Tomás Moulian ha sido testigo, protagonista y analista privilegiado de la historia reciente chilena, especialmente, del periodo que va desde mediados de la década de los sesenta hasta hoy en día. Ha vivido en los últimos cuatro «Chiles» posibles de reconocer en ese periodo: el Chile de los rebeldes con causa (1960-1970), el Chile Popular […]
Tomás Moulian ha sido testigo, protagonista y analista privilegiado de la historia reciente chilena, especialmente, del periodo que va desde mediados de la década de los sesenta hasta hoy en día. Ha vivido en los últimos cuatro «Chiles» posibles de reconocer en ese periodo: el Chile de los rebeldes con causa (1960-1970), el Chile Popular (1970-1973), Chile Dictatorial (1973-1990) y el Chile Actual (1990-2015)
El Chile de los «rebeldes con causa», constituye el periodo formativo de este intelectual que se compromete tempranamente con el pensamiento crítico y con la idea del cambio social y político que adquiere, sin duda, estudiando sociología en la Universidad Católica de Chile cuya escuela, en aquellos años, estaba bajo el cuidado y el influjo del sacerdote jesuita y promotor de las «reformas revolucionarias» para América Latina, Roger Vekemans. En esa escuela de sociología, la segunda, fundada en Chile -la primera, se había establecido en la Universidad de Chile en 1957- van formarse los principales intelectuales «rebeldes» de la década de los sesenta, como Manuel Antonio Garretón, José Joaquín Brunner, Rodrigo Ambrosio, y el propio Moulian, entre muchos otros. [i] Con ellos Moulian comparte amistad, formación intelectual y militancia política. Todos van a militar más tarde en el MAPU.
Luego de tres años de estar estudiando en Lovaina, Moulian, regresa a Chile y se incorpora como profesor en la Escuela de Sociología de la Universidad Católica y dicta entre 1967 y 1968 los primeros cursos y seminarios sistemáticos de marxismo. La «reforma universitaria», la gran hazaña política de las y los jóvenes «rebeldes con causa» chilenos de los años sesenta, había abierto las puertas al pensamiento crítico en dicha casa de estudios. Y, el pensamiento marxista comenzó a ser enseñado y estudiado, siendo Moulian uno de sus principales promotores, analista y divulgadores. En los programas de los cursos y seminarios que el joven profesor prepara para sus estudiantes quedan plasmadas sus principales lecturas y, sobre todo, su principal influencia intelectual y teórica del momento: Luis Althusser. [ii]
En efecto, Moulian se hace marxista a través del pensamiento althusseriano. Pero, durante el Chile Popular, Moulian, tiene una obsesión intelectual como él mismo lo señala, con el pensamiento de Vladimir Ilich Lenin. Su objetivo no es rescatar a Lenin como un teórico de la revolución socialista sino, fundamentalmente, como un analista de la política, que tiene la cualidad de identificar las coyunturas políticas claves al interior del proceso político como de la lucha de clases con el objeto de transformarlas en posibilidades políticas reales para «hacer la revolución». Por esa razón, ya como profesor e investigador del Centro de Estudios de la Realidad Nacional, Moulian escribe, lo que hoy podríamos nombrar como la «justificación teórica» de un programa de investigación, en torno al pensamiento de Lenin. Investigación que quedara en inconclusa, en cuanto a su transformación en texto escrito, pero no en el desarrollo del pensamiento teórico y analítico de Moulian, pues muchos de los elementos planteados en el articulo de 1972 serán retomados en sus trabajos posteriores como por ejemplo en «Conflicto Político durante la Unidad Popular» en donde aplica el concepto central de sus lectura leninista: el de coyuntura política. [iii]
Pero el Chile Popular exigía e imponía tareas al intelectual militante. Moulian ingresa al Movimiento de Acción Popular (MAPU) partido político que fundan los jóvenes rebeldes de la Democracia Cristiana encabezados por Rodrigo Ambrosio, en 1969.
Hastiados del reformismo y, sobre todo, del aparente fracaso de la «revolución en libertad» propiciada por el gobierno demócrata cristiano de Eduardo Frei Montalva, los sectores más críticos y rebeldes del partido lo abandonan y se transforman en «revolucionarios». Para, tal efecto, fundan un nuevo partido político que no sólo fuera revolucionario sino, esencialmente, leninista, o sea, una verdadera vanguardia del proletariado. Cuya principal tarea sería hacer la revolución socialista. La nueva organización política se incorpora a la Unidad Popular y en diciembre de 1969, su precandidato presidencial Jacques Chonchol, retira su candidatura para posibilitar que Salvador Allende Gossens, precandidato del Partido Socialista, pueda presentarse por cuarta vez como candidato a la presidencia de la República en representación de las fuerzas sociales y populares.
En aquellos tiempos los partidos políticos sean estos de izquierda, derecha o centro tenían un rol protagónico en la vida política de cualquiera sociedad y sistema político. En otras palabras los partidos, dominaban, mandaban y eran obedecidos. Al decir, Gramsci eran los «Príncipes», como todos los «príncipes» requerían consejeros, y los intelectuales muchas veces se convirtieron en los principales consejeros de los líderes o de los principales conductores de los partidos. Moulian, se constituye uno de los principales intelectuales del MAPU. Traduce y piensa lo que el partido ordena o pide.
