«Aquel que en su país defiende el silencio, siempre está protegido por un aparato de represión. Por eso la lucha contra el silencio resulta tan difícil». (Ryszard Kapuscinski) En Colombia nos debatimos entre la guerra y la paz, a grosso modo, la primera implica la continuación de un régimen de castas, donde los apellidos y […]
Así el movimiento social y ambientalista de la Colombia profunda sufre amenazas y homicidios que pasan desapercibidos e impunes, por proponer una relación armónica con la naturaleza, lo cual replantea los megaproyectos de hidroeléctricas, minería y explotación de hidrocarburos, además de oponerse a la erradicación forzada de la coca, en fin, por plantear relaciones comunitarias por encima de los negocios de los terratenientes, políticos y empresarios anclados desde la época de la colonia. Se adelanta entonces un genocidio sobre el cual es inútil arrojar cifras, pues estas aumentan con el paso de las semanas y el país guarda un silencio similar a la estupidez.
Al mismo tiempo esta violencia llena de miedo al intelectual independiente, opositor al gobierno, que ve como a su alrededor se resquebraja poco a poco una educación pública cada vez más desfinanciada y respondiendo a intereses particulares; la salud como un producto que se vende a altos costos a unas grandísimas esferas; la policía con un poder extraordinario abusa del que protesta, quema barrios enteros, como en Suba Bilbao en abril de 2017, mata por la espalda, como el reciente caso del estudiante de la Universidad Nacional asesinado, solo por mencionar algunos casos.
Este conflicto se inclina hacía la guerra y se desarrolla en contra del pobre en su conjunto, una de las esferas se encuentra en los montajes judiciales, en donde se encierra y se persigue a personas con un perfil particular, defender ideas de izquierda o progresistas y por ende ser críticos del establecimiento y sus políticas. Allí se pueden identificar los casos de profesores, congresistas señalados de ser guerrilleros, usando como prueba un computador que sobrevivió a un bombardeo, estudiantes que han sido encerrados por diferentes circunstancias y profesionales que construyen patria confinados o perseguidos; se enmarca allí el caso de 13 ciudadanos acusados de pertenecer al MRP, uno de ellos absuelto, que cumplen más de un año encerrados o perseguidos, en esta condición se encuentra mi hermana Violeta Arango Ramírez, quien tiene una orden de captura y una circular azul de Interpol, que la vincula mentirosamente al MRP y al atentado al centro comercial Andina, ha sido sometida a todo tipo de escarnios y nosotros como familia hemos sido objeto de seguimientos, interceptaciones telefónicas, amenazas y extorsiones por parte de la policía.
El 24 de junio de 2017 fue allanada nuestra casa y desde entonces la situación de zozobra en la calle se hizo muy compleja, decidimos cambiar de casa, buscar más llevadera la situación y sin embargo cada día esta se hace más pesada, pues los «tiras» ni siquiera buscan disimular su presencia.
El 19 de enero de este año se hizo la primera audiencia de emplazamiento por ausencia a Violeta, sin embargo, la incapacidad de la policía para redactar un informe decente obligó a la Juez de garantías a negar la solicitud de la Fiscalía; desde entonces, y tras otras dos audiencias negativas para el ente acusador, la cosa se puso peluda para nosotros, ya que la policía ha apelado a los métodos más desdeñados para encontrar a mi hermana.
Desde correos electrónicos instando a entregar información, hasta amenazas en la calle hemos recibido la familia; pero el caso más aberrante se dio el 25 de mayo pasado, cuando agentes de la DIJIN y del GOES realizaron cuatro allanamientos simultáneos, con un factor común, la mentira y la desvergüenza, con argumentos traídos de los cabellos se involucra a personas que nada tenemos que ver con hechos que no han tenido lugar. En nuestras casas buscaban armas, explosivos y caletas que permitieran demostrar un plan para sabotear la primera vuelta presidencial «buscando beneficiar al candidato del pueblo Petro en contra del candidato Duque», en palabras de la orden de allanamiento.
Desde aquel día, por la gravedad de lo expresado en la orden de allanamiento, estoy a la espera de un nuevo montaje y aunque siento miedo, también me he llenado de esperanza, veamos el por qué:
Al montar un nuevo caso plagado de mentiras, de testimonios que solamente han tenido lugar en la cabeza de algún «investigador» con pésima redacción, las autoridades demuestran que el «caso Andino» pende de un hilo, necesitando un nuevo «show» judicial. El montaje se está develando, lo cual dejará en vergüenza a diversas figuras públicas y políticas que aseguraron la culpabilidad de los jóvenes acusados de pertenecer al MRP y de perpetuar un acto atroz.
Entonces diremos: Maldito sea el día en que los viejos condenaron a nuestra juventud, la encerraron y la persiguieron solamente por pensar; que venga el día en que la fuerza renovada de un pueblo sometido al malvivir pueda, de la mano de los jóvenes, construir una nación digna, sin niños con hambre, sin más falsos positivos, sin senadores y concejales que compren votos, en fin a una paz real.
Y ahora renaces a mí alrededor
Y alientas otra vez en mí
La aspiración de luchar sin descanso
Por una altísima existencia.»
Goethe
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