacres y desapariciones forzadas, millones de desplazamientos forzados, incontables violaciones sexuales, torturas, descuartizamientos, espionaje oficial, asesinatos selectivos que comprometen a expresidentes, exministros, empresarios, jueces, notarios, multinacionales, generales, en síntesis elites en el poder. En democracia todos ellos debieran haber sido llamados, interrogados, allanados, apresados, juzgados de inmediato. Sin embargo para el fiscal y la procuradura, según se ha dicho, valió mas su oposición política al gobierno, que lo dicho y rápidamente sepultado por el silencio de medios y mediaciones. Ambos funcionarios del estado miraron hacia los litros de gasolina consumidos en el viaje de la vicepresidenta en misión oficial a África y reenfocaron sus miras con exacerbado interés hacia el confuso asunto (sin muertes, ni lesa humanidad), de una funcionaria del gabinete, a la que promueven lapidar y que sirvió para allanar con urgencia el palacio de gobierno, emitir exaltadas comunicaciones, arreciar las agresiones e irrespetos al presidente y al partido de gobierno y sobre todo “desviar de facto”, de golpe seco la atención sobre la continuidad subjudice del líder del reino de la guerra y entorpecer el curso de la agenda de reformas centradas en la dignidad, los derechos de la gente, la construcción de paz y el cuidado del bien público. Al reino previsto de élites no le importa la democracia, el estado de derecho, ni la gente, solo el poder, todo el poder y esa idea, que es cultura, no se confronta solamente con movilizaciones, la organización debe ponerse por encima para defender las iniciativas de poder popular en ejercicio, ahora y aquí.
El abandono de la experiencia y el borrón de la memoria
En la esencia del bloque de élites, permanece como ADN su insistencia en reclamarse una herencia de superioridad divina, que usan para advertirle a los demás humanos (afros, indios, pobres, victimas) que permanezcan sometidos a su poder que no puede ser escrutado, modificado ni reemplazado. Su valor agregado, a partir de la elección de un presidente de izquierda y una vicepresidente afro y luego nombrada una embajadora indígena, ofende su existencia y los enfoca en creerse que lo que está en juego es su cultura. Y para defenderla se esfuerzan en promover el abandono de la experiencia humana en el sentido de lo ya realizado que sirve para mantener vivo lo que ya ocurrió. Evitan hablar de paz porque a diferencia de la guerra esta no produce victorias, que la guerra sí y permanecer en ella permite medios y métodos favorables para sostener lazos de unión que garanticen el control del estado atendiendo a la lógica de que cualquiera distinto a ellos es un usurpador que debe ser derrotado, siguiendo la apuesta de victoria final y total del Furher. Victoria o muerte, se lee entrelineas de lo que dijo mancuso y por ello ningún militante o activista de este bloque de poder puede perder la fe, ni desertar, ni permitir que la memoria se extienda como un relato de horror que los responsabiliza.
El propósito superior del reino previsto por el bloque de poder de élites, como lo recalcan sus órganos corporativos privados, los partidos de élites, los clubes, los dueños, las mafias incrustadas, es que ellos son los dueños del país, Colombia para ellos (como América para los americanos) y tener el control total del estado. Solo así forjarán un reino para mil años, como lo indicó el “furher”, y para sostenerlo hay que alejarlo del pensamiento racional y crítico, de la inteligencia, eliminar la historia, impedir la verdad, someter como su víctima principal a la democracia y convertir a sus defensores en enemigos del reino, a quienes no se les neutralizará, se les exterminará. En esa lógica del bloque de poder de élites, los medios amoldan a sus escuchas, emiten propaganda disfrazada de información absoluta, incuestionable, y lanzan ráfagas de contenidos dirigidos a despertar odios con emociones que expresan ira y conducen a la polarización efectiva, atada a la sensación de perdida, de vacío, que en redes replican para hacer percibir al bloque de élites de forma más positiva y en condición de salvadores y al gobierno de manera negativa como el enemigo a odiar y combatir. Con la lógica del reino previsto a las élites no les importa la democracia real, ni sus leyes, ni sus reglas, ni apuestan por el estado de derecho, ni por las igualdades entre humanos, es el poder su victoria, todo el poder es su cultura y a esta no se le confronta solo con movilizaciones, la organización debe ponerse por encima
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