Pero a pesar de este dominio sobre el trabajo de los intelectuales militantes, estos lo asumían sin la rebeldía que muchos de ellos si van a experimentar y practicar años más tarde. Ante el fracaso de la gesta construida por los partidos políticos se rebelaron e impulsaron la autonomía critica frente a sus organizaciones partidistas. Muchos de los cuales renunciaron a los partidos e inclusive van plantear su transformación radical o simplemente, su desaparición o disolución, especialmente, de las llamadas vanguardias. Moulian, a pesar de renunciar al MAPU, en los años ochenta, los años de la renovación socialista chilena, y de su crítica a la izquierda, continuara pensando y sosteniendo que los partidos políticos son organizaciones que, en el caso chileno, son centrales para cualquier proceso de cambio y de transformación social y política. Aunque reconoce la importancia de los movimientos sociales, sigue siendo «un intelectual de partido». Es, la impronta que le dejó el Chile Popular.
Moulian vive el Chile popular con júbilo, alegría y, también, como muchos con «susto». El júbilo se explica por el triunfo logrado por las fuerzas populares de la Unidad Popular y por Salvador Allende. Quién triunfa y accede al gobierno, después de largos 18 años de sostener que la vía política institucional, o sea, la vía electoral, era un camino posible para la conquista de un gobierno popular, socialista y revolucionario que abriera las «puertas a la historia», es decir, para iniciar la construcción del socialismo de manera pacífica y democrática.
El «susto» que muchos militantes de los partidos populares y adherentes de la Unidad Popular como los allendistas de siempre experimentaron el día después de la victoria tiene relación con las escasas expectativas de ganar la elección presidencial de septiembre de 1970. En el ambiente político partidista de la izquierda, tanto de la vieja izquierda, o sea, entre socialistas y comunistas, como entre los militantes de la nueva izquierda: mapucistas y miristas, entre otros; no existía convicción de que Salvador Allende fuera a ganar las elecciones. [iv] Demasiados analistas fueron sorprendidos que ello ocurriera, entre los cuales estaba el propio Moulian. De manera que su «susto» era comprensible.
Ese «susto» o «temor», por cierto, no tiene la magnitud ni la intensidad ni el carácter del «miedo» o el «terror» que experimentaron los sectores dominantes ante el triunfo popular. Se trata del «susto» a la responsabilidad política de poner en marcha un proceso político para el cual demasiados dirigentes de la Unidad Popular no estaban, al parecer preparados ni contaban con las capacidades para realizarlo. Hacer la «revolución» es, por cierto, una tarea histórica y política que exige audacia, decisión, acción directa y concreta, además de ciertos personajes históricos con una determinada madurez y sapiensa capaz de ir más allá de las situaciones y circunstancias históricas en que se desenvuelve el proceso político. Tengo la impresión que la generación de los «rebeldes con causa» no estuvo a la altura de las exigencias y tareas que ellos mismos promovieron con sus actos y, sobre todo, con sus dichos, discursos y escritos. Este punto lo confirma el propio Moulian al analizar a la Unidad Popular como un momento de fiesta y de drama cuando nos describe el 4 de septiembre de 1973, o sea, el día que se están celebrando los tres años del triunfo popular de 1970: «en la gran marcha del 4 de septiembre de 1973 los manifestantes gritaban con un nudo en la garganta, sobrecogidos por la sensación de peligro, por la convicción de que, a esa altura del proceso de polarización, solamente gestos muy audaces podían salvar la situación…Sin embargo, -agrega confirmando nuestra tesis- a esa altura Allende y los partidos estaban paralizados. Habían perdido la energía, la fuerza, la capacidad de reacción y la perspectiva nacional, esterilizados por los conflictos internos». [v]
Diversas coyunturas políticas críticas se presentaron, siguiendo la metodología del propio Moulian, durante el gobierno popular que habrían evitado terminar en lo que acabo, en la tragedia de la derrota. Pero, en esas coyunturas, las dirigencias de los partidos no tuvieron la audacia ni la capacidad para transformarlas, tal vez, en momentos decisivos a favor del movimiento popular [vi] . Al no hacerlo, los propios partidos que habían permitido la fiesta la fueron convirtiendo en tragedia. La Unidad Popular no era una tragedia griega, con un fin predeterminado, la historia pudo trazarse de otra manera. No se pudo, fundamentalmente, porque en la izquierda chilena no sólo estaban los sectores realistas y los soñadores, como dice Moulian, sino porque, también, existían demasiados Esquilos.
El Chile Dictatorial, entre 1973 y 1990, el susto y el júbilo se transforman en terror, en pavoroso miedo, que invade todo. Moulian enfrenta el terror que la dictadura impone en la sociedad chilena con reflexión política y una prolífica actividad intelectual. Utilizando la periodización establecida por Régis Debray, el ex-rebelde francés, en la historia de las ideas de Moulian, la dictadura militar correspondería a la etapa de la grafosfera, o sea, de la etapa de la razón y, sobre todo, del libro [vii] .
Moulian escribe libros con poder o los libros de Moulian tienen poder. Que no significa que los libros le permitan a Moulian tener o alcanzar el poder, según lo señalado por el Zaid. [viii] Todo lo contrario son libros que critican el poder establecido y que lo desafían. Pero, no sólo el poder dictatorial sino también el poder de los partidos políticos, de la clase política y de los intelectuales.
