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Polémica sobre un artículo de Martínez LLaneza

Un matiz sobre cosmovisiones

Fuentes: Rebelión

Yo puedo vivir con duda e incertidumbre. Pienso que es mucho más interesante vivir sin saber que tener respuestas que pudieran ser falsas Richard P. Feynman, El placer de descubrir Hoy debería estar bien claro que no se podrá explicar el universo en todos sus detalles mediante una sola fórmula o una sola teoría. Y, […]

Yo puedo vivir con duda e incertidumbre. Pienso que es mucho más interesante vivir sin saber que tener respuestas que pudieran ser falsas

Richard P. Feynman, El placer de descubrir

Hoy debería estar bien claro que no se podrá explicar el universo en todos sus detalles mediante una sola fórmula o una sola teoría. Y, sin embargo, el cerebro humano tiene tal necesidad de unidad y de coherencia que toda teoría de cierta importancia corre el riesgo de ser utilizada abusivamente y deslizarse hacia el mito.

François Jacob, La jeu des possibles.

Ricardo Rodríguez ha escrito un excelente e informado artículo -«Doctrinarios y barcos a la deriva» – en las páginas de rebelión el 23 de diciembre de 2007. Me gustaría recomendar su lectura, felicitar al autor por su trabajo y apuntar un matiz, lateral, muy lateral, en torno al uso de la noción de concepción del mundo por parte de Manuel Sacristán.

Efectivamente, Sacristán definía esta noción en el prólogo1 que escribió para su traducción del Anti-Dühring en los términos señalados por Ricardo Rodríguez:

Una concepción del mundo no es un saber, no es conocimiento en el sentido en que lo es la ciencia positiva. Es una serie de principios que dan razón de la conducta de un sujeto, a veces sin que éste se los formule de un modo explícito. Ésta es una situación bastante frecuente: las simpatías y antipatías por ciertas ideas, hechos o personas, las reacciones rápidas, acríticas, a estímulos morales, el ver casi como hechos de la naturaleza particularidades de las relaciones entre hombres, en resolución, una buena parte de la consciencia de la vida cotidiana puede interpretarse en términos de principios o creencias muchas veces implícitas, «inconscientes» en el sujeto que obra o reacciona.

A continuación, señalaba que con frecuencia esos principios o creencias inspiradores de la conducta cotidiana, que acaso los sujetos no se formulaban siempre, estaban explícitos en la cultura de su sociedad, cultura que por lo común contenía un conjunto de afirmaciones acerca de la naturaleza del mundo físico y de la vida, así como un código de estimaciones de la conducta.

La parte contemplativa o teórica de la concepción del mundo está íntimamente relacionada con la parte práctica, con el código o sistema de juicios de valor, a través de cuestiones como la del sentido de la vida humana y de la muerte, la existencia o inexistencia de un principio ideal o espiritual que sea causa del mundo, etc. Por ejemplo, de la afirmación teórica de que el hombre es una naturaleza herida, como profesa la teología católica, se pasa de un modo bastante natural a la norma que postula el sometimiento a la autoridad. Esa norma práctica es, en efecto, coherente con la creencia teórica en cuestión.

Dos años antes, en 1962, en dos notas de traductor, Sacristán se había aproximado a ésta y a otras nociones relacionadas con algún apunte filológico de interés:

1. Por «filosófico», «filosófica», «filosofía», etc. vamos a traducir a partir de ahora el adjetivo alemán «weltanschaulich» y otras palabras emparentadas con él, las cuales proceden todas de la noción de «concepción del mundo» o sea, de filosofía en sentido no técnico, de filosofía vulgar y «espontánea». Este uso de la palabra «filosofía» es frecuente en castellano, lo que justifica la traducción.

2. Según se indicó previamente, palabras como Weltanschauung, weltanschaulich, etc. cuya traducción literal «concepción del mundo», cosmovisión, etc. extraña al espíritu de la lengua castellana, especialmente en adjetivos, se darán por «filosofía», «filosófico», etc., entendiéndose estas expresiones en sentido no técnico.

