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Comentario a "Subalternidad, Antagonismo, Autonomía. Marxismos y subjetivación política" de Massimo Modonesi

Tras las huellas de la subjetividad/ tras las huellas de la revolución socialista

Fuentes: Rebelión

Notas preliminares: desde qué momento pensamos la subjetividad En primer lugar, es necesario destacar el contexto sobre el cual esta obra tiene su aparición. No podemos dejar de señalar que la aportación teórica de Massimo Modonesi viene a nosotros en el marco de un resurgimiento notable de la teoría crítica, específicamente revolucionaria y en este […]

Notas preliminares: desde qué momento pensamos la subjetividad

En primer lugar, es necesario destacar el contexto sobre el cual esta obra tiene su aparición. No podemos dejar de señalar que la aportación teórica de Massimo Modonesi viene a nosotros en el marco de un resurgimiento notable de la teoría crítica, específicamente revolucionaria y en este caso marxista.

Y es que este renacer, aunque prematuro, concede un dejo de esperanzas de incalculable valor para una tradición teórica que ha logrado soportar la carga histórica de las últimas décadas. Como bien señalaba Daniel Bensaid <>. Hacia mediados de los setenta y principios de los ochenta la derrota del movimiento socialista internacional parecía no menos que evidente; y en esa medida el marxismo y el anarquismo, sus principales aliados y compañeros teóricos, eran igualmente puestos en cuestión e incluso declarados obsoletos en términos teóricos.

La derrota señalaba la eclosión de la historia, el inicio de una historia sin socialismo, sin revolución social. Los anhelos de los explotados transitaban hacia una desgarradora melancolía, el sueño de cambiar la historia del socialismo parecía haber terminado definitivamente. Las preguntas eran muchas pero entre ellas figuraban fuertes sospechas que podrían formularse de la siguiente forma: qué paso con la revolución, qué sucedió con el o los sujetos revolucionarios; interrogantes ambas que remitían directamente a los procesos de subjetivación política.

Las respuestas a estas cuestiones fueron rápidamente verificables sobre la arena del conflicto político de clases. La subjetividad estallaba, las formas de hacer política entre los oprimidos mutaban hacia experiencias mucho más particulares -territoriales, regionales o sectoriales- y hacia anhelos mucho más limitados -todo consistía en resistir-. Es en esa medida es que las formas de pensar la subjetividad también estallaron, dando lugar a conclusiones esencialistas, idealistas o culturalistas en muchas ocasiones abigarradas o paralizadas por un pesimismo propio de la época.

Uno de los pasajes más expresivos de esta situación tuvo lugar, precisamente, en la trasformación del perfil estratégico dentro de los movimientos sociales, los cuales fueron, y son aún sacudidos, por un escepticismo de las cuestiones políticas, específicamente por el escepticismo de la toma del Estado.

Sin embargo, nos encontramos en un momento distinto. Tras las últimas dos décadas la historia ha logrado reunir vertiginosamente una crisis económica estructural y una crisis de legitimidad política expresada en innumerables conflictos y muestras de resistencia en todo el mundo. Esta situación ha hecho evidente la necesidad de volver a poner en pie una teoría revolucionaria, capaz de echar abajo las ideas de las clases dominantes, capaz de ser el sustento teórico de una revolución social.

La labor teórica que nos aguarda es una empresa titánica que sólo podrá solventarse a través de un ambiente abierto al diálogo y a la pluralidad, por lo cual la obra que en esta ocasión comentamos goza de un acierto inconmensurable en su ejemplo de construcción teórica solida, democrática e incluyente. Todo ello a contrapelo de expresiones teóricas que al intentar preservar solidez, alcanzan dogmatismos inquebrantables y anquilosados o, en su contrario, expresiones que al tratar de abrirse a construcciones plurales han terminado por extraviar los ejes cardinales de una lectura fundamentada en una visión conflictual y revolucionaria de la realidad.

Terminaremos este primer apartado preguntándonos a fondo: qué significa hoy el marxismo, más aún: ¿Es necesario el marxismo para la sociedad?, y si lo es, para quién específicamente. ¿El marxismo conserva hoy herramientas útiles para pensar y para transformar el mundo? Nosotros creemos que sí. Estamos seguros que el marxismo es un cuerpo teórico útil porque logra captar estructuralmente la lógica de nuestra historia fundamentada sobre la dominación social y la devastación ecológica; y ello no es el resultado de un virtuosismo puramente analítico sino de un cuerpo teórico fundado sobre la base de aspiraciones libertarias para la historia.

