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Pensando los caminos de la paz

Un comentario a la carta de Medófilo Medina al Comandante Alfonso Cano

Fuentes: Rebelión

La carta que el historiador, licenciado Medófilo Medina, envía al Comandante Alfonso Cano reviste interés político actual, como quiera que los acontecimientos bélicos de los últimos días desplacen la agenda de un derrotero normal-institucional en el trajinar de la vida política nacional. De tal manera resalta, que no es la concentración del esfuerzo gubernamental en […]

La carta que el historiador, licenciado Medófilo Medina, envía al Comandante Alfonso Cano reviste interés político actual, como quiera que los acontecimientos bélicos de los últimos días desplacen la agenda de un derrotero normal-institucional en el trajinar de la vida política nacional. De tal manera resalta, que no es la concentración del esfuerzo gubernamental en reportar buenos resultados de gobernabilidad con las disposiciones de amplia cobertura y efectos sociales como la promulgación de la Ley de Victimas y de Recuperación de Tierras; la presión en la llaga de la corrupción como un mal del poder directo nacional del estado de cosas de desgobierno nacional; la ambientación de un proceso electoral nacional y regional signado bajo la intimación del terror oficial expresado en la consolidación de un poder local-regional mafioso y de vendetas de extrema derecha y de indudable intereses, gamonales y del narcotráfico. Es quizás la sincronización del efecto político que causa en el escenario colombiano la puesta en marcha de una estrategia oficial en el incremento de las acciones militares contra la insurgencia con la mira puesta en la captura o dada de baja del dirigente principal de la misma; centrando- en ultimas- en la suerte de un dirigente insurgente de talla nacional, la fase ultima de la guerra y la derrota definitiva contra el movimiento insurgente colombiano, para la aplicación de la pax romana. 

Pero la historia de los últimos sesenta años demuestra que la sucesiva y generacional renovación de los mandos insurrectos; con la permanencia de un accionar estratégico con la propuesta así de una toma del poder nacional, ha traído consigo la acumulación de experiencias en dos bandos armados en enconado enfrentamiento: las fuerzas armadas del Estado colombiano que han logrado la modernización y caracterización de un ejercito con quinientos mil efectivos, erigido en el primer ejercito de autonomía logística del área lationoamericana y de indiscutible zozobra en su geo-política y la llamada guerrilla mas antigua del mundo y como tal enraizada en influencia del colectivo nacional colombiano; tanto en la infraestructura como en lo estructural bajo los aspectos referentes de lo económico, lo político, lo militar y lo social en Colombia.

 

Aspectos de la carta del profesor Medófilo Medina

Comienza por destacar la autoridad de su pluma por conocer y haber tratado al menos a cuatro del Secretariado Nacional de las Farc.

1. Apunta por precisar la necesidad que los colombianos y colombianas atinen a asimilar el porqué de la guerra, planteando la coyuntura actual como la inevitabilidad de la guerra o bien sobre las posibilidades de la paz.

2. Analiza los negros nubarrones o los malos augurios de las declaraciones del Almirante Cely- Comandante del Ejercito colombiano al exaltar lo de «respirarle en la nuca» al jefe insurgente y hablar de su cercanía a veinte metros de él y luego afirmar que han afinado e intensificado la nueva estrategia contrainsurgente, desplazando el superar la «trágica ciclotimia» del conflicto y colocar muy lejana la paz.

3. Destaca la reacción de los latifundistas, ganaderos tradicionales e inversionistas agrícolas; las reacciones violentas contra los restituidos por tierras y la presentación de ellos como violadores al sagrado derecho de la posesión y propiedad de las tierras de inocultable realidad expoliadora.