Estas aproximaciones eran consistentes con una presentación de la noción de filosofía que realizó en 1963, cuando impartió una conferencia, todavía no olvidada por algunos de los asistentes, en la Facultad de Derecho de la Universidad de Barcelona y que llevaba por título «Studium generale para todos lo días de la semana» 2

Lo superficial de una materia es siempre lo elemental en sentido didáctico, que es un conjunto de nociones generales muy vagas, por un lado, y primeros acervos de material positivo por otro. Ciertamente, ya en estas nociones generales sobre «el concepto de asignatura» y «la importancia de la asignatura» está implicado el contenido en realidad viva sobre el cual se yergue una disciplina especial; pero para que ese contenido se haga explícito, hay que bajar en el estudio, hay que profundizar desde la abstracta formulación de resultados generales o definitorios hasta la motivación y la génesis de los mismos. Llegados a esa zona baja se descubren las raíces de cada disciplina en las necesidades vitales, y sólo cuando se ha bajado hasta éstas se puede apreciar la inserción y la importancia de las nociones generales de cada ciencia en el conjunto de la concepción del mundo, confesada o no, que esas nociones suponen y alimentan.

Una referencia más a la noción fue introducida por Sacristán en un breve artículo escrito inicialmente para una revista de filosofía de estudiantes universitarios antifascistas en 1967 3 :

Ahora bien; mientras que en las ciencias positivas bien constituidas, especialmente en las exactas, el uso de hipótesis o hasta de argumentaciones netamente plausibles, razonables -racionales- compensan, como dice Mario Bunge 4 …, su «debilidad lógica» con su «fuerza heurística», éste no parece ser el caso para el campo de la creencia racional más característica del filósofo: el de lo que suele llamarse «la concepción del mundo». Pues las afirmaciones, muy generales, de la concepción del mundo -que no pueden ser argüibles sino plausiblemente, puesto que rebasan todo sistema teórico propiamente dicho- no tienen una función heurística manifiesta, ni siquiera indiscutible, a causa de su lejanía de la experiencia. Tienen, en cambio, una función práctica, individual y social, pues, como cultura dominante en una época, influyen en las decisiones de los individuos y en las de la colectividad.

Sin embargo, Sacristán rectificó estas primeras aproximaciones.

En una espléndida reseña de El asalto a la razón de Lukács escrita en 1968 con un sustantivo añadido de 1971, publicada inicialmente en el primer número de Materiales, enero de 1977, con el título «Sobre el uso de las nociones de razón e irracionalismo por G. Lukács» 5 , Sacristán señalaba:

(…) por la concepción del mundo en el sentido tradicional de esta expresión (es decir, en el sentido de un sistema presuntamente deductivo-sistemático y al mismo tiempo omnicomprensivo de la experiencia).

Sistema presuntamente deductivo-sistemático y omnicomprensivo de la realidad. Estos puntos serán decisivos al igual que estas consideraciones en un interrumpido artículo de filosofía del derecho 6 :

El filósofo romántico ha inventado la filosofía como «concepción» -casi en sentido tocológico- «del mundo», como sucedáneo de la limitada y clara certeza científica, y de la infinita y oscura seguridad religiosa. Y ha podido hacerlo porque se ha encontrado con tres circunstancias sumamente favorables: la crisis de la vigencia «espontánea», indiscutida, universal y orgánica de las ortodoxias religiosas; la incipiente enclaustración de la ciencia en los laboratorios o en las fortalezas defendidas del profano por la creciente matematización; y la asunción administrativa de la filosofía como saber oficial y positivo mediante el establecimiento de cátedras universitarias. Lo cual habrá de bastar aquí como explicación de la sorprendente vigencia cultural de aquellos primeros grandes filósofos académicos.