En este marco, la obra de Modonesi es importante porque confirma que el marxismo es necesario para pensar y para transformar el mundo, para tomar en nuestras propias manos el destino de nuestras vidas porque nunca, como hoy, la historia pareció tan fuera de control, tan devastada y trágica, tan sin sentido, tan vacía. Y en ese sentido el marxismo es una teoría de la praxis de emancipación social y su pretensión es la lucha por rebelarnos contra la historia, es decir, que es posible rebelarnos para cambiar la historia.

Finalmente, como lo presenta el autor, el estudio de la subjetividad nos remite directamente a las discusiones sobre el sujeto histórico, sobre la conciencia revolucionaria, sobre el proyecto político y sobre las estrategias de lucha y de organización, lo cual conforma toda una constelación de problemas que en su conjunto expresan la necesidad de pensar aquí y ahora una revolución social, de volver a pensar precisamente los procesos de subjetivación política.

Las dificultades teóricas de pensar la subjetividad.

La obra en cuestión consiste en un replanteamiento teórico de la subjetividad política sobre la base de tres conceptos cardinales: subalternidad, antagonismo y autonomía. Como sabemos, desde hace más de un siglo esta temática es el lugar de confrontaciones y desacuerdos. Por lo general, las teorías revolucionarias en la modernidad creen en la rebelión de las mayorías como medio para transformar la realidad, lo que intuye un accionar social que tiene necesariamente una expresión en la dimensión ideal de los sujetos, es decir en una forma de pensar y de sentir las relaciones sociales; y en esa medida de actuar frente a los procesos históricos.

Pero todos estos fenómenos tienen distintas dificultades para ser pensados. En primer lugar, el hecho de que a diferencia de otros fenómenos sociales el registro cuantitativo, mediante datos estadísticos, es poco eficiente pues en su naturaleza subyacen rasgos cualitativos, de corte vivencial, que distan de una serie de repeticiones de fácil contabilidad. Y ello tiene que ver, como lo refiere Modonesi, con el hecho de que la clase se ejerce, la clase es en la experiencia, es decir, la clase se vive. Y en esta perspectiva las barreras entre pensar y sentir, entre la conciencia y el ser son parte de un sólo y complejo conjunto.

Uno de los aspectos más notables de la obra radica precisamente en la utilización del concepto de experiencia, el cual atenta en contra de los inevitables antagonismos de conciencia-ser y razón-emoción, poniendo énfasis en el hecho de que la experiencia desborda todas estas barreras analíticas. Rastrear, desde esta perspectiva, los procesos de subjetivación no sólo nos concede la capacidad de superar el dilema hamletiano entre ser y no ser, sino también el dilema entre el pensar y el ser, cuestión que ha atormentado a la teoría marxista bajo una ardua polémica, que en ocasiones ha tomado formas que pretenden una relación secuencial entre pensar y ser.

Esta situación nos deja, por supuesto, frente a una serie de conflictos epistemológicos que ponen en cuestión nuestro proceder en la construcción de categorías y conceptos. E.P Thompson, en su incansable lucha contra el positivismo y el estructuralismo, perseguía en la construcción de categorías nociones, no modelos exactos y estáticos, poniendo el acento en pensar los fenómenos sociales como procesos y relaciones, no como datos. Al mismo tiempo, hacia énfasis en que nuestras categorías deben tener la capacidad de asumir un perfil conflictual y dinámico, comprometido con determinados actores de la historia.

En este sentido, la propuesta de Modonesi descolla las formas tradicionales a través de las cuales se ha pensado la subjetividad, pues logra refutar los criterios fijistas o esencialistas que han pretendido aprehender los procesos de subjetivación a través de conceptos rígidos y sólo aparentemente sólidos en esa medida.

Como se hace evidente en la obra, los conceptos de subalternidad, antagonismo y autonomía evidencian las múltiples dificultades que implica pensar los procesos de subjetivación política, más aun, de tratar de encasillarlos bajo un sólo concepto omnicomprensivo que termina por reducir la identidad de los sujetos a un elemento, a un momento absoluto y a un proceso unidireccional.

Una nueva apuesta teórica

En efecto, la obra de Modonesi reinaugura un tema que atraviesa transversalmente al marxismo al proponer una articulación original de conceptos preexistentes en esta tradición teórica. Esta contribución será, posiblemente, el inicio de de un reordenamiento ontológico para los fenómenos de subjetivación, lo cual estará conectado a un cambio también en nuestra arquitectura conceptual.

