«Nae pasaran» que se estrenó en el festival de documentales Fidocs, narra la historia de miles de obreros de la Rolls Royce en un acto de solidaridad insólito con los trabajadores de Chile, en el otro lado del mundo, quienes se negaron a darle mantención a los motores de los aviones Hawker Hunter, usados en […]
«Nae pasaran» que se estrenó en el festival de documentales Fidocs, narra la historia de miles de obreros de la Rolls Royce en un acto de solidaridad insólito con los trabajadores de Chile, en el otro lado del mundo, quienes se negaron a darle mantención a los motores de los aviones Hawker Hunter, usados en el Golpe Militar para derrocar el gobierno de Allende. Es una historia que se mantuvo en la oscuridad por cerca de 40 años y que ahora el realizador chileno-belga Felipe Bustos saca la luz para dar cuenta de esa gesta heroica.
La increíble historia de miles de obreros escoceses que en solidaridad con sus colegas trabajadores en Chile se negaron a darle mantenimiento a los motores de los aviones Hawker Hunter de la dictadura, usados en el bombardeo a La Moneda el día del golpe militar, es la que cuenta el documental «Nae pasaran», que se estrenará el jueves en nuestro país en el marco del festival FIDOCS, que empezó ayer. La obra del cineasta chileno-belga Felipe Bustos será parte de la sección «Foco Derechos Humanos» y podrá verse en la sala A1 del centro cultural GAM a las 14:00 horas. «Realizaron este acto de solidaridad con la esperanza de ayudar a aquella gente como ellos al otro lado del mundo y se mantuvo en la oscuridad por cerca de cuarenta años, así como lo que lograron», cuenta Bustos en una entrevista con Cultura+Ciudad.
Hunter «Nae pasaran» es la deformación escocesa del lema «No pasarán» de la Guerra Civil Española, una frase que se hizo muy popular en el Reino Unido gracias a las Brigadas Internacionales donde también lucharon escoceses, como recuerdan numerosos monumentos en localidades del país.
Una leyenda
Director Felipe Bustos Bustos, hijo de un periodista exiliado chileno y una belga, nacido en Bélgica, actualmente reside en Escocia.
Recuerda que la historia de los obreros escoceses fue una de las tantas de la tradición oral acerca de la solidaridad con Chile que se contaba durante la dictadura «para mantener alta la moral». «Como se contaba una y otra vez, con más datos, la gente la hizo más colorida. Una versión fue que los trabajadores construyeron barricadas alrededor de los motores y que lucharon durante días con la policía para evitar que se los llevaran. La verdad es mucho más simple, y por lo mismo más cercana», señala. En el documental, Bustos se reúne con tres ex trabajadores de la fábrica Rolls Royce de la localidad escocesa de East Kilbride -Bob Fulton, Robert Somerville y John Keenan- para que le cuenten sus recuerdos de la historia.
Interés personal
«No pensé en la historia durante años, hasta que me mudé a Escocia, vi East Kilbride en el mapa y supe que la fábrica de Rolls Royce aún existía», explica. «Y me surgió la curiosidad. Quería saber cuánto de la historia era verdad, y cómo había terminado». El acto de solidaridad había sido noticia en los 70, pero se le restó importancia y fue retratado como inútil. «Ahora sabemos que lograron dejar en tierra cerca de la mitad de los Hawker Hunter chilenos por cerca de cuatro años», relata. La idea de contar la historia nace a partir de un interés personal. «La historia del golpe ha estado conmigo desde que tengo memoria. A medida que crecí, se hizo importante para mí determinar los hechos a partir de testimonios de primera mano, y no filtrados a través de la interpretación de otros». Convicciones personales A Bustos le tomó un buen tiempo hallar a los viejos obreros de Rolls Royce y le sorprendió lo poco que sabían de lo ocurrido desde entonces. «Estos chicos eran muy humildes y actuaron a partir de principios nacidos de su propia existencia. Bob Fulton había luchado en la Segunda Guerra Mundial, desde Italia a Alemania, y sobrevivió a una de las batallas más terribles del conflicto. Esas experiencias forjaron sus creencias, no la teoría política. Él fue mi punto de entrada para comprender sus motivaciones».
Obreros de la Rolls Royce en la actualidad que participaron en el documental «Nae Pasaran»
Bustos cuenta que cuando hablaron del tema por primera vez tuvieron la esperanza en décadas de que podríamos averiguar más y ese fue un punto de no retorno. «Realizaron este acto de solidaridad con la esperanza de ayudar a aquella gente como ellos al otro lado del mundo y se mantuvo en la oscuridad por cerca de cuarenta años, así como lo que lograron. ¿Cómo no iba a involucrarme?».
A medida que surgían más y más detalles, Bustos se fue convenciendo del valor de la historia. «Si esto fuera una ficción, sería un film de suspenso», dice convencido.
Un voto unánime
De los siete hombres que iniciaron la acción, sólo los tres que aparecen en el film siguen con vida. Fulton, hoy de 91 años, fue el primero en enterarse de que los motores chilenos de los Hawker Hunter estaban en la fábrica. Fue él quien acudió al sindicato para decirles que se negaba a trabajar en ellos, y que esperaba que lo despidieran. Al final del día, tras una votación, los 4.000 obreros de la fábrica decidieron de forma unánime no trabajar con los motores.
«A Robert Somerville fue al primero que encontré. Pude rastrearlo porque escuché que había recibido una distinción de la reina hace unos diez años por su trabajo para la comunidad como entrenador de fútbol y judo para niños. Gracias a él hallé a John Keenan, que actualmente trabaja como trabajador social en East Kilbride, apoyando en los tribunales a jóvenes delincuentes. Este espíritu de comunidad y solidaridad ha estado presente durante la mayor parte de sus vidas», relata. Alivio Bustos cuenta que para los trabajadores fue un alivio contar su historia, que aunque había estado en los periódicos apareció de forma muy simplificada y sin mucha investigación acerca del desenlace. Los medios destacaron en su momento a Robert Somerville, pero fue así porque fue el único al que pudo hallar el periodista, por lo cual «luego se llevó todos los laureles». «Eso le dolió porque sus amigos y colegas pensaron que él lo había planteado así. Conmigo fue muy claro desde el principio en el sentido de que debía entrevistar a todos y que sin Bob Fulton, esto nunca hubiera sucedido», asevera. Aunque finalmente la dictadura logró rescatar los motores mediante engaños, Bustos cree que el acto de solidaridad tuvo gran impacto en Escocia y también en Chile.
«En Escocia, juntó a mucha gente en torno al tema de Chile. Hubo muchas acciones contra la dictadura y esta fue la primera y la más larga. Ayudó a mantener a Chile en la prensa y facilitó a las organizaciones de derechos humanos a obtener apoyo para los refugiados chilenos. Las campañas de «Adopta un prisionero» salvaron muchas vidas», incluidos miembros de la Fuerza Aérea de Chile que fueron torturados y encarcelados por negarse a participar en el golpe militar. Aunque inicialmente la idea era traer a los tres protagonistas del documental a Chile, no fue posible debido a su avanzada edad. Sin embargo, el realizador cuenta que registrará los mensajes de todos aquellos que quieran enviarles un saludo.