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La agenda laboral patronal: precarizar el trabajo

«Un Chile precario»

Fuentes: Clase contra Clase

La clase patronal, los políticos patronales tanto de la Concertación como de la derecha, la prensa de los grandes medios de comunicación, están nuevamente lanzando una ofensiva para flexibilizar a la clase trabajadora. Planteado como nueva etapa, parecen querer ir a un nuevo rediseño del país. Fue la versión 123 de la Cena Anual de […]

La clase patronal, los políticos patronales tanto de la Concertación como de la derecha, la prensa de los grandes medios de comunicación, están nuevamente lanzando una ofensiva para flexibilizar a la clase trabajadora. Planteado como nueva etapa, parecen querer ir a un nuevo rediseño del país.

Fue la versión 123 de la Cena Anual de la Sofofa, y la primera para Bachelet. Allí, Bruno Philippi, el presidente de los industriales, planteó lo que el Diario financiero llamó «una especia de agenda pro crecimiento III» (DF, 25/10).

¿Y de qué se trata esta nueva propuesta? De la misma vieja fórmula que la misma asociación empresarial dice con todas sus letras en un Comunicado de Prensa del mismo 25/10: «Sofofa propuso flexibilizar mercado laboral para fortalecer el crecimiento».

¿Es que se prevé un escenario difícil en lo económico, que necesite un ajuste especial de las fuerzas económicas? No, en su mismo discurso, Philippi señala que «confiamos en que con mejores perspectivas en los precios de los energéticos, y una política fiscal moderadamente expansiva, es perfectamente factible que en los próximos dos años el crecimiento promedio gire en torno a la tendencia de 5,3%».

Se trata entonces de intentar avanzar a un rediseño entero de la economía nacional, en parte también como respuesta a lo que desde estas páginas hemos llamado las tendencias a un «agotamiento -lento y controlado- del neoliberalismo en Chile». Se mantendrán las actuales mismas bases, de las que podemos señalar tres grandes pilares. Uno, el sostén de la fabulosa apropiación de un multimillonario fondo estabilizador común a toda la clase patronal con los fondos de pensiones. Dos, la base extractiva/ productiva de una economía de exportación asentada en la explotación ilimitada de los recursos naturales casi sin elaboración. Tres, haber convertido todo en un nicho de negocios, incluyendo la vivienda, la educación y la salud. Todo esto, en base a la superexplotación de la clase trabajadora.

Sobre estas actuales mismas bases, se buscará profundizarlas, yendo hacia un incremento de la explotación de la clase trabajadora, intentando asegurar sus multimillonarias ganancias de esta manera, y avanzando desde allí al desarrollo y potenciación de nuevos nichos empresariales, como el plan «Chile, potencia alimentaria» pretende, y la experiencia de la industria salmonera les muestra posible.

De esta manera buscan asentar las actuales relaciones entre las clases sociales, manteniendo subordinada y a la defensiva a la clase trabajadora, precarizándola aún más. La inestable economía mundial, fogoneada tanto por las principales potencias imperialistas como por las potencias emergentes, viene apuntando en esa dirección, y si Estados Unidos hace rato recorrió este camino, desde hace varios años intentan seguirlo los países de Europa, y presionan en ese sentido la precarizada clase trabajadora de los países del Asia Pacífico, incluida la mal llamada «economía socialista de mercado» de China, esa enorme factoría mundial de trabajo semi- esclavo.

¿No es el terrible modelo de la industria del salmón -con una clase trabajadora precarizada en forma dramática-, el que quieren extender los empresarios a toda la clase trabajadora?, ¿constituye apenas una medida o un entero «proyecto país» que afectará los derechos e intereses de millones de trabajadores?

La propuesta de la Sofofa

No es muy compleja, se resume en 5 puntos:
1- ajustar las jornadas de trabajo según la demanda
2- poder hacer uso de las horas extras, sin las trabas de la actual legislación
3- establecer contratos especiales para la juventud trabajadora y la mujer trabajadora
4- establecer facilidades para el trabajo a larga distancia, vía internet
5- modificar el mecanismo de indemnizaciones

Todas estas medidas apuntan a reducir los costos para los empresarios de la mano de obra. Es decir, dicho de otra manera, que los trabajadores seamos más baratos. ¡Más baratos, oyó bien! Apenas vivimos malamente, y nos quieren abaratar más.

