Todos sabemos, sobre todos los más pobres, que en medio de una danza de millones, la derecha chilena nos bombardeará este año con el rostro del candidato Piñera; en la televisión, en los diarios y en Internet. En cada poste del alumbrado eléctrico de nuestras comunas colgarán su cara sonriente de empresario con plata, diciéndonos: […]
Todos sabemos, sobre todos los más pobres, que en medio de una danza de millones, la derecha chilena nos bombardeará este año con el rostro del candidato Piñera; en la televisión, en los diarios y en Internet. En cada poste del alumbrado eléctrico de nuestras comunas colgarán su cara sonriente de empresario con plata, diciéndonos: ¡Chilenos y chilenas: ¿para qué elegir un intermediario como Frei? elíjame a mi, yo sé cómo se hace la plata en este país! ¡Yo supe hacer plata en condiciones difíciles… para ustedes… cuando los reprimía la dictadura de Pinochet!
Su cara estará frente a nosotros en cualquier dirección y la voz del candidato en cada radio que escuchemos. Sabemos además, que si avanzado el año 2009, ven que en las encuestas todavía no consiguen el propósito de asegurar la llegada al gobierno, nuevos miles de millones saldrán a relucir. La plata que han invertido hasta hoy les ha permitido mantener una posición en el mercado electoral, usando su lenguaje, de un poco más del 40% de los que se presentan a votar. Quién sabe qué artimañas usarán en esta elección para mantener engañados a tantos chilenos, sobre todo a los pobres que votan por ellos. Todo es posible en la política chilena.
Y todos sabemos también que la Concertación sacará del baúl de los recuerdos, el que cada vez tiene más telarañas, frases o mensajes tales como: ¡La derecha es el mal peor!, ¡Tal como derrotamos a la dictadura, derrotemos ahora a Piñera! El nuevo lenguaje de Frei y su coalición, que todos estos años de gobierno han contribuido a disminuir el rol del Estado para darle en bandeja los negocios a «los privados» (entiéndase grandes privados y no los pequeños y medianos empresarios), se presentarán como defensores de un Estado protector, sólo para quitarles votos a la izquierda. La verdad es que Frei, cuando fue presidente, vendió parte de las riquezas de todos los chilenos y como seguramente quedan cosas por vender, quiere ser de nuevo presidente.
El ex presidente se desplazará por todo el territorio nacional, y el dinero no será un problema. La verdad es que nunca lo ha sido para ellos; de algún lugar saldrá la plata. La idea de la campaña es posicionar en la lógica del electorado (lenguaje también de ellos), que lo que no se cumplió, algún día se cumplirá, y que es parte del juego democrático mantenernos votando por ellos para que eso suceda. Quién sabe qué nuevos métodos de campaña usarán esta vez para mantenerse sobre el 50% de los votantes. Algunos ya se conocen: el pacto con el Juntos Podemos. Todo es posible en la política chilena.
Pero estos no son los únicos candidatos. El carácter golpista de la derecha chilena y por sobre todo el descrédito de la Concertación, han permitido que por la izquierda aparezcan prospectos que pretenden representar a este sector.
Alejandro Navarro y Jorge Arrate, socialistas ambos, tuvieron la visión oportuna de detectar el declive de la Concertación y han venido en tratativas con los candidatos de los Partidos Comunista y Humanista, Guillermo Tellier y Tomás Hirsch, respectivamente, para elegir el candidato de la izquierda. Para muchos el valor de este empeño estará determinado por la Plataforma de Gobierno que impulsen y por el grado de participación popular en la generación de dichas propuestas programáticas.
Los candidatos socialistas y los del Juntos Podemos han venido participando de una u otra forma en el sistema electoral, los últimos sin grandes éxitos entre otras cosas por las políticas de exclusión. Pero para muchos, la falta de éxito se debe al doble discurso de por un lado decir que son oposición al gobierno y por otro negociar permanentemente con ellos. Eso los ha hecho perder credibilidad, pero ¿esa es toda la izquierda política chilena?
La militancia política que aplicó todas las formas de lucha contra la dictadura, que luego de derrotada su estrategia, con valiosas pérdidas humanas y con una gran experiencia, se disgregó en múltiples grupos o simplemente se disolvió, (no viene al caso hacer juicios acerca del valor de su entrega ya que finalmente la mayoría del pueblo chileno prefirió la salida que le ofreció la Concertación para terminar con la dictadura). ¿Dónde está? Seguramente mirando desde afuera el espectáculo patético de los políticos de derecha y la Concertación. Eso no significa que estos años no hayan hecho nada, pero se han mantenido la mayor de las veces en la marginalidad y tampoco han surgido liderazgos en la izquierda que valgan la pena seguir abiertamente.
¿Donde está todo ese sector del pueblo mucho más mayor en cantidad que el anterior, sobre todo las nuevas generaciones de luchadores que se han atrincherado en los márgenes del sistema, rechazando en cada acto las políticas de la Concertación? Y esto sin considerar a la inmensa mayoría de jóvenes y los relativamente jóvenes que se resisten a participar en las elecciones.
Esa generación que se enfrentó en todos los planos a la dictadura, las nuevas que han rechazado decididamente las políticas neoliberales aplicadas por la Concertación y los jóvenes, son la sustancia que le falta a la actual izquierda chilena.
El escenario electoral que se avecina ofrecerá oportunidades de unidad y de disputa por la representatividad de nuestras ideas en el seno del pueblo, sobre todo en el mundo de las nuevas generaciones. Ya se observan esfuerzos en ese sentido, pero no se debe perder la perspectiva estratégica en este empeño.
La gran interrogante de muchos grupos de origen popular, interesados en una izquierda unida que siga las ideas de Salvador Allende, es ¿hasta dónde la izquierda denominada «extra parlamentaria» ha negociado por los cupos parlamentarios?, y ¿en qué grado eso afecta la independencia de un proyecto popular? Habrá que tomar decisiones para ocupar el lugar que nos corresponde en el seno de la izquierda, con nuestras propuestas y orgánicas unidas o en el peor de los casos coordinadas.
Para la derecha, este año electoral es un apetitoso nuevo negocio, y para la Concertación la posibilidad de seguir administrando el modelo neoliberal imperante. Para la izquierda debiera ser un gran desafío de construcción de fuerzas populares y no una mera lucha electoral, el escenario latinoamericano así lo esta exigiendo.
Quien sabe qué sorpresa deparará nuestro pueblo este año 2009. Ya se ve que hasta el glamour se está haciendo presente. Todo es posible en la política chilena.