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Un esbozo reflexivo sobre la vigencia del pensamiento-praxis de Ernesto Guevara de la Serna en el siglo XXI

Fuentes: Rebelión

Resumen En el presente trabajo me propongo reflexionar sobre la concepción filosófica y práctica de la violencia política, desarrollada por Ernesto Guevara como un método revolucionario y emancipador. La reflexión busca analizar la vigencia de la violencia revolucionaria. Se enfatiza en la relación violencia-capitalismo, y el impacto social de las formas que adquiere la utilización […]

Resumen

En el presente trabajo me propongo reflexionar sobre la concepción filosófica y práctica de la violencia política, desarrollada por Ernesto Guevara como un método revolucionario y emancipador. La reflexión busca analizar la vigencia de la violencia revolucionaria. Se enfatiza en la relación violencia-capitalismo, y el impacto social de las formas que adquiere la utilización de la organización de la violencia. Como consecuencia de lo mencionado, se ofrecen algunos ejes reflexivos que permiten explorar en las motivaciones y causas que impulsan la resistencia armada.   

1.-Balance político 

Ha pasado casi un siglo desde que en su célebre obra El socialismo y la guerra (1915) Vladimir Lenin invitara a los «verdaderos revolucionarios» a hacer frente al imperialismo. Para la fecha Lenin había pronosticado con exactitud los efectos que traería el capitalismo en su fase superior: el imperialismo. Entre los argumentos de Lenin está el llamado a combatir los daños que producen las luchas armada de las grandes potencias, cuyos sistemas capitalistas se han vuelto reaccionarios, y se aferran a la fuerza dentro de la sociedad, poniendo en riesgo incluso la existencia misma de la humanidad, dado el sistema depredador, que entre otros efectos ha provocado un desequilibrio medioambiental, producto de la explotación indiscriminada de los recursos naturales, con efectos palpables en la actualidad, y la proliferación de guerras imperialistas con niveles de barbarie nunca antes visto en la historia del mundo. Pese a los años que han pasado, este diagnóstico de Lenin es trascendental y marca una ideología de ruptura, que hoy en día estimula la conciencia revolucionaria a lo interno de muchas corrientes (o fracciones) del marxismo, las cuales dirigen, en su gran mayoría, frentes de liberación nacional de todo el mundo.