De este modo, añadía:

[…] el mejor romanticismo -así se ve hoy desde la campana de cristal- sigue preso en la broncínea de la concepción redonda o sistemática del mundo, en la necesidad ideológica de fabular toda una procesión y paisaje del Ser para poder pensar y vivir. Esa fabulación, como todas, maneja por fuerza ignorancias como si fueran conocimiento. La ignorancia no es nunca en la práctica honrado vacío, como en la teoría, sino falso saber, Saber patéticamente afirmado y defendido con mayúscula.

En uno de sus primeros escritos filosóficos, el científico inglés Bernal -que acaso no haya sido luego siempre fiel a ésta su declaración- observa que la principal exigencia de ética intelectual que se desprende del presente estado del conocimiento consiste en abandonar toda pretensión de concepción conclusa del mundo. La integridad de la consciencia personal tiene entonces que alcanzarse no en la especulación -en la fabulación- sino en el empeño práctico, hecho propio del modo más crítico posible. Aquí resuena un verso célebre del más grande testigo independiente, polémico y sagaz, del filosofar romántico: el goethiano «en el principio fue la Acción «.

Todo ello, en opinión de Sacristán, separaba el mejor legado romántico de las necesidades intelectuales de la época: incluso la herencia romántica progresiva, la que proyectaba porvenir, lo hacía ideológicamente, «necesitada de las andaderas de la humanidad infantil, ansiosa de certezas absolutas, compradas inevitablemente al precio de la chapuza intelectual»-

Ese romanticismo activo, abierto y orientado hacia adelante no era aún, para él, programa crítico sino «religión del futuro».

 De hecho, Sacristán, en un célebre y citado artículo sobre el lugar y concepto de la filosofía 7 , convertirá estas consideraciones casi en una norma de vida 8 :

(…) hay que aprender a vivir intelectual y moralmente sin una imagen o «concepción» redonda y completa del «mundo», o del «ser», o del «Ser». O del «Ser» tachado.

De ahí su propuesta de rectificación, casi de abandono terminológico de la expresión «concepción del mundo» 9 :

No hay duda de que entre el conocimiento y el programa, entre la teoría y la formulación de la práctica, hay una relación dialéctica integradora que exige una mediación no menos dialéctica. Esa mediación no puede ser la inconsistente fusión de conocimientos, valoraciones y finalidades sofísticamente tomados todos como elementos intelectuales homogéneos. La mediación tiene que ser producida entre una clara consciencia de la realidad tal como ésta se presenta a la luz del conocimiento positivo de cada época, una consciencia clara del juicio valorativo que nos merece esa realidad, y una consciencia clara de las finalidades entrelazadas con esa valoración, finalidades que han de ser vistas como tales, no como afirmaciones (pseudo)-teóricas. Se puede seguir llamando -si la expresión ha arraigado ya definitivamente- «concepción del mundo» a la consciencia de esa mediación dialéctica. Pero acaso fuera más conveniente terminar incluso en el léxico con el lastre especulativo romántico. Algunos historiadores de la ciencia han usado otros términos menos ambiciosos y que tal vez serían útiles para separarse de la tradición romántica: por ejemplo, visión previa, hipótesis generales, etc.

Años después, en 981, en una muy trabajada reseña de la Ecodinámica de Boulding 10 , Sacristán alertaba nuevamente:

Se puede admitir que siempre estamos haciendo metáforas, igual en la ciencia que en otros campos, y también se puede admitir que el enfoque ecológico y sistémico o dialéctico en general es el más deseable epistemológicamente e incluso por razones ya prácticas; y, sin embargo, habrá que ser cautelosos ante ese descenso de la exigencia autocrítica al estimar la pertinencia de las construcciones conceptuales para un problema dado. Habrá que ser cautos, sobre todo, porque, como lo sugieren otras interesantes especulaciones biológicas y sociobiológicas de estos últimos tiempos, tal vez empiece ahora un período abundante en cosmovisiones y sistemas persuasivos y fecundos, pero acaso más lo primero que lo segundo.

