Por primera vez en los 161 años de existencia de Gasco que los empleados toman la principal medida de fuerza con que cuentan los asalariados del mundo para conquistar sus derechos. Por su parte, la empresa utiliza una batería de prácticas antisindicales para atemorizar sin éxito a los trabajadores, entre ellas, el despido masivo. El […]
Por primera vez en los 161 años de existencia de Gasco que los empleados toman la principal medida de fuerza con que cuentan los asalariados del mundo para conquistar sus derechos. Por su parte, la empresa utiliza una batería de prácticas antisindicales para atemorizar sin éxito a los trabajadores, entre ellas, el despido masivo.
El viernes 7 de diciembre, históricamente, un 97 % de las trabajadoras y trabajadores de la principal empresa de gas que opera en Chile, Gasco GLP (Gas Licuado de Petróleo), aprobó la huelga y rechazó la última oferta de la firma. Es primera vez en los 161 años de vida de la compañía que los asalariados toman la decisión de recurrir a la única herramienta con la que cuentan para mejorar su magro salario y las condiciones laborales en las que se desempeñan, toda vez que la oferta empresarial se limitó a la puesta al día de la inflación oficial (0,7 %).
La inflación o Índice de Precios al Consumidor (IPC) consiste en una encuesta que realiza el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) sobre la variación mensual de precios de una canasta de productos y servicios. Sin embargo, en la realidad el IPC no da cuenta del alza constante del costo de la vida, y menos se refleja en el precio de los salarios. Esta es una de las causas por las cuales la población chilena es la más endeudada y morosa de América Latina. Como al trabajador no le alcanza para llegar a fin de mes, entonces se ve obligado a endeudarse con el sistema financiero para adquirir los bienes de primera necesidad, como la alimentación, el transporte, la salud, la vivienda y la educación.
Siempre hay una primera vez
En sus 161 años de existencia, el grupo Pérez-Cruz, propietario de Gasco GLP, jamás había enfrentado una huelga, hoy resultado de la disconformidad y el hartazgo de los empleados ante los bajos salarios. Si bien la firma es la número uno en el rubro de la industria gasífera en el país andino, existe una poderosa competencia que puede sacar dividendos del conflicto. Por otra parte, Gasco GLP, según su propia contabilidad, obtuvo en el 2016 un EBITDA, o utilidades que quedan «para el bolsillo», de $ 8.348.000.000 de pesos (13 millones de dólares). Pero para los trabajadores, «no alcanza».
El castigo empresarial sólo ha fortalecido a los trabajadores
El proceso de negociación entre el sindicato y Gasco GLP ha estado marcado por las represalias en contra de los empleados. El mismo día en que el sindicato celebró la asamblea para dar a conocer la última oferta ofrecida, la empresa despidió a casi 30 trabajadores con el claro objetivo de amedrentar a los socios de la organización. Fue así que el 6 de diciembre pasado, la gerencia de Recursos Humanos de una de las reparticiones de la compañía, «llevó engañados a una supuesta ‘reunión de trabajo’ a los funcionarios. Pero la ‘reunión de trabajo’ no fue más que una trampa antisindical. Uno por uno los trabajadores, que obtienen por su trabajo el sueldo mínimo (413 dólares), debieron encarar a un irregular equipo empresarial, donde se les notificó en ese mismo instante que estaban despedidos y que debían firmar el finiquito. Sin acordarlo previamente, los empleados no firmaron nada y junto a la directiva sindical acudieron a la Inspección del Trabajo a entablar una demanda colectiva en contra de la empresa». El personal despedido luego de cinco años de trabajo, acusó a la firma de la vulneración de sus derechos mínimos, «de abuso de poder y de atropello a la dignidad y respeto que nos merecemos como personas». Una de las trabajadoras resumió el hecho, indicando que «fuimos tratadas como un grupo de corderitos camino al matadero».
No obstante, los socios del sindicato en vez de atemorizarse por la acción de la empresa, cobraron más coraje y decisión de luchar por sus derechos. «Si la empresa nos quería meter miedo con los despidos de los compañeros, le salió el tiro por la culata. Ahora conocemos mejor con qué tipo de gente tratamos. Y también sabemos cuánto más valor tiene nuestra condición humana y de trabajadores comparado con su violencia y crueldad», expresó uno de los empleados con más de una década vendiendo su fuerza de trabajo a la gasífera.
Como si fuera poco, y a modo de castigo, la firma no ha cancelado el sueldo de la presidenta del sindicato, Solange Bustos, desde hace tres meses.
Con estas conductas, la empresa no ha logrado más que acumular demandas legales por prácticas antisindicales en los Tribunales del Trabajo.
De todos modos, no resulta extraño el comportamiento de la compañía, toda vez que el principal asesor legal de la empresa, el abogado Ricardo Canales Undurraga, fue Subsecretario del Ministerio del Trabajo y Previsión Social entre 1983 -84, en plena dictadura cívico-militar de Augusto Pinochet. A confesión de parte, relevo de pruebas.
Todo por ganar
La votación de prácticamente el 100 % de los socios del sindicato a favor de la huelga histórica en Gasco GLP, de acuerdo a la ley laboral chilena, debe ser refrendada legalmente por la Dirección del Trabajo el 11 de diciembre. Si la empresa no solicita «los buenos oficios» para ofrecer aumentos salariales y mejores condiciones laborales al sindicato, los trabajadores pueden efectivizar la huelga inmediatamente.
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