La lucha armada se puede interpretar de muchas maneras y de acuerdo a las múltiples ópticas que hay dentro del propio marxismo. Antonio Gramsci (1970) es un ejemplo de ello. Este autor, comprende al marxismo como una concepción de mundo arraigada tanto material como simbólicamente en la sociedad moderna, lo que da cabida para interpretar que todos tenemos algo de marxista por más «conservadores» que creamos ser, dado el gran legado e impacto de su análisis de la sociedad capitalista. Por esta razón (entre otras, también de carácter subjetivo y objetivo), algunos vieron en la lucha armada una vía para quebrantar la violencia imperialista, con la finalidad de subvertir el estado de las cosas en nombre del socialismo. Ernesto Guevara, como un revolucionario marxista que se amparó en la tesis de Lenin con algunos matices de su propia elaboración, se torna primordial en el diseño e implementación de la violencia política revolucionaria en América Latina (1959, 1967) y África (1965), si bien los resultados de las tres incursiones fueron muy disimiles, es innegable, por más en contra que se esté de sus acciones, el impacto de sus actos y postulados teóricos para la humanidad. Guevara, define la guerrilla como un «grupo armado que va progresando en la lucha contra el poder constituido, que se establece como base única y que va progresando en los medios rurales» [1]. La vanguardia, fundamental en el proceso de ataque y resistencia, al estar conformada por pobladores del territorio en conflicto, combatientes profesionales y equipo de apoyo, cumple un rol imprescindible en la guerrilla, se transforma en la maquina que descansa sólo cuando se revienta el motor, y que deja la vida por alcanzar los objetivos propuestos. Se debe ser tajante para señalar que sin vanguardia no hay guerrilla, y que sin guerrilla no existe la liberación. Tal como señaló Eric Hobsbwam (1998), la década de los sesenta, influenciada en términos políticos por la Revolución cubana, supuso «la aparición de grupos insurrectos que representaban intentos de grupos minoritarios para crear situaciones revolucionarias mediante actos de voluntad, cuya estrategia era la polarización» [2]. En esta descripción debemos señalar a los Frentes de Liberación Nacional (FLN) como piezas clave de la insurrección armada que pretende recoger la misma tradición de la Revolución Cubana. A su vez, es necesario enfatizar en los procesos vigentes que tienen alguna relación con los postulados de Guevara, a más de cuarenta años de su muerte; los Movimientos y FLN en Palestina, Euskal Herria, Colombia, Catalunya, Perú, México, Nicaragua, Wallmapu, entre otros, de una u otra forma, tomaron en algunos casos, y en otro siguen tomando, como base política y metodológica las experiencia de Guevara para el desarrollo de su propuesta combativa. El ejemplo más clarificador de la propuesta guerrillera es el paso de lo discursivo a lo armamentista, ergo, la lucha armada es legítima para combatir los efectos del capitalismo en la fase superior que planteaba Lenin. Como bien señala Peter Shalins (1989), para la compresión del conflicto se debe tener en consideración la asimilación ideológica de un «otro» que representa los intereses ajenos, y que es causante de la pobreza, opresión o negación cultural hacia un «nosotros» [3]. Este «otro», ya sea el Estado imperialista, y/o la burguesía y los terratenientes como clase dominante, se tornan el oponente objetivo, del cual la guerrilla se encarga de ajusticiar para así comenzar la liberación de los pueblos. Esto indistintamente de que el espacio de operaciones sea un contexto geográfico de características rurales o urbanas (como sucedió en los conflictos citados en el párrafo anterior) lo que demuestra que la lucha guerrillera inspirada en Guevara, desde su carácter táctico-rural, se mantiene vigente como ejemplo de combate. Ahora bien, claro está que la lucha emancipadora de las naciones mencionadas no se ha traducido, por el momento, en una victoria por parte de los oprimidos, como si la derrota de Guevara en Bolivia fuese una constante que «condena» a los grupos que quisieron mantener su ejemplo. Aunque puede atribuirse (o justificarse) la truncada victoria desde la permanente injerencia estadounidense, o la «escasa» capacidad de los campesinos, obreros e intelectuales de desarrollar la «conciencia de clase», para así sumarse a las guerrillas. Pero también estos procesos pueden comprenderse como un continuo, que a veces avanza dos pasos pero que retrocede cuatro, tres, uno, o ninguno.

 

2.- La violencia política

Se sostiene que la clave del fracaso en la propuesta guerrillera, como fase inicial de la guerra, se concibe en la tesis de Guevara sobre las condiciones objetivas y subjetivas de los procesos pre-revolucionarios. Guevara sostiene que las condiciones revolucionarias se crean, y que no siempre se debe esperar el momento objetivo para acelerar los factores subjetivos [4]. En la creación del momento revolucionario la violencia armada, justificada discursivamente por un análisis objetivo de la realidad, es el comienzo del proceso transformador. El argumento clave es el momento en el cual se desata la violencia. Parafraseando a Louis Althusser (1969) la violencia simbólica y material es constante desde los Aparatos Ideológicos de los Estados capitalistas, ello supondría que las condiciones de conflicto deben originar mayor violencia desde los sujetos de la clase subordinada, quienes hipotéticamente deberían develar ideológicamente la opresión cotidiana, por lo cual, la condiciones objetivas estarían dadas. Ante ello, existe la imposibilidad de la negación de la violencia en una sociedad de clases estructuralmente violenta, lo cual genera procesos de corte revolucionario, que sin violencia política dejan de ser revolucionarios, es por ello que resulta necesario remitirse a Marx, sin el afán mesiánico que algunos le imprimen, y más bien por cuestiones pedagogías y científicas, para dar cuenta de la táctica en el empleo de la violencia revolucionaria. «El antagonismo entre el proletariado y la burguesía es la lucha de una clase contra otra, lucha que, llevada a su más alta expresión, implica una revolución total» [5], pues como afirma Marx no puede resultar extraño que una sociedad basada en la oposición de las clases llegue como última solución a la contradicción brutal, esto es, a un choque cuerpo a cuerpo. La cita de Marx clarifica el tiempo de acción y procesos sociales ineludibles como síntesis necesaria para un desenlace que descansa en un desarrollo histórico politizado. Desde una lectura de la tesis de Marx se mencionarán los tres aspectos que podrían dificultar el funcionamiento de la guerra de guerrillas en el presente siglo.