Su preocupación central durante el Chile dictatorial es «escribir para el futuro» reflexionando el presente analizando el pasado. Bajo la influencia de B. Croce, el sociólogo se hace historiador político. [ix]
El análisis de la historia reciente chilena, específicamente, del periodo de la Unidad Popular 1970-1973, lo llevan a plantear que la única forma de entender tanto su génesis como su derrota es analizarla en el largo plazo. Para tal efecto, Moulian considera que es necesario comprender y, sobre todo, conocer la historia del siglo XX en Chile, especialmente, el periodo que va entre 1932 y 1973 [x] . La interpretación que ha elaborado constituye una poderosa argumentación que muy pocos han osado, hasta hoy, a discutir o contradecir, a pesar de los numerosos flancos débiles y vacíos que contiene. [xi] De allí que sus libros y escritos de este periodo: La Unidad Popular y el Conflicto Político en Chile y Democracia y Socialismo constituyen libros hoy clásicos y referencia obligada para cualquiera que intente o busque analizar las temáticas que son tratadas en esos libros, que son: libros con poder.
Como un cabal representante de la época grafosfera Moulian es un intelectual que piensa el socialismo como futuro posible. Recuperando para el socialismo chileno la idea de la democracia. Sin las reflexiones políticas sobre el desarrollo histórico de la democracia y de la izquierda en Chile no habría sido posible el proceso de renovación socialista que tiene en Moulian uno de sus principales gestores y promotores.
La coyuntura del plebiscito en 1988 y la posterior transición a la democracia, a partir de 1990, son procesos políticos ácidamente criticados por Moulian. Su crítica apunta especialmente a la negación, por parte de las fuerzas políticas democráticas opositoras a la dictadura militar, de transformar la coyuntura plebiscitaria en un momento «revolucionario» que avanzara en la democratización profunda de la sociedad chilena. Según su particular lectura el triunfo en el plebiscito constituyo una victoria táctica pero una derrota estratégica. El fantasma del «viejo Lenin», recompuesto por Moulian, volvía por sus fueros.
En 1993 en la Corporación de Estudios para América Latina, CIEPLAN, Moulian, con una imagen que recordaba más a Marx que a Lenin, dejó en silencio a los asistentes al Seminario «¿Hacia donde va la sociedad chilena?» con una provocadora tesis. De entrada desvaino la espada con el objeto de confrontar los mitos que las y los chilenos habían construido de su pasado. Especialmente, del gran relato mítico sobre su acontecer político. Sus reflexiones iban dirigidas de manera descarnada y despiadadamente en contra del laudatorio y celebrado «éxito de la transición y de la reinstalación democrática» chilena. [xii]
En aquella oportunidad Moulian comenzaba a utilizar un recurso explicativo que cobraría un éxito inusitado cuatro años más tarde en su libro Chile Actual: anatomía de un mito, el recurso de las metáforas. El uso de nociones metafóricas está dirigido, según expuso, a «hacer resaltar el peso de una serie de hechos que favorecen la conexión a tierra, que permiten contemplar el rostro verdadero de la democracia realmente existente que hemos idealizado como una casi perfecta democracia de consensos. [xiii]
El Chile Actual: anatomía de un mito, el más importante libro de Moulian hasta ahora, esta construido sobre metáforas que van describiendo la nueva sociedad chilena que es producto de una fértil «ménage a trois», o sea, de la «materialización de una cópula entre militares, intelectuales neoliberales y empresarios nacionales o transnacionales» realizaron en un revolucionario coito de larga duración, 17 años, destinado a producir al Chile Actual. [xiv] El libro esta poblado de metáforas: páramo del consumidor, paraíso del ciudadano, transformismo, gatopardismo, compulsión al olvido, etcétera. No pretendo hacer aquí un análisis minucioso de este poderoso libro sino, simplemente consignar su importancia para las ciencias sociales en Chile. Podríamos sostener que el análisis de la historia política reciente de la sociedad chilena se divide en antes y un después del libro de Moulian. El pensamiento crítico, especialmente, se ha nutrido de las diversas hipótesis que se exponen en el libro. Pero también es el punto partida para construir la crítica a la crítica del texto de Moulian. [xv]
Cuando en la sociedad chilena comenzaba a desplegarse el dominio irrestricto de la videosfera, Moulian, produce un libro que tiene actualmente más de 17 ediciones convirtiéndose en texto más influyente del siglo XX, según una encuesta elaborada por el «prestigioso» diario EL Mercurio de Santiago, a través de su Revista de Libros. Otro libro con poder.
Convertido en el «aguafiesta» de la transición y en la representación misma de la critica y del pensamiento de la izquierda no concertacionista. Desde la trinchera académica Moulian pasa a la política contingente y se convierte en generalísimo de la candidata a la presidencia de la República del Partido Comunista de Chile, Gladys Marín y más tarde precandidato a la Presidencia de la República por el mismo partido.
