El miércoles 1 de junio se realizó la asamblea de los estudiantes de la universidad, donde participaron alrededor de 300 estudiantes y aprobaron la toma que en estos momentos está en plena ejecución. La Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, donde hicimos nuestras primeras lides en la toma del año 1968, esto es 37 años atrás, […]
El miércoles 1 de junio se realizó la asamblea de los estudiantes de la universidad, donde participaron alrededor de 300 estudiantes y aprobaron la toma que en estos momentos está en plena ejecución.
La Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, donde hicimos nuestras primeras lides en la toma del año 1968, esto es 37 años atrás, por la reforma universitaria y donde se consiguieron resultados como la constitución de un Senado Académico que detentaba el poder central de manera un poco más amplia, hoy se presenta como un grave retroceso de lo alcanzado en aquellos años. El rector es una figura autoritaria y se le define entre varios estamentos universitarios como un rey. No sólo eso, sino que el director de la Facultad de Derecho fue activo militante fascista de Patria y Libertad cuyos vínculos con los institutos armados que persiguieron, desaparecieron, torturaron y mataron ciudadanos, son indesmentibles.
Paralela a la asamblea de los estudiantes, convocada con profusión de carteles, los partidos de derecha y de la concertación llamaron a reunión del Consejo de Presidentes de Centros Académicos de Estudiantes, el cuello de botella con el cual se ha mantenido la inmovilidad y las negociaciones por arriba. En esa reunión sólo unos pocos se sumaron a la toma, por lo que se produjo de hecho una dualidad de poderes: por una parte los asamblearios y por la otra los institucionales. Entre los asamblearios la mayoría se definen autónomos, habiendo también algunos anarquistas y miembros de partidos y movimientos de la izquierda extraparlamentaria.
Pocos días atrás, desde las bases estudiantiles se venía gestando una dinámica de autoorganización y lucha desde abajo, por fuera del Consejo aquel y por fuera de la Federación de Estudiantes. Un buen ejemplo de ello fue el paro donde los estudiantes ocuparon parte de las instalaciones para levantar una olla común y organizar desde allí las movilizaciones que fueron envolviendo poco a poco a una mayor cantidad de estudiantes de esa casa de estudios hace una semana atrás.
Las actuales decisiones del gobierno que favorecen cada vez más la mercantilización de la educación superior cerrando las puertas a los que no dispongan de recursos económicos y restringiendo por ello la participación popular en las universidades, ha permitido que sectores importantes del estudiantado de la Católica se incorporen a las discusiones y salidas a la calle.
Ese es el contexto y el preámbulo de la asamblea de ayer miércoles 1. Por enorme mayoría los estudiantes aprueban la toma y de inmediato proceden en la noche a entrar, cerrar los portones y colocar contra ellos sillas y mesas. Afuera carteles alusivos a la situación que se vive en el estudiantado en todos los territorios controlados por el estado chileno.
Hoy jueves por la mañana un grupo de opositores a la toma, instigados por los partidos de derecha y de la concertación, se reunió en la parte exterior y discutieron fuertemente con los de la toma, algunos de los cuales permanecían en la calle y otros se instalaron en las escalinatas para dar la cara y aclarar al resto. Los gritos se empezaron a dar «No a la toma», pero fueron rebatidos con silbidos por los partidarios de la lucha. Luego se instalaron en la misma calle con megáfono a denostar contra los ocupantes y convocaron a una reunión para hoy día del Consejo de Presidentes de los Centros de Alumnos, pero ya había sido convocada para las 18:00h una nueva asamblea por parte de los ocupantes. Nuevos gritos de no a la toma, pero esta vez los del si respondieron con mucha más adhesión, repitiendo fuertemente: «Si a la toma», por lo que los contarios fueron nuevamente derrotados, esta vez en plena calle.
En varias facultades de la región continua la agitación y es perceptible que estamos ante una elevación de la conciencia social y participación del estudiantado, como no se veía desde hace años, ya que la característica principal eran siempre los partidos y vanguardias que conducían a algunos. Hoy este movimiento en la región se caracteriza por estar sustentado más en las asambleas estudiantiles que en los centros de estudiantes, como también fue visible en la Facultad de Psicología de la Universidad de Valparaíso, en la Upla y en la Universidad Arcis.
De esta manera hay un cambio radical en la esencia del movimiento estudiantil de la región, o al menos en las partes más visibles de las movilizaciones, paros y tomas, una ruptura con las formas tradicionales de participación, discusión y toma de decisiones, con dinámicas que vienen desde abajo y en las que sólo unas pocas instituciones, como algunos centros de alumnos, se sienten identificados y pueden trabajar de conjunto. Se ha producido un distanciamiento entre sectores de la izquierda extraparlamentaria con ciertos partidos de la concertación con los que mantenían la tradición de entenderse por arriba. Hoy es visible un mayor acercamiento entre los partidos y movimientos de la izquierda extraparlamentaria, digamos, electoral, con las dinámicas autónomas, alternativas y libertarias. Ello es debido básicamente a un punto en común que trasciende la realidad estudiantil, es decir, lo social concreto. Aunque falta un camino por recorrer.
Hay una noción cada vez más compartida de que la situación no es posible enfrentarla solamente desde los planos institucionales, aunque unos prefieran esos espacios para avanzar, pues muchos vislumbran que es solamente en la arena donde se ven los gallos y los toros, y la arena hasta hace poco era la esfera de la política o de las luchas de barricadas. Hoy parece abrirse paso en muchos estudiantes que la arena de lo social se dilucida en los cerros y barrios, y ya no más única y exclusivamente en el debate o movilización estudiantil.
Hay un lento despegar de las miradas desde las salas de clases, de las teorías y de los libros hacia el cerro y los barrios. Tanto es así que por ejemplo, entre los secundarios, la directiva del centro de estudiantes del Liceo Eduardo de la Barra, que se encuentra preparando su fiesta de los 143 años, ha definido el sábado siguiente como un día poblacional, esto es, van a invitar a los estudiantes a acercarse a una población para contribuir en trabajos, juegos de niños, en fin una mayor relación. También en varias facultades se discute sobre los resultados del enkuentro donde marxistas, cristianos, anarquistas, veganos, autónomos y otros definieron desarrollar agrupamientos mixtos de diferentes formas de pensamiento, organizada o no, electoral o no, por carrera universitaria para desarrollar desde ahí una aproximación práctica de intercambio y enriquecimiento mutuo con experiencias de autoorganización social para trabajar e investigar de conjunto.
La situación parece auspiciosa. Sólo no hay que confundir la autonomía social con una ideología del autonomismo, como si fuese una ideología que compite con las otras. La autonomía se refiere al accionar autónomo de la autoorganización social, donde perfectamente tienen cabida todas las formas de pensamiento en tanto respeten el principio de que ahí no hay una caja de resonancia para su propuesta, sino una actividad amplia y diversa donde todos aprendemos al calor del avance de la autogestión.
Notamos que los jóvenes de todos los partidos y movimientos, más que seguir el sectarismo, dirigismo, hegemonismo y dogmatismo de muchos viejos dirigentes instalados en las cúpulas, abren su sensibilidad al trabajo social concreto y sueñan con nuevas relaciones sociales al interior de cada localidad.
Apoyar esa tendencia es una alegría.
VER : http://clajadep.lahaine.org