La aproximación, también excelente en mi opinión, de Ricardo Rodríguez a asuntos de método y dialéctica merece un capítulo aparte. Dejémoslo para otra ocasión.

Notas:

1 Puede verse ahora en el primer tomo de «Panfletos y Materiales»: M. Sacristán, Sobre Marx y marxismo. Icaria, Barcelona, 1983 (Está anunciada su próxima reedición en M. Sacristán, Sobre dialéctica. Montesinos, Barcelona (en prensa)).

2 M. Sacristán, «Studium generale para todos los días de la semana». Intervenciones políticas, Icaria, Barcelona, 1985, p. 33

3 M. Sacristán, «Un problema para tesina de filosofía», Papeles de filosofía. Icaria, Barcelona, 1984, pp 354-355

4 Sacristán tradujo para Ariel La investigación científica. Una aproximación de Mario Bunge a la obra y vida de Sacristán puede verse en las páginas de rebelión: Conversaciones sobre Manuel Sacristán, que incluye una entrevista con el filósofo y científico argentino realizada por Carles Muntaner.

5 M. Sacristán, Sobre Marx y marxismo, op cit, pp. 109-110. Si alguna vez se editara una colección de clásicos breves del marxismo hispánico, esta aproximación de Sacristán a Lukács merecía ser seleccionada, en mi opinión, sin ninguna vacilación.

6 M. Sacristán, «Al pie del Sinaí romántico». Papeles de filosofía, op. cit, pp. 342 y 349-350

7 El artículo ha sido usado para fines no siempre coincidentes con su espíritu. Ni que decir tiene que el trabajo es una razonable defensa del filosofar y de la propia filosofía no anclada en las coordenadas de las filosofías sistemáticas hispánicas de la época ni en las viejas aspiraciones, no siempre superadas, a un Saber superior e indiscutido.

8 .Manuel Sacristán, «Sobre el lugar de la filosofía en los estudios superiores», Papeles de filosofía, op. cit, p.362.

9 M. Sacristán, «Sobre el uso de las nociones de razón e irracionalismo por G. Lukács». Sobre Marx y marxismo, op. cit, pp. 111-112.

10 M. Sacristán, «La ecodinámica de K.E. Boulding», Papeles de filosofía, op. cit, p. 452. Materiales de trabajo y anotaciones de estudio sobre la obra de Boulding puede consultarse ahora en Reserva de la Biblioteca Central de la Universidad de Barcelona, fondo Sacristán.

LOS OTROS TEXTOS DE LA POLÉMICA:

(Crítica a «Razón y Revolución» de Alan Woods y Ted Grant)(AWTD) La ciencia mal-tratada (http://www.rebelion.org/docs/60179.pdf ) Manuel Martínez Llaneza

(Crítica a «La ciencia mal-tratada» de Manuel Martínez Llaneza) Del «análisis» de casos a la ocultación de los principios (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=60228) Félix Monasterio-Huelin Maciá (09-12-2007)

Crítica de la crítica precipitada (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=60241) Salvador López Arnal (10-12-2007)

Más críticas a una crítica muy precipitada (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=60329 ) Salvador López Arnal (11-12-2007)

Confesiones al hilo de una crítica chismosa (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=60450) Manuel Martínez Llaneza (14-12-2007)

Entre barcos a la deriva, una deriva entre barcos. Reivindicación de la síntesis. Félix Monasterio-Huelin Maciá (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=60500), 15-12-07.

Cinco consideraciones y una coda final con tres compases irritados. Salvador López Arnal (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=60548).

La inanición de Gödel, y los unicornios azules. Juan Hurtado (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=60800).

Las palabras, los conceptos y sus dueños, Salvador López Arnal (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=60851).

Doctrinarios y barcos a la deriva, Ricardo Rodríguez (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=60934)