«Rojo es el edificio donde vive Tomás Moulian. Roja las baldosas, rojas las paredes y rojas hasta las rosas que crecen en el pequeño y asoleado patio interior…Rojo se le divisa también el destino», de esa forma el periodista Patricio Corvalán presentaba al flamante candidato a la presidencia. [xvi]
La aventura presidencial de «Moulian Rouge» fue efímera, de tan sólo 8 meses, que en realidad se reducen a cuatro meses, si le restamos los meses: de diciembre, mes en que el país se paraliza porque el consume navideño lo consume todo; los dos meses de vacaciones estivales; el mes de marzo, cuando se inicia el año de manera frenética para las y los ciudadanos credicards chilensis. [xvii] En mayo del año 2005 abandono la nave presidencial y volvió a concentrarse en las arduas, difíciles y contradictorias tareas que le imponía la Rectoría de la Universidad de Artes y Ciencias Sociales, ARCIS.
Durante ese tiempo la pluma o mejor dicho el ordenador de Moulian no descansaba a fines del año 2004 aparecía un pequeño libro en la cual el recurso a la metáfora utilizado una década antes volvía hacerse presente con el objeto de analizar la crisis de la política actual en Chile. [xviii]
En este opúsculo Moulian revisa la crisis de la política, de los partidos políticos, del lavinismo y de la conciencia de clase en el Chile actual [xix] . Partiendo de la base que toda crisis contiene un aspecto negativo y otro positivo y de la distinción entre la política (praxis) y lo político (estructura institucional) Moulian reflexiona sobre «el peligro de que la política esté en proceso de ser reemplazada por la seudopolítica». Moulian trabaja con una concepción moderna de la política: como una actividad articulada y pensada para construir futuro. La política entra en crisis -«agoniza», dice Moulian- cuando pierde ese carácter. Y en el Chile actual, la política se ha transformado en seudopolítica, o sea, en una política incapaz de concebir futuro. Para Moulian la política moderna es, también, letrada. Posee tres aspectos centrales: está dotada de una teoría, de un diagnóstico y de una promesa. Mientras que la política neoliberal o posmoderna es analfabeta, su base es solo y exclusivamente el carisma (la imagen).
Cabe preguntarse si ¿hay margen para la política en el Chile actual? Escaso, pero hay. El objetivo último de este trabajo de Moulian es la recuperación de la política. Pero para eso es necesario re-fundar el principal instrumento de la política moderna: el partido político. El partido político, según Moulian, es quien expresa de manera más completa y acabada la política moderna. La importancia del partido se demuestra en el hecho de que incluso la seudopolítica o la política analfabeta requieren del partido.
Moulian es un intelectual que piensa la política desde la sociología crítica moderna. Pero, su esfera analítica ha sido siempre el sistema político institucional. En ese contexto, el análisis de la política como práctica queda encerrado en los espacios institucionales del sistema político. Al posicionarse en ese espacio, Moulian no observa que la crisis de la política pasa por un desplazamiento distinto al que él propone. La política en las sociedades neoliberales avanzadas como la chilena ha perdido su contenido moderno y las instituciones representativas de la democracia neoliberal se han vaciado de contenido. Pero esta vacuidad en la acción política explica el renacimiento no institucional de la política . Como diría, U. Beck [xx] , un segmento importante de la ciudadanía «regresa a la sociedad», o sea, a los espacios no institucionales de la política [xxi] .
Este regreso implica que la política no se encuentra en el parlamento ni en los partidos políticos ni en los gobiernos, sino en la praxis cotidiana de los ciudadanos y ciudadanas. Es otra forma de hacer política, es la subpolítica. Se trata de una política que ha emigrado desde lo institucional a la calle, a la esquina, a la radio poblacional, al canal de televisión barrial, al colectivo cultural poblacional, al foro poblacional. La práctica subpolítica no tiene nada de iletrada o de simulación; allí la política tiene sentido de futuro, tiene potencia constructiva. La sub-política constituye una respuesta a la seudopolítica, es la acción colectiva ciudadana para enfrentar la despolitización que ofrece y fomenta la democracia neoliberal. La subpolítica es concreta y no imagen. Allí en esos espacios, preferentemente locales, se constituye el sujeto popular y comienza a desplegarse la conciencia política.
En este libro Moulian no abandona sus concepciones iniciales de hace ya 40 años. La centralidad de los partidos políticos y la preocupación por el futuro también lo encontramos en dos textos anteriores: El socialismo del siglo XXI. La quinta vía (2002) «El deseo de otro Chile», incluido en libro colectivo coordinado por él: Construir el futuro. Vol. 1, aproximaciones a proyectos de país.
