Ex de El Punt, Nou Diari y La Vanguardia, Albert Soler es periodista del Diari de Girona y autor de Estàvem cansats de viure bé (Estábamos cansados de vivir bien). En él centramos nuestra conversación
Nos habíamos quedado aquí. Hablando de apellidos: en una de sus últimas columnas, no está recogida en el libro (¡menos mal!), es de diciembre de 2019, critica a un catedrático de secundaria jubilado por decir lo que todo el mundo piensa aunque sea políticamente incorrecto: que a día de hoy solo son catalanes los independentistas. Los otros, aunque viven en Cataluña y lleven 200 años entre nosotros, serán lo que serán pero no son catalanes. Els catalans som el que som, que quedi clar!
Virgili se apellida el tío. Como le decía antes, los apellidos no sirven de nada, porque ya manda huevos que tamaño analfabeto se llame como el gran poeta. Esas manifestaciones darían miedo, porque son evidentemente filofascistas. Recuerde quién era, que en los años 30 en Alemania negaba a los judíos la nacionalidad. Pero como sucede en Cataluña, donde toda la fuerza se les va por la boquita porque -no nos engañemos- vivimos demasiado bien como para arriesgarnos a perder tantas libertades y comodidades, a mí me da la risa. No puedo evitarlo. Sé que hay gente que vive esta situación como un drama, pero yo hace cuatro años que no paro de reír. ¿No sabrá usted por casualidad la dirección del vivales en Waterloo? Quisiera mandarle un jamón como agradecimiento a tantos buenos ratos.
No la sé ni por casualidad. ¡Pero es buen detalle que envíe a nuestro presidente-en-jefe un jamón como agradecimiento!
Otra cosa que me ha molestado como lector es su pitorreo ininterrumpido sobre el sagrado -digo sagrado, y digo bien- principio-derecho de autodeterminación (lo que antes llamábamos derecho a decidir, para que no se nos viera tanto el plumero, para ser “más pedagógicos”). ¿Qué problema tiene usted con este principio indiscutible y con la secesión? Millones y millones de ciudadanos catalanes tenemos nuestros orígenes en otras tierras (en el fondo, todos somos africanos). ¡Pero eso qué importa! A mí, y como a mí, a millones de catalanes, nos importa un higo (o un comino, ¿le suena?) la situación de las gentes trabajadores de Andalucía, Aragón, Extremadura o Castilla (Vieja o Nueva, nos es igual). ¡Que se lo monten como puedan, que se espabilen! Nosotros a lo nuestro, a vivir en una República chula, rica, guapa, con todo a nuestro alcance. Como Dinamarca o más, pero sin Monarquía y con el Mediterráneo al lado. A los demás, que les zurzan; los de casa en primer lugar. ¿No ha oído usted nunca este mensaje elemental, tan justo y, sobre todo, tan de izquierdas? Por si tiene alguna duda, hay miles y miles de estudios científicos reconocidos internacionalmente que demuestran que más del 80% de la población catalana están por el derecho de autodeterminación. Hablan de él todo el día, noches también. Es su sueño, nuestro sueño, nuestra máxima aspiración. Después, felicidad plena, un orgasmo existencial-nacional ininterrumpido.
Lo malo es que a los lacistas no sólo les importa un pimiento la situación de los trabajadores extremeños y andaluces, es que les importa otro pimiento la situación de los trabajadores catalanes. No les importa nada que no sea su propio bienestar, a poder ser a costa de los demás, sean o no catalanes. No sé de dónde han sacado esa patraña del “derecho a la autodeterminación”, pero más les valdría a tantos tontos útiles espabilar en defender otros derechos más tangibles e importantes, que mientras tanto se les están hurtando.
