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Identidades de género & Feminismo

Trans-gresión para desafiar los prejuicios de género

Fuentes: Rebelión

Sobre la construcción de nuevas identidades de género: transgénero.

Después de escuchar las historias de rechazo y tristeza de sus amigas transexuales, Jerry, artista y activista, buscó la forma de hacer de su propia transición un acto de crítica política feminista basado en la ternura. Así comenzó a preparar una fiesta de Quince Años en un espacio público «tomado» por la gente en Tepito. Fue con los de abajo, gente de Tepito, visitantes de la plaza y quienes van semananalmente tras el Sonidero de Laura (que amenizó la fiesta) con quienes Jerry celebró este reto a las ideas de género, que llamó «Fiesta de XXY años».

Después de su presentación, «me decían, no sé si eres un chico o una chica, y yo contestaba, soy chica/chico, soy las dos», relata Jerry. «Nací en la colonia Portales, tengo 25 años y lo importante de decir es que soy una persona transgénero y me dedico al arte.

Abordo esta cuestión desde un activismo transfeminista», afirma Jerry en entrevista con Desinformémonos. Esta artista optó por transgredir los estereotipos sociales por medio de intervenciones en espacios públicos de la Ciudad de México. «Mi posición política es poner el cuerpo y oponerse», explica el activista.

Jerry denomina a su corriente de activismo «poner el cuerpo», y se trata de intervenir «desde las cosas como la ternura, el amor, el arte, la pedagogía, la sociología'», explica. La artista tuvo formación académica en Artes, en la Universidad Nacional Autónoma de México. «Yo tenía urgencia de hablar de este tema tan íntimo como es lo trans, en cómo iniciar una transición corporal de género y subjetiva pero desde algo completamente estético y político».

«Cuando obedeces las normas estéticas, de comportamiento, de género y de conducta en esta sociedad, estás siendo invisible pues estas dentro del orden social, nada pasa, todos te miran y dicen, ah, esta persona esta normada. Ponerte visible en el espacio público es desobedecer a esas normas», abunda.

Explica que en cada una de las historias de sus amigos trans encontró como constante el rechazo, la represión y la tristeza. Jerry quería iniciar su proceso de transición, pero no de la forma en que le relataban sus amistades. «Tuve que pensar y decir, estamos en la misma sociedad, por supuesto que me puede tocar lo que a ellas les pasó ¿cómo le puedo hacer para transformar estas experiencias?».

 Así surgió la idea de la fiesta de Quince Años, muy arraigada en la cultura popular, pero a la vez, concibe el artista, un acto transgresor y político, de gozar y compartir.

La construcción de la celebración

Jerry estudia los lugares donde puede llevar a cabo algún acto de este activismo, incluso en contextos precarios, donde muchas veces falta información sobre otros contextos e identidades, afirma.

La más reciente Trans-gresión (como llama a sus intervenciones) fue la realización de su fiesta de Quinceañera en la Plaza de la Solidaridad, aun lado de la Alameda Central, de la capital de México. Este espacio fue el antiguo convento de San Diego en la epoca de la Colonia -donde se ubicó la Inquisición y se condenaba a renegados, brujas y rebeldes, además de cementerio de religiosos- se convirtió en un hotel que se derrumbó durante el sismo de 1985, y ahora es un espacio público, refugio de vendedores indígenas expulsados en su mayoría de la Alameda, la segunda plaza más importante en ciudad.

En la Plaza de la Solidaridad se dan cita artistas, sonideros y parejas de todos los sexos. La activista explica que los vendedores que aquí trabajan se instalan sin permiso de las autoridades, «realizando una acción que es tomar el lugar a pesar de que la policía les dice que no y que no». Por eso a Jerry le interesó este espacio, tomado y con un ambiente «festivo, familiar, amigable y abierto a las identidades», describe. La ceremonia de los XXY años tuvo como propósito para Jerry despedirse de un cuerpo para entrar en un cambio constante.

«Comencé a llevar a cabo esta transición desde dos arquetipos mexicanos, la novia en la boda y los Quince Años, identidades muy específicas de lo femenino, donde la mujer pasa -en el caso de la quinceañera- de ser una niña a ser una mujer, de ser virgen a ser no virgen, y en el caso de la novia, de ser soltera a casada, de ser una persona individual a ser de otra persona», explica Jerry. Sábado tras sábado aquí se escucha al Sonidero Laura y la gente se congrega a bailar. «Siempre que pasaba veía a la gente bailando y sonriente, podías ver de todo y yo decía, qué padre, es un ambiente muy diverso».

La activista se acercó a comentar su propuesta de compartir su transición con la gente «en un lugar tomado, donde evidentemente crece la transgresión». «Ésta es una propuesta más activista», señala. «Empiezas a ser visible. No solamente se trata de irrumpir con otra propuesta de otra corporalidad en el espacio público, sino de entender a los otros que son parte de ti, saber que hay otras realidades, otros estilos de vida y otras formas de estar, de poner el cuerpo en el espacio».

Otra forma de hacer feminismo

A Jerry le presentaron a los chicos destinados a ser los chambelanes en sus coreografías, y «comencé a hacer un trabajo antropológico para poder entrar a un grupo que ya estaba conformado; son chavos que han estado en la cárcel o en la frontera detenidos por mucho tiempo, son de Tepito, de la Obrera, de la Moctezuma, trabajan de cargadores». El artista señala que su trabajo con el grupo de bailarines fue también pedagógico y centrado en el afecto. «Es un tema que me interesa, la política feminista, cómo hacer transgresiones al Estado pero no desde el feminismo más arcaico, desde el odio, la rabia, o el enojo. Le dije a los chavos que también he sido muy rebelde desde el momento en que empecé a rechazar mi masculinidad».

Los jóvenes manifestaron su desconcierto por no poder establecer si la activista es hombre o mujer. Jerry se dedicó a «desestabilizarles» la idea de género y darles a entender que ambas (chico/chica) son muy importantes. «Todo esto genera un recuerdo y un aprendizaje, que es parte del objetivo de hacer esta pieza: dejar en la memoria un acto».

«Yo vengo con la educación de hacer una familia, criar hijos, ponerme un traje y a cargar. Me despido de una manera lúdica de eso que me impusieron y replanteo mi identidad como persona transgénero.

No es una transición total donde me esté convirtiendo de mujer a hombre o de hombre a mujer, sino una transición más en espiral, en la que experimento con ambas identidades -que es lo que tengo- y se crea algo completamente nuevo, una identidad más crítica», explica Jerry.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.