Honestamente, yo tenía otro discurso para hoy; pero esta mañana, cuando estaba escuchando la radio, pensé que era mejor comenzar con un ejemplo: Si usted tiene un negocio pequeño, por ejemplo vendiendo helados, ¿qué factor externo necesitaría usted para tener buenas ventas? Un día caliente, ¿cierto? ¿Y si usted está vendiendo chocolate caliente? Un día […]
Honestamente, yo tenía otro discurso para hoy; pero esta mañana, cuando estaba escuchando la radio, pensé que era mejor comenzar con un ejemplo:
Si usted tiene un negocio pequeño, por ejemplo vendiendo helados, ¿qué factor externo necesitaría usted para tener buenas ventas?
Un día caliente, ¿cierto?
¿Y si usted está vendiendo chocolate caliente?
Un día frío, ¿verdad?
Bien, ¿y si usted está vendiendo armamento, qué necesitaría?
¡Una guerra! ¡Eso es cierto! La guerra es un negocio, un negocio criminal.
Desde que se acabó la «Guerra Fría», con la caída de la Unión Soviética, las Corporaciones Militares Estadounidenses tenían que crear un enemigo o un conflicto para mantener vivo su negocio.
Primero, el enemigo era el «Oso soviético», después fueron las drogas; más tarde «el terrorismo» y en el futuro será China. Continuamente se está creando una nueva justificación para mantener el negocio de la guerra.
El Plan Colombia o Plan Patriota, no importa el nombre, no es una guerra contra las drogas. Esa es la fachada. El Plan Colombia y el Plan Patriota son una estrategia criminal para tomar el control de los recursos naturales en América Latina (petróleo, agua, gas, etc.) y para ayudar a las pequeñas élites que están en peligro ante el avance de los grupos de izquierda. El péndulo se movió hacia la izquierda en Venezuela, Bolivia, Brasil, Uruguay Argentina, Nicaragua y probablemente en Ecuador.
La intervención de los Estados Unidos en América Latina ha creado víctimas y victimarios. En el primer grupo, tenemos miles de civiles asesinados, masacrados, torturados y desaparecidos. En el segundo grupo, hombres sin conciencia, criminales y corruptos, apoyados por los Estados Unidos hasta que dejan de serle útiles o son derrocados por una revolución popular. Ayer eran conocidos como «Papá Doc» y «Baby Doc» Duvalier con sus «Tontons Macoutes»; hoy es Uribe en Colombia con sus grupos narcoparamilitares. La situation sólo cambia de lugares, fechas y nombres, pero no de criminales.
También son víctimas Keit Stansell, Marc Gonsalves y Thomas Howes:
Los tres estadounidenses que trabajaban en Colombia para California Microwave Systems una subsidiaria de Northrop Grumman. Hombres en el lugar equivocado y en el tiempo equivocado. Su Cessna 208 fue derribado por las legendarias Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Ejército del Pueblo (FARC-EP), y desde febrero 12 de 2003 son sus prisioneros de guerra.
Al principio dije que tenía otro discurso, pero que lo había cambiado cuando escuché en la radio sobre los prisioneros de guerra estadounidenses en Vietnam, y los prisioneros israelitas en Palestina y el Líbano. Y me pregunté por qué nadie hablaba sobre los tres estadounidenses en Colombia. ¿Por qué la gran prensa guardaba silencio sobre ésto? ¿Por qué los grupos humanitarios en los Estados Unidos guardaban silencio?
Alguien dentro del público dijo que era porque las FARC eran «traficantes de drogas» y «terroristas». Pero, ¿quién dijo ésto? ¿La misma gente que dijo que Irak tenía Armas de Destrucción Masiva? ¿La misma gente que fue a liberar a Irak para expandir «libertad, democracia y paz»? ¿La misma gente que guardó silencio cuando la gente era masacrada en el Líbano? ¿La misma gente que guardó silencio cuando los miembros de la Unión Patriótica, un partido de izquierda en Colombia, eran masacrados? ¿La misma gente que declaró que el Hezbollah era un grupo terrorista porque desde 1982 resistían la invasión de Israel al Líbano? ¿La misma gente que hoy se rasga las vestiduras por la violencia en Darfur, pero callaron cuando hace 10 años eran los musulmanes asesinados?
Nuestro gran problema es la ignorancia y el creer que todo lo que la prensa oficial y la gran prensa nos dice es cierto. Nosotros tenemos un problema humanitario más importante que el problema político. Pero debemos actuar en el aspecto humanitario lo antes posible.
Cada día es otro día en que los tres estadounidenses viven en peligro, junto con otros cientos de colombianos prisioneros y civiles cautivos. Pero el camino no es el rescate como los gobiernos de los Estados Unidos y Colombia dijeron.
El rescate condena a los prisioneros y cautivos a una muerte segura.
Nosotros instamos, pedimos, un intercambio humanitario y una mediación humanitaria del expresidente de los Estados Unidos y Premio Nobel de Paz, Jimmy Carter y del gobernador de New Mexico Bill Richardson, ellos tienen experiencia y renombre internacional.
La historia de los tres estadounidenses continúa…