Mientras en Chile el gobierno de la Concertación, encabezado por el presidente Ricardo Lagos y la ultraderecha chilena (UDI-RN), se encuentran enfrascados en una guerra a muerte ante los escándalos de tráfico de influencias y corrupción, en los cuales se encuentra involucrado el primer mandatario y algunos ministros de su gobierno, en donde desde la […]
Mientras en Chile el gobierno de la Concertación, encabezado por el presidente Ricardo Lagos y la ultraderecha chilena (UDI-RN), se encuentran enfrascados en una guerra a muerte ante los escándalos de tráfico de influencias y corrupción, en los cuales se encuentra involucrado el primer mandatario y algunos ministros de su gobierno, en donde desde la altas esferas del poder han usufructuado de sus altas responsabilidades para obtener licitaciones públicas (en muchos casos ilegales) para beneficiar directamente a sus amigos y familiares.
En otro escenario, una pareja, desesperada antes las miserables condiciones de vida que llevaban, decidieron quemarse a lo bonzo frente al palacio de gobierno, provocando gran expectación en el lugar. El matrimonio se roció con combustible en la calle Moneda, frente a la intendencia de Santiago, para luego dirigirse hasta el monumento de Salvador Allende, donde resolvieron prenderse fuego.
Vladimir Poblete y Ana Pérez, después de su acción desesperada de protesta, quedaron con quemaduras de mediana gravedad, principalmente en la cabeza, ya que la policía uniformada que se encontraba en el lugar logró utilizar un extintor para detener la acción del fuego y evitar así que el matrimonio terminara quemado completamente. La pareja luego fue remitida al Servicio Médico de Urgencia.
Una de las hermanas de la mujer dio a conocer a la prensa que la pareja decidió tomar esa resolución, debido a que desde hace un año prácticamente no tenían nada que comer. El matrimonio cuidaba el Estadio Municipal de Pudahuel, desde donde fueron expulsados y lanzados a la calle. En reiteradas oportunidades habían solicitado ayuda social al alcalde Johnny Carrasco – de la coalición de gobierno – pero nunca fueron atendidas sus demandas.
El presente caso es un hecho más de la situación que ha venido generando en el país, el modelo económico implantado por la dictadura y remozado por los gobiernos de la Concertación y que ha beneficiado a los grandes capitales, en desmedro de los que viven de un sueldo y un salario. Un modelo económico corrupto y antihumano que empuja a los chilenos a la desesperación.
Anteriormente había ocurrido un caso similar, en donde el taxista Eduardo Miño, resolvió quemarse a lo bonzo, ante los estragos que ha venido ocasionando la dictadura del libre comercio y del mercado en Chile. Sin embargo su acción de protesta en esa oportunidad culminó trágicamente, habiéndose producido su muerte, por las graves quemaduras en que quedó su cuerpo.
El modelo económico vigente en Chile, desde su implantación en favor de la oligarquía financiera nacional y trasnacional, ha venido provocando la decepción, la frustración, el desencanto y la incertidumbre en los chilenos, ante una economía que solo ha creado grandes desigualdades sociales, y una brecha cada vez más irreconciliable entre ricos y pobres.
Más todavía, cuando los chilenos observan asombrados la corrupción y el tráfico de influencias de la clase política chilena, encabezada en primer lugar por el presidente Ricardo Lagos, la Concertación y la ultraderecha chilena (UDI-RN), que además cual hienas, se pelean la lucha por el poder y los cupos parlamentarios por un nuevo periodo.
El ejemplo más claro de la corrupción de la clase política en el poder, son los altos ingresos brutos y totales que reciben por ejercer la actividad pública y la «representación popular» en el Parlamento, en donde un diputado o senador obtiene ingresos entre 10 y 11 millones de pesos chilenos. Mientras que un trabajador que vive de un sueldo o un salario gana al mes 127 mil pesos, de acuerdo a la última cifra establecida como sueldo mínimo. O sea, un parlamentario chileno gana 86 veces más que un trabajador común y corriente.
Mientras que en países como Suecia, el primer ministro de Estado gana 111 mil coronas brutas al mes, en el mismo país, un trabajador que se encuentra en las mismas condiciones de un asalariado chileno, gana 15 mil coronas mensuales. Esto significa que el jefe de gobierno sueco, percibe ingresos de tan sólo 8 veces más, que un obrero sueco.
Lo que significa que la clase política del país sudamericano se encuentra completamente corrompida, tan sólo a partir de sus ingresos totales. Además no debemos olvidar que la gran mayoría de los parlamentarios chilenos realizan asesorías, o forman parte de de empresas, o tienen sus propios negocios, lo que significa que sus ingresos son mayores aún, por ende y en todo sentido, el tráfico de influencias y la corrupción también.
El último escándalo ha salpicado a nada más y nada menos, que al secretario general de gobierno, Osvaldo Puccio. Según lo expresado por el órgano oficial de la CIA en Chile, el diario El Mercurio, mientras Puccio ejercía como embajador en Brasil, recibió honorarios de Codelco, para la consultora Asyan, la que creó junto a Alvaro Briones, vicepresidente del servicio de Correos. La consultora prestaba se dice, «asesoría política» a la empresa cuprífera hasta el año 2004.
Finalmente en esta oportunidad también, habría que preguntarse si El Mercurio miente, puesto que siempre este órgano de prensa cuenta con información de primera mano sobre el tráfico de influencias y la corrupción en Chile.