En «Construir el futuro», Moulian reúne a tres intelectuales y académicos chilenos que han sido colegas y amigos pero, también, sus principales adversarios académicos e intelectuales, por ende políticos, con quien ha tenido históricas polémicas que han sacado «chispas» y deberán considerarse como hitos importantes de la historia intelectual chilena de las últimas décadas. Pues los tres representan distintas visiones de futuro de la sociedad chilena, en él escriben J. J. Brunner, Manuel Antonio Garretón y Gabriel Salazar. [xxii]
Tanto con Gabriel Salazar como con J. J. Brunner, Moulian, y en menor medida con Manuel Antonio Garretón, ha mantenido profundas y significativas polémicas. En efecto, con el primero desacralizó las presentaciones de los libros al intervenir en la presentación del libro de Salazar sobre la violencia política en Chile del siglo XX, al realizar un comentario critico que se escapo completamente a las formas que hasta ese momento la academia nos tenía acostumbrado. [xxiii]
En aquella ocasión Moulian frente a la propuesta salazariana sostuvo que estudiar la historia de Chile desde la perspectiva del bajo pueblo «constituye la síntesis y la esencia». [xxiv] Y, expone de manera categóricamente provocadora que en el «razonamiento teórico de Salazar, seductor pero finalmente esencialista, no hay espacio para una democracia plural y para una cultura diferenciada y tolerante. El otro no es reconocido, más que como el enemigo». [xxv] Las reacciones a los dichos de Moulian se extendieron por los meandros de la pusilánime academia chilensis, nada acostumbrada a estos desaguisados como reguero de pólvora, se conformaron los bandos de seguidores, por un lado, los salazarianos y, los mouliananos, por otro. Los cuales se confrontaron académica y retóricamente en los cafés, en los pasillos, en los patios y en las aulas de las distintas universidades en donde tanto Salazar como Moulian son leídos con avidez e interés. Animando el tedioso y temeroso ambiente académico-político de los primeros años de la transición democrática donde toda discusión, disidencia o planteamiento que cuestionara la estrategia asumida por los sectores concertacionistas era vista como peligrosa para la «gobernabilidad política» y una amenaza para la joven democracia. A pesar de la fuerza de la crítica política de Moulian a la interpretación histórica elaborada por Salazar como de la critica de este a la evolución política de Chile. La polémica no tuvo mayores repercusiones en lo inmediato sino más bien su influencia ha sido silenciosa y ha trabajado en distintas direcciones al interior del pensamiento crítico nacional. [xxvi]
En verdad quien calentó el ambiente político-académico nacional fue el propio Moulian cuando en 1993 critico el éxito de la transición, en una perspectiva política muy cercana a la expuesta por Salazar en su libro. Pasarían cuatro años más para que el ambiente intelectual y político volviera a agitarse nerviosamente como consecuencia de la aparición en 1997 de Chile Actual. Anatomía de un mito, de Moulian. En este libro la presencia teórica salazariana es muy potente, con cierta dificultad Moulian lo ha reconocido. Aunque, mantiene su distancia con algunos planteamiento salazarianos, especialmente, los referidos a la Unidad Popular y el rol de los partidos políticos en la historia política de Chile.
Así como hay en desarrollo una «batalla por la memoria» en Chile referida a la historia reciente, [xxvii] habido una «batalla por la historia», referida a la historia del siglo XX chileno. Moulian ha sido el principal historiador político de dicho periodo, por esa razón, los y las sociólogas, las y los cientistas políticos como, principalmente, los historiadores y las historiadoras -ya sea de derecha, centro o izquierda- que trabajan dicho lapso de tiempo deben o están obligados de una u otra forma a discutir, aceptar o rechazar las hipótesis y/o las interpretaciones planteadas y sostenidas por Moulian en sus diversos trabajos. [xxviii]
Otra de las encendidas polémicas que ha sostenido Moulian ha sido la desarrollada con su excamarada de partido y colega en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, FLACSO-Chile, el influyente y destacado sociólogo José Joaquín Brunner, a través de las columnas que ambos escribían para el diario electrónico El Mostrador. A diferencia de la polémica anterior, esta es una batalla política, teórica e ideológica por el futuro de la sociedad. Pero, sobre todo, por los rumbos que debiera seguir la izquierda en el mundo actual.
Esta polémica mantenida a través de 14 rounds, entre junio del año 2001 y enero del 2002, confrontó a dos de los más destacados sociólogos de la renovación socialista chilena, ha sido la última gran discusión entre dos rebeldes de la década de los sesenta. Uno convertido en liberal progresista, Brunner y, Moulian, en representación de una generación que desaparece, la generación de los «rebeldes con causa». Por esa razón, el núcleo central de esa polémica estuvo en la controvertida definición de la izquierda hoy. [xxix]
Moulian, cerro la discusión definiendo lo que para él, es ser de izquierda hoy, lo que planteo en aquella oportunidad y lo que nos dice en la entrevista realizada este año, en el mes de enero que aquí presentamos e introducimos o sea, seis años más tarde, no es muy distinto. Ahora, si leemos clave histórica y a la luz de su trayectoria intelectual podemos percibir que el influjo sociológico del cambio social y político para América Latina propuesto por el cura jesuita y sociólogo Roger Vekemans sigue presente en su ex discípulo. En efecto, la idea de que ese cambio no es producto de un acto revolucionario sino de un largo proceso de «reformas revolucionarias», que en la concepción de Moulian, abren los senderos y caminos para la construcción de una sociedad socialista o del socialismo. Están aún presentes en el último rebelde con causa de los años sesenta.
Dejemos entonces a hablar a Tomás Moulian:
Es necesario hacer política nueva para condiciones nuevas, uno de cuyos elementos centrales es la desaparición de la referencia clasista, la fascinación por el consumo y por el confort…
Todo ello requiere de parte de la izquierda un replanteamiento de la política socialista que debe significar una ruptura radical con la política revolucionaria clásica , sin por ello hacer suya la ilusión reformista de la humanización del capitalismo. En dos palabras: ni revolución ni reformismo.
La política de la izquierda debe ser ella una política de reformas, pero tendiente a una democratización radical de la sociedad, en la política, la economía y la cultura. Una política de izquierda de este tipo deberá convivir con el capitalismo, pero no porque crea que sea el sistema que mejor crea riqueza para satisfacer las necesidades humanas. Convive con él, porque concibe su lucha como una gran marcha, como una marcha sin término para mejorar el mundo que existe.