1.-En la actualidad, al consolidarse en las sociedad moderna el «Estado de bienestar» reformista, de «rostro humano» y con alta capacidad tecnológica y legítima para ejercer la violencia. La proliferación de guerrillas rurales (o urbanas) se ve reducida significativamente producto de las características reformistas del Estado de bienestar.

2.- La violencia guerrillera en la década de los sesenta vivía un escenario privilegiado para su desarrollo, producto de la polarización mundial. Referentes como la Unión Soviética y Cuba incentivaban la propuesta revolucionaria internacional. Hoy en día los máximos referentes de la izquierda reformista a escala mundial son Cuba, Venezuela, China, y Bolivia, y en sus gobiernos por el momento no está formalmente en discusión la irrupción de la violencia revolucionaria [6].

3.- El antecedente de la Primavera Árabe [7] (2011) como escenario de violencia, a modo de revuelta, (y no Revolución debido a que no existía una dirección política que asumiera el proceso, dejando a la deriva el asunto y justificando la espontaneidad de masas), reafirma el carácter urbano de la Revolución, construyendo desde la masa el proceso. Pero, como esa masa carecía de una organización política sólida, se debe tener en consideración que por admirable que sea el valor de los ciudadanos, el fracaso que significó el proceso para subvertir el orden imperante quedó como un aguerrido recuerdo, que sirve para acumular experiencia y no repetir los errores. Inevitablemente reluce la sombra de la Revolución bolchevique de 1917 [8], como un gran ejemplo de un hecho histórico que tenía soporte en una dirección política de importancia, sobre todo porque emergió desde la clase trabajadora. Al clarificar que la discusión no está enfocada en el empleo de la violencia, sino en el momento programático en que se debe utilizar, y si esa violencia la ejercerá una vanguardia armada o una masa urbana-rural guiada por un partido político, la historia nos demuestra que el ejemplo cubano (vanguardia armada) y el soviético (masa armada bajo la dirección del partido) se estructuraron en base al poder político, consolidándose burocráticamente (y personificándose en la burocracia [9] ) en el poder. Si bien ambos procesos (el cubano y el soviético) fueron exitosos en cuanto a la conquista formal del poder, la vigencia del método guerrillero, como plataforma de algunos FLN, al someterse a las condiciones geográficas rurales, e impulsando un cronograma político alejado de las urbes, no permite un enlace directo con la clase trabajadora industrial, grupo esencial para desarrollar un proyecto político revolucionario. Aunque se apele al rol del campesinado, las tasas de urbanización en el continente van en aumento [10], lo cual dificulta la creación de cuadros guerrilleros asentados en espacios rurales. Otro factor determinante que asoma como impedimento para la lucha guerrillera en el siglo xxi es el avance tecnológico, el cual es ocupado por los ejércitos dominantes para desbaratar las resistencias armadas, factor que en la década de los sesenta no se exhibía como fundamental y era más bien un elemento sorpresivo para la guerrilla, pero hoy no es una extrañeza, sino una constante.