Me da cosa meterme en cosas personales pero doy un paso adelante: ¿qué ejemplo está dando usted a sus hijos? ¿Lo ha pensado alguna vez? Yo tengo un hijo de 27 años. Le puedo asegurar que desde que tenía 2 años… ¡qué digo!, 1 año, o menos aún, desde sus -5 meses, no he parado de hablarle de Cataluña, de nuestra gloriosa historia, de nuestros más de mil años de existencia, de nuestras conquistas, de los Países Catalanes, de todos ellos, de la infamia e indignidad españolas, de nuestra unidad (catalana) de destino en lo universal, etc. Y eso va calando poco a poco. Es cierto que mi hijo ahora pasa todo lo que puede y un poco más, pero yo lo he intentado, lo he intentado de debò, como buen catalán. En cambio, usted, ¿qué enseña usted a sus hijos? ¿Que Cataluña es una m. y debemos subordinarnos a España para siempre jamás como si fuera una cadena perpetua? Catalonia is not Spain! ¿No lo ha visto escrito nunca? ¿No se lo ha explicado a sus hijos?
A los hijos mejor no enseñarles nada, porque igualmente van a hacer lo que les dé la gana. Mejor dejar que se equivoquen y se den cuenta de sus errores. Jamás les he dicho ni qué votar ni nada parecido. Pero de los cuatro que tengo, los tres mayores eran abiertamente independentistas. Ahora, no queda más que uno. Y es que para mostrar la luz a los jóvenes, mucho mejor un Vivales o un Presidentorra haciendo de las suyas. Incluso los más fanáticos acaban viendo que este par de payasos no merecen que nadie les haga caso.
Otro cosa que me ha ofendido profundamente son sus “bromitas”, sus sarcasmos contra el Barça. ¿No sabe usted que, como dijo su admirado Vázquez Montalbán, el Barça es el brazo armado o desarmado (no me acuerdo) de Cataluña? ¿No ve usted que cuando nuestros jugadores -Messi, Suárez, Griezman, Dembelé, De Jong, Arturo Vidal, Ter Stegen, todos catalanes de soca-rel- marcan un gol a cualquier equipo, en el fondo, estamos ganando al Madrid y a Madrid, a España, al Estado opresor y explotador? ¿Cómo se puede ser un buen catalán sin ser culé? ¿En qué cabeza cabe pensar lo contrario?
Con el Barça soy intransigente. No en el sentido de no ser crítico, que por supuesto lo soy cuando se tercia. Sino en permanecer fiel a sus colores, haga lo que haga la junta directiva. Los que dicen “dejo de ser del Barça porque la directiva es independentista”, además de ser mentirosos -porque nadie puede dejar de ser de un equipo- son cobardes. Son como los que dicen “como no me gusta lo que hace España, soy independentista”. Pues no, señores, huir es de cobardes. Si no te gusta lo que hacen los que mandan en el Barça o en España, en lugar de huir como una rata, debes quedarte y luchar para cambiar las cosas.
Hay otra arista que quiero destacar. También usted habla de ello en su libro pero desde una perspectiva equivocada. Le hablo de nuestro talante. No sé si oyó o vio la intervención de la representante de ERC el día en que Pedro Sánchez fue investido presidente (¡gracias a nosotros!, ¡que no lo olviden!). Dijo con claridad lo que todos pensamos: ¡nos importa un comino la gobernabilidad de España! ¡Un comino, un higo, un pito! ¿Recuerda lo que pasó? ¡Todo el mundo, y digo bien, todo el mundo, se lanzó a la yugular de doña Montserrat Bassa! Le sugiero un experimento mental: ¿qué hubiera pasado si alguien en el parlamento de Cataluña, de algunos de esos partidos españolistas que tenemos en nuestras sagradas instituciones, hubiera dicho que le importaba una fava la gobernabilidad de Cataluña? Pues nada, ni una crítica, nada de gritar, todo tranquilo, todos tranquilos, que digan lo que les dé la gana. Aquí respetamos a la gente, a todas las opiniones, no como allí, en Madrid, en la España rancia. ¿Por qué no destaca ese punto en sus escritos, nuestro buen hacer, nuestro talante democrático, nuestro encaje a todas las críticas e incluso a los insultos?
Porque es mentira. Todo lo que se quiere destacar del talante catalán es falso, de ahí que crean necesario destacarlo. La revolución de las sonrisas fue un camelo, en realidad sonreían sólo mientras nadie les llevaba la contraria. Cuando empezaron a salir voces discordantes, empezaron también los escraches, los boicots a actos no afines al régimen, las pintadas e insultos a la sedes de partidos no lacistas, las listas de periodistas o empresarios desafectos al régimen, etc. Filofascismo, sin más, como en todas partes desde que el mundo es mundo.
