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Discurso de Fabiola Letelier en Sheridan Circle (Washington DC), donde hace 30 años fue asesinado su hermano, ministro del Presidente Allende

«Treinta años después la lucha por la justicia en Chile está inconclusa»

Fuentes: Memoria y Justicia

Me conmueve mucho encontrarme nuevamente en Sheridan Circle, unida con queridos amigos, colegas de mi hermano, familia y representantes del gobierno chileno. Año tras año nos hemos reunido en este lugar donde las lagrimas sembraron la memoria permanente de las vidas de Ronni y Orlando. Acá además hemos sembrado la semilla de la determinación de […]


Me conmueve mucho encontrarme nuevamente en Sheridan Circle, unida con queridos amigos, colegas de mi hermano, familia y representantes del gobierno chileno. Año tras año nos hemos reunido en este lugar donde las lagrimas sembraron la memoria permanente de las vidas de Ronni y Orlando. Acá además hemos sembrado la semilla de la determinación de continuar luchando para los principios que Orlando también luchó: la justicia, solidaridad, paz, y la construcción de una sociedad en la cual se disminuye la brecha entre el rico y el pobre.

Después de unos meses reunido con su esposa y hijos en Caracas, al liberarse de la prisión, mi hermano y su familia se trasladaron a los Estados Unidos en el año 1975 para trabajar con el Institute for Policy Studies. Nuestro tío Edmundo Del Solar, quien fue muy cercano a Orlando, le preguntó, preocupado, si por fin abandonaría su oposición tan ariesgosa en contra de la dictadura. Orlando lo miró sorprendido y le respondió, «Miles de hombres, mujeres y niños han sufrido y seguirán sufriendo miseria, degradación y la crueldad que caracteriza la tiranía que se apoderó de Chile.»

Agregó, «Mi vida es el precio que estoy dispuesto a pagar si es que ese sacrificio de alguna manera aliviara los tremendos problemas y desafíos que enfrenta mi pueblo.»

Como si se diera cuenta que le quedaba poco tiempo de vida, Orlando fue un hombre impulsado durante el año y medio antes de ese día de otoño del septiembre de 1976, un día tal como hoy. Viajando incansablemente por todo Europa y los Estados Unidos, apeló a personas de conciencia a que lucharan a derrumbar la dictadura que tenía a Chile en su mano de hierro.

Para el movimiento de derechos humanos Orlando encarna todos los abusos de derechos humanos. Primero, Orlando, quien al momento del golpe fue Ministro de Defensa, fue detenido sin orden de detención y nunca fue acusado de ningún delito. Con solo la ropa que tenía puesto, le enviaron junto con los demás ex autoridades de gobierno a la Isla Dawson Island en el sur de Chile donde vientos helados soplaban mientras hacían trabajo forzado. Presión internacional de 16 naciones obligó a la dictadura exiliarlo, deprivandolo del derecho de vivir en su propio país.

El 10 de septiembre del 1976 la Junta Militar le deprivó de la nacionalidad chilena y 11 días después, como no pudo silenciarlo, se atrevió perseguirlo a esta ciudad capital para tomar su vida en el priner acto de terrorismo internacional cometido en suelo de los Estados Unidos.

Treinta años más tarde, la lucha por la justicia en Chile está inconclusa. En los Estados Unidos, el Departmento de Justicia con colaboración de IPS, en 1979 obtuvo sentencias de prisión por los autores materiales de este crimen, pero no para los chilenos que planificaron y ordenaron el asesinato. En Chile la primera sentencia en nuestra historia por las graves violaciones de derechos humanos cometidas por el regimen de Pinochet fue la sentencia en 1995 de la Corte Suprema que condenó a los autores intelectuales. Yo fui abogada querellante en ese proceso. Ese fallo dio una luz de esperanza que la justicia fuese posible en Chile, pero las sentencias de 7 y 6 años no fueron proporcional a la magnitud del crímen.