4. Se detiene en álgidos aspectos y argumentos históricos de las Farc y de la historia reciente de Colombia como la guerra en Marquetalia (1964) con el viraje de las verdaderas autodefensas campesinas; una cita desfasada del Paro Cívico Nacional de 1977 con la conmovedora actitud de llorar sobre la leche derramada, sesgando el movimiento de masas en Colombia de 1957 a 1977, soslayando los desbordados acontecimientos de los paros del Norte y Oriente colombianos; así como los de la Bota caucana del año de 1987. Siendo de indiscutible sensibilidad y referencia histórica el pasaje del legendario Juan de la Cruz Varela en el movimiento de masas de 1949 a 1953 rememora sus combates contra caciques y gamonales conservadores. La disponibilidad por entregar las armas y regresar a sus parcelas en Cabrera (1953) y la gesta heroica de la retoma de esas armas por la defensa de la vida ante la persecución sangrienta durante la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla (1954-1955); pasaje conocido como la Guerra de Villarrica contra el Movimiento Agrario del oriente del Tolima. Cómo la Junta Militar golpista que sustituyó al régimen dictatorial pintó palomitas y posibilidades de pacificación al movimiento agrario liderado por Juan de la Cruz Varela; quienes por estar organizados políticamente soportaron la embestida sangrienta del terrorismo oficial y no permitieron un nuevo despojo de sus tierras; destacando el Historiador en comento que durante el periodo de la Violencia de 1946 a 1964 se negociaron acuerdos «donde la guerra terminó sin pasar por una derrota de los combatientes». Reclama en su carta al Jefe insurgente que no se adecuó la política armada campesina a la primacía de la explotación de los asalariados urbanos expresadas en las protestas multitudinarias ya reseñadas, indagándole el no cambio de estrategias, dándosele las espaldas a las nuevas realidades del movimiento urbano.

5. Refiere al proceso trágico de polarizacion del país junto con el acrecentamiento de las mafias del narcotráfico. Que el reconocimiento de generales colombianos como Ruiz Novoa y Landazabal Reyes de causas estructurales y factores objetivos, redimen argumentos validos de la violencia política y social en Colombia por la pobreza y desigualdades acuciantes. Dice al Comandante Cano que si bien no desconoce el origen y desenvolvimiento de los conflictos sociales apela a lo acucioso de la Voluntad de las personas y concluye que las Farc, actualmente, pone mas énfasis en la lucha armada. Esto lo desenvuelve en un silogismo epitome de Preguntas Inquietantes dirigida a su interlocutor: como la que en 47 años le enumere los beneficios que esta lucha abnegada de tres generaciones le ha traído a Colombia? O cuales grupos de trabajadores rurales y urbanos han logrado conquistas efectivas y duraderas. Lo supito del planteamiento por la calidad de quien proviene sorprende por la conductibilidad del raciocinio confucionista propio de los medios masivos de alineación. Cómo otorgarle aval a tan docto encuestador que desconoce la clásica distinción entre el trabajo político legal- dentro de la institucionalidad- y el trabajo político, ilegal, subversivo de la insurgencia, fuera del derrotero de la institucionalidad. Cosa muy diferente y sin real asomo de mala fe significa en cambio la acuciosa referencia a la utilización de un conflicto tan prolongado en el tiempo en Colombia. Ese, origen y consecuencia de tantos males y sufrimientos, a que el desarrollo del proceso revolucionario a soportado en hombros del pueblo trabajador y la sociedad colombiana en general por tan cruel confrontación, lo sitúa en lo calificado como «Síndrome del Caguan»: un fenómeno político emocional que arrastró a la mayoría de la opinión y la puso en manos de la extrema derecha. La parapolitica como camino abierto por el paramilitarismo contrainsurgente y mafioso, creando redes neo clientelistas, el fortalecimiento de oligarquías criollas emergentes y un nuevo balance del poder local de participaciones regionales en el aparato del Estado. Pero retuerce la realidad enunciada con la evocación a lo indubitable de los Apoyos Populares de las Farc, que admite la existencia de esas bases de apoyo a través de su historia armada, pero evoca la insuficiencia o peso especifico real de esos apoyos regionales y sectoriales del actuar de las Farc, que no constituyen la base socio política suficiente de apoyo que les permita encabezar el vasto movimiento político y de masas necesarios para lograr cambios profundos en Colombia. Entendemos la existencia en la vida política de la insurgencia en Colombia como estructuras organizacionales de carácter político-militar; bajo el principio rector de sus actuaciones a la luz de la política. Pero su derrotero, contenido y carácter es esencialmente militar. No de otra manera se entiende la acepción de reconocimiento de fuerzas beligerantes en el entorno del derecho internacional humanitario. La juiciosa cita de los dos generales sobre las causas estructurales y factores objetivos del múltiple conflicto colombiano; se desdibuja con la catalinaria afirmación del entonces general Rafael Landazabal Reyes de que al solio de Bolívar no llegarían a sentarse los Manueles (referencia a Manuel Marulanda de las Farc y el sacerdote español Manuel Pérez del ELN), ni los Jacobos, etc. sino los de la Unión Patriótica (UP) los de A Luchar, los del Frente Popular, paralelo al desarrollo genocida institucional del ‘Baile Rojo» contra los dirigentes políticos populares , cívicos, sindicales, bajo la égida del asesinato selectivo, el desaparecimiento y la ejecución extrajudicial. La muerte de esos miles de activistas políticos de costoso precio y difícil reemplazo lo fue- no para la insurgencia armada ( Farc. ELN)- y sí como base político-social sacrificada para el logro de los cambios profundos en Colombia. Desde entonces anidó en el imaginario colombiano que sus generales son lanzabalas! y es por ello que hoy cunde el terror político entre los activistas de izquierda que asiste al alto índice de 56 asesinados del partido político Polo Democrático en los dos últimos años y los esfuerzos mancomunados e inconmensurables por hacerlo desaparecer de la faz de la actividad política de oposición en Colombia.