Es un trabajo tan pesado, lento e intergeneracional como abrir un hueco en la Cordillera de Los Andes. Pero también es un trabajo de ahora y de mañana. Replantear el socialismo como una política no de revolución, sino de transformación, debe ser una exigencia de la izquierda actual. [xxx]
Santiago de Chile, marzo 2008/agosto 2015.
Juan Carlos Gómez Leyton, Historiador – Dr. en Ciencia Política / Investigador Asociado, FLACSO-Chile
[i] Cfr. José Joaquín Brunner: El caso de la sociología en Chile. Formación de una disciplina. Ed. FLACSO-Chile, 1988.
[ii] Hemos tenido la oportunidad de revisar los distintos programas de cursos y seminarios preparados por T. Moulian en la Escuela de Sociología de la Universidad Católica entre 1967-1970; con el objetivo de seguir la pista a la recepción del pensamiento althusseriano en Chile.
[iii] Cfr. Tomás Moulian: «Acerca de la lectura de los Textos de Lenin: una investigación introductoria», en Cuadernos de la Realidad Nacional, N° 13, julio de 1972, págs.187-204.
[iv] Incluso el politólogo Miles Wolpin había señalado tempranamente dos años de las elecciones, en 1968, que existían una serie de factores estructurales en la sociedad chilena que impedían u obstaculizaban el triunfo de la izquierda en las elecciones presidenciales de 1970. Cfr. Wolpin, Miles: «La Izquierda chilena: factores estructurales que dificultan su victoria electoral en 1970» en Foro Internacional, IX, México, 1968. Para un análisis politológico de las elecciones presidenciales de 1970 en el cual sostenemos la tesis de que el triunfo de la izquierda en 1970 no fue de ninguna manera inesperado sino todo contrario y por lo tanto, no debió haber producido la «sorpresa» que produjo ver: Gómez Leyton, Juan Carlos: «La elección presidencial de 1970 en Chile. (Una mirada desde la teoría económica de la democracia de Anthony Downs)» en ESTUDIOS, 57-57. Primavera-Verano, Instituto Tecnológico Autónomo de México, ITAM, México, D.F., 1999.
[v] Tomás Moulian «La Unidad Popular: Fiesta, Drama y Derrota», en T. Moulian: La Forja de Ilusiones: el sistema de partidos, 1932-1973. ARCIS-FLACSO, Santiago de Chile, 1993.
[vi] Una de las principales y, tal vez, más significativa coyunturas críticas o claves experimentadas durante el proceso político de la Unidad Popular es la que se vive el 29 de junio de 1973. Luego de ser sofocado por el Gobierno con el apoyo de las Fuerzas Armadas, especialmente, del Ejército, el levantamiento militar protagonizado por las tropas del Regimiento Blindado N°2, sectores sociales populares pidieron a «viva voz» al Presidente Allende que se abrieran los «arsenales de guerra» para que el pueblo pudiera defenderse, que se cerrara el Congreso Nacional y El Mercurio, los principales espacios opositores al gobierno popular. El presidente Allende, rechazo vehementemente la petición popular. El camino al Golpe estaba abierto.
[vii] Régis Debray: «El Socialismo y la Imprenta: un ciclo vital», en New Left Review, 40 sep/oct 2007. Madrid págs. 7-26.
[viii] Gabriel Zaid: De los Libros al Poder. Ed. Enlace-Grijalbo, México, 1988. págs. 15-34.
[ix] T. Moulian, «La forja….»; págs. 267.
[x] Sostiene Moulian que la «hipótesis principal que se elabora es que la crisis estatal que estalla en 1973 tuvo una incubación durante el periodo de profundización democrática, cuyas condiciones institucionales fueron creadas por las reformas políticas de mediados de 1958….Esto no significa que la crisis estatal del año 1973 tuviera un carácter ineludible o fuera la consecuencia fatal del todo proceso de profundización democrática…todo lo contrario. La perspectiva teórica de este trabajo es que los factores de largo plazo de la crisis política chilena no hay que buscarlos en el nivel de las determinaciones en última instancia, sino en la forma histórica, específica y particular, de la constitución de los principales sujetos políticos». Cfr. Tomás Moulian, Democracia y Socialismo, FLACSO-Chile, Santiago de Chile, 1983.
[xi] Algunos planteamientos críticos a las argumentaciones de Moulian sobre la evolución política de Chile en el periodo señalado se encuentran en Gabriel Salazar y Julio Pinto: Historia Contemporánea de Chile, Tomo I, LOM Ediciones. Santiago de Chile, 1999 y en más directamente en Juan Carlos Gómez Leyton: La Frontera de Democracia. LOM Ediciones, Santiago de Chile, 2004. Cfr. Nota 28.
[xii] T. Moulian: ¿Democracia de consensos o democracia de conflictos? en Colección de Estudios CIEPLAN, # 38, 1993. Santiago de Chile, págs. 106-113. La tesis central sostenía que a) el Gobierno Militar logró imponer una transición sin negociación que -por tanto- éste no fue un proceso pactado, b) que el Gobierno Militar, aun siendo derrotado en 1988, consiguió acotar la negociación plebiscitaria de 1989, c) que impuso un marco institucional que ha limitado al extremo las posibilidades que el primer gobierno posautoritario pudiera realizar una política de profundización democrática, tanto en el campo económico-social como en el campo propiamente político y d) que consiguió además otra victoria decisiva en el terreno simbólico: que los actores centrales en este primer gobierno se vieran empujados a consagrar el tipo de transición como ejemplar y se vieran forzados, por lógicas de reproducción del modelo económico, a impulsar una estrategia de cambios mínimos y legitimadores y a olvidar casi completamente el bagaje critico del movimiento democrático del ochenta».