 

Comentarios finales

Quizás, la única forma de revivir el «espíritu guerrillero» descansa en la sublevación urbana espontánea que genere el clima de revuelta, pero si en lo programático se quiere dar el paso de la revuelta a la Revolución, para así no repetir la derrota política de la Primavera árabe, es necesario la conformación de una organización política de corte urbano y rural que dirija la movilización, ello permitiría avanzar programáticamente en la organización de la violencia revolucionaria, y la conquista del poder. El foquismo cumplió un ciclo vital dentro del movimiento revolucionario [11], donde la legitimidad de la «lucha cívica» parece habernos absorbido, y aprender de sus victorias y fracasos posibilita, desde el movimiento obrero, la discusión estratégica del empleo de la violencia, necesaria en la sociedad de clases, pero sin caer en la euforia del momento, ni en un letargo que nos impulse a un eterno reformismo. Tratar de comprender la violencia política resulta complejo, dado que abarcar la realidad en su totalidad, con sus tiempos y espacios, es una tarea titánica y sobrepasa el objetivo de esta exposición de ideas. Sin embargo, el rol histórico de Ernesto Guevara, como ejemplo de síntesis casi perfecta entre lo que es la teoría revolucionaria y la praxis revolucionaria, deja muchas lecciones y experiencias sobre la posibilidad de ejecutar y catalizar el uso de la violencia como medio revolucionario, que permita poner fin a los asfixiantes estragos del capitalismo en su fase superior, estragos que fueron pronosticados hace casi un siglo por pensadores de la talla de Lenin y Marx, y que dificultan hoy en día la conquista del poder político desde la clase trabajadora.  

 

Bibliografía  

Gramsci, A. (1970). Antología. Buenos Aires: Editorial Siglo XXI.  

Hobsbwam, E. (1998) .Sobre la Historia. Barcelona: Ediciones Crítica.

Lenin V. (1976) Tres artículos de Lenin sobre la guerra y la paz. Pekín: Ediciones en Lenguas Extranjeras.

Guevara, E. (1998). Guerra de Guerrillas. Euskadi: Ediciones Txalaparta Argitaletxea.

Marx, K. (1987). Miseria de la filosofía. Respuesta a la Filosofía de la Miseria de P.J. Proudhon. Buenos Aires: Ediciones siglo xxi

Shalins, P. (1989). Boundaries. The making of France and Spain in the Pyrenees. Berkeley: University of California Press.  



Hernán Riquelme, Sociólogo e investigador social.  

[1] Guevara E. (1998) Guerra de Guerrillas, Euskadi, Ediciones Txalaparta Argitaletxea, p. 8.

[2] Hobsbwam E. (1998) Sobre la Historia Barcelona, Ediciones Crítica., p. 262.

 

[3] Shalins P. (1989) Boundaries . The making of France and Spain in the Pyrenees. Berkeley, California Press, University of California, p. 126.

[4] Interpretación extraída de Guevara E. (1998) Guerra de Guerrillas, Euskadi, Ediciones Txalaparta Argitaletxea, p. 67.

[5] Marx K. (1987) Miseria de la filosofía. Respuesta a la Filosofía de la Miseria de P.J. Proudhon Buenos Aires, Ediciones siglo xxi, p .121.

[6] Aunque claro está que en procesos electorales la violencia revolucionaria es innecesaria, el caso de Salvador Allende (1970-1973) en Chile, da cuenta de la necesidad de la violencia revolucionaria para contrarrestar la violencia capitalista. Aunque Allende, amparándose en la ley, jamás vio como prioritario el empleo de la violencia, y así fue cómo los militares se instalaron en el poder sin mayor resistencia.

[7] Revuelta social en el mundo árabe desde el año 2010 que desestabilizó a los regímenes autoritarios que se encontraban en el poder.

[8] Se derroca la Rusia zarista y se instala en el poder el régimen soviético, donde emergen Lenin y Trotsky como principales líderes revolucionarios.

[9] Fidel Castro en Cuba y Joseph Stalin en la Unión Soviética.

[10] El año 2007 el continente exhibía un 77% de urbanización, se proyecta que el 2015 la tasa de urbanización alcance un 81%, CEPAL.

[11] Ello no quiere decir que en algún momento histórico vuelva a la contingencia de la discusión política, cómo un método relevante de lucha revolucionaria.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.