Esta articulación tiene varios meritos al pensar la subjetividad, en primer lugar, como un proceso permanente, como un proceso vivencial con rupturas e inflexiones; y con ello deja atrás concepciones lineales o etapistas, pero al mismo tiempo quiebra las concepciones que ven en la espontaneidad o la conciencia»pura» las fuentes únicas o primarias de la lucha de clases.

Esto nos permite pensar los procesos de subjetivación tal y como se presentan en la historia: como procesos llenos de tensiones y contradicciones, procesos más allá de la armonía de un concepto estático y omnicomprensivo. Es decir, como fenómenos dentro de los cuales debemos rastrear elementos o fuerzas en contraposición constante, lo cual define precisamente los procesos de toma de conciencia entre los explotados y los oprimidos.

Para Modonesi, la subjetivación es una mezcla y no un cuerpo estático y uniforme, el resultado de una articulación conflictual entre subalternidad, antagonismo y autonomía; un proceso en donde estos tres aspectos no desparecen sino que luchan y tienden a delimitar determinadas identidades políticas en constante transformación. Esto nos conduce a ver en la subjetividad una relación determinada para cada momento de la historia.

Lo anterior nos conduce a pensar la subjetividad como un lugar de conflicto permanente entre la subordinación, la insubordinación y la emancipación, nos traslada, en el fondo, a pensar las identidades históricas como la proyección de una construcción basada en la experiencia. Y es que como lo muestra el autor, evidentemente existen momentos marcados fundamentalmente por una u otra condición, y sin embargo, su permanencia no es absoluta o total.

A través de este análisis Modonesi muestra cómo los procesos de subjetivación pueden avanzar o retroceder en sus aspiraciones y en sus capacidades de acción; y en esa medida en sus capacidades de injerencia histórica. Sin embargo, el uso de los conceptos subalternidad, antagonismo y autonomía pone de relieve una conflictiva relación secuencial cuya bisagra es precisamente el antagonismo, es decir, la experiencia de la insubordinación.

Y en este sentido es que llegan hasta nosotros los ecos de las formulaciones de Rosa Luxemburgo, en donde la emergencia y conciencia de los oprimidos son el resultado de la lucha, es decir, del antagonismo. Pues recordemos que, bajo su creatividad política, Luxemburgo concebía la conciencia como el resultado de un conflicto frontal en donde se mezclan vertiginosas la espontaneidad y la conciencia.

Colocados en este punto, podemos plantear un rasgo fundamental para la conciencia revolucionaria: los oprimidos y explotados aprehendemos la realidad, somos consientes de ella en la medida en que la subvertimos, y ello expresa una estructuración epistemológica fundamentada en la experiencia de la insubordinación y del sujeto que, tendencialmente, logra convertirse en dueño de su propio destino.

Modonesi ha logrado aportar, sin duda, una reflexión clave en este sentido, pues muestra al antagonismo como bisagra entre la subalternidad y la autonomía. Esto significa que aunque la historia admite saltos y rupturas, la subalternidad no se desvanece en la autonomía sino sólo a través del paso antagónico. Esto quiere decir que los sujetos no transitan de la negatividad, implicada en la subordinación, a la afirmación histórica presente en las prácticas autónomas sin antes pasar por la experiencia del conflicto, en donde la negación se ejerce como practica contra el sistema de dominación.

Por su puesto esto trae consigo distintas problemáticas para el nuevo planteamiento tal y como lo muestran las propias conclusiones del autor, ya que los limites históricos entre los fenómenos que pretenden aprehender estas tres categorías son bastante conflictivos y porosos. El paso entre subalternidad y antagonismo es quizás más sencillo al estar delimitado por el conflicto político. Sin embargo, entre el antagonismo y la autonomía hay un salto en términos teóricos mucho más arriesgado: ¿El sujeto es autónomo cuando es capaz de instituir sus propias prácticas, cuando su propia conciencia es capaz de delimitar sus propias prácticas?

En este pasaje las tensiones en torno al más allá del capital reaparecen en la forma de una sospecha histórica: ¿Es posible que los sujetos rebasen parcialmente el capitalismo o esto es sólo posible mediante una transformación total y radical?

Podemos concluir, preliminarmente, que la labor de Modonesi es importante, en términos teóricos y políticos, porque logra reformular las coordenadas para pensar los procesos de subjetivación, presentando una articulación teórica para dichas categorías que permite pensarlas simultáneamente como procesos, como momentos y como elementos de la subjetivación.

En este sentido, la virtud de Modonesi consiste precisamente en haber logrado saldar una profunda deuda teórica. Lo que se abre es una nueva apuesta teórica acompañada de múltiples preguntas y formulaciones que tendrán que ser probadas en el debate y en el análisis de procesos concretos.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.