[xiii] Ídem, pág. 109.
[xiv] T. Moulian: Chile Actual. Anatomía de un mito. Ediciones LOM/U.ARCIS, 1997. pág. 18.
[xv] Hace una década (1998) escribí una larga reseña crítica (30 páginas) al libro de Moulian. En ella discuto y rechazo diversas afirmaciones que contiene el texto que considero desafortunadas o derechamente equivocadas y, sobre todo, crítico las omisiones de Moulian, especialmente, de algunos grupos políticos e intelectuales de izquierda que rechazaron tempranamente el camino adoptado por el movimiento democrático de los ochenta y denunciaron la institucionalización y perpetuación en el tiempo de la dictadura militar. Dicha reseña saldrá de su ostracismo en un libro que actualmente preparo bajo el título de: Palabras con espinas. Lecturas críticas en los tiempos de la videosfera.
[xvi] Patricio Corvalán, «Moulian Rouge», http://www.tercera.cl/medio/articulo/ 21/11/04 consultado en marzo 2008.
[xvii] Parafraseo aquí el titulo de otro de los libros de mayor circulación o de consumo de Moulian: El Consume me Consume. Ediciones LOM, Santiago de Chile, 1998. Este libro que constituye en opinión un texto complementario del Chile Actual. Anatomía de un mito; en el Moulian establece que una de las funciones del consumo es la de crear identidad. Dice Moulian: «La que puede surgir del consumo, de la posesión de objetos, es una identidad que reposa en el tener. Se trata de una constitución de la identidad por la apariencia. Aquí los objetos aparecen como constituyentes del yo. El predominio de tener sobre el ser se materializa cuando se siente forzada a tener ciertos bienes en función de los otros, del que dirán.» (pág. 62) Esta función del consumo, según Moulian, da lugar al ciudadano credicard, pero diez años más tarde esa misma función dará lugar a otra forma de ciudadanía y de ciudadanos entre ellos: al ciudadano patrimonial. Es decir, al ciudadano que se constituye a partir de la posesión y propiedad privada de bienes. Hemos estudiado la ciudadanía patrimonial en mi trabajo: «Gobernabilidad social en los tiempos de Bachelet. Política, sociedad civil y ciudadanía», en C. Moreira, D. Raus y J.C. Gómez L. (coodinadores): La Nueva Política en América Latina. Rupturas y continuidades. Ediciones TRILCE, Montevideo, 2008.
[xviii] Tomás Moulian: De la Política letrada a la política analfabeta. La crisis de la política en el Chile actual y «lavinismo». Ediciones LOM, Santiago de Chile, 2004.
[xix] Tuvimos la oportunidad de presentar y comentar este libro de T. Moulian un caluroso día de verano de enero en Parque Forestal de Santiago en una Feria del Libro. Ver Juan Carlos Gómez Leyton: «Vacua Política» en Revista Rocinante, Año VIII, N° 75, enero 2005, pág.17.
[xx] Ulrich Beck: La Invención de lo Político. Editorial FCE, México, 1999.
[xxi] Para un análisis de la ciudadanía y sus formas de acción políticas en el Chile actual es útil consultar a: Juan Carlos Gómez Leyton: «La ciudadanía en los tiempos del libre mercado» en Javier León, Areli Escobar y Lorena Cea (editores), Discursos y Practicas de Ciudadanía. Ediciones Universidad del Bío Bío, Santiago de Chile, 2006, págs. 167-175.
[xxii] Los textos incluidos en este volumen son: J. J. Brunner: «Hacia una estrategia de desarrollo basada en capacidades tecnológicas»; Manuel Antonio Garretón M.: «Reconstrucción de la Política y proyecto de país», Gabriel Salazar: «Proyectando país globalizado tras 200 años de vida «independiente» (o la revolución del hijo pródigo) y Guadalupe Santa Cruz: «Chile, lenguas transversales». Tomás Moulian (coordinador), Construir el futuro. Vol. 1, Aproximaciones a proyectos de país. LOM Ediciones, Santiago de Chile, 2002.
[xxiii] «Entiendo que este encuentro no es una ceremonia mundana, sino una actividad intelectual. Sería faltarle el respeto al esfuerzo intelectual que hay tras este libro, si yo mi limitaría a proferir algunos elogios convencionalistas. Vengo, como quiere el autor del libro, a participar en una polémica suscitada por ideas, con el mismo espíritu crítico del cual Salazar hace gala a lo largo de su libro». Tomás Moulian «¿Historicismo o esencialismo?», Debate en torno a Violencia política popular en las «grandes alamedas», de Gabriel Salazar (Santiago Ediciones SUR, 1990.) en PROPOSICIONES 20, Ediciones SUR, Santiago de Chile, 1991, págs. 287-299.