Para abaratarnos, nos chantajean. Ellos, los empresarios, son los responsables de las cifras de desempleo, pero utilizan el desempleo para imponernos condiciones humillantes. Fue el reciente caso de la empresa Oveja Tomé en Concepción, que puso a sus trabajadores en la dramática alternativa de: o cerrar la fábrica y perder todos el empleo, o aceptar una rebaja del 15% de sus salarios. Esta experiencia en una fábrica de la VIII Región, es lo que quieren generalizar a todo el país: que haya más trabajo, pero será más barato, más precario, más inestable, más inseguro, con menos derechos. Con abierta hipocresía, nos chantajean, en palabras de Somerville, presidente de la Confederación de la Producción y el Comercio (CPC): «Cómo es posible que con esta bonanza económica y en democracia tengamos 20% de desempleo juvenil, cómo es posible que la mujer no tenga la participación laboral que sí tienen otros países de la región. Eso hace necesario modernizar, ya uno ni se atreve a usar la palabra flexibilidad, la legislación laboral» (Emol, 26/10).

Los nuevos contratos para la juventud y la mujer, complementados con la facilidad para la subcontratación de esta reciente ley, implican trabajos inestables, de corta duración según las cambiantes necesidades de producción de las empresas. ¿Es que acaso se necesitan trabajos de dos o tres meses después de los cuales las empresas cierran, o producen abismantes cambios en sus formas de producir o en lo que producen? No. No es así. Desde estas mismas páginas ya hemos señalado las falacias detrás de las cifras y los argumentos de la subcontratación. Dimos cuenta también de los innumerables casos de trabajadores a los que durante 10 años y más se los mantiene con contratos temporales, en condiciones de subcontratación. Lo que en los hechos representa un trabajo estable para la misma empresa durante largos años. ¿Por qué esta diferencia entre lo que es en la realidad y los contratos? Para mantener al trabajador con la amenaza del despido, para poder reducir sus salarios, impedir que se sindicalice, mantenerlo arrodillado y atemorizado para que no se organice para defender sus derechos e intereses así constantemente afectados por la clase patronal. Muy característico de las innumerables denuncias de los trabajadores de la industria del salmón. Que no casualmente es el corazón de la industria alimenticia nacional, uno de los ejes de los planes patronales de desarrollo, que en asociación con el Estado han denominado «Chile, Potencia Alimentaria». Si esta es la perspectiva, que Dios te libre y te guarde. O tal vez no haga falta, ¿estarán para eso los llamados «representantes del pueblo»? Veamos.

Las propuestas de los parlamentarios

Los parlamentarios de todos los partidos apuntan en el mismo sentido: «La Comisión de Trabajo del Senado habla de empleo, flexibilidad y previsión» (Mercurio, 25/10). Excepto el senador PS Pedro Muñoz, «Soledad Alvear, Andrés Allamand y Juan Pablo Letelier, dicen estar abiertos a estudiar la propuesta sobre indemnizaciones de Carlos Ominami. Incluso, algunos parlamentarios ven positivo debatir ciertos aspectos de flexibilidad laboral».

Para «abrirse al debate», todos se excusan en la necesidad de «incentivar la contratación de trabajadores», como declaran. Es que parten del supuesto de los empresarios de que el actual «mercado de trabajo» es rígido. Ellos mismos no lo dicen así, porque no es electoralmente rentable, pero sí hay quienes pueden decirlo, además de los empresarios. Y que tiene  temibles implicancias.

Las implicancias de las razones esgrimidas

Dicho de otro modo, por quien sí puede decirlo: «Políticamente, es difícil hacer reformas de esta naturaleza porque estos esquemas, aunque afectan la contratación, protegen a quienes tienen un contrato indefinido. Pero éstos son cada vez menos, pues surgen arreglos contractuales alternativos, que no reflejan un mercado laboral flexible, como algunos sugieren, sino que son un indicador evidente de la rigidez de nuestro mercado laboral» (El Mercurio, 27/10).
¿Qué nos dice El Mercurio?: 1) que cambiar la legislación introduciendo una mayor flexibilización es difícil porque la actual legislación protege a los trabajadores con contratos. 2) que por lo tanto el actual «mercado de trabajo» es rígido, no flexible. Por lo tanto, las denuncias de que ya hay mucha flexibilización no son ciertas. Pero no es esto todo lo que nos dice. Si no que otras cosas más: 1) que «quienes tienen un contrato indefinido» tienen una cierta protección, por lo tanto, que eliminar los contratos indefinidos, flexibilizándolos, es liquidar toda protección al trabajador. 2) Que lo que quieren es que absolutamente toda la clase trabajadora sea flexible. Es decir, sí, generalizar el modelo «industria del salmón». No les será fácil, y una sociedad precarizada es una sociedad inestable y explosiva, con mayores luchas ante las cada vez peores condiciones de trabajo y de vida (y la clase patronal quieren los beneficios sin los costos, porque condena toda lucha de los trabajadores en defensa de sus más básicos derechos, y por eso se prepara, y en el mismo discurso, Philippi exige «mantener la seguridad y el orden público», porque saben que están creando inseguridad e incentivando una mayor lucha de clases). Para eso están quienes se presentan falsamente como «amigos del pueblo».