Hoy día es posible que por fin existan las condiciones para obtener justicia plena para Orlando. El 5 de octubre voy a alegar ante la Corte de Apelaciones de Santiago para deprivar a Augusto Pinochet de imunidad para así enjuiciarlo en un proceso que es clave. Me refiero al caso relacionado al secuestro y homicdio de Eugenio Berrios, ex químico de la DINA, por el Ejército de Chile, con colaboración de sus pares uruguayos. Este hecho no aconteció durante dictadura, sino en 1991, cuando Pinochet todavía era comandante en jefe del ejército. El Ministro Alejandro Madrid ha comprobado que Berrios,quien elaboró el gas sarín, fue sacado de Chile para evitar una orde de la corte a que declararese en el caso Letelier case. Ahora sabemos que el plan inicial de la dictadura fue matar Orlando con gas sarin.

Necesitamos el apoyo de los Estados Unidos para reabrir el caso Letelier en Chile. Con la excepción de algunos pocos documentos, los archivos relacionados al caso Letelier no han sido desclasificados. Este es el momento propicio para desclasificar documentos del Departmento de Estado y de la CIA que puedan permitirnos reabrir el proceso. También nos hace falta mayor coordinación entre autoridades judiciales en ambos países como también abogaods en los Estados Unidos que nos pueden apoyar.

Ahora más que nunca los Estados Unidos deben hacerse socio con Chile, América Latina y el mundo en una sociedad globalizada que mantiene el respeto universal para los derechos humanos. Tanto Chile como los Estados Unidos deben ratificar los Estatutos de Roma y la Corte Penal Internacional. Como socios globales, debemos hacer respetar las normas internacionales que protegen la democracia y los derechos humanos en cada rincón del planeta. La lucha contra la impunidad y la permanencia de un movimiento de derechos humanos energético son la mejor garantía que no se logrará seguridad a costo de justica y democracia.

Quisiera concluir dando voz a las palabras que mi madre envió a Orlando en Isla Dawson Island. Orlando se emocionó con estas palabras de nuestra madre. Después, en el exilio, dobló el papel con el poema escrito y lo dejó en su billetera. Allá se le encontraron en el bolsillo sobre su corazón, cuando fue asesinado.

HIJO MIO

Hijo Mio! En estas largas noches

En estos días grises que se arrastran

Con lentitud desesperante, siento

Que tu recuerdo me estrangula el alma

Y solo sé llamarte en cada instante

Tengo necesidad de tu presencia

De tu sonrisa, de tu voz amada.

De la noblezza que tu ser encierra

De la ternura que hay en tu mirada

Y acurrucada entre las sombras, lloro

Por este injusto juego del destino

Que ha querido ponerte en el camino

La corona de espina y la cruz.

Y ene ste Gólgota que va subiendo

Con la altivez serena de los justos

De los honrados y de los valientes

Preguntarás con ansiedad creciente

Cual es la causa que motivó

Este largo martirio inexplicable

Cuyas razones, no comprende el mundo

Ya que inspira el odio mas profundo

A la justicia y a la libertad

Y solo Dios en su bondad divina

Juzgará que tu gesto al entergarte

Por entero a esta tierra que tu amaste

Era inspirado por un noble ideal

Lo diste todo, no pediste nada

Con mano abiera y corazon entero

Un presente magnifico y valiente

Arrojaste a la vera del sendero

Por servir a tu Chile bienamado

Y por ver en cada hombre un compañero

Y yo que se del batallar constante

Que ello significa en tu joven vida

Y que te ví marchar siempre adelante

Lleno de triunfos, con la frente erguida

Hoy me pregunto si tus sacrificios

Comprenderán los que te están juzgando

Se que de esta dura prueba

Saldrás si ello es posible, mas humano

Porque el dolor como un fuego sagrado

Te hará aun mas fuerte, mas purificado

Y habrá un mañana esplendoroso y claro

Se cubrirán de flores los caminos

Y rodeado de amor y de canciones

Caminarás confiado en tu destino

Porque los hombre como tu, hijo mio

Jamás serán vencido.

– Inés del Solar, madre de Orlando Letelier.