[xxiv] Nueve años más tarde Gabriel Salazar relataría a Luis Moulian (historiador y hermano de Tomás) su versión de lo acontecido aquel día, narra Salazar: «cuando se terminó la investigación histórica de las conductas y se escribe el volumen II por otros maestros, que es la mitad del de «Violencia…» se realiza un lanzamiento a «todo trapo», con un gran cóctel y propaganda con periodistas. Asiste Carlos Vergara, director de SUR que hoy esta en el gobierno y se le pide a Eduardo Valenzuela que lo organizara. A mí, en primer lugar, no se me dejó invitar a la gente que yo quería ni tampoco dejaron que yo eligiera a la persona que presentara el libro. Por su parte, ellos invitaron una cantidad de gente que estaba a favor de la Concertación. Yo a Tomás no lo propusé, pero le tengo gran respeto. Tomás no hace más que mandarse una andanada de una violencia -tú sabes como es Tomás cuando se enoja-desproporcionada a lo que era el lanzamiento». Concluye Salazar «sospecho que fue una encerrona. (que) vino a completar la línea de de Seminarios destinados a destruir la otra alternativa…. yo di una respuesta indirecta, digo indirecta, porque yo estaba hablando desde los pobres mismos». Hasta aquí el testimonio de Gabriel Salazar. Ver a: Luis Moulian E.: 6 Asedios a la Historia. La Historia desde Abajo (conversaciones con Gabriel Salazar) Factum Instituto, Santiago de Chile, 1999. págs. 97-98.
Salazar se ha referido a la critica de Moulian de manera mucho más explicita con un carácter teórico y político de mayor profundidad en el Prefacio a la segunda edición de La Violencia Política popular en las «Grandes Alamedas». Salazar aunque mantiene la idea de la conspiración y «decisión institucional (de parte de SUR, Profesionales o mejor dicho de los sectores concertacionistas) de destruir el libro…cuya tarea habría sido encomendada a Tomás Moulian». Ver Gabriel Salazar: La Violencia política popular en las «Grandes Alamedas». La violencia política en Chile 1947-1987 (Una perspectiva histórico-popular). LOM Ediciones, Santiago de Chile, 2006. págs. 17-19. Lamentablemente no tenemos espacio para exponer los argumentos críticos aquí esgrimidos por Salazar.
[xxv] Tomás Moulian: «¿Historicismo…? Op. Cit.
[xxvi] Dos años más tarde cuando los ecos de la feroz critica a Salazar, realizada por Moulian, aún seguían retumbado por doquier y, sobre todo, los asistentes al seminario de Sur Profesionales crecía en un número inusitado y desproporcionado al espacio donde se llevo acabo el evento; Moulian presentó su libro La Forja de Ilusiones. El sistema de partidos, 1932-1973, un día de noviembre de 1993, en el hall central de la sede principal de la Universidad ARCIS, uno de los comentaristas invitados era, justamente, Gabriel Salazar. La asistencia a dicha presentación fue «multitudinaria», académicos de diferentes universidades, discípulos, alumnos y alumnas, admiradores y curiosos llegaron «en masa» a presenciar el segundo «round» de la polémica abierta por Moulian dos años antes. Al final, el público se retiro cabizbajo, desilusionado, mascullando frustración intelectual, académica y política. Los contendientes no cruzaron espadas, en verdad, ni siquiera las desenvainaron. El propio Salazar ha reconocido que en dicha oportunidad no quiso tomarse «desquite» de las destempladas críticas de Moulian. Pues este ya estaba cambiando sus posiciones sobre el libro y, sobre todo, ante el proyecto teórico-histórico y político salazariano.
[xxvii] Sobre esta particular batalla es útil consultar el trabajo de: Peter Winn: «El pasado está presente. Historia y memoria en el Chile contemporáneo» en Anne Pérotin-Dumon (dir.) Historizar el pasado vivo en América Latina. http://etica.uahurtado.cl/historizarelpasadovivo/es_contenido.php.
[xxviii] Por cierto son muchos los analistas políticos que han trabajo el periodo histórico de 1930 a 1973 discutiendo permanentemente con Moulian como botón de muestra, cito a la historiadora Sofía Correa, ligada al pensamiento demócrata cristiano, quien en su libro sobre la derecha chilena sostiene que lleva «décadas discrepando, con Moulian, sobre el carácter de la derecha«. Véase a Sofía Correa Sutil: Con las Riendas del Poder. La derecha chilena en el siglo XX. Editorial Sudamericana, Santiago de Chile, 2004. Entre los sociólogos críticos de los planteos de Moulian encontramos a Steve Jerome Vieux; Democratization by revolt: the foundations of mid-century chilean democracy, 1920-1932. Dissertation the degree of D. Ph in Sociology. State University of New York at Binghamton. New York, 1994. Para una critica proveniente de la ciencia política a la interpretación del desarrollo político nacional y especialmente a la crisis del año 1973 se encuentra en J.C. Gómez Leyton; La Frontera de la Democracia. LOM Ediciones, Santiago de Chile, 2004. Entre los seguidores de las tesis de Moulian se encuentran entre otros la historiadora Verónica Valdivia, Luis Corvalán Marquéz, Enrique Cañas, e inclusive el historiador conservador Gonzalo Vial Correa.
[xxix] El Mostrador: Brunner v/s Moulian. Izquierda y capitalismo en 14 rounds. Editorial El Mostrador, Santiago de Chile, 2002.
[xxx] Tomás Moulian, «Ser de Izquierda», en El Mostrador, op. cit. Págs. 101-103.