«Las representaciones, cegadas por el machismo, deforman de manera generalizada y sistemática la realidad.»
Eso: 60 por 40 (cifras redondeadas). Recuerdo que hace unos años, solía ver la serie televisiva CSI. Siempre me llamaba la atención comprobar que aproximadamente un tercio de los asesinos eran asesinas. Desconozco las cifras de EEUU pero en España -según datos oficiales del Ministerio de Justicia- las mujeres solo cometen en torno al 6% de los asesinatos. Se constata, pues, que las representaciones, cegadas por el machismo, deforman de manera generalizada y sistemática la realidad. Ahora bien: si en todas partes se cuecen habas patriarcales, creo que no se cuecen en la misma proporción. Quiero pensar que entre los ateos hay menos machismo. No dispongo de estadísticas, pero quiero pensar… Igual que quiero creer que entre los homosexuales en general y entre las lesbianas en particular hay una mayor aceptación del feminismo.
Supongo, así mismo, que entre los animalistas o los ecologistas hay menos varones puteros. Pienso que, quienes, al menos en un terreno, han hecho el esfuerzo por liberarse de la ideología dominante, se han enfrentado a la norma y/o han sufrido en carne propia el oprobio, pueden más fácilmente captar y censurar la injusticia y la arbitrariedad. Aunque sé perfectamente que todos y todas nos hemos criado en el patriarcado y que, por lo tanto, en mayor o menor medida, lo tenemos incorporado a nuestra mentalidad, a nuestro imaginario, a nuestras emociones… espero, sin embargo, que los hombres (y las mujeres, por supuesto) de izquierdas se muestren más receptivos a la lucha feminista, más proclives a cuestionarse a sí mismos y más capaces de replantearse los mecanismos sociales que reproducen la desigualdad y la opresión de las mujeres.
Así, por ejemplo, espero que nadie de izquierdas sea tan brutalmente misógino como ese tipo, ese cantante, Francisco creo que se llama -no me tomo la molestia de retener su nombre porque no pasará a la posteridad-. El tal Francisco no se limita a discrepar y criticar, no. Insulta de manera bestial, rastrera y enloquecida. Llama a Mónica Oltra «descerebrada, inculta, mal nacida, incómoda de ver», «escoria, antiespañola y antivalenciana». Y como se dirige a una mujer, remata su ruin sarta de improperios así: «Esto que le pasa ‘señora’ es el bajón de la medicación que se fuma y mete, le recomiendo ‘pollardón’ y ‘pichicilina’. Eso sí, si hay un valiente que tenga estómago».
(Foto: Cantante español Francisco)
Yo, en mis momentos más recelosos, me pregunto: «¿Seguirán algunos hombres pensando que su polla es la varita mágica? ¿Creerán que basta con «metérsela» a una mujer para que la vida de esta última se transforme?». Luego me digo: «Anda Pilar, cálmate, que deliras. El patriarcado sigue vivo y sigue siendo la ideología dominante pero ya no es posible que existan seres tan lerdos y delirantes».
De pronto, leo a este Francisco y compruebo que lo que yo consideré un «exceso de suspicacia feminista» por mi parte, se queda corto comparado con el delirio machista y el odio misógino que algunos manifiestan. Y si lo manifiestan en público y sin cortarse es porque encuentran público que los aplaude.
O sea, las feministas tenemos tarea, sí.