Sobre la política machista y supremacista del presidente de EEUU Donald Trump.
La verdadera amenaza para Donald Trump son las mujeres, y quienes están en peligro de extinción son los hombres… Eso es lo que se deduce de sus palabras cuando afirma que ser «hombre joven» es de lo más peligroso, hasta el punto de decir que los hombres viven un momento «difícil» y «aterrador». Y todo porque las mujeres los pueden «denunciar falsamente», y porque esa denuncia conllevaría de forma directa ser considerados culpables debido a la «pérdida de la presunción de inocencia»que viven los hombres.
Las mujeres para Trump no están en peligro. Que sean asesinadas por hombres dentro de las relaciones de pareja no conlleva riesgo, que lo sean fuera del hogar a la hora de relacionarse en sociedad tampoco supone amenaza alguna. Que sean violadas, mutiladas, forzadas a casarse siendo niñas tampoco es un problema para la convivencia. Que su voz no sea oída y que sus palabras no sean creídas, que se piense de ellas que son malas y que se diga que son perversas, no es parte de ninguna presunción para Trump, sólo realidad. Por eso bajo esta forma de considerar a las mujeres ni siquiera pueden denunciar, hacerlo ya es un ataque hacia los hombres, como se deduce de sus declaraciones.
Así se ha manifestado el Presidente de los EE.UU. tras las acusaciones de «conducta sexual inapropiada» realizadas por varias mujeres sobre el candidato a la Corte Suprema Brett Kavanaugh .
Como se puede ver, el machismo no tiene mucha imaginación ni variedad en sus argumentos, pero no se puede negar que es repetitivo e insistente hasta la saciedad, y que sus planteamientos son globales. Da igual que se esté en EE.UU. o en Brasil, en México o en España, el mensaje que lanzan frente a la Igualdad y al posicionamiento crítico de las mujeres contra su normalidad machista siempre es el mismo: «denuncias falsas», «mujeres malas y perversas», «pérdida de la presunción de inocencia de los hombres», «suicidio de los hombres», «mujeres violentas»…
Y también da igual que sus argumentos no se sostengan, no sólo por la negación que hacen de la violencia de género a pesar de su presencia objetiva, sino porque lo que afirman no se corresponde con la realidad. Por eso cuando hablan de que los hombres «no tienen presunción de inocencia», y lo utilizan al hablar del candidato propuesto a la Corte Suprema de EE.UU. y de la violencia de género, luego quedan en evidencia y al descubierto. La realidad es clara: el nombramiento del juez Kavanaugh no se ha visto afectado por las denuncias realizadas y ha sido nombrado sin problemas, y lo mismo ocurre con la mayoría de los hombres denunciados por violencia de género, que tampoco son condenados; concretamente en el 75-80% de los casos prevalece la «presunción de inocencia» que según el machismo no existe.
La reacción del machismo demuestra que sus partidarios no soportan que la sociedad esté cambiando gracias a las acciones de las mujeres y, mucho menos, que las mujeres les estén plantando cara a través de la superación de todos los límites artificiales que de manera interesada habían situado en diferentes espacios de la sociedad, para poder construir su idea de la «incapacidad de las mujeres».
Su problema es que nadie cree ni acepta esos planteamientos, salvo ellos. Y el problema de la sociedad es que esa cohesión interna y la escenificación que hacen de lo que presentan como un ataque de las mujeres y las políticas de Igualdad contra los hombres, genera más odio y violencia contra ellas, algo que no podemos permitir.
Las palabras de Donald Trump, como la de todos los machistas, llegan con el sonido del Apocalipsis, circunstancia que refleja muy bien esa identificación que hacen del mundo con su mundo y del machismo con la vida. Para ellos no hay vida más allá del machismo ni lugar para hacerlo fuera de su modelo de sociedad, por eso para los machistas la Igualdad es la «trompeta del Apocalipsis».