Por cierto: ¿ve cómo la racionalidad y la prudencia se imponen finalmente? Mire lo que ha hecho el PSOE-PSC, este representante (también) de la España negra: ¡acordar una mesa de diálogo con el gobierno de la Generalitat, de tú a tú, como tiene que ser! Allí vamos a hablar de lo que hay que hablar y vamos a poner a España de rodillas, como debe ser. La independència està a tocar! ¿Por qué se mete usted tanto con los líderes del nacional-secesionismo, con Junqueras, con Raül Romeva, con nuestra heroína, con Carme Forcadell, y con tantos otros?
Porque son unos memos, y los han condenado por sedición porque no existe el delito de gilipollas. Por supuesto que han mostrado un poco más de dignidad que los que salieron por patas, com el Vivales y su pianista, pero tampoco exageremos. Dignidad es ir al juicio y, como Fidel Castro, aceptar todos los hechos y apechugar con la condena. Dignidad no es ir a juicio a decir que todo fue una broma, un simulacro, una manera de pasar el rato. ¿Dignidad? Anda ya!
Otra cosa que tampoco le perdonaré (¡nunca!) son sus críticas al molt honorable Jordi Pujol y a la más que honorable doña Marta Ferrusola. Se casaron, como usted debe saber, en el Monasterio de Montserrat. ¡Eso es un matrimonio! ¿No le parece razonable que sigamos admirando la obra del gran President (nada que ver con los casos de Rato o Bárcenas por ejemplo)? Sus problemas fiscales son cosa menor, asuntos sin importancia. Muchos pueblos y ciudades de nuestro país, así debe ser, siguen homenajeando su figura. ¿No le parece lógico?
Pujol fue un precursor. Mucho antes que el Vivales y Junqueras, ya se presentó a las elecciones para quedar inimputable de sus delitos, en su caso el pufo de Banca Catalana. Lo de después era lo que en buena lógica debía suceder: si tú pones un banquero corrupto de presidente de un gobierno, lo normal es que siga haciendo lo que mejor sabe, que no es otra cosa que sisar dinero de los demás en provecho suyo y de su familia. Quizás pensó que si pese a su historial los catalanes lo elegían, era porque éstos querían que siguiera con sus chanchullos. Y a lo mejor tenía razón.
No es que me importe, pero ¿no ha pensado en una edición castellana de su libro? ¡Seguro que los españoles resentidos y cotillas (sobre todo, los de raza) se lo pasarían en grande! ¡Verían confirmados todos sus prejuicios, todas sus tonterías y barbaridades!
Oiga usted, que mi libro acaba de salir en castellano! Se llama “Nos cansamos de vivir bien”. Diría que es mejor en castellano que en catalán, porque además de sustituir un artículo que no me terminaba de convencer, por otro más reciente, cuenta con un epílogo del gran Ramón de España. Si a eso le suma el prólogo de otro grande del periodismo, Víctor M. Amela, el resultado es el primer libro de la historia en el cual lo mejor está al principio y al final. Me gusta que haya salido en castellano, porque tengo la impresión que por España hay mucha gente que de buena fe se ha tragado el relato lacista de los catalanes oprimidos. Quiero contribuir modestamente a contarles la verdad: todo el procés no ha sido sólo una gigantesca farsa, sino sobre todo lo que se ha inventado una clase burguesa y tacaña para salir de su vida aburrida y, sobre todo, cómoda. Estaban cansados de vivir bien.
¿Qué editorial lo ha publicado?
Sagesse.
Sagesse, sagesse… ¡Lo que faltaba: un afrancesado!
¡Y a mucha honra! ¿Pasa algo? Tengo alma de botifler, ya lo sabe. En la Cataluña actual soy antilacista, y en la España de allá por 1800 hubiera sido un antimonárquico y afrancesado. Por supuesto. Yo siempre estoy contra la caspa.
Fuente: El Viejo Topo, marzo de 2020.
Primera parte de esta entrevista: “Entrevista a Albert Soler sobre Estàvem cansants de viure bé (I)”. “Los botiflers constituimos en Cataluña una hermandad. Como los masones antaño”. https://rebelion.org/los-botiflers-constituimos-en-cataluna-una-hermandad-como-los-masones-antano/