La propuesta del gobierno

La respuesta del Gobierno fue abrirse a aceptar la propuesta de la clase patronal: «Bachelet dice que el Gobierno no tiene temas laborales tabú y acelera reforma del Estado» (Mercurio, 26/10). Para demostrar esta voluntad, «puso de relieve la nueva ley que amplía el contrato de aprendizaje para los jóvenes y la bonificación de sus cotizaciones previsionales e indicó que se perfeccionará el seguro de desempleo».

Aunque conciente de que será difícil imponer este nuevo curso en el llamado modelo, lo que podemos llamar «Un Chile precario», la Presidenta declaró que «Mi gobierno está dispuesto a analizar todas las alternativas de políticas públicas que promuevan el empleo, pero que al mismo tiempo garanticen los derechos básicos de los trabajadores». De ahí el eje del gobierno de Bachelet, la «protección social», que tantas expectativas generó, y tan poco ha dado tangiblemente. Y Philippi habría aceptado el reto, al declarar: «No vemos ninguna contradicción entre el crecimiento económico y la protección social. Al contrario, vemos en el crecimiento económico la mejor protección a la que pueden aspirar los habitantes de nuestro país».

Así es que el Ministro de Trabajo Osvaldo Andrade recogió el planteo de Bachelet y declaró que «a los empresarios ‘siempre les ha importado más el tema del empleo desde el punto de vista de lo que se ha denominado ‘flexibilidad’ y al mundo de los trabajadores le interesa más avanzar en los temas de negociación’. Combinar ambos aspectos, en su opinión, es el camino más adecuado para generar un debate serio respecto de lo que hay que hacer y sería magnífico en un contexto de diálogo social» (Mercurio, 27/10). Y para ésto, está preparando un paquete de medidas legislativas para «modernizar las relaciones laborales», que presentará una vez logre el mayor consenso posible.

El punto es, ¿resulta posible combinar la declarada perspectiva de precarizar Chile que quiere la clase patronal, con los derechos e intereses de la clase trabajadora? Hay que estar atentos, porque la clase patronal puede aceptar engañosamente ciertas demandas de los trabajadores: por ejemplo, la negociación colectiva. Hoy, está limitada a negociar ciertos aspectos restringidos de las relaciones laborales, pero si se admitiera ampliar su campo de negociación, por ejemplo, que permitiera flexibilizar «negociadamente» los contratos de trabajo, los patrones la aceptarían. Y los trabajadores no pueden aceptar tamaño engaño. No podemos permitir que nos vendan gato por liebre. Si se avanza en generalizar la negociación colectiva y fortalecer los sindicatos, debe hacerse preservando y más aún, aumentando, la estabilidad laboral. Es así que esta «combinación» de la que habla Osvaldo Andrade es extremadamente difícil en los términos que lo pretende la clase patronal. ¿Qué hacer entonces?

Prepararse para recuperar la CUT como una herramienta para la defensa de nuestros derechos e intereses

Esta tarea es fundamental. Hay que desplazar a los dirigentes oficiales mayoritarios del diálogo social, para recuperar a la CUT como una herramienta para la defensa de nuestros derechos e intereses. Para que no nos vendan gato por liebre. Para esto, debemos impulsar la formación de Tendencias Clasistas de Trabajadores de Base en cada lugar de trabajo, y fortalecer nuestros sindicatos refundándolos en base a los métodos de la democracia directa de la clase trabajadora, constituyendo cuerpos de delegados por cada sección o servicio de la empresa o repartición pública, para hacer pesar la decisión de la base, con delegados revocables, con la asamblea como organismo máximo resolutivo para cada cuestión de importancia, con un delegado de asamblea rotativo que tenga presencia en las reuniones de directorio sindical, y en cada instancia de negociación de así decidirlo, que de cuenta ante la base en la asamblea de sus discusiones. Para frenar el ataque de la clase empresarial, y sus políticos de la Concertación y la derecha, en defensa de nuestros derechos e intereses.