6. Acota el autor de la carta en comento que la guerrilla mas antigua del mundo tampoco ha servido para disminuir la dependencia frente al imperialismo; sino que – agregamos- por el contrario el Pacto Militar Bilateral firmado en 1952 con los Estados Unidos de Norteamérica, en plena guerra fría y que permitió la participación del ejercito colombiano en Corea fue remozado con el inconstitucional Acuerdo Militar sobre las siete bases militares gringas en Colombia. Mi carácter civilista me coloca en desventaja para profundizar en ese tema, no de la pluma sino de la espada. Pero doctos tendrá la insurgencia, que lo expliquen; al igual que con la sibilina respuesta que con la posición de las Farc frente al narcotráfico sucede lo que en Colombia con la ley: se obedece pero no se cumple, aludiendo a los «documentos y decisiones que nos rigen» a ellos como organización insurgente.

7. Si raya, en cambio, con la desfachatez, la injusta carga histórica que blande en su carta de haber tenido la Unión Patriótica (UP) que soportar la carga con el efecto de sostener la política de combinación de todas las formas de lucha. Sostiene que la disyuntiva para la guerrilla (insurgencia) en 1984 consistió en profundizar en un proceso de paz y la guerrilla se transformaba (desmovilizándose) en una fuerza política sin apoyar tareas militares; o bien se continuaba con la acción insurgente renunciando a la creación de una organización político legal. Pero en su expresar le atribuye es a la naciente Unión Patriótica (UP) esa disyuntiva. Comencemos por aclarar el adocenado concepto del nacimiento, por generación espontánea, de un partido político con vocación de poder: toda su razón de ser está en sus postulados y principios con estatutos que lo rigen y no en el factor numérico de sus fundadores o integrantes. Sin asidero ético en que el derrotero de la Unión Patriótica (UP) de sentarse en dos sillas: la ilegal y la legal, a la vez, fue una decisión utópica y catastrófica. Jamás había escuchado se pudiera concebir tamaño desafuero. Afecta ello la verdad histórica nacional. Peor aun, justifica, por parte de tan preclara mente lo injustificable. Pero el terror oficial implica miedo y a ello ninguno estamos exentos. Acepta que los exterminadores de la Unión Patriótica (UP) no hubieran sido palomas ante la renuncia de las armas por parte de los insurgentes; pero que seguramente sectores políticos- corporativos del país se hubieran convertido en un dique de contención contra la práctica de esa masacre si se hubiera logrado, al igual que con el M-19 la total desmovilización armada. No profesor Medofilo, así no se escribe ni se inscribe la Historia reciente colombiana. Mucho menos los derroteros para la necesaria voluntad y decisión política a fin que el conflicto armado- militar, político, económico y social pueda tener salida, apuntando a sus causas objetivas e históricas; en el entendido que la realización pactada, concertada de profundas reformas económicas, sociales y políticas bajo la proyección de un Nuevo Estado permitan obtener y defender los cambios profundos que demanda la nación colombiana.

8. Un ultimo acápite a la comentada carta apunta a definir cuáles son las fuerzas en contienda para lograr la Paz en Colombia y «sopesar la salida negociada del conflicto». Fatal resultaría considerar únicamente la contienda en el plano militar que enfrenta al ejército con la mayor asistencia tecnológica del mundo moderno en América Latina y una insurgencia sobredimensionada, recalificada y dotada del don de la ubicuidad, nacional e internacional, que nació con armas artesanales de palos y machetes. No, la búsqueda de la solución al conflicto es definitiva y total de cara y con la participación de la totalidad del pueblo colombiano. Conversada, consensuada y de efecto constitucional fundamental.

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