Recomiendo:
0

La denuncia fue verificada por la revista Semana en varios departamentos

Un alto cargo de la inteligencia colombiana destapa el fraude electoral de Uribe y los paramilitares en las elecciones legislativas de 2002

Fuentes: Semana

Según las declaraciones de Rafael García a la Fiscalía, durante las elecciones legislativas de 2002 el Bloque Norte de las autodefensas habría fraguado, «un fraude electoral de proporciones gigantescas para llevar al Congreso a candidatos de los departamentos del Cesar, La Guajira, Magdalena y Bolívar». Agregó que: «Dado que todos estos candidatos apoyaban al doctor […]


Según las declaraciones de Rafael García a la Fiscalía, durante las elecciones legislativas de 2002 el Bloque Norte de las autodefensas habría fraguado, «un fraude electoral de proporciones gigantescas para llevar al Congreso a candidatos de los departamentos del Cesar, La Guajira, Magdalena y Bolívar». Agregó que: «Dado que todos estos candidatos apoyaban al doctor Álvaro Uribe Vélez en su aspiración presidencial, este fraude fue repetido para las elecciones presidenciables aportándole al candidato Uribe Vélez aproximadamente 300.000 votos sin los cuales este candidato no hubiera triunfado en primera vuelta».

En entrevista exclusiva con SEMANA, García explicó que el candidato de Magdalena José Gamarra le había pedido a él y a Enrique Osorio de la Rosa, un funcionario que trabajó en la Registraduría durante 18 años, que estudiaran la posibilidad de garantizar la votación sin que la gente fuera a sufragar.

Según García, Osorio -con dinero suministrado por Gamarra- compró a funcionarios de la Registraduría en Bogotá los censos electorales de Cesar, Magdalena, La Guajira y Bolívar que mostraban los nombres de los inscritos mesa por mesa en cada puesto de votación de los municipios que querían manipular. «Nos los enviaron por correo. Yo mismo acompañé a Osorio a la oficina de Deprisa para reclamar los cuatro ‘CD’ cuando llegaron», dijo a SEMANA .»Esos listados se les entregaron a los candidatos y los candidatos los repartieron entre los jurados que ellos habían designado y que las autodefensas obligaron a los registradores a que los nombraran».

Al final de la jornada electoral, o en medio de ella -según García-, los jurados marcaban los tarjetones con el nombre del candidato que había escogido el Bloque Norte y firmaban por el votante que nunca acudió. García aclaró que para las elecciones presidenciales se repitió el mismo procedimiento: «Yo no he dicho que el doctor Uribe buscó ese fraude. Lo que dije fue que esos señores, el mismo fraude que hicieron para elegirse ellos, lo repitieron para aportarle los votos al Presidente». En diálogo con SEMANA, Osorio dijo que el testimonio de García es falso. No fue posible hablar con Gamarra.

Sin embargo, las declaraciones de García coinciden exactamente con los mapas de los distritos electorales diseñados por los paramilitares en las elecciones legislativas de 2002 y realizados por la analista Claudia López en Semana.com. López destacó cómo el representante Jorge Luis Caballero y el senador Salomón Saade obtuvieron votaciones superiores al 93 por ciento en los municipios de la ribera norte del río Magdalena. En la zona central del Magdalena, José Gamarra y Dieb Maloof coinciden con concentraciones electorales que oscilan entre el 79 y el 94 por ciento, mientras que en los municipios del sur el fenómeno se repitió para los congresistas Alfonso Campo y Luis Eduardo Vives.

Curiosamente, estos congresistas -sin excepción- son nombrados por García como beneficiarios del fraude electoral.

SEMANA pudo verificar con fuentes muy diferentes, que en varios de los municipios que conforman la Asociación de la Provincia (Pivijay, Chivolo, Tenerife, Plato, Nueva Granada, Santana, Pijiño, El Difícil y El Banco), de la que habla García, sí se cometió fraude. Por ejemplo, en El Difícil, Magdalena, un municipio pequeño y montañoso, de casas en tabla muy pobres, donde Uribe sacó 9.858 votos y Horacio Serpa 1.102, un jurado de votación confirmó a SEMANA que en su mesa depositaron 40 votos. Pero que al final de la jornada, el paramilitar de la zona se acercó a su mesa y le ordenó marcar otras 400 tarjetas electorales con los nombres de los inscritos para votar en esa mesa. Un funcionario de la Registraduría de El Difícil agregó que en los escrutinios para Presidente, los jurados tacharon dos veces los tarjetones que favorecían a Serpa para anularlos.

Un ‘colaborador’ de las autodefensas en esa zona de Ariguaní le contó a SEMANA que para las elecciones legislativas de 2002 apuntó los números de las cédulas de varios amigos -algunos de ellos incluso en Bogotá- y se las dio al paramilitar Tolemaida para que las inscribiera para votar en Magdalena. Luego de las elecciones se las devolvieron con los registros electorales. «Tolemaida y su combo casaron (sic) al delegado de la Registraduría. El delegado inscribió las cédulas de manera legal, pero es ilegal porque la gente no fue a votar, dijo el colaborador. Al cierre, ellos les dicen a los jurados ‘marque estos votos y deme el registro’ para devolverlos a los dueños de las cédulas».

Otro ejemplo es el de Plato, Magdalena, donde la gente hablaba tranquilamente de lo que denominan «el fraude electoral de 2002». Una funcionaria de la Registraduría local confirmó que este municipio de 90.000 habitantes rompió en 2002 su record histórico de votaciones con más de 10.000 sufragios, 5.562 para Serpa y 4.616 para Uribe. Contó que se dieron casos sorprendentes como los de los corregimientos de El Barbudo y Los Pozos, en los cuales hubo tantos votos como personas aptas para sufragar, pese a que siempre habían sido abstencionistas.

En el apartado corregimiento de Los Pozos casi toda la población es analfabeta y vive en precarias condiciones. Una profesora que fue jurado electoral en 2002 relató que los propios jurados pasaban el día de las elecciones de Congreso casa por casa devolviendo las cédulas que habían recogido el día anterior y entregándole a cada persona el certificado electoral sin que la gente supiera por quién había votado. Los registros oficiales dicen que en Los Pozos votaron 700 personas, de 700 aptas para hacerlo. Ellos y otras personas de la región confirmaron que el mismo procedimiento se repitió para las presidenciales en este municipio, en Nueva Granada, en zonas aledañas a Zambrano (Bolívar) y a Bosconia (Cesar).

«Sabemos que 200 ó 300 votos de más no influyen en una elección, pero sumados los de varios municipios sí ayudan. De que hubo fraude lo hubo», dijo un concejal de Zambrano que exigió el anonimato.

Uribe ganó la Presidencia con 5.862.655 votos, equivalentes al 53 por ciento de la votación para las elecciones presidenciales de 2002, con lo cual accedió al cargo en la primera vuelta. Si a esa votación se le restan los 337.085 votos que sacó en Magdalena, Córdoba, Cesar y La Guajira, habría tenido que disputar el cargo en segunda vuelta con Horacio Serpa.

Sin embargo, es absurdo pensar que Uribe sacó esos votos sólo gracias a un fraude. Como candidato, Uribe estuvo por lo menos seis veces entre 2000 y 2001 en Magdalena haciendo campaña. «Hizo mucho trabajo político y tenía mucha gente apoyándolo, dijo un político que prefirió hablar bajo el anonimato. Excepto por J. Vives y Flor Gnecco, todo el establecimiento político de Magdalena votó con Uribe».

No obstante, 66 por ciento de los votos de Uribe en Magdalena fueron en los mismos municipios con presencia paramilitar en los que congresistas como Dieb Maloof y Luis Eduardo Vives lograron concentración de electores. Sólo el 34 por ciento restante lo obtuvo en zonas ubicadas por fuera de esos ‘distritos electorales’. En el caso de Serpa, la tendencia fue a la inversa. En municipios bajo influencia paramilitar como El Difícil y Chivolo, Serpa perdió 84 por ciento de electores en 2002 respecto a 1998. En Salamina, donde los paramilitares mataron a un delegado de la Registraduría que denunció fraude en las elecciones para alcalde de 2003, Serpa sacó 73 por ciento menos de votación. Uribe sacó 2.420 votos y Serpa sólo 368. Por eso, el argumento que el Presidente perdió en las regiones con mayor influencia paramilitar